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De Juan Pablo II a Francisco: 40 años y más

En estos tiempos en que las grandes potencias del mundo se abrazan con las iglesias legitimadoras -ver el nacional-cristianismo de Rusia apoyando a Putin “Caudillo providencial” [traducir con botón derecho de ratón] es importante revisar lo que ocurría hace 40 años entre el Vaticano y la administración de EEUU que luchaba contra la liberación de su patrio traserro. Lo recuerda, con valentía de profeta Castillo, en un artículo resaltado por el  Sismógrafo, blog italiano, que como lector diario de Religión Digital no había leído pues quedó oculto en el blog Teología sin Censura. En esta tarea depuradora de la Iglesia y la religión estaremos siempre contigo, José María. AD. 

        Juan Pablo II ha sido – después de Pío IX (s. 19) – el papa que ha ejercido un pontificado más duradero (1978 – 2005). A este pontificado tan prolongado hay que sumarle otro dato importante: Juan Pablo II ha sido también el papa que más ha viajado por el mundo entero. Nada más que por estos dos hechos (duración y presencia extensiva), Juan Pablo II merece un reconocimiento singular. Además, ha sido el papa que, según el lema de “santo súbito”, fue beatificado y canonizado por su sucesor, el papa Benedicto XVI. Y para colmo, por lo que respecta a nuestro país, Juan Pablo II ha sido el primer papa que ha visitado detenidamente gran parte de España. Tenemos motivos (hablando desde España) para expresar nuestro reconocimiento y nuestra gratitud en el 40 aniversario de su detenida y amplia visita a nuestro país.

Pero ocurre que, en estos 40 años, la sociedad y sus condicionantes han experimentando cambios que no podíamos imaginar. La tecnología, la economía mundial, el poder político y otros factores, que no vamos a analizar aquí, han desencadenado transformaciones tan hondas, que (hace 40 años) no podíamos ni sospechar. Baste pensar, por ejemplo, en el cambio climático que estamos empezando a padecer.
Juan Pablo II, con Rouco y Suquía en Compostela

Juan Pablo II, con Rouco y Suquía en Compostela. (También Ratzinger entre JP y Rouco, ¿no?) 
        El hecho es que, a partir de los años 80 del siglo pasado, empezó a acelerarse el declive de la Religión en los países más desarrollados. Y el papa Wojtyla, educado en la religiosa Polonia, pensó – sin duda – que el poder político podría ser determinante para contener el mencionado declive. De ahí, los acuerdos que, mediante el catedrático de Harvard, Z. Brzezinski, se realizaron entre el papa Wojtyla y el presidente de EE.UU. Ronald Reagan.

        ¿Qué resultado dieron estos acuerdos? Una cosa es cierta: se reforzó el poder militar en Centro-América. El poder que había matado a Mons. Romero (1980), mató también a seis jesuitas en la UCA (Universidad Centroamericana de San Salvador) (1979). Ambas ejecuciones con el visto bueno de la embajada de EE.UUU. en San Salvador. Como es lógico, en ninguno de estos crímenes nada tuvo que ver san Juan Pablo II.

