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En el día de los difuntos. Fe y relato


Tras el día de Todos los Santos –o de Todas las Personas–, transformado en alocado Halloween, hoy es el día de difuntos, del Dies Irae y el Libera me que inspiraron a tantos músicos. Un día para la oración o meditación más profunda y auténtica. Seguimos en busca de un relato que de sentido a todo, incluso a la muerte. Propongo dos modelos. La oración de Teilhard cuya fe y relato siguen siendo válidos para muchos, y la meditación de Santi Villamayor que sigue buscando un relato que no acabe en fe que trascienda lo humano, por el miedo (¿fundado?) de que cualquier fe acaba en religión ritual y clerical. Como decía Légaut, que cada cual siga su propio camino con autenticidad y fidelidad. AD.

I. Oración ante la vejez.

Por Pierre Teilhard de Chardin. El medio divino, Madrid 1964, pp.84-85

        Dios mío, haz que tras haber descubierto la alegría de utilizar todo crecimiento para dejarte crecer en mi, acceda tranquilo a esta última fase de la comunión en el curso de la cual te poseeré, disminuyéndome en Ti. Tras haberte percibido como Aquel que es “más que yo mismo”, haz que, llegada mi hora, te reconozca bajo las especies de cada fuerza, extraña o enemiga, que parezca creer destruirme o suplantarme.

        Cuando sobre mi cuerpo (y aún más sobre mi espíritu) empiece a señalarse el desgaste de la edad; cuando caiga sobre mí desde fuera, o nazca en mí por dentro, el mal que empequeñece o nos lleva; en el momento doloroso en que me dé cuenta, repentinamente, de que estoy enfermo y me hago viejo; sobre todo en ese momento en que siento que escapo de mí mismo, y soy pasivo en manos de las grandes fuerzas desconocidas que me han formado; Señor, en esas horas sombrías hazme comprender que eres Tú (y sea mi fe lo bastante grande) el que dolorosamente separa las fibras de mi ser para penetrar hasta la médula de mi sustancia y llevarme a ti. (…)

        Energía de mi Señor, fuerza irresistible y viviente, puesto que de nosotros dos Tú eres el más fuerte a ti compete el don de quemarme en la unión que ha de fundirnos juntos. Dame todavía algo más precioso que la gracia por la que todos los fieles te ruegan. No basta que muera comulgando. Enséñame a comulgar muriendo.

___________

II. ¿Valores y creencias todavía?

Por Santiago Villamayor. En Valores y creencias, Día de todas las personas, 1 de noviembre de 2022

        Llevamos algunos meses sin escribir nada. Nos da la impresión a veces de que ya está todo dicho desde aquellos primeros años de este siglo en que acentuamos la deconstrucción de nuestras grandes convicciones cristianas. Y ahora nos resulta muy difícil construir otra Gran Metáfora que nos dé razón de las cuestiones fundamentales de la vida, de la bienintencionada relación social y de la altruista realización personal. Al final parece como si siempre termináramos en una religión, en una religiosidad concretada por unas fórmulas, unos símbolos particulares y unas doctrinas fuera de la universalidad requerida. Incluso hay quienes que no quieren ya reconstruir ningún relato nuevo porque, quieras que no, todos al final son particulares.

        No estamos ya dentro del gran Misterio de la Salvación, ni de las estructuras eclesiales, pero sí escuchamos con nuestro mejor oído el relato de Jesús de Nazaret que, más allá de las reconstrucciones históricas de su vida y obra y más acá de la divinización que ha hecho la iglesia, nos sigue sugiriendo las mejores expresiones del anhelo que nunca nos deja. Y al decir mejores no digo exclusivas sino mejores con las mejores de otros humanismos y religiones.

        Basta con una o dos parábolas, basta con alguna máxima, con un pequeño detalle para que se nos abra un inmenso ámbito de generosidad y esperanza, y no como pauta forzada sino como llamada universal extremadamente motivante y emocionante. Pequeños y bellos indicios capaces de despertar una máxima incondicionalidad ensamblada a una no menos máxima liberalidad. Entrar como camellos por el ojo de una aguja, poner la otra mejilla siete veces siete, etc. es la mejor manera de despertar la magnanimidad de nuestra voluntad seducida por la belleza y el amor. Lo mismo nos podría ocurrir con cualquier otro signo o chispa de otras construcciones de la bondad.

