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Llamados/as a la plenitud de la vida

A propósito de la fiesta de la Asunción

La fiesta de la Asunción que conmemoramos cada 15 de agosto, nos habla de la plenitud de vida que, desde los orígenes, los cristianos creyeron, alcanzó María, la madre de Jesús. Por eso este dogma, proclamado por Pío XII en 1950, responde a la fe del pueblo y no a una verdad abstracta proclamada por alguna autoridad. Pero este dogma tiene un doble sentido. En primer lugar, reconocer en María la primera creyente que participa plenamente de la vida de Dios. En segundo lugar, la posibilidad que todos los demás seres humanos tienen de vivir esa misma plenitud. Y a esto último queremos referirnos.

La vida cristiana no es para unos pocos elegidos que dicen sentir un llamado de Dios. Históricamente los textos bíblicos en que Jesús invita a los discípulos a seguirle, se reservaron para la vida consagrada y, precisamente por eso, cuando a alguien le preguntan si tiene vocación, contesta rápidamente que no es religioso/a o sacerdote. Con esa misma interpretación se fue reservando para los consagrados un “estado de perfección” -así se expresaba en los documentos eclesiales- que no podía alcanzar el laicado. Esto se reforzó con el modelo de Iglesia que dividía al pueblo de Dios en clero y laicado en el que el primero decidía, enseñaba y estaba más cerca de Dios y el segundo obedecía, aprendía y sabía que no tenía la suficiente perfección para llegar directamente al cielo. Podría pensarse que esta descripción es algo exagerada. Tal vez sí, pero no está lejos de la realidad, todavía hoy.

Sin embargo, con Vaticano II se renovó la manera de entender la vida cristiana, de ahí que ya no se usa más la expresión “estado de perfección” y se explicitó mejor el valor del sacramento del bautismo que hace participes del sacerdocio, profetismo y reinado del mismo Cristo a aquellos que lo reciben. Desde aquí podemos afirmar que la vocación cristiana es para todo bautizado/a, y es todo el pueblo de Dios el que está llamado a la santidad, a la vida de plenitud definitiva con Dios. Lo que impide que lo consigamos, no es el estilo de vida escogido: matrimonio, vida consagrada, vida clerical, no casado, etc., sino la libertad humana que, en cualquier estado, puede darle la espalda al llamado de Dios y optar por una vida distinta a los valores del reino. La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2007) enfatizó en el discipulado misionero, como vocación fundamental de toda persona que se encuentra con Jesucristo. Jesús llamó en su tiempo y sigue llamando ahora a todo aquel que descubre el tesoro escondido en el campo (el reino de Dios anunciado por Jesús) y se dispone a vivir en ese horizonte (deja todo lo que no responde al reino) (Mt 13, 44). Esto no desvaloriza la vida clerical o religiosa, sino que valoriza la vida laical porque en la Iglesia es el entero pueblo de Dios el que es llamado y convocado por Dios a ser su pueblo, sin otra distinción, dignidad o perfección que la de ser sus hijos e hijas, hermanos y hermanas, discípulas y discípulos de nuestro Señor Jesucristo.

Este dogma mariano, entonces, cobra mucho más sentido cuando lo celebramos no mirando tanto hacia la vida singular de María sino cuando ella nos inspira a mirar nuestra vida y a decidirnos por el seguimiento de Jesús. Seguirlo significa asumir los valores del reino: la justicia, la paz, la solidaridad, la alegría, el cuidado de la creación, la atención a los signos de los tiempos, la defensa de la vida, la opción preferencial por los más pobres de cada momento histórico. Si recordamos el pasaje en el que llegan la madre y los hermanos de Jesús a buscarlo y le avisan a Jesús que ellos están ahí, Jesús responde: ¿quién es mi madre y mis hermanos? Y él mismo responde: Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Es decir, María no llegó a la plenitud de su vida por dotes extraordinarios, sino por su escucha de la palabra y su puesta en práctica (Lc 8, 19-21). A eso mismo estamos llamados todos los creyentes y podemos alcanzarlo, precisamente porque María, una de las nuestras, pudo conseguirlo.