        En todo caso, es indiscutible que el papa Wojtyla puso gran confianza en el poder político para cumplir con su deber. Ya han muerto las personas que vivieron lo que voy a contar: Mons. Romero – cuando era arzobispo de San Salvador – se desahogó con un sacerdote y le contó lo que estaba sufriendo por causa de su relación epistolar con el Vaticano. Sencillamente, la correspondencia epistolar de Romeo con el Papa era controlada y censurada por la embajada norteamericana. Como es lógico, esto era un comportamiento inmoral y grave.
        Pero el asunto llegó más lejos. Un buen día, Mons. Romero vio que tenía que informar urgentemente a Juan Pablo II de un asunto de extrema gravedad. Como la “valija diplomática” no era de fiar, la carta de Romero al Papa vino, de San Salvador a Roma, en la cartera del Provincial de los jesuitas de Centroamérica. El Provincial se la entregó al P. Arrupe. Y éste, por medio del P. Dezza, dejó la carta en la mesa del despacho del Juan Pablo II.
        Pues bien, lo sorprendente es que, unos días después, aquella carta tan importante, que trataba asuntos de enorme gravedad, estaba en la embajada de EE.UU. en San Salvador.
        No cabe duda: san Juan Pablo II dio motivos para sospechar que confiaba más (en aquel gravísimo asunto) en Ronald Reagan que en Mons. Romero. Y conste que relato estas cosas, tan graves y delicadas, porque, en la década de los 80, me habían expulsado de mi cátedra y de la Facultad de Teología de Granada. Decisiones que se tomaron sin hacerme juicio alguno. Es más, sin explicarme por qué se tomaron aquellas decisiones. Por eso, pude ir a Centro América. Porque la UCA no era una Universidad que dependía de la Iglesia, sino de un Patronato civil. Es más, no es que “pude”, sino que “tuve” que ir a la UCA. Porque el poder político-militar había asesinado a seis jesuitas y dos mujeres. Cinco de los asesinados eran profesores de la Universidad.
        Todo esto no es más que un ejemplo – uno más – de un comportamiento, que ha durado siglos en la Iglesia: la Religión ha confiado más en el poder político que en la ejemplaridad del Evangelio. ¿Y nos va a sorprender que la Religión esté en declive, al tiempo que los poderes de este mundo son los que nos dominan?
        Pero no todo está perdido, Ni mucho menos. El papa que tenemos en este momento, el padre Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, ha orientado a la Iglesia por otro camino. Es el camino de la sencillez desconcertante, de la cercanía a los más humildes, a los marginados y excluidos. “Si no creéis en mí, creed en mis obras” (Jn 10, 37-38). La conducta de Jesús tiene que ser la conducta de la Iglesia.

16 comentarios

  • José María Valderas Gallardo

    A don Antonio Llaguno, con afecto.

    He sentido desde joven fuerte atracción por los heterodoxos. Duros fueron los términos de Menéndez Pelayo en su documentada historia sobre algunos: “estaban con nosotros pero no eran de los nuestros”. A más de un lector le crujió en los oídos esa aplicación de la expresión bíblica, entre ellos a un sobrino ilustre de García Lorca. Me han atraído, aunque no seducido. Galileo, Bruno, Campanella, de los clásicos. Menos conocida es la suerte de Bolzano. Y empieza a descubrirse la imponente figura de Leroy, el dominico francés que fue un avanzado de la admisión de la teoría de la evolución, con toda la fuerza clerical, de todos los fajines, en contra. Francia tiene una historia apretada de hijos suyos sometidos a control desde principios del XIX, que llega hasta Congar, siglo y cuarto después. Pero no sólo Francia. Uno de los teólogos más poderosos, y más desconocidos, de enorme influencia en la teología del siglo XX, fue Marín Sola, quien, en pleno modernismo, lanzó la idea de la evolución homogénea del dogma. Ahí es nada. Marín Sola perdió la cátedra, pero sus ideas llegan hasta algún discurso de Bergoglio.

    Ni que decir tiene que en mi biblioteca están sus libros y ensayos. Como guardo también escritos de sacerdotes que se plegaron a la Revolución Francesa y, en nombre de la modernidad y la razón, acusaron a los religiosos fieles. El mal no viene sólo de Almansa.

    Conocí personalmente a alguno de los teólogos que usted cita.  El caso Häring fue particularmente doloroso para la Iglesia. El autor de la celebérrima Ley de Cristo cambió de opinión, si no estoy mal informado, sobre la Humanae Vitae, porque es imposible ser teólogo católico y rechazar determinados puntos de la encíclica de Pablo VI, una encíclica que le costó consultas múltiples, de Marceliano Zalba al propio Häring pasando por múltiples canonistas y moralistas, y horas largas ante el sagrario. Estaba yo entonces en París y le mandé a mi novia, hoy mi mujer, una postal con una aspirina. El texto impreso de la postal decía “esta es la píldora que admite el Papa”. Era, en efecto, un recurso facilón y coger el rábano por las hojas.

    De todos los contemporáneos que usted cita, hay unos sólidos y otros cuya base teológica deja mucho que desear. Como en botica. Conocí a Edward Schillebeecks. Desde su magnífica tesis doctoral. ¿Sabe sobre qué? Sobre un tema fundamental de Trento, del concilio de Trento, la bicha negra de los llamados progresistas: el concepto de sacramento en Trento. Si sometiéramos a criba lo que expone el fraile con el concepto de sacramento que a veces señala el papa Francisco, correríamos asustados. Es lógico que el prefecto de la Congregación de la Fe, ante un teólogo tan potente como el profesor de Nimega, mire con lupa sus escritos. Por puro evangelio, para evitar la cizaña, no por afán inquisitorial que los enemigos de la Iglesia difunden.