        Hay un absoluto o incondicionalidad en nuestra conciencia, parece mentira pero es así. Parece mentira que un fruto de la evolución de la materia, de la realidad primigenia, pueda generar una altura de miras y una profundidad de decisión tan insospechadas. Que podamos considerar esta emergencia y la tengamos como referente absoluto siendo nosotros seres relativos, fase intermedia de una evolución incesante. Pero ahí está esa incondicionalidad, esa infinitud del anhelo, ese no quedarse satisfecho ni aun con la mejor apuesta y sobre todo mantenerse en el reiterativo distanciamiento de la propia mediocridad, de la constante reminiscencia o ruminación de un pasado malogrado convertido en un buen futuro, porque el perdón cuando anida en el corazón no es sino un mayor amor que, abarcando tanto al acreedor como al deudor, desborda hacia el mundo entero. Anhelo, compasión y perdón nos hacen divinos.

        Erramos el camino cuando queremos reconstruir una religión. Se debate mucho sobre si la religión se está disolviendo o progresa en algunos sectores. Puede ser que las dos cosas pero en nuestro caso el seguimiento o la escucha de las sugerencias evangélicas ya no va por ese camino sino por el de la construcción de una civilidad de máximos que en último caso resultan injustificados y por eso objeto de esperanza. También por la senda de unos mínimos cívicos sentidos con mayor alegría más allá de la obligación legal. No se trata de defender y sumar clases de religión en la escuela sino de enseñar educación de altura para la ciudadanía, para la plenitud personal, para la justicia global, para la relación simbólica y mística con la realidad. Más allá de cualquier cultura, más acá de cualquier religión. Una educación universal en nada espiritualista ni pragmatista sino en todo planetaria, terrícola, humana, relacional, que logre un clima social de fraternidad y no se cierre al camino estrecho de unos símbolos concretos.

        La vida lograda no es solo un videojuego, un partido de fútbol, un finde en la playa, una misa, una vuelta a la Kaaba o un aroma de incienso; un negocio próspero, una conquista sindical, un concierto, un gastro-aperitivo; una fiesta guay o una sexualidad floreciente, una carrera o pedalada matutina, sino todo ello desde otro sentir y relatividad. Hay muchas maneras de mirar la realidad, muchas maneras de responder al espontáneo vacío de la existencia o la dramática negrura de una mala racha, no sólo la escapada a una irrealidad inasible figurada por grandes revelaciones.

        El significado de la vida surge de ella misma y se construye socialmente. Hay que dejar fluir la corriente de esperanza que brota sobre todo en el silencio, en el sosiego tras la batalla bio-social, en la meditación de lo que hacemos y vivimos, en el recuerdo emocionado de las personas que conocemos y que pasan por delante de nosotros como muñecos de feria impresionando nuestro buen sentir, esperando el alcance de nuestro afecto. No somos un paréntesis en un párrafo de un gran libro sino una pequeña síntesis de todo él, una instantánea del significado global de todo el libro y así nos tenemos que entender por mucho que las primeras impresiones nos digan lo contrario, que no somos nada, que esto no tiene sentido, tanto volver al mismo sitio, tanto agujero o remolino negro.

        Nos situamos entre esta nada o insignificancia y el todo ideal solo suponible, en un planeta y mundo que siempre estará llamando sin que ninguna voz le responda, tan sólo su eco interior hermoso y fecundo siempre que lo escuchamos. Por eso el camino a emprender no es sino renovarse en el proceso de humanización que desde los albores de lo humano e incluso desde los albores de la constitución del universo viene expandiéndose, mejorándose. Una creatividad incesante capaz de reasumir errores y fracasos. Hagamos ciudadanía, sintamos esperanza, dejémonos llevar del afecto, la amistad cívica y particular.  Lo humano que calificamos divino siempre estará en nosotros.

        ¿Estos son los nuevos de siempre valores y creencias?

21 comentarios

  • M. Luisa

    Es estupenda la aclaración que hace S. Villamayor, a mí me ha sugerido aquella diferencia que establezco entre “lo trascendente” y la trascendencia. En lo primero sí hace falta un relato, en lo segundo es pura experiencia.
    Muchas gracias!  

  • carmen

    Es que Santiago, a ver si logro decir lo que pienso sin molestar a nadie.