Ojalá recordar esta celebración mariana nos ayude a renovar nuestra vida cristiana y a querer alcanzar la plenitud que Dios mismo nos ofrece. La santidad no es cuestión de rezos, inciensos, conventos, liturgias, novenas, y muchas otras expresiones de nuestra fe. Por supuesto esas mediaciones nos ayudan a disponer el corazón y a celebrar el encuentro festivo con el Señor. Pero lo decisivo para la santidad es, como decía el profeta Miqueas al pueblo de Israel: “Te declaro lo que Dios quiere de ti, solamente hacer justicia y amar con misericordia” (6, 8). El seguimiento se realiza en la vida cotidiana, en las opciones que realizamos en cada momento, en el amor que ponemos en todo lo que hacemos, en la construcción de un mundo mejor, un país mejor, una sociedad mejor, familias mejores y ministerios eclesiales, entre ellos, el ministerio ordenado, la vida consagrada, etc., importantes, no por mayor dignidad o mayor cercanía a Dios, sino por el testimonio de servicio incondicional que están llamados a vivir y con el que enriquecen la vida de toda la comunidad eclesial.

Valga esta reflexión para pensar que la escasez de vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal, no significa falta de vocaciones a la vida cristiana. Es cuestión de secundar por donde el Espíritu hoy sigue llamando y responder a sus iniciativas. En tiempos de una iglesia sinodal, la fuerza hemos de ponerla en el pueblo de Dios que convocado por el mismo Espíritu puede ser luz para las gentes (Cf. Is 9, 2). Tenemos a María de nuestro lado y con ella y como ella podemos alcanzar todos, como pueblo sinodal, esa vida de Dios en plenitud, caminando juntos sin privilegios ni dignidades distintas a la de la vivencia del amor que es “lo único que permanece” (1 Cor 13, 8).

18 comentarios

  • Román Díaz Ayala

    Olga Consuelo, Vélez Caro, teóloga, se acerca  al tema de la Asunción de María, explicándonos  el sentido de una vida plena tal como se  desprende de la celebración de ese misterio de fe y aprovecha en su aplicación a nuestras vidas para recordarnos que si tradicionalmente teníamos un modelo de piedad “posicional” (los estados de perfección) con el Concilio  (1963-1965) esa mentalidad valorativa de la santidad fue sustituida de manera que alcancemos “esa plenitud como la de María” de manera  diferente.

    Pero empecemos por ese “primer sentido, reconocer en María la primera creyente que participa plenamente de la vida de Dios”.

    Evitemos malos entendidos. La celebración de un misterio no es un dogma promulgado que se impone a una comunidad de creyentes en una relación de poder-obediencia, sino un consenso de fe del pueblo creyente. La Asunción de María ha sido creída tanto en la cristiandad latina de Occidente como  en las iglesias orientales.

    El Protestantismo del siglo XVI adquirió un distinto sentimiento respecto a María, de su virginidad y demás elementos de fe cultivados en toda la Iglesia respecto a la persona y atribuciones a su figura con el argumento de que que carecían de base escriturística. La Patrística no ayuda mucho porque el primer documento histórico reconocido es del siglo IV. Luego la teología liberal protestante consagró esa apreciación  con el  reduccionismo racionalista hecho a los  escritos novo-testamentarios.

    El misterio de la Asunción no implica una resurrección como la de Jesús, que permaneció con el grupo de discípulos durante cuarenta días. Se entiende que murió velada y acompañada de los apóstoles y luego sepultada, según el documento que menciono arriba.