    No es este mi post. Pero no tendría reparo alguno en repasar serenamente lo que dice cada uno de los usted citados y cotejarlo con el Credo de los Apóstoles y el Catecismo de la Iglesia Católica. Con alguna referencia, en moral, a  Pinkaers y, en ciencia, a cualquier manual universitario. Con afecto.

     

    • Antonio Llaguno

      José María

      Como puedes comprobar, en el texto de mi comentario no hay ninguna indicación sobre lo que pienso sobre las contribuciones de cada uno de esos teólogos/as al pensamiento cristiano de hoy en día, salvo la referencia de no entender a Boff cuando se pone el traje de ecologista (Dudo que lo entienda nadie que no sea eco-fanático como él).

      Y eso es por dos razones fundamentales: la primera porque no tengo capacidad  ni conocimiento suficientes como para hacer una crítica solvente de las posturas de cada uno. He leído a casi todos. He entendido, según yo, a unos cuantos (A otros no) e incluso no soporto lo que escribe alguno, a quien veo excesivamente politizado (Omitiré señalar a quién, y no, no es Boff), pero lo que a mi me preocupa, no es la “solvencia” de sus postulados, sino la “misericordia” con la que les trató la Iglesia, que no fue ninguna.

      No todos respondieron igual porque la situación personal de cada uno era distinta y las posibilidades de independencia (económica fundamentalmente) también eran distintas. No estaban todos en la posición de Küng de poder mantener su cátedra, aunque ya no tuviera el “Nihil Obstat” de Roma.

      Y mucho menos cuando algunos de ellos, añadían su condición de clérigos y su decisión personal de dejar el sacerdocio, normalmente para poder contraer matrimonio con alguien a quien amaban. Esta circunstancia, ha hecho que algunos de ellos (Castillo es un ejemplo claro) sean profusamente insultados cuando se exponen al publico talibán neo conservador.

      Mira José María, cuando digo de mi mismo que soy un cristiano modernista, no es solo porque me llame la atención el concepto modernista de Dios, o porque esté de acuerdo, que lo estoy, con un relativismo práctico en cuestiones de moral y/o doctrina. Es también porque el modernista es “la bicha” del “ortodoxo”. Es el gran enemigo. Es lo peor de lo peor.

      Desde Pio X y su estúpido juramento. la Iglesia oficialista ha hecho a los modernistas responsables de todos los males y al mismo modo que hacía Franco con masones (Él que trato de ser masón y no le dejaron) y comunistas (Cuando el gran enemigo suyo durante la guerra fue el anarquismo, mucho más que el comunismo) ha tratado de caricaturizar un pensamiento honrado y responsable  y lo ha usado como chivo expiatorio.

      Y por eso me caen bien los modernistas y los heterodoxos y me siento nuo de ellos. Es como aquella canción que en mi juventud, setentera y ochentera, cantábamos con animo de “molestar”, diciendo aquello de “…si Fidel es comunista que me apunten en la lista…”. Pues bien; yo no soy comunista, pero si me lo llaman los neo talibanes… “Que me apunten en la lista”

  • carmen

    Un tema interesante el que planteas Antonio. He echado un vistazo. En el siglo XX están canonizados varios papas. Pio X, por Pio XII: Juan Pablo II por Benedicto XVI. Juan XXIII  por Francisco I y tenemos a Pablo VI en vías de llegar al altar. Interesante. Porque mira que la historia del catolicismo en el siglo XX es compleja. Y los Papas estaban al frente.

    Y fíjate. Ahora tenemos dos señores que se han sentado en la silla de Pedro. Dos. Mayores, aunque ojalá vivan muchos años más. Pero, mayores, lo son.

    Y además de ideologías totalmente encontradas. Qué sucederá? Es una pena no verlo. A lo mejor lo veo desde mi estrella. Apostaría a que los jesuitas no van a dejar pasar la oportunidad de tener un Papa santo.