    En este momento hay como dos generaciones en todo esto de entender a Dios, el cristianismo y esas cosas. Las generaciones a las que me refiero no son de edad, sino pues ya te digo, de concebir estas cosas de una forma u otra. Luego estamos en un momento de transición. O no. El futuro dirá. El futuro siempre dice. Lo mismo volvemos a lo de siempre.

    Pero claro, es imposible entendernos. Imposible. No por no quererlo, sino porque son tan encontradas que no es posible. El tiempo y otras generaciones decidirán.

    Mi opinión está clara . La sabe todo el mundo que lee lo que escribo en Atrio y si no lo leen, es absurdo volver a decirlo. Tampoco lo leerán.

    Lo que sucede es que me encanta hablar de esto, porque creo que es un tema crucial. Sé de la importancia de la iglesia católica. Y no hablo como organización religiosa, sino de Poder. Me encantaría que tomase otra dirección, porque tiene unos activos económicos y de cabezas brutal. Y apoya a quien apoya. Eso está clarísimo.

    Lo que propone el nuevo paradigma es un torpedo  con cabeza nuclear en la línea de flotación de la iglesia. Y no lo van a permitir, hasta que no lleguen nuevas generaciones. El enigma es qué camino tomarán, puede ser el catecumenal. O no. Depende de ellas.

    Fíjate. Me hace mucha gracia que a estas alturas se descubran los problemas de nuestra madre tierra, como la llaman. Menuda obsesión con el padre y la madre.  Y sabes quiénes lo están descubriendo ? Los cristianos de a pie. El Papa hace unos años decidió tomarlo como buque insignia.  Un acierto, sin duda. Lo que quiero decir es que la iglesia tiene mucha fuerza. Y aquí me quedo. A veces sus opciones benefician a todos.

    Es que no se habla de cristianismo, ni de evangelio únicamente. También se habla de Iglesia.

    En fin. Gracias por todo. Estoy en tu línea de pensamiento. Y muchos millones de cristianos más. Suerte.

     

     

  •               Buenos días y gracias a todos y a todas por mantener vivos estos debates, en especial   Antonio. Sólo quiero matizar su introducción a la oración de Teilhard y a un comentario de mi blog. Yo le debo mucho a Teilhard pero no soy quién para estar a su lado….además ahora estaría más cerca de Stuart Kauffman…
                  Los nuevos paradigmas y el cristianismo de Teilhard no son opciones distintas sino en el tiempo. Son paradigmas en diálogo y proceso de sustitución si los hechos lo van diciendo, si los “muchos que ven válido a Teilhard” siguen en ello o van siendo muchos los que separan en mayor grado la fe y la ciencia, cada una en su lenguaje. Reconozco el enorme influjo positivo que ejerció en mí la obra de Teilhard de Chardin.
                  Cuando dice Antonio que Santi Villamayor “sigue buscando un relato que no acabe en fe que trascienda lo humano no acabo de entenderlo ni de reconocerme.  Si en algo consiste el ser humano es en trascender y trascenderse y eso es siempre un acto de fe, de que el amar merece la pena y que del exceso de amor nace la esperanza de que ese amor no sea en vano. Otra cosa es hacia dónde y cómo se trasciende la persona. Peo si alguien quiere apelar a Dios en ese proceso me parece mejor que lo ponga más dentro del corazón, en su “ojalá”, que fuera, en la protectora nube del desierto o en la autoridad del monte Tabor.
                  En todo caso gracias, amistad y buen humor para todos. 

  • Isidoro García

    Ayer exponía mi idea teórica el nuevo y necesario relato, que nos devuelva el sentido de la vida, que parece que los numerosos cambios ocurridos, han hecho desaparecer de nuestra cultura.

    Y hoy continúo, con la faceta más práctica del tan añorado sentido de la vida, y entro directamente en el artículo de Santiago Villamayor.

    Lo primero es que es un tema en el que no hay que inventar nada. La cuestión consiste “simplemente”, en encontrar el modo de desarrollar en la práctica, nuestra naturaleza humana.

    Ni tenemos que ser los mejores leones del mundo, ni los mejores ángeles del mundo, ni los héroes más abnegados del mundo: “simplemente” debemos intentar llegar a ser los mejores humanos del mundo.

    Ese “anhelo que nunca nos deja”, es un fortísimo “instinto”, que nunca nos abandona, más que cuando estamos alienados, y distraídos no encontramos el buen camino, o estamos deprimidos y estamos paralizados anímica y psicológicamente.