    ¿A qué obedece esta plenitud?  “Porque Dios no hizo la muerte ni se alegra con la destrucción de los vivientes”.  “Porque Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su mismo ser…” Sabiduría 1,13 y 2,23)

    Entonces, ¿cómo entender este hecho Debemos hacerlo en el sentido bíblico (escriturístico). Los amigos de Dios no conocen la muerte. Así Henoc (“Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios  se lo llevó”, Gén. 6,24)  Pero en la mentalidad del Antiguo Testamento el ejemplo más paradigmático es el de Elías que fue arrebatado al cielo por un carro de fuego (“Elías subió al cielo en el torbellino”, 2ª Reyes, 2,11)

     

  • Isidoro García

    Sobre el tema de los dogmas sobre María, el racionalismo de la modernidad, difícilmente puede aceptar como razonable, una serie e aseveraciones, para las que no hay apoyo escriturario, y tampoco hay ninguna lógica. Por ello su rechazo, es lógico y razonable, pues la única atribución posible a estos dogmas, es que son mitos inventados por creyentes, debido a excesos emocionales.

    Pero eso era antes de que Jung, descubriera en su consulta, que una serie de pacientes suyos, habían tenido sueños, y habían dibujado cuadros, con una temática sorprendentemente similar con las de otros pacientes, (sin conocerse), o a escritos y dibujos de personas de la antigüedad, (que desconocían), como era el caso de escritos de alquimistas, que solían ser gente propicias a manifestaciones psicóticas del subconsciente.

    Y de esa forma, Jung descubrió la existencia del inconsciente colectivo común a la humanidad, compuesto de una larga serie de imágenes simbólicas, con contenido sapiencial, que llamó “arquetipos” = huellas antiguas.

    Y de repente, y sin proponérselo, Jung descubrió, que muchas imágenes simbólicas, resuenan en todas las mentes humanas, y son el origen de la mayoría de las obras de arte universal, de muchos cuentos infantiles, e incluso de los dogmas religiosos.

    Y descubrió el origen de las intuiciones y de la “inspiración” de artistas y escritores. Todos estamos de acuerdo, en que el escritor o pintor, escribe o pinta lo que le viene a la cabeza. Pero la cuestión que todo artista tiene claro, es que su inspiración no es voluntaria, racional, sino involuntaria e instintiva.

    Luego posteriormente, la razón, lo escribe o pinta utilizando su técnica adecuada, que la razón domina. Pero el origen es “misterioso”. Parece que “alguien” te lo dicta, y por eso antes incluso se hablaba de la inspiración de unas “diosas”, las “musas”,

     

    El problema del rechazo racional de la modernidad progresista a muchos dogmas cristianos, es que se han quedado encasquillados en los años sesenta, cuando el debate estaba entre la racionalidad moderna contra el fundamentalismo ultraconservador.

    Eran los años de los famosos debates ente cristianismo y comunismo, (que era el paradigma dominante de la racionalidad moderna). Y el Concilio Vaticano II, fue un intento de adaptar el fundamentalismo religioso que dirigía la Iglesia, a esos tiempos modernos.

    Pero justo esos eran los estertores de la modernidad. A partir del 68, (por poner una fecha), se desarrolló un crecimiento acelerado de los conocimientos científicos y sobre todo psicológicos sobre la naturaleza humana, que ha pegado un giro de 180º en el mundo de la cultura: Y nace la Postmodernidad.

    Donde antes la razón era la reina indiscutible, empieza a aflorar la cultura de la sospecha especialmente de la razón humana. El conocimiento de toda la psicología profunda del subconsciente, y de los múltiples sesgos de la mente humana, y de los múltiples autoengaños de los que somos víctimas, hizo cambiar todo el panorama cultural.

     

    Y de esta forma, la Tradición que según la Iglesia, era una fuente de la dogmática cristiana, (junto con los escritos canónicos), adquirió de repente una naturaleza arquetípica sapiencial, que antes no tenía, si solo se la consideraba como una mera invención piadosa de cuatro creyentes hiperemocionales.

    Lo que la ciencia hermenéutica, (Bultman), le quitó, el junguianismo se lo concedió de nuevo. Y la interpretación simbólica de la dogmática, adquirió carácter científico.

    La modernidad, o modernismo, se ha quedado atrapada en un tiempo congelado en los años 70 del s. XX. Han pasado más de 50 años ya, y en términos psicológicos, más atrás todavía.