    El tiempo dirá. El tiempo siempre dice.

    Interesante.

  • Antonio Duato

    Desde luego que el problema que tine la Iglesia ahora no es papa actual sino el papado y la papolatría que le rodea. El papa actual está dando pasos importantes para transformar el papado y su modus operandi a través de una curia que a veces actúa en su nombre pero en contra de sus orientaciones. Claro que Francisco ha hecho cambios que quedarán y hará más aún. Cambiar las reglas del cónclave es necesario. Pero hay una cosa que yo haría cuanto antes. Que un papa no pueda ser canonizado, o, al menos antes de 50 años. Y que nadie puede cambiar esto ni está permitido gritar “Santo subito!” antes de que pase ese tiempo. Escarmendaditos estamos.

    Como eso prácticamente solo se aplicaría a él y al emérito, la gente lo aceptaría. Y si suprimía todas las posibles canonizaciones mejor. Los verdaderos santos no necesitan eso. Y lucen como modelos para quien los quiera acoger así sin bulas ni altares.

    • ana rodrigo

      Completamente de acuerdo contigo, Antonio. Los Papas, por el hecho de ser Papas no son referentes de vida para cualquier mortal que está en plena lucha y pelea por los derechos humanos, por los más vulnerables, etc. etc, y predican con su vida, no desde el mirador del Vaticano, que, aunque viajen, siempre “habitan” en el Vaticano y son la cúspide de la pirámide jerarquizada. Que dicen cosas buenas, pues, faltaría más, pero el evangelio, primero se vive en el tajo y después se predica.

      Las mujeres santas, por ejemplo, son siempre vírgenes y/o monjas, cuando la mayoría de la base de la pirámide eclesial son mujeres con méritos suficientes como para ser ejemplo de vida, que es el sentido de las canonizaciones, no de darle el pase seguro de que están en el cielo.

    • Antonio Llaguno

      Pues los movimientos que hay, hoy en día, en la Iglesia Neo-Carcólica (No es una errata), son increíbles y despiadados.

      Alguna vez he estado tentado de escribir algo sobre eso aquí, pero siento que no es el estilo ni el interés de Atrio.

      Ahora, te aseguro que dan miedo, algunos.

  • carmen

    Hola señor castillo.

    He seguido su trayectoria, quizás un poco más de lo que pueda pensar. He leído libros suyos, leído mil artículos en lamiarrita, era una gozada leerle. Sé que lo ha pasado mal. La vida tiene momentos realmente complicados.

    Hay una pregunta que cada vez que lo oigo nombrar, me viene a la cabeza: por qué después de repetir en que ‘ el problema no es el Papa, el problema es El Papado’ pasó a defender al Papa actual de una manera que me rompió los esquemas?

    No sé si llegará a leer esto. Es una pregunta que tenía pendiente desde 2013. Pues ya la he formulado. Una cosa cosa es que la lea y otra, a años luz de distancia, es que decida contestar.

    Cuídese mucho.

  • Santiago

    El gran filósofo Juan Pablo II conoció y vivió dentro de una ideología totalitaria en un gobierno que se propuso acabar con el cristianismo a toda costa.
    El supo del esfuerzo por infiltrar la Iglesia de Jesucristo con ideólogos materialistas radicales que han pretendido socavar esta Iglesia milenaria desde dentro.  Y es por eso que habló claramente sobre lo que “no es negociable” y por tanto “inamovible” dentro del Pueblo de Dios y por el contrario lo que admite una renovación.Y así principios permanecen, lo que cambia son los accidentes. Los principios de la fe y de la moral permanecen intactos en el Evangelio de Jesucristo junto con los sacramentos porque fueron proclamados por el mismo Jesús para todos los tiempos. “El que no está conmigo, está contra Mi”

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

     

