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El programa de Jesús (22)

LO MÁS SAGRADO: LA FRATERNIDAD

1. La vida no se gana con dinero

        En lo más alto del monte, rodeando al Galileo, las mujeres y hombres que habían superado la cota de su simpatía por él al mostrar su disposición a seguirle, oyeron atentos su exigencia de no entregar la vida pretendiendo alcanzar una posición económica como mejor garantía de futuro. Jesús planteó con convicción que el dinero no resuelve la vida ni garantiza el mañana. Por el contrario, engancha y genera dependencia. Salir de esa órbita, insistió de una y otra manera, resulta imprescindible para la viabilidad de un Proyecto que requiere no claudicar ante ninguna tiranía. La libertad es imprescindible para decidirse por la sociedad alternativa. Bajo la Soberanía única del Padre, la justicia prevalece en un colectivo distinguido por lo más sagrado: La Fraternidad, fuente inagotable de vida.

2. El primero de los tres llamados a la fraternidad

        La fraternidad es la puerta y el camino a la plenitud humana. Jesús apercibirá ahora a los suyos de la necesidad de perseverar en el cuidado de la unión que proporciona esa relación de hermanos. El texto de Mateo que recoge su llamada está expuesto en tres breves fragmentos. El primero se lee así:

7,1 “No juzguéis y no os juzgaran; 2 porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis la usarán con vosotros”.

        Como en casos anteriores, Jesús empieza hablando en plural. Sus palabras se dirigen al conjunto de cercanos que le rodean en la cumbre del monte. Quienes siguen congregados en la ladera podrán oírlas, aunque tal vez su lejanía dificulta su comprensión y quizás se sienten menos implicados. La comunidad destinataria del evangelio de Mateo percibe, en cambio, que el encargo les afecta directamente. Son instrucciones que atañen a la vida de la sociedad alternativa y no a masas de aislados. Están relacionadas con el hermanamiento de los integrantes de una colectividad. Mientras las masas de la ladera mantienen su atención a las palabras del Galileo, la del grupo de discípulos se eleva al máximo.

 

3. Todo opinar tiene costo

        El tema de la enseñanza se circunscribe ahora a una sola acción definida por el verbo griego de amplia significación: κρίνω (‘separar’, ‘segregar’, ‘juzgar’, ‘condenar’). Llama la atención el uso reiterativo de este verbo en un texto tan breve. Esa machaconería recalca la importancia dada a ese proceder. Las versiones tradicionales, muy ajustadas a la literalidad del texto griego, acentúan ese carácter redundante: “No juzguéis para que no seáis juzgados; porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados”, al igual que hizo la Vulgata Latina a finales del s.IV: (Nolite judicare, ut non judicemini. In quo enim judicio judicaveritis, judicabimini).

 

4. Los textos no están descosidos, sino hilvanados

        La tendencia a observar los textos de los evangelios de manera aislada, como si fuesen una colección de sentencias, limita su comprensión y predispone a utilizarlos como pruebas de un ideario tenido por sagrado e intocable. Pero los evangelios son pedagogías de una praxis y no una recopilación de dichos. La mirada del conjunto se hace necesaria para descubrir el valor y el alcance de unas afirmaciones interviniendo como piezas esenciales que dan coherencia a toda una sección. Ese sentido muestra el hilván con que el evangelista ha cosido los relatos. Así pues, hay que descartar la idea de entender esta indicación del Galileo desde la amenaza de un juicio divino para la humanidad al final de los tiempos. No hay ningún rasgo que permita reducir a tal punto la holgura de significados del verbo griego (κρίνω). La enseñanza del Galileo se dirige a una comunidad inmersa en el recinto de la historia. La acción de juzgar y sus consecuencias están referidas a la actividad ordinaria de la sociedad alternativa.

