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Probablemente

Hace dos años tuvimos el proyecto –ver Convalescencia– de publicar una serie de entradas con los capítulos del libro de Alfredo Fierro Conversación en el atrio. Al final no llegó a puerto ese propósito. Hoy publicamos el último capítulo de ese libro, sin excluir otros textos de Alfredo que desde su confesado agnosticismo trata siempre estos temas sobre el hecho religioso de manera ilustrada y respetuosa. AD.

Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida (un autobús).

Probablemente Dios no existe para quienes no le buscan. Sólo le encuentra quien le busca, aunque sólo le busca el que ya le ha encontrado (Pascal).

No está probado que haya Dios. ¿Y si lo hubiera? Por si acaso, en la ruleta de las probabilidades, el juego de tu vida, vale más apostar por su existencia (Pascal).

Sólo probable y no probado es Dios. Nada digno de probarse puede ser probado, ni “desprobado” (Tennyson, Unamuno).

Aunque sólo probable y no probado es Dios, a los más jóvenes no les vas a instruir en perplejidades tuyas, tan sólo en certidumbres (San Manuel Bueno).

No hay Dios, en absoluto. Si lo hubiera, no permitiría que personas vivas fueran arrojadas a hornos crematorios (Rutka Laskier, judía, 14 años, muerta en Auschwitz).

No hay Dios, estoy seguro. Desde luego, no lo hay, no está presente cuando más falta hace. No lo había, no estaba, doy fe, en Stalingrado (un soldado alemán en carta a su padre desde el frente).

Probablemente Dios no existe. Es su única excusa (Stendhal) por no haber estado en Auschwitz, en Stalingrado, en el Gulag, en el Congo de Leopoldo II, en la Camboya de Pol Pot, en Africa Central ayer y ahora, en Hiroshima, en la peste negra de 1347, en el maremoto de Lisboa de 1755, en el tsunami del Pacífico de 2004, en el terremoto de Haití en 2010, en ninguna pandemia, hambruna, erupción de volcán o temblor de tierra.

Seguramente Dios existe; y, si no existiera, habría que inventarlo. La simple idea y palabra “Dios” ennoblece al hombre. Pero toda su creación no vale las lágrimas de un niño (Iván Karamazov).

Probablemente Dios no existe: no hay constancia y ni siquiera indicios de ello. Y de un profeta suyo, Jesús de nombre, tampoco hay noticias ciertas: que existió, murió crucificado, y poco más (Reimarus, Renan, Schweitzer, historiadores).

No es más probable el Dios de Jesús que el de otros deístas y monoteístas, filósofos o físicos (Newton, Kant, Schleiermacher, Buber).

Probablemente Dios es lo mismo que Naturaleza (Spinoza), que Yo (Silesius), que la honda base del ser (Tillich) o que Nada (Eckhart).

Probablemente Dios es un juego de espejos que refleja imágenes humanas y deseos no cumplidos (Feuerbach), un estuche vacío que contiene lo que a cada cual le complace colocar en él, la dicha, el instante feliz (Gide).

Quien habla a solas espera hablar a Dios, acaso, un día (Machado).

La he visto y me ha mirado. ¡Hoy creo en Dios! (Bécquer). Tal vez existe Dios a ratos.

¿Existe Dios? No hay que atormentarse por ello la cabeza. Es asunto por encima de nuestras facultades, capaces nada más de imaginar seres reales en las tres dimensiones del espacio (Iván Karamazov).

No hay Dios, probablemente. ¿Importa mucho acaso? Es importante no confundir la cicuta con el perejil. Pero creer o no creer en Dios no es importante en absoluto (Diderot). Aunque hubiera Dios, eso no cambiaría nada (Sartre).

No hay Dios, probablemente. ¿O sí lo hay? En cualquier caso, no hemos de pelearnos por afirmarlo o negarlo (un postmoderno civilizado).

Quizá no hay Dios aún. Y, sin embargo, lo habrá. Está todavía por llegar, por venir, por ser. Él es el venidero (Rilke, Juan Ramón Jiménez, Teilhard, Moltmann).