  • Jaume PATUEL

    Juan Pablo II, líder de la minoría del CV.II que se oponía a la apertura… es de lógica, aunque no aceptable, que “impusiera su visión” que ha perjudicado al progreso de la Institución y, por tanto, del Pueblo de Dios, al ser “PAPA” imperialista constantiano con su brazo derecho eliminando, aunque no lo ha conseguido, a teólogos(unos 500). ¿Dónde queda no la teología ni el catecismo católico ni el derecho canónico, sino el MENSAJE o LA EU.AGGELION de Jesús….?
    Confiemos que del Papa Bergoglio pueda dar vida al Concilio Vaticano II, que celebramos los 60 años….para cien quedan 40…solución biológica….
    Quid quid recipitur ad modum recipientis recipitur. Y los inconscientes son actuantes.
    Ahora bien, confiemos en  quien guía la Iglesia o Pueblo de Dios que es el Espíritu Santo…pero con la responsabilidad total de los que la dirigen jerárquicamente: patriarcalismo y clericalismo que no tienen base bíblica, sí constantiniana.
    ¿Cómo quedará Europa o España cuando la generación de 0 a 40años no conoce la Biblia? Es  preciso otro lenguaje para anunciar que Jesús libera.
    Estas generaciones les toca buscar e inventar un nuevo lenguaje.
    DUC IN ALTUM….

  • José María Valderas Gallardo

    El Papa santo, Juan Pablo II, goza ya de la visión de Dios. Los ataques a su integridad y honradez personal, así como las insinuaciones calumniosas no hacen mella en quien disfruta ya de la presencia de Dios. “Me contaron…” “De buena fuente sé…” son la defensa un tanto patética de quienes no fueron testigos directos de lo que se relata. Por citar un caso arquetípico de eso que ahora llaman fake news. La destitución de Arrupe y su sustitución por Dezza se atribuyó a que el Papa veía en el antiguo provincial del Japón un auténtico peligro para la Iglesia. La noticia se atribuye a Larraona, quien a su vez se le dijo a Muñoz Grandes, vicepresidente del gobierno de Franco, quien se lo contó a quien a mí me lo comunicó. Han fallecido los tres que intervinieron en la cadena de la noticia, el cardenal claretiano, el militar y el presidente de la Fundación de la que un servidor era miembro. ¿Juan Pablo II pasando información privada de san Romero a la embajada norteamericana?  No se lo cree ni quien asó la manteca.

    La verdad es que Juan Pablo II era un fiel discípulo de Pablo cuando recomendaba el apóstol lo que debía cumplir Timoteo y Tito en las cartas pastorales. En el primer caso, san Pablo reitera por activa y por pasiva la preeminencia de la sana doctrina frente a las falsas doctrinas y la obligación de Timoteo de exponerla. A Tito le urge a que “muestre adhesión al mensaje de la fe de acuerdo con la enseñanza, para que sea capaz de  tanto de orientar en la sana doctrina como de rebatir a los que sostienen lo contrario.” Equiparar la Veritatis Splendor a las exhortaciones plagadas de errores, de dubbia que dijeron respetuosamente cuatro eminentes teólogos, es un insulto a la inteligencia. Como disparate gravísimo fue la respuesta que dio ante el consorte protestante que se proponía comulgar con su consorte católico. Lo de rebatir el error de la carta a Tito se quedó, vamos a dejarlo así, en suspenso. No menos nefasto para una doctrina es confundir churras con merinas. Cuando se le pregunta por miembros ateos y abortistas, partidarios del aborto como método de control de la natalidad y de la manipulación de embriones con sacrificio de los mismos, no tiene otra ocurrencia –justificación no es pertinente aquí– que fulana de tal es eminente economista. ¿Y usted quién es, papa Francisco, para pronunciarse sobre la sabiduría económica de nadie?

    Un servidor se encuentra a millones de años luz de este ponrificado. Dividir entre conservadores y progresistas en punto a doctrina me parece un sarcasmo o una vana excusa, De hecho, ofensiva para quienes se guían, incluso profesionalmente, por la búsqueda de la verdad. A ninguna persona con un poco de base admitiría la existencia de una genética conservadora y una genética progrsista, de un física cuántica conservadora y una teoría de los cuantos progresista.