 

5. Juzgar: Una opinión acusatoria sin la benevolencia fraternal

        Juzgar tiene aquí un evidente carácter negativo. Lucas confirma esa condición en su texto paralelo. Juzgar es la antesala de la condena. Lo expresa asociando los verbos ‘juzgar’ (κρίνω) y ‘condenar’ (καταδικάζω):

“No juzguéis (μὴ κρίνετε) y no os juzgarán, no condenéis (μὴ καταδισθῆτε) y no os condenarán” (Lc 6,37).

        El texto de Mateo comienza prohibiendo dar continuidad a esa acción. Lo hace usando el imperativo del verbo κρίνω precedido de negación: Μὴ κρίνετε (‘No juzguéis’). La fraternidad reclama frenar ese comportamiento. El hecho de juzgar conlleva emitir una sentencia con intención y carga de censura. En el colectivo del Reino donde impera la fraternidad equivale a disgregar. La separación quiebra la hermandad. Al juzgar se rompen lazos y se pierde la proximidad. El alejamiento del hermano del propio círculo personal resulta inmediato. Ahora bien, se aleja quien produce la distancia. La fisura en la fraternidad se convierte en juicio para quien la provoca. El trance origina grietas en la fraternidad que el colectivo detecta. El autor de la separación se verá desacoplado del espacio fraterno: “No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros”. La desunión representa un grave riesgo para la vida y el desarrollo de la fraternidad. Las rupturas habrán de ser corregidas para restablecer los vínculos descompuestos. El diagnóstico de la comunidad habrá de ajustarse a los límites y envergadura de la división; y el tratamiento afectará inevitablemente al causante del desgarro en la fraternidad: “…y la medida que uséis la usarán con vosotros”.

 

6.  El segundo de los tres llamados a la Fraternidad,

desciende al detalle:

“3 ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? 4 O ¿cómo vas a decir a tu hermano: <<deja que te saque la mota del ojo>>, con esa viga en el tuyo? 5 Hipócrita, sácate primero la viga de tu ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano”.

        6.1. Detalle uno: Se trata de ti

        El plural del primer fragmento pasa al singular nada más comenzar este. La llamada a evitar la división en la comunidad se transforma ahora en interpelación personal dirigida a cada uno de sus integrantes. La responsabilidad es individual. El comportamiento particular repercute en la vida social del colectivo. La repetición por tres veces del término ἀδελφός (‘hermano’) confirma que Jesús destina su instrucción a los adheridos a su Programa. No se trata, por tanto, de advertencias morales para una generalidad de personas anónimas, sino de exigencias prácticas para proteger la hermandad en la sociedad del Reino.

        6.2. Detalle dos: ejemplo extremado para que se entienda

        El texto está construido en forma sencilla sobre la base de una terna de vocablos repetidos por tres veces: κάρφος (‘pizca inapreciable de heno’; traducido: mota); δοκός (“viga”, ‘madero’) y ὀφθαλμός (“ojo”). Estos tres términos van asociados a un verbo: ἐκβάλλω (‘echar fuera’, ‘expulsar’, “sacar”), también usado en tres ocasiones. Este simple esqueleto aporta al texto ritmo y simetría. Cierta dosis de exageración añadida le imprime un ímpetu repentino e inverosímil.

        La fuerte carga de la interpelación inicial: “¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo…?” tiene la intención de parar en seco al autor de tal iniciativa con el fin de hacerlo reflexionar. El hecho y los vocablos empleados tienen sentido figurado. El interrogante: “¿Por qué te fijas…?”, perfilado con el verbo griego βλέπω (‘mirar’, ‘ver’, ‘dirigir los ojos a’, ‘ver claro’, ‘orientarse’; traducido por ‘fijarse’), cuestiona en el sujeto aludido un movimiento crítico que enjuicia en el otro una insignificancia en su manera de ver las cosas: “¿…en la mota que tiene tu hermano en el ojo?”. La formulación deja entrever que la mota existe. El cuestionamiento pone el acento en el grado de superioridad y el desprecio que se transparenta en un proceder crítico con el hermano, un emperrado habito de explorar sus movimientos tratando de descubrir en él cualquier minúsculo desacierto.