    Y por eso muchos no comprenden que el principal rechazo al cristianismo organizado, no es la razonabilidad de sus dogmas, sino una concepción negativa de la naturaleza humana, y sin capacidad de ilusionar con metas futuras, más que con supuestas vidas futuras idílicas, tras la muerte.

    La modernidad progresista laica, (ideologías fascistas o comunistas), en el fondo no eran ninguna gran alternativa cultural a las religiones, sino que se habían organizado como religiones seculares, en términos de Raymond Aron, “doctrinas que ocupan en el alma de nuestros contemporáneos el lugar de la fe desvanecida, y sitúan en ese mundo, en el horizonte del porvenir, con la forma de un orden social a crear, la salvación de la humanidad”. 

    Realmente es la postmodernidad la alternativa cultural, y hace un replanteamiento del mundo mucho más afinado, y complejo, y por tanto también de la religiones mucho más profundo y equilibrado, de tal manera, que se está descubriendo, que casi siempre las religiones aciertan, equivocándose, o sea que muchas de sus aseveraciones pueden ser verdaderas, pero no con la interpretación al uso, y por las razones que aducen.

    Porque el acervo cultural e ideológico de las religiones, en un gran porcentaje proviene de la sabiduría profunda instalada en el inconsciente colectivo humano, y se refleja en la sabiduría perenne, que refleja el denominador común de las distintas religiones.

  • Isidoro García

    Amigo Llaguno, es patético lo infeccionado que estás, (como buen hijo de tu tiempo moderno), de cientificismo. Si solo existe lo que se pesa y se mide, el mundo es muy chato y pobre, para comprender tanta complejidad.
     
         Para ese mundo moderno, todo lo que no se pueda poner bajo el objetivo de un microscopio, es magia. Y los mitos, todos son pura falacia anticientífica. El mundo de lo simbólico, es pura filfa, y la historia y la expresión de la realidad misteriosa y sacra, o sea el esoterismo, es todo una falacia interesada para tontos e imbéciles.
     
        Pero gente nada tonta como Einstein decía algo que a ti te sonará a chino. Decía: “Si quieres que tus hijos sean inteligentes, léelos cuentos de hadas. Si quieres que sean aún más inteligentes, léelos más cuentos de hadas”. ¿Porqué diría esto Einstein?.
     
          Un símbolo es “un signo o imagen, que representa una idea”. Y Niels Bohr, confesaba: “Al llegar a la descripción de los átomos, el lenguaje debe ser usado como en la poesía: como al poeta, al científico no le interesa tanto describir hechos, como crear imágenes, (símbolos)”.
     
         Cuando nos encontramos ante una realidad oculta e inexpresable, y no podemos entrar en ella por la puerta, solo queda entrar por la ventana, del símbolo misterioso.
     
         “La fórmula matemática expresa relaciones entre fuerzas que causan un fenómeno; y el símbolo es una fórmula en imágenes que expresa la estructura y dinámica de una situación vital.
           El símbolo es el ropaje del arquetipo, poso de experiencias repetidas en incontables generaciones, etnias y lugares: El cuerpo físico tiene instintos reflejos que lo activan, la mente tiene instintos subconscientes: los arquetipos”. (Luis Racionero).
     
        Y sigue: Los símbolos son el vestido del arquetipo, el lenguaje primordial de las cosas, que no pretende nombrarlas sino servirse de ellas. El símbolo es el alfabeto de la imaginación, la medida de lo cualitativo. La cantidad se expresa con los números, pero la cualidad se expresa con la Poesía.
        La (IES) al buscar el sentido de las cosas es más amplia que la (IE) y la engloba. Por eso el símbolo es como una metáfora en poesía, que al relacionar elementos por intuición provoca un conocimiento que la lógica nunca podrá penetrar”.
     
        La IES, la Inteligencia espiritual, la define muy bien José Luis Vázquez Borau. Dice: ¿Qué relación hay entre la Inteligencia Espiritual y los símbolos?
        “La Inteligencia Racional (IR) se nutre de ideas y se expresa en raciocinios. Intenta conocer la realidad mediante leyes exactas que puedan expresarse con el lenguaje matemático, para poder así cuantificar y manipular las cosas.
     