    En la historia de la Iglesia ha habido muchos casos de silenciamiento de teólogos. François Mauriac escribió en Le Monde un furibunda ataque a propósito de la llamada a capítulo de los sacerdotes obreros y, en particular, a quienes estaban doctrinalmente detrás, en particular Chenu y Congar. Han decapitado el catolicismo francés, clamaba. No se refería a De Lubac, Daniélou, ni siquiera Calvez, sino a Congar y Chenu, entre otros dominicos. Los frailes de santo Domingo fueran obligados a salir de Le Saulchoir. Congar pidió ir a Cambridge… para seguir estudiando. Aceptaron la orden con ejemplar humildaad. Con profundo dolor, pero en silencio, como correspondía. La verdad terminó por imponerse. Ví a Congar en el verano del 70 en Saulchoir. Seguía con esa mirada recelosa de quien ha recibido muchos golpes. Pero fraile ejemplar y su eclesiología fue la aceptada en buena medida por el Vaticano II. De Granada sólo conozco la obra del Padre Pozo.

  • ana rodrigo

    Lo que sí es cierto, entre otras cosas, lo que dice Castillo: “a partir de los años 80 del siglo pasado, empezó a acelerarse el declive de la Religión en los países más desarrollados.” Y sigue ocurriendo, aunque sea por motivos añadidos debidos a los cambios sociales, políticos, tecnológicos, la globalización, etc.

    Desde Constantino, la Iglesia siempre ha estado al lado del poder y ahí siguen, con su tiara, mitras, báculos y otros objetos símbolos de poder. El caso más próximo entre jerarquía eclesiástica y poder civil lo tenemos, aquí y ahora con el franquismo, en la época de Franco y ahora con sus seguidores; en España, además, está el Concordato entre el Vaticano y el estado español. Lo acabamos de ver en Brasil con Bolsonaro y los evangelistas, lo estamos viendo en EEUU con fanáticos religiosos, protestantes y católicos en el poder. Castillo lo centra en los cambios de los últimos 40 años y en el maridaje entre el poder eclesiástico y el poder político, pero ha sido y es una constante.

    Francisco ha cambiado el concepto de Iglesia, a pesar de que es jefe del Estado Vaticano. Pero la juventud y gran parte de la sociedad va abandonando la Iglesia y la religión… Y no vale echarle la culpa a la gente, habrá que reconocer los errores y hasta los delitos de pederastia más las inmensas riquezas de la Iglesia… Habrá que quitar todas las capas de miserias humanas que la Iglesia ha ido almacenado y superponiendo hasta ocultar los valores del Evangelio y, hasta hacer posible, el incremento de la increencia actual.

    La conducta de Jesús tiene que ser la conducta de la Iglesia.”Éste es el camino

     

  • Juan A. Vinagre

    Lo siento -y quiero decirlo de verdad-, pero Juan Pablo II no es papa de mi devoción. Y no lo es porque, de hecho, fue más amigo del mundo conservador tradicionalista y poderoso que de los desposeídos…   Su postura con Pinochet (arropado éste por el presidente USA con su Vº Bº para el golpe de Estado, e instaurar una tiranía con muchos muertos…) conviene no olvidarla…  Lo dije ya en otra ocasión: Su postura saliendo al balcón con un dictador asesino para saludar al pueblo, el hecho de darle la comunión en público -sin exigirle antes pedir perdón y hacer algún tipo de penitencia pública -como Ambrosio al emperador Teodosio- ¿no equivalía a un Vº Bº, que evangélicamente no puede admitirse?               Soy consciente de que con estas palabras estoy siendo duro, pero esa alianza con el poder conservador, que discrimina y conculca valores evangélicos, no es para alabar ni para callarse…  El poder político y económico se ha introducido desde hace muchos siglos en los “estamentos” de la Iglesia, y desde allí influye y determina posturas nada o más bien contraevangélicas. Por eso no sorprende que esa carta secreta de mons. Romero llegara al presidente de EE. UU….  Esa alianza no tiene nada que ver con la “nueva Alianza” que proclamó Jesús.  Por otra parte, ese “santo subito” con tanta prisa para elevarlo a los altares…,   ¿quiénes lo promovían-promovieron y apoyaron después?                     ¡Mucho hay que barrer y limpiar y reconvertir en la casa del Señor, aunque los demonios del poder se resistan a salir, y bramen y descalifiquen y arrogen espuma por la boca…!          (Gracias a JMª Castillo por recordarnos esos datos y demonios, que también, desde dentro de la Iglesia, tanto se resisten hoy al papa Francisco.)

    • Antonio Llaguno

      En mi opinión, estás siendo blando.

      Muy blando.

      La postura política de JPII, que venía de la opresión del comunismo polaco, fue inadmisible desde el punto de vista cristiano.