    Ese “anhelo que nunca nos deja”, se concreta en los tres grandes valores instintivos, que articulan la naturaleza humana desarrollada y madura: la fuerte tendencia hacia la Verdad, la Belleza y la Bondad, que “despiertan la magnanimidad de nuestra voluntad seducida por la belleza y el amor”.

    Lo que Santiago V., considera como que “hay un absoluto o incondicionalidad en nuestra conciencia”, que nos impulsa hacia una “excelencia”, no es ni más, ni menos, que el motor de que dispone nuestra naturaleza humana, para desplegar, desarrollar, y acabar de implementar, lo que en verdad somos.

    Es el display que nos muestra permanentemente presente ante “nuestros ojos”, el tan añorado y deseado manual de instrucciones para como conseguir ser un buen humano.

    Y esto no va de moral, y ni mucho menos de moralina, ni de complejos de Superman, salvadores del mundo entero, (“de que te sirve salvar el mundo, si pierdes tu alma”).

    La gran necesidad de encontrar un sentido a la vida que hemos perdido, de aceptación propia y ajena, (fruto de nuestra endémica baja autoestima real), unida a la creencia de que uno es el único que puede hacer las cosas bien, son una bomba de relojería, que nos conducen a la paranoia del salvamundos.

    (Para poder justificar su papel de “salvadores del mundo”, Don Quijote ve opresión en todas partes, y achaca el que los demás no la vean, a la ofuscación ideológica a la que el enemigo les ha sometido: el mago Frestón).

    No empecemos la casa por el tejado. El humano maduro y desarrollado, y con una visión realista de la realidad, no tiene límites, y es capaz de conseguir milagros, (con un gramo de “fe”, moveremos montañas).

    Pero si pretendemos hacer los milagros el primer día, antes de haber madurado suficientemente, y apoyados en una serie de mitos supersticiosos, (sin fundamento alguno), ignorando descaradamente la moderna ciencia psicológica, el fracaso está asegurado, y eso causa mucha frustración, y mucho dolor, y mucha amargura, y mucho resentimiento, y mucha involución.

    En resumen, que como muy bien dice Luis Troyano, “El sentido de la vida es vivir. Y vivir intensamente”, y antes que él, lo dijo Thomas Merton: “Lo que hago es vivir, mi forma de orar es respirar”.

    Y lo demás vendrá por sí solo. Porque nuestro destino, está perfectamente marcado por el Universo, y sus leyes, (el “Espíritu”), y si nos enchufamos a Él, (mediante nuestro “espíritu”), nos llevará en volandas.

     

    • Hola isidoro:

      Sigo estando de acuerdo contigo. Me has sorprendido gratamente porque lo que apuntas ayer y hoy es muy diferente de los postulados transhumanistas, y yo te hacia “fan” de Yuval Noah Harari.
      Un animal tiene limites conciénciales por abajo y por arriba. El ser humano solo los tiene por abajo. En teoría puede expandir su consciencia hasta el infinito. Y esto lo debe tener claro el transhumanismo y los transhumanistas. Si no partimos de una concepción real de las potencialidades del ser humano, lo que haremos es un churro transhumanista. Y esto es crucial, porque puede haber un transhumanismo perverso e involutivo comandado por fuerzas involutivas.

      Respecto al sentido de la vida, yo lo veo de un modo muy simple. Imaginemos que somos un roble. Por “ese anhelo que nunca nos deja” el roble clava sus raíces en la tierra y sube hacia el cielo y solo con vivir da frutos para otros seres. No busca dar frutos, pero naturalmente los da. Si no tenemos embotado y atrofiado ese impulso vital común a todos los seres del reino animal y vegetal, seguiremos nuestro impulso vital y no buscaremos filosofías ni religión mentales para encorsetar vía mental, la vida que somos.

      Respecto a “la paranoia del salvamundos” ha estado muy extendida con el comunismo y el anarquismo. Marx dijo la mayor tontearía propugnando la “transformación del mundo.” Transformar SI pero ¿como,? que cada cual se transforme a si mismo, y lo demás viene rodado.

      Mas o menos sabemos que dice así: “buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás lo tendréis por añadidura.”