       La Inteligencia Emocional (IE) se nutre de emociones y se expresa en gestos; y la Inteligencia Espiritual (IES) se nutre de silencio para encontrar el sentido de la realidad de las cosas y se expresa utilizando mitos, ritos y símbolos.
     
         El mito es la narración de hechos fundamentales; el rito es la reproducción por analogía de esos hechos; y el símbolo provoca en nosotros un conocimiento emotivo, ya que al ser contemplado despierta en el interior de la persona un conocimiento que estaba ahí latente en nuestro subconsciente colectivo, que está formado de arquetipos, (imágenes primordiales que todos llevamos en nuestro interior en el momento de nacer y que serían como los instintos de la imaginación).
     
         Por eso, cuando vemos conscientemente un símbolo que encaja con el arquetipo interior, lo subimos a nuestra consciencia”.
     
         Perdón por el rollo, que a ti te sonará a chino, o peor a cuento chino, pero “hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía”.
     

    (Ya sé que son los signos de los tiempos modernos, pero aquí Atrio, debería ser una fuente de sabiduría en estos tiempos tan menesterosos).

    • Antonio Llaguno

      Amigo Isidoro,

      tras una breve pero intensa conversación epistolar con el amo del calabozo (A. Duato), había decidido no hacer más de un comentario por post y así permitir el descanso de personas como mª. pilar que se ven gravemente perturbadas con mis intervenciones, pero dado que te parece tan patética mi forma de creer en Dios y “por alusiones” (que diría el hermano de “Miehnmano”) creo que debo contestarte. Trataré de hacerlo llevadero, aunque no puedo comprometerme.

      En primer lugar te diré que no soy cientificista, en absoluto. Creo haber criticado en esta página los exceso que se hacen en relación a lo que se puede y no se puede esperar de la Ciencia. Lo que soy es escéptico y mucho.

      Escéptico en relación con muchas, de hecho con la mayoría, de las piedras de molino con las que trata de hacernos comulgar la Iglesia Católica Romana. Y no es cuestión de si algo está o no refrendado por la Ciencia u de si es medible y/u observable, sino más bien sobre si es o no razonable, es decir es asumible desde el punto de vista de la razón, entre otras cosas porque yo entiendo (Puedo estar equivocado, obviamente) que DIos, de existir, debe ser razonable, es decir asumible desde el punto de vista de la razón.

      Y llevas toda la razón en una cosa; ese razonamiento que haces sobre la inteligencia emocional y la inteligencia espiritual, los símbolos, los mitos y las leyendas y finalmente la poesía, me suena a cuento, y efectivamente a cuento chino (Si es que los chinos son los peores cuentos para creer, que no tengo ni puñetera idea).

      Entre otras cosas porque si hablamos de poesía, tengo que reconocer que hay muhas maneras de hacer poesía y a mi, humildemente, la que más me gusta es la poesía desnuda de Juan Ramón (Que no debía ser tan malo, cuando le dieron el Nobel y es el único poeta español que lo tiene) y escribió algo tan hermoiso como esto:
      Vino, primero pura,
      vestida de inocencia;
      y la amé como un niño.
      Luego se fue vistiendo
      de no sé qué ropajes;
      y la fui odiando sin saberlo.
      Llegó a ser una reina
      fastuosa de tesoros…
      ¡Qué iracundia de hiel y sin sentido!
      Mas se fue desnudando
      y yo le sonreía.
      Se quedó con la túnica
      de su inocencia antigua.
      Creí de nuevo en ella.
      Y se quitó la túnica
      y apareció desnuda toda.
      ¡Oh pasión de mi vida, poesía
       
      desnuda, mía para siempre!
      Pues eso que entendía Juan Ramón de la poesía, y sin ánimo de compararme con tan exceslo escritor, es lo que yo siento por la religión.