No hay Dios alguno a la vista; ni está ni se le espera (un crítico de Kepel y desengañado de Ortega).

Exista Dios o no, sexo, placer, dolor, muerte, nacimiento, vida, no son asunto suyo, ni de clérigos que abusan de su nombre para imponer sus reglas: son asunto de hombres, de mujeres (una militante de los derechos humanos).

Probablemente no haya otra vida que ésta. Así que deja de preocuparte y disfruta de ella (atribuido a Salomón, libro de Qohelet, Biblia hebrea).

Probablemente no hay más vida que ésta. Vive, aún así, de tal modo que merezcas vivir eternamente (Kant, Unamuno).

Entre los muchos dictámenes sobre Dios, el de que no le hay, acaso erróneo, es menos inexacto que cualquier creencia en cualquier clase de Dios –Yahvé, Elohim, Alá–, de dios o diosa.

Probablemente se aproximan mucho más a la verdad quienes matizan sus creencias con adverbios modestos: “tal vez”, “quizá”, “probablemente”, “acaso” (el abajo firmante).

(Tomado de: Alfredo Fierro. “Conversación en el atrio”. Madrid: 2019, páginas 221-223)

 

5 comentarios

  • Isidoro García

    …Teníamos una guía, y necesitamos seguir con otra, que dirija la dirección de nuestro camino.

    Antes, éramos hijos de Dios, pero ahora ese Principio general, es algo abstracto e indefinido, y lo vemos muy, muy lejos…

    Por eso debemos acomodar nuestra mirada a lo que hay entre Dios y nosotros: el Universo.

    Somos hijos del Universo, que a su vez, en principio es de padre desconocido, aunque las viejas consejas familiares dicen que puede ser la manifestación de “Dios”, por lo que podemos ser… nietos de Dios, nada menos.

     

    (Pero, dejémosnos de árboles genealógicos, de los que siempre descendemos mucho), nosotros somos integrantes del Universo, y el sentido de nuestras vidas es ser dignos hijos de nuestro padre, y estar unidos y conectados con el Espíritu de nuestro padre, el Universo.

    En resumen, que lo esencial no cambia nada: pasamos del abuelo al padre. Lo único que debemos cambiar el chip de nuestras relaciones con nuestro padre.

    Antes, la cuestión era rogarle una y otra vez para que nos fuera propicio, (la religión). Y ahora, la cuestión es que tenemos que desarrollar nuestra naturaleza humana, hasta la maduración y despliegue plenos, para ser dignos hijos de nuestro padre el Universo.

    Un padre, que nos ha dotado a cada uno, a través de la evolución emergente, de un software cerebral heredado, que es una guía, y un asistente de voz autónomos, para dirigir esa maduración.

    Por eso decía el otro día que los sacerdotes y teólogos, deben reconvertirse en psicólogos y consejeros de vida, y dejarnos de tanto rezo, misas y comuniones, y cambiar a aprender a ser humanos de verdad. ¿Cómo?. Aprovechando nuestra guía, nuestro espíritu.

    Nuestro padre-Universo, ha suscitado entre nosotros, una serie de humanos extraordinarios, con una mente lúcida, (uno entre diez mil, como el Winchester de la película), que con su guía personal, han sabido comprender y explicitarnos cual es el camino de la maduración.

    Entre estos grandes humanos, posiblemente destaquen, Buda Sakiamuni, Lao Tse y Chuang Tzu, Espinoza, Sócrates, Jung, Teilhard, Einstein, y muchos otros, y sobre todos posiblemente, Jesús de Nazaret. Aprovechemos su estela y enseñanzas.

    El mayor homenaje que le podemos hacer a Jesús, no es copiarle mecánica y supersticiosamente, sus actuaciones anecdóticas, como una cena, o un acto puntual, o su forma de vestir o de su comer, sino comprendiendo como él nuestra situación en el Universo, y lo que este pide de todos, el despliegue pleno de nuestra naturaleza humana.

    La época de las religiones ha terminado, y se ha iniciado la de la espiritualidad. El estado ideal del humano ya no es ser piadoso, sino vitalista, creativo y hedonista, (en el buen sentido), y conseguir llegar a ser un auténtico humano: bueno, sabio y sobre todo feliz.