        La forma hiperbólica de la segunda parte de la interpelación apabulla. La exageración se pasa de la raya. El intencionado exceso subraya la incapacidad del censor: “¿…y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?”. La “viga” en su ojo le inhabilita. Su actitud está caracterizada por un grave déficit que le impide comprender. Carece del valor que distingue a los integrantes de la sociedad alternativa, el amor leal cuya fuerte energía positiva desemboca en esplendidez. Sin ese distintivo luminoso él podrá presumir de estar avezado en reproches, pero imposibilitado para colaborar con amor y lealtad en la andadura de la fraternidad.

        6.3. Detalle tres: La incongruencia del juzgar

        La interpelación no se queda ahí, prosigue declarando el gran inconveniente que representa la carencia de generosidad en la sociedad donde reina el Padre. En ese entorno, resulta inadmisible el desamor y la deslealtad. Quien se opone a la fraternidad demuestra con su rechazo su incompetencia para ayudar a encarrilarla. Su desenfoque desorienta y extravía. La fraternidad favorece la ayuda. El alejamiento inhabilita para tender la mano. “O ¿cómo vas a decirle a tu hermano: <<Deja que te saque la mota del ojo>>, con esa viga en el tuyo?”.

        6.4. Detalle cuatro: El nombre que le corresponde: ‘HIPÓCRITAS’

        Jesús calificará con energía al convicto que en la comunidad anda camuflado de juez. Le llamará: “Hipócrita”, una palabra transliterada del griego a través del latín: ‘hypocrita’. El hipócrita es un farsante. El brío del vocativo ὑποκριτά eleva el tono de la instrucción desenmascarando al simulador. Este término: ὑποκριτής (‘intérprete’, ‘comediante’) engarza con la raíz verbal κρίνω (‘separar’, ‘segregar’, ‘juzgar’, ‘condenar’), que abría esta enseñanza: “No JUZGUÉIS y no os JUZGARÁN…”. Ὑποκριτής (‘comediante’; traducido: “Hipócrita”) deriva del verbo ὑπο-κρίνομαι (‘interpretar’, ‘representar un papel’, ‘fingir’), perteneciente a la familia de compuestos de la raíz κρίνω.

        Jesús hizo uso de la denominación “hipócrita” o “farsante” con que calificaba de ordinario a los fariseos (Mt 6,2.5.16). Esta coincidencia no es casual. Señala una idéntica forma de actuar. Los fariseos enclaustraron la vida de la gente entre los gruesos muros de multitud de prohibiciones y preceptos dictados por ellos y elevados también por ellos al rango de sagrados. Su máxima preocupación consistía en obligar con rigurosidad a los demás a cumplir dichas reglas.Desde sus posiciones de guardianes de la ortodoxia religiosa vigilaban cualquier incumplimiento para descalificar toda infracción por mínima que fuera. Defensores a ultranza de la religiosidad, brillaban por su escrupulosidad en la observación de las leyes de la pureza (Mc 7,3-4) y destacaban por la teatralidad de sus prácticas religiosas. Jesús ataca sin contemplaciones esas prácticas dentro de la comunidad. No admite doctrinas ni dogmas por encima de la fraternidad. Llama farsante (“hipócrita”) a quien se acomoda a una doctrina o unos dogmas y trata de imponer a los demás la obediencia a esos criterios tenidos por él como sagrados. Su objetivo está desatinado. No trabaja por la fraternidad, sino por la ideología religiosa. Cegado por la doctrina, no tiene ojos para poder advertir el sublime valor de la praxis del amor y la lealtad. La doctrina religiosa le ciega. Solo prescindiendo de la obsesión que le nubla, tendrá acceso a la sociedad donde la fraternidad tiene abiertas todas las vías a la ayuda: “Hipócrita, sácate primero la viga de tu ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano”.

        La intentona de contraer la fraternidad para poder embolsarla en ideario resulta un peligro grave para la comunidad. El arranque del Galileo llamando “hipócrita” o “farsante” a los autores de tal tentativa es un claro indicador de la importancia de su advertencia. A continuación, hace un significativo llamamiento a la comunidad que le rodea en la cumbre alentándoles a mantener indemne las esencias de su Proyecto.