      Si quieres un árbol sano, lo primero es nutrirlo bien, potenciarlo en lo posible y podarlo si acaso, pero sea el mesianismo que sea, si solo buscas el fruto que pueda dar este árbol, es andarse por las ramas descuidando lo fundamental, el tronco. Los mesianismos mas conocidos adolecen de un reduccionismo, el pugnar por transformar solo el exterior del humano descuidando su interior. ¿No se puede aspirar a salvar el mundo? SI, pero…
      Se puede aspirar a comerse el mundo, aun a sabiendas de que te dejaras los dientes en el intento. Pero la utopía dará un paso, el que sea. En detrimento de la distopia. Y si estas ya vencido de antemano, lo que te comerás será lo que yo me se…

                                             

  • Santiago

    Amigos todos, este día 2 de Noviembre -el Día de los Fieles Difuntos – se nos propone como un medio de recordación y meditación. Pidiendo que nuestros difuntos se encuentren en la paz eterna del Señor con la oración e intercesión nuestra y de la Iglesia en el Cuerpo Místico del que todos somos miembros…

    Y es también un día de intensa y profunda meditación ante el misterio puesto que no hay nada como la “certeza de la muerte”,  aunque “la hora sea incierta”..ya que todos vamos a morir, un día u otro en el momento más trascendental de nuestra humana existencia..

    Y así Theillard nos ofrece este pasaje de su ””Oración ante la vejez”:

    Hazme comprender (Señor) que eres Tú el que dolorosamente separa las fibras de mi ser para penetrar la médula de mi sustancia y llevarme a Ti” 

    Y es que lo que fue perecedero, se volverá imperecedero y lo que es corruptible, se revestirá de incorruptibilidad. Esta es la fe pura de nuestra  Iglesia, incólume en la esperanza hasta el final de nuestros días.

    Saludos cordiales

    Santiago Hernández

     

  • Isidoro García

    En el día de los difuntos, (nuestro próximo estado), hay que hacer, ahora que aún podemos, un canto de esperanza y optimismo.

    Habla Duato de que “seguimos en busca de un relato que dé sentido a todo, incluso a la muerte”.

    En la búsqueda de este relato significante, cada uno organiza su búsqueda personalmente, marcando las líneas demarcadoras de su contexto intelectual, pues si no marcamos bien el contexto, nos desparramamos y acabamos dando vueltas y mas vueltas indefinidamente.

    Mis líneas demarcatorias son:

     

    1. El Universo, del que somos integrantes, tiene una inteligencia interna que lo determina y dirige, y nos arrastra a todos sus integrantes, mediante las leyes y normas de nuestras respectivas naturalezas. A esa inteligencia directriz interna, la podemos denominar como el “Espíritu”.

     

    2. Todo en el Universo es contingente, incluído el mismo Universo, que tiene fecha de caducidad. Es de ilusos delirantes, aspirar a nada fuera de la dinámica natural del Cosmos.

     

    3. El sentido de nuestra vida, (como la de todo integrante del Universo), reside en conectar con esa Inteligencia interna del Universo. “Cuando iba de aquí para allá, sin llegar a ningún sitio, estaba cansado de tí, camino”, (Tagore).

     

    4.-Esa Inteligencia interna el Universo (= Espíritu), nos ha dotado evolutivamente en nuestra naturaleza humana, de un mecanismo neuronal conector con ese Espíritu, que se manifiesta en un “ímpetu, una avidez, un anhelo, un “hambre de ser”, que nos permiten llenar nuestro “vacío metafísico”. Es así como podemos acceder al “mar sin límite de las vibraciones de la vida”. (María Zambrano).

    “El sentido de la vida consiste en reconocerse uno con la vida, y fluir con ella”. (Martínez Lozano).

     

    5.- Ese “hambre de ser”, es un instinto de trascendencia, de que existe algo “detrás de la cortina”, una especie de precognición, (presentimiento, presagio o corazonada, o reminiscencia, huella de una anamnesis, o “dejá vu”), de la existencia de algo que no se ve, y esta intuición cósmica o telúrica, es universal, aunque afecta en distinto grado a las personas. Constituye lo que llamamos la “espiritualidad”.

     

    6.- El lenguaje espiritual, o sea el que comunica nuestro “espíritu”, con el “Espíritu” del Universo, y con el que se logra esa conexión con dicho “Espíritu”, (punto 3), no se realiza mediante palabras racionales, (logos), sino mediante imágenes de sabiduría, traducción que tiene que realizar nuestro “espíritu”, y que se expresa mediante intuiciones.