  • oscar varela

    Hola!

    Este Artículo está “DES-Articulado”; así nos lo presenta A.D.

    y tiene razón porque es el último del Libro de Fierro:
    Índice
    De ayer a hoy, de hoy a ayer
    El Jesús de la historia y los Cristos de la fe
    La existencia creyente
    De la religiosidad a la conversión
    Ilustración frente a revelación
    Introducción a la teología
    Adenda: Cuatro estaciones
    Noticia de algunos autores
    …………………………….

    ¿Qué consigue el tal “aislamiento“?

    Opino que consigue:

    ONANISMO teológico
    (Infructuosa masturbación religiosa)

    (tomar ‘en vano‘ el nombre de dios)

    (hacer ‘irreligiosa‘ la religión)

  • ana rodrigo

    Uf, qué fuerte…. Probablemente sí, probablemente no. Poco más que añadir, a no ser la experiencia y la opción de cada cual.

  • Jaume PATUEL

    Vivo una Realidad que me envuelve, me impregna y me da Luz. ¿Es Dios?
    La palabra no expresa esa Realidad. Es una palabra humana. Y al ser conciente de esa consciencia: CONTEMPLO EL MACRO-MICRO.KOSMOS que SOY (SOMOS).

    y aquí me quedo, y hago silencio: SIENTO.
    Gracias, Antonio, por el texto anterior

     

  • Isidoro García

    El escrito del maestro Alfredo Fierro, con su recopilación de intuiciones lúcidas de grandes luminarias del pensamiento, nos sitúa, ante la escena, del rey desnudo.

    Ya sabemos lo que hay, o mejor dicho lo que no hay, o mejor dicho aún, lo que si hay, para nosotros, (nuestra pobre dotación mental), es como si no hay. El siguiente paso es: ¿negación o aceptación?.

    Reunión de hermanos: Padre ha muerto, hay que arreglar los papeles y reorganizar los problemas de la casa. Ya no está él, y los que se decían sus intérpretes. Ahora nos toca a nosotros. Hace un día éramos hijos de un padre, y ahora somos huérfanos solos ante el peligro.

     

    La cultura es un proceso continuo de ir recibiendo un bagaje de conocimientos y creencias, y un continuo ir modificándolas un poquito.

    En la vida, hay dos clases de personas, los culturalistas, que se atienen fielmente a la cultura recibida, y los que ¡locos ellos!, aspiran a guiarse por su pensamiento e intuiciones personales. (Sería una especie parecida a la división entre “aristotélicos y platónicos”).

    Y no se elige lo que somos cada uno. Como en este proceso psicológico interviene muchísimo la necesidad de seguridad interior y personal, las personas mas inseguras, suelen ser aristotélicas y conservadores, y las personas, con mas arrojo, (justificado o no), suelen ser platónicos y progresistas.

    (Esto muchas veces no coincide con su opción política, pues, muchas veces, para “compensar” exteriormente, ese conservadurismo interior sentido profundamente, uno se acaba adscribiendo a la izquierda). Pero la realidad es la que es. (Eso se nota y mucho, en los progresismos tecnófobos y apocalípticos).

    El miedo es una de las emociones universa-les más potentes y que más puede cambiarnos como individuos y como colectivo.

    Erich Fromm, en El miedo a la libertad (1941),

    se hace la pregunta de si el humano es lo suficientemente fuerte para soportar la libertad, si pueden afrontar los peligros y la responsabilidad que conlleva el hecho de ser libre y tener que decidir.

    Y que el humano moderno, liberado de las ata-duras de la sociedad primitiva, que lo limitaba, pero lo tranquilizaba, aún no ha conquistado plenamente su independencia.

    La libertad le provoca un sentimiento de aislamiento que a su vez genera inseguridad y ansiedad. Y debido a ello, establece mecanismos de escape: autoritarismo, destructividad o un con-formismo autómata.

    Y después de la muerte del padre… empieza el largo camino de la maduración personal de cada uno…