 

7. El tercero de los tres llamados a la Fraternidad

        Ese tercer fragmento lo expresará con brevedad:

“6 No deis lo sagrado a los perros ni les echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen, y además se vuelvan y os destrocen”.

        7.1. Texto dificultoso en dos partes

        Este dicho contiene sobrados ingredientes para ser considerado inescrutable. Su dificultad aumenta en la medida en que se contempla aislado del entorno donde se halla inscrito. La extendida costumbre de entender y utilizar afirmaciones de Jesús desconectadas de su contexto tiende a anteponer el propio ideario al sentido de tales enunciados. No hay mejor manera de violentar el texto y asegurar el desacierto. El análisis dentro de su enclave se impone forzosamente como único medio para dar con el significado de la enseñanza del Galileo.

        Lo primero a constatar es el nuevo paso del singular al plural. En el fragmento anterior Jesús reprende al autor de la farsa reprobando unos enredos con los que únicamente pretendía someter la fraternidad a su ideario. Después de denunciar el engaño ante la comunidad, insta al colectivo a no despilfarrar el tesoro extraordinario que comparten, conseguido con su opción: la sociedad alternativa. Los destinatarios de su recomendación son los que han superado el desnivel de la ladera y se han situado en corro alrededor del Galileo en lo más alto del monte.

        El pequeño y difícil fragmento a analizar consta de dos partes: la primera se ha construido con dos acciones en paralelo: No deis lo sagrado a los perros ni les echéis vuestras perlas a los cerdos”; y la segunda con una conclusión como posible consecuencia de dichas actuaciones: “no sea que las pisoteen, y además se vuelvan y os destrocen”.

        7.2. Una primera parte habla de ‘echar’ y de ‘perros’ y ‘cerdos’

        Respecto a la primera, dos verbos precedidos de negación y usados en subjuntivo: Μὴ δῶτε (“No deis”) y μηδὲ βάλητε (“y no echéis”) formulan una prohibición para el futuro. El sujeto ha dejado de ser el que condena. Ahora es la comunidad. Jesús les exige cuidado y reserva respecto de lo que poseen. Las dos acciones en negativo: “no deis” y “no echéis” suponen:

  • la existencia de ciertas personas vetadas de ser destinatarias
  • de una muy valiosa realidad perteneciente a la comunidad
  • debido a unas razones determinadas.

        La desaprobación recae sobre unos personajes encubiertos bajo la figura de dos tipos de animales: “perros” y “cerdos”. Tanto el perro (κύων), semisalvaje en aquel tiempo como el cerdo (χοῖρος) eran considerados despreciables e impuros. Los judíos utilizaban como insulto el apelativo ‘perro’ y ‘cerdo’ para referirse a los invasores del imperio dominante, los romanos. La agresividad y voracidad de estos animales sirvieron para identificar la violencia extrema de las legiones del imperio dominante. Aquí no se habla de furor militar, sino de otros actores opuestos al Programa del Galileo. La proximidad de los denunciados antes por el Galileo indica que “perros” y cerdos” identifican a los “farsantes” (“hipócritas”), sujetos caracterizados por su obsesivo manejo del juicio condenatorio tratando de imponer su torcido ideario.

        La realidad denegada a tales individuos está descrita bajo dos denominaciones: “lo sagrado” (Μὴ δῶτε τὸ ἅγιον; “no deis lo sagrado”) y “las perlas” (μηδὲ βάλητε τοὺς μαργαρίτας). El término griego ἅγιος (‘santo’, ‘sagrado’) designa en este contexto a una realidad destacada por su reconocida excelsitud. “Lo sagrado” se entiende poseído por la comunidad capacitada para entregarlo o transmitirlo a otros. El paralelismo utilizado por el evangelista lo muestra en correspondencia con “las perlas” (μαργαρίτης: ‘perla’), las joyas consideradas de más alto valor. “Lo sagrado” o “las perlas” representan el gran tesoro en manos de la comunidad. La clave para entender el contenido de este tesoro nos lo proporciona Mateo en una de sus parábolas:

“Se también el reino de Dios a un comerciante que buscaba perlas finas; al encontrar una perla de gran valor fue a vender todo lo que tenía y la compró” (Mt 13,45-46).