     

    7.- Si el paso de la información a conocimiento, es trabajoso y exige un esfuerzo racional, el paso del conocimiento a la sabiduría, es aún más difícil, por todo lo contrario, porque es involuntario e intuitivo en gran porcentaje. La sabiduría es saborear el conocimiento, tener una experiencia directa del mismo.

    La sabiduría no se adquiere con el pensamiento.

    La sabiduría no es un “elixir” o un concentrado del pensamiento. Es necesario un salto a otra dimensión cognitiva, una “retraducción”.

    El pensamiento va transcurriendo siempre por lo conocido, por la memoria. El salto a la dimensión de la sabiduría se obtiene con la “mirada”, la “contemplación”, la imaginación activa, consistente en traducir los conocimientos e ideas, en intuiciones sabias, al dejar salir de las profundidades de nuestra mente esas intuiciones mediante la reminiscencia, la anamnesis de Platón, o la resonancia de los arquetipos sapienciales de Jung.

    “Frente al pensamiento cabe una opción: la mirada, la mirada que transforma, saber mirar aquello que nadie vio o que nadie advirtió, eso es creador, único porque no es una repetición, es idiosincrásico. Cada uno ve lo que ve y no puede transmitirse, solo se puede enseñar a mirar”. (Francisco Traver).

    Por eso la sabiduría es algo absolutamente personal e intransmisible: es saborear con la punta de la lengua, un grano de una especia, y no tiene nada que ver con cualquier cosa que hayas leído u oído sobre esa sensación.

    Es como reseñaba Eugenio Montale, un “destilar resinas doradas, de los troncos putrefactos del saber, algo propio de anacoretas”. Es transformar el polen en miel.

     

    8. Con la razón exclusivamente, no se consigue crear un nuevo relato que sustituya los relatos periclitados, cundo las antiguas ideologías, (políticas y religiosas), atractivas pero anticuadas entran en coma.

    Lo mas que se consigue es la aparición e introducción de fantasmas de formas de vida periclitadas del pasado. (Exégesis, re-exégesis, y re-re-exégesis de lo antiguo, que nunca se entendió bien, fue origen de múltiples interpretaciones, pero que ahora se pretende entender racionalmente).

    El único camino de encontrar el nuevo relato de la conexión con el Universo, es dejar trabajar “el corazón” = el “espíritu” inconsciente, al que la razón ha de nutrir con un buen surtido de conocimientos lo mas adecuados a la realidad.

    La Ciencia es la que debe surtir el polen, que el “espíritu” transformará posteriormente en miel de sabiduría.

    • Luis Troyano Cobo

      Te felicito Isidoro y estoy absolutamente de acuerdo contigo.

      El campo que nos queda por explorar es el que hay de la piel para adentro. Hoy tenemos la vida material mas resuelta que nunca. Y no somos felices…
      Volcados hacia afuera descuidamos nuestro interior. De ese modo tenemos manjares para los que no tenemos paladar.
      El sentido de la vida es vivir. Y vivir intensamente, para lo que debemos reconocer en nosotros la vida que somos. La mente es un instrumento de la vida. Pretendemos solucionarlo todo con la mente, y esta es como un cuchillo afilado que lo disecciona todo. Pero la grandiosidad de una puesta de Sol es para captarla con todo el Ser. Cuerpo mente y espíritu.
      Falta una “religión” sin clero y universal que se haga “trending topic” y que como el Lázaro del evangelio, nos resucite y nos vuelva a la vida. Porque la vida no está en las bibliotecas, en ellas esta la mente. Y como bien dices, hemos de ir mas allá de la mente.

      Un abrazo

    • Gonzalo Haya

      Concuerdo en gran parte contigo, en el fondo y en tu exposición. Un abrazo

  • oscar varela

    Hola!

    Quien cree en lo ABSOLUTO
    a sabiendas o no

    de-precia lo RELATIVO

    empezando por ‘si mismo’.

    ………………………………..

    • Javiierpelaez

      Totalmente de acuerdo …Todo cambia…

    • Javiierpelaez

      A Mercedes Sosa la oí yo hace muchísimo en el Puerto de Santa María (Cádiz) hace muchísimo…Mi recuerdo(muy borroso,hace tanto).Estaba con mi hermana Isabel(y mi hermana vivió 25 años en Ecuador,imagínate el recuerdo del año de la tana)y el local mucho más desangelado ,no cómo esta grabación mucho más animada de público…Cambia el caminante, aunque eso le haga daño…

  • Gonzalo Haya

    Hay un absoluto o incondicionalidad en nuestra conciencia”. Dios se aseguró de que su palabra llegara a todo ser humano. La percepción de este absoluto puede enturbiarse por nuestros egoísmos, pero puede aclararse con el ejemplo de Jesús y de otras personas que han tenido gran sensibilidad espiritual. Las religiones son las diversas formas en que se han socializado las manifestaciones y las prácticas de estas percepciones de lo absoluto; por eso cambiarán, pero no creo que se extingan por completo.