      De ahí que al hablar de maría y por extensión de la fe católica o de la fe en Cristo, yo escribiera (y esta frase sí es mía): “no vistamos de oropeles a quien brilla por si misma, sólo conseguiremos apagar su verdadera luz”

      No obstante y siendo consciente de mi “torpe aliño retórico” si me proporcionas de alguna manera ( a través de Antonio, quizás ) tu dirección de email, te mandaré de regalo (lo tengo en ebook y aún puedo compartirlo 2 ó 3 veces) un pequeño librito de una teóloga alemana (No y amen: Invitación a la duda, Uta Ranke-Heinemann, Trotta, ISBN 9788481642018) , tan sistemática y racional como escéptica, pero al mismo tiempo y a imagen y semejanza de Rudolf Bultmann, su maestro, demuestra mucho mejor que yo (y mucho mejor escrito) que no solo se puede ser devoto cristiano y escéptico estricto, sino que para algunas cosas es la única postura razonable.

      Un abrazo

      • Isidoro García

        Amigo Llaguno, muchas gracias por tu amable respuesta. A bote pronto, quiero señalar tres cosas:
        -La primera, que mi email es isidoroggomez@gmail.com, y Antonio tiene autorización para dárselo a quien lo solicite.
        -la segunda, es que el Universo, no tiene que ser fácilmente inteligible por cada uno de nosotros, y el hipotético Dios creador, no lo habría hecho pensando en que nosotros lo entendamos como razonable, eso es de un antropocentrismo clamoroso.
        – y la tercera, que ya que citas a Juan Ramón, a mí me gusta mucho su poesía:  
        “Yo no soy yo. Soy éste que va a mi lado sin yo verlo.
        El que calla, sereno, cuando hablo,
        el que perdona, dulce, cuando odio,
        el que pasea por donde no estoy,
        el que quedará en pie, cuando yo muera”.
         
                Para mí, en esa descripción-intuición, vislumbra la realidad del “espíritu”, o “sí mismo”, o “testigo”, ese segundo “yo”, que cada uno tenemos, y al que hay que dar su sitio contra la tiranía del monopolio de la razón, que es una magnífica sierva, pero una mala piloto de la nave.  
             Un cordial saludo.
         
         

        • Antonio Llaguno

          Regalito hecho.

          Seguiré por email la conversación si así lo aceptas.

          Gracias y ya que hablamos de Juan Ramón, recuerda: “Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado”

          😉

           

  • Antonio Llaguno

    Uno de los prblemas con los dogmas (Yo tengo alguno más, proipio de mi carácter rebelde) es que cuando lo que proclaman es de difícil justificación recurren a lo que yo ñllamo “magia” y la Iglesia “misterio”o “milagro” (más al priero que al segundo)b y con el tiempo (sorprendentemente pronro en los últimos tiempos), la ciencia o el conocimiento del mundo acaban por cuestionarlos severamente.

    Aunque quizás sea el de la Trinidad el más evidente de ello, los dogmas marianos son un ejemplo muy claro de esta circunstancia.

    En los dogmas marianos hay una carga “mágica” muy elevada, que además con eso de “sostenella y no enmendalla”, la Iglesia ha ido  ampliando poco a poco.

    Podría comentar la incoherencia de los dogmas de la virginidad y la inmaculada concepción. Son absurdos, acientíficos, e innecesarios (a mi no me produce más respeto que la madre de Jesús de Nazareth fuera virgen o no, ya lo he dicho muchas veces. y de hecho no me inpide tenerle una gran estima y devoción particular; devoción a su persona y no a la integridad de su himen), pero para que no se me acuse de irme por los cerros de Cuenca (que me gustan más que los de Úbeda) me ceñiré a lo que celebramos hoy.

    “María ascendió al cielo en cuerpo y alma, es decir no murió”.

    En primer lugar, ¿A que cielo ascensió María? ¿A la Luna?  ¿A alguna luna de Júpiter o de Saturno? ¿A la constelación de Andrómeda?

    En segundo lugar, si afirmamos que lo hizo en cuerpo y alma, para afirmar, vehementes, que no murió… ¿Cómo sobrevivió a la ausencia de presión y oxígeno de la estratosfera?