        7.3. La segunda parte habla de ‘pisoteo’ y ‘destrozo’

        Se trata de las consecuencias de no actuar conforme a la indicación del Galileo.

        Lo sagrado en poder de la comunidad es la fraternidad que surge al reinar el Padre. La consecución de ese tesoro único e insuperable no depende de sacrificios ni está reglado por una doctrina. Los “farsantes” consideran ese valor como un peligro para sus posiciones. Concentran, pues, su actividad en controlar su energía reprimiéndola mediante un ideario plagado de dogmas y preceptos que siembran el miedo bloqueador de la libertad. La fraternidad no debe dejarse bajo control de sus adversarios (“No deis lo sagrado a los perros ni les echéis vuestras perlas a los cerdos”). Al no darles el valor que tiene ese tesoro, sufrirá graves consecuencias:

“…no sea que las pisoteen” (μήποτε καταπατήσουσιν αὐτοὺς).

        El verbo κατὰπατέω (‘pisotear’, ‘despreciar’) describe con nervio la reacción furibunda de los farsantes doctrinarios, reveladora de su oposición a la fraternidad vivida por los integrantes de la sociedad alternativa. Desdeñan el mensaje y arrumban el Proyecto. La fraternidad diluye el Misterio con el que asustan y el ideario al que supeditan colonizando voluntades. Su rechazo no se detendrá ahí. Su ferocidad alcanzará el límite de quebrar las relaciones de hermandad descalabrando en lo posible a cada hermano. Jesús lo expresará sin moderación: “…y además se revuelvan y os destrocen”. No es para menos, demostrando ser lo más sagrado, la fraternidad ha echado por tierra sus endiosados credos e idearios.

2 comentarios

  • Juan A. Vinagre

    Gonzalo, me parece buena tu interpretación. Pero esa cita que nos recuerda y comenta Salvador ¿no puede también interpretarse como dirigida a los que adoran el ídolo del poder y del dinero, que crea y sacraliza “el sistema”  (sin olvidar a los que no entienden ni les interesa el auténtico culto a Dios -el interior- y al hombre, y por ello priorizan el culto a los “sábados” y a sus adiciones), de modo que si los contradices (o evidencias su vaciedad o hipocresía o voracidad etc.) se consideran agredidos -y en consecuencia te miran como peligroso, porque cuestionas su imagen y su “sistema”, religioso y/o social-?       ¿Esta es la razón de que arremetan contra quien cuestiona su “sistema”?

    ¿Quizá por eso Jesús empezó el anuncio del Reino por los más sencillos y humildes -sin intereses creados, religiosos o sociales-, porque no viven dependientes de adiciones y dependencias, incompatibles con el Reino?   Esos “adictos” no saben valorar lo sagrado ni las margaritas del Reino. Solo valoran y dan culto a la tierra  y  a  sus egos…   Su reino es de este mundo…

  • Gonzalo Haya

    No deis lo sagrado a los perros ni les echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen, y además se vuelvan y os destrocen”. Este texto, enmarcado en este contexto, deja la impresión de que no se extienda la fraternidad a los que no pertenecen a la comunidad del Reino. Esto sería muy fuerte y no concuerda con la pretendida universalidad del Reino. Se entendería mejor como un logion aparte intercalado aquí. Quizás quiera decir que los problema entre hermanos se resuelven entre hermanos, pero que los problemas con los ajenos habrá que resolverlos con la autoridad competente. O más en general, que no pretendan imponer a otros el sistema fraternal del Reino, si ellos no están dispuestos a escucharlos de buena voluntad.