      La reprimenda pública a Ernesto Cardenal en  Nicaragua, la persecución a Oscar Romero en EL Salvador, la represión a cualquier teólogo que se separara unos milímetros de la “verdad” oficial (El propio Castillo la sufrió), el ninguneo a la jerarquía curial española que había roto con Franco (Hay un artículo sobre el tema en Religión Digital, que afirma que en el 82, cuando visitó España, JPII no tubo ni una sola palabra con Tarancón y solo escuchaba a Suquía, Rouco y Tagliaferri), la connivencia con los tejemanejes USA en América y e resto del mundo, la promoción de grupos muy conservadores como el Opus, Comunión y Liberación, los Focolares, etc, las alabanzas a “depredadores sexuales” como Maciel o Buela, son solo ejemplos de un pontificado que llegó al esperpento con la sublimación del sufrimiento como ofrenda a Dios con los últimos años de pontificado y su enfermedad (Mi padre murió con un Parkinson muy avanzado y lo que trató de vendernos Roma con el “Papa doliente” es un insulto a Cristo).

      No JPII no solo no es santo de mi devoción, sino que ni siquiera considero que se le debiera haber canonizado.

      Su progresiva destrucción de lo conseguido en el CVII fue lamentable.

      Y lo peor es que los ultras de ahora mismo, aún quieren más regresión.

      Es muy largo escribirlo aquí, pero había un chiste circulando por las parroquias en su época que indicaba claramente lo que pasaba en la Iglesia.

      Fue y es muy popular en ciertos ambientes de cristianos de rosario y sacristía, pero en mi opinión fue lo peor (Junto con el infausto Pio X) que le pasó a la Iglesia del siglo XX.

      Sí. Colaboró a la caída del muro de Berlín y hay que agradecérselo. pero también lo hicieron Gorbachov y Lech Walesa y nadie los ha canonizado.

       

      • ana rodrigo

        Llaguno, lo que dices es cierto, y podrá gustar o no gustar, pero, como tú mismo dices a Juan A. Vinagre, “has sido muy blando”, había mucho más que decir.

        Un Papa es un hombre del que se dice que es el representante de Dios y alguno se lo cree, empezando por ellos mismos. Por eso, cuando habla o actúa y se equivoca, tiene más gravedad, porque, a la hora de imaginar al Dios de Jesús, viendo a algunos Papas, lo que provoca es que se te quiten las ganas de creer en su Dios.

        Cuando yo me divorcié, con lo difícil y dolorosísimo que es esta decisión (y entonces mucho más), me encontraba un día sí y otro también a JPII hablando contra el divorcio y los divorciad@, como si fuese lo más divertido y lo más frívolo que pueden hacer dos personas. A mí, personalmente, que entonces yo todavía creía en el Papa, me producía un sufrimiento espantoso (y supongo que a muchísimas personas de buena fe), y ahora resulta que es santo, ufff… qué fuerte. Mientras besaba en la frente al despreciable pederasta y otras cosas horribles a Marcial Macel de este hombre poniéndolo como ejemplo a los jóvenes.

        Mientras, en el Vaticano entraban ingentes cantidades de dinero por las nulidades matrimoniales de ricos y famosos. Y lo digo con conocimiento de causa, porque uno de mi pueblo que se ocupaba de estas cuestiones en el Vaticano era dueño de medio centro de Madrid y en el pueblo tenía un mercedes sólo para cuando iba ocho días de vacaciones, y así sucesivamente. Eso sí, en el pueblo sólo celebraba misa él sólo con su hermana. Era primo de un cuñado mío y su hermana y sobrinas, tenían muchísima relación con un hermano mío que sabe mucho de lo que se permitía en la época del papado de JPII.

        Otro amigo mío también de mi pueblo, ya fallecido, al igual que el susodicho, que vivía en Roma y era fraile, me contaba cosas de lo que pasaba en el Vaticano para echar a correr y no parar.  Quiero decir que no me estoy inventando nada.

        Lo de Castillo, fue horrible el sufrimiento que le produjo, yo lo viví de cerca junto a él, porque no sabía la causa de porqué, por orden del Vaticano, tenía que irse a la calle, sin darle ninguna explicación.  Y no digo más, pero no sé qué modelo a seguir es este santo, representante de un Dios misericordioso, bondad infinita, justo, Padre, y todas esas cosas que dicen que es Dios.