  • Javiierpelaez

    Estoy de acuerdo hay que humanizarse ….Tb estoy de acuerdo con que hay incondicionalidad en la conciencia…Tb en la vida,no sólo en la muerte (que ahí se presenta bastante obvio que no hay conciencia)hay algunas veces que no se puede practicar la incondicionalidad por pura supervivencia o por respeto a la libertad del otro….Los creyentes se las dejamos a Dios que sabe mucho más del corazón de los demás (la omnisciencia que se dice) y que ciertamente cuida de todos…Según el evangelio de unos más que otros,claro…Hay que humanizarse radicalmente….como Jesús

     

  • carmen

    Es que se nos olvida que Jesús es un ser humano. Y fue capaz de enmedio de la opresión, la dominación de una potencia extranjera, y hay que ver lo que son los judíos para esas cosas, nada menos que el pueblo elegido por el mismo Dios, sintiéndose mal dentro de esa sociedad, pues ideó lo que llaman el proyecto de Jesús. Y creo que en él están recogidos la inmensa mayoría de los derechos humanos. Porque es que él era un ser humano. Como nosotros. Y estoy convencida de que la mayoría de nosotros y nosotras tenemos los mismos anhelos. Por ello su mensaje transciende el tiempo. Es universal. Pero claro, habrá que adaptarlo a cada momento histórico. Y en el fondo es muy sencillo todo.

    Es que no veo que tiene que ver con la idea que él pudiese o no tener acerca de Dios. Que está genial para su época, pero han pasado más de dos mil años. Las cosas, la realidad no se percibe igual.

    El problema, a mí juicio es esa obsesión con que todos, todos, todos tenemos que tener esa idea de su Dios. Bueno, yo no la tengo. Él tampoco tuvo la de su época. Y si el precio para llamarse cristiano es cumplir con los mandamientos de la iglesia, pues, o sea, no sé cómo decir. Hay mucha gente que piensa de otra forma. Y se considera no cristiana por ello. Y creo que es un error. Pero bueno, me ha costado muchos años de reflexión y lectura y tal llegar a esta conclusión. Muchísimas personas dan el carpetazo al tema y lo único que consideran es la cantidad de cosas que ya no se pueden aceptar, la riqueza de la iglesia cuando defiende la pobreza, los escándalos, la misma historia de la institución…eso ya no se vale. Bueno, valdrá para muchos, pero para otros muchos no. Y no precisamente porque sean unos ateos hedonistas e incapaces de pensar. Eso no es así.

    Pero…

    Así son las cosas.

    Gracias. Me gusta leerte.

    En cuanto a lo que dice Teillhard, a mí me gustaría que en el momento del adiós definitivo, que diría Juan Ramón Jiménez, viniese mi madre a recogerme, como Virgilio a Dante Me iría en paz.

    Buen día a todos.

     

  • Antonio Llaguno

    Está bien la oración de Teilhard sobre la vejez; pero, respetuosamente, prefiero el poema de Gloria Fuertes:

    “Y ahora
    a envejecer bien.
    Como el jerez,
    como el vino.
    Ser oloroso,
    ser fino,
    no ser vinagre,
    ser vino.”

    • Javiierpelaez

      Eso está bien

    • Nacho Dueñas

      Llaguno, la poesía con que ilustras tus comentos son buenos.

      Hace un tiempo fue León Felipe (ese tipo “para cada uno Dios tiene un camino virgen…”. Y ahora este de Gloria Fuertes. Me gustan.

      En política no, pero en poesía nos entendemos, creo.

      Mis felicitaciones.

      Lástima que seas abstemio, nadie es perfecto (es coña, jaja).

      Un abrazo.

      Nacho.

      • Antonio Llaguno

        Es que la poesía, para transmitir, emplea la belleza y no hay ser humano que no sucumba ante la belleza.

        Mi mujer supo emplearla en su día y me domesticó pata siempre