        Tenía una cara, que ahora llamaríamos populista de ahí lo de santo súbito, y otra cara más lamentable y de la que se podrían escribir libros enteros.

        • Antonio Llaguno

          De hecho, se deberían escribir libros enteros sobre el sufrimiento que dupla Wojtila/Ratzinger proporcionaron gratuitamente a decenas de buenos teólogos que lo único que pretendían era retrotraer el cristianismo a sus esencias y encima, aún hoy, tienen que soportar los insultos y las insidias de los ultra talibanes, como le pasa al propio Sr. Castillo o a Antonio Aradillas cuando escriben en Religión Digital y les llaman vagos o interesados por haber renunciado a su sacerdocio, sacerdocio que no les dejaron ejercer conforme a su conciencia y conocimiento (que no era poco, porque siempre arremetieron contra los más brillantes).

          El que mostró más claramente su sufrimiento (O el que más se hizo notar) fue Häring, quién, sin dejar de ser sacerdote y vivir en su convento, nunca dejó de exponer (Véase su libro entrevista, publicado por Gianni Licheri “Fe, Historia, Moral” aunque en España se tradujo como “Mi experiencia con la Iglesia”) la “mala vida” que le dio el Santo Oficio y lo mucho que sufrió por ello.

          Gran defensor de la Libertad y el Discernimiento como balizas de la moral práctica fue tremendamente perseguido por su crítica a la “Humanae Vitae” y fue a alguien capaz de escribir esto: «El discípulo y la discípula de Cristo han de quedar extasiados y fascinados por las bienaventuranzas y los sublimes mandamientos últimos. Han de ser continuamente alentados a dejarse entusiasmar por Cristo, que es el camino, la verdad y la vida. Han de saber que a nadie se le pide recorrer el camino todo de un tirón, sino únicamente que vaya dando pasos cada vez que sea posible y útil. Lo importante es que la dirección de la marcha sea la adecuada y que cada vez sea más clara».

          Pues a este señor, le hicieron la vida imposible, igual que a Castillo, por supuesto, Küng, Curran, Rahner, Ranke Heineman, Boff, Sobrino, Gutierrez, Tamayo, Picaza, Forcano, Schillebeeck, Gebara, Haigth, Dupuis, etc…

          Todos eran honestos y a todos se trató de hundir la vida con el pretexto de la “Defensa de la fe y la Ortodoxía”.

          El propio Häring llegó a declarar que prefería afrontar, otra vez, un tribunal de Hitler que al Santo Oficio de Ratzinger.

          Pues mira Ana y a riesgo de que se me reprenda por esta última frase; en la fe no, porque la fe es propia de cada quien y cada quien tiene la suya, pero me “cisco” en la ortodoxia, cuando un libro llega a mis manos y me entero de que el autor o autora ha sido condenad@ por la Iglesia, más me interesa leerlo (Aunque algunas veces no  entienda nada, que tampoco estoy yo muy bien preparado; ya me gustaría) y más esfuerzos hago por entender su punto de vista, incluso aunque, como me pasa, por ejemplo con Boff y su “Eco-teología”, no esté de acuerdo con lo que proponen. Seguro que algo bueno aprendo.

          En fin, que yo tengo una sospecha de por que JPII es “Santo Súbito” y es que sus hagiógrafos (Como los de Escribá de Balaguer) tenían claro que su pontificado no iba a resistir el paso de la Historia y que la única manera de que llegara a los altares era que lo hiciera “cagando leches” (que es la 4 forma de la urgencia más urgente, después de urgente, muy urgente y urgentísimo) porque los católicos posteriores lo íbamos a ver con otros ojos menos “populistas”.

          Un saludo y “sorry” por mi lenguaje (no tengo otro)

  • Gonzalo Haya

    J M Castillo es un buen conocedor del evangelio y de los asuntos de la Iglesia, y aquí sintetiza, con acierto y respeto, un problema importante del pontificado de Juan Pablo II:  “No cabe duda: san Juan Pablo II dio motivos para sospechar que confiaba más (en aquel gravísimo asunto) en Ronald Reagan que en Mons. Romero”.