    En tercer lugar: Si Dios pudo resucitar a su Hijo, siendo ésta la única manera de preservar la libertad humana (Lo de sacrificio de expiación que se lo cuenten a otro. Un Dios que necesita sacrificar a su Hijo en un potro de tortura para perdonar a la Humanidad es bastante rarito y yo prefiero no creer en Él, porque de creer, o me explican muy bien eso de la expiación o tendría que despreciarlo) ¿Qué necesidad tenía de hacer eso tan raro con la madre de su Hijo? ¿No podía haberla resucitado como a Cristo y ya está?

    Ya se que muchos sesudos teólogos me dirán que son preguntas muy pueriles y faltas de “nivel teológico”, pero me pasa como al Sr. Pelaez, mi nivel teológico no da para mucho y tengo la tendencia a pensar que cuando la explicación que recibo supera el entendimiento más elemental, algo está ocultando el que me la da.

    Ya más en serio. Entiendo que los primeros cristianos, hombres y mujeres de su tiempo con escasos conocimientos científicos (incluso para su época que ya era poca la ciencia que había) y repletos de suersticiones y ritos “mágicos”, recurrieran a estos dogmas “magicos” para explicar ciertas cosas, como por ejemplo no tener ni puñetera idea de donde murió alguien tan importante como la Sra. María; o que con las entendederas que tebnían sobre la reproducción, unidas a l caracter de propiedad privada que tenían de la mujer (primero del padre y luego del marido), la virginidad para ellos fuera muy importante o que con el concepto de pecado original, proviniente de un relato mítico pero falso de la creación hiciera coherente que la Sra. María, fuera virgen (antes, durante y después del parto), sin mancha (ni que los demás tuviéramos que ir a la tintorería al nacer) y ascensdiera a los cielos en cuerpo y alma como un cohete de la NASA (Sería la primera astronauta de la Historia, o quizas la segunda, despues de Elías; pero, por descontado la primera mujer, mucho antes que la Tereshkova); pero que lo sigamos manteniendo hoy en día escapa de mis escasas entendederas teológicas.

    Sobre todoporque no es necesario.

    No hay nada más hermoso que la maternidad natural (y peligroso también lo que hace de las madre unas heroínas desde 9 meses antes del parto) o quizás solo la relación madre/hijo lo sea y la relación madre/hijo que debió haber entre la Sra. María y su Hijo Jesusito, basta para que me merezca la mayor devoción y ternura, sin necesidad de “deificarla” y convertirla en la cara femenina de un Dios andrógino y patriarcal (Eso si, en segundo plano, como corresponde a la mujer en la antigüedad).

    Como buen Antiguo Alumno Salesiano, como hijo de mi madre, que fue presidenta de la Asociación de María Auxiliadora de mi colegio y como Cooperador Salesiano e hhijo de Cooperadora Salesiana, soy un gran devoto de la Sra. María. Siempre está en mis oraciones y creo junto a D. Bosco que “Ella, lo hizo todo”.

    Y sí. Soy consciente de que en esa creencia hay tambie restos de magia y de superstición, pero es que yo sí creo en los milagros sin tanto “misterio” y no necesito explicarlos.

    No vistamos de oropeles (ni materiales ni mágicos) a quien brilla por si misma; sólo conseguiremos apagar o mitigar su verdadera luz.

    • Santiago

      Antonio Ll. debes considerarte afortunado de tu estrecha vinculación con la Obra Salesiana. Recuerdo que yo -de pequeño- acompañaba a mi madre a la Capilla Salesiana del Colegio María Auxiliadora de mi ciudad natal -cada martes- donde existía la Adoracion Eucarística. Siempre me conmovía ver a mi madre en aquella capilla en oración tan profunda.

      Pienso la extraordinaria obra de Don Bosco el santo de la alegria y de la educación. Su método educativo -todavía muy actual- basado en el  “amor alegre, en la razón y en la religión”. El santo del “milagro” con más de 600 al momento de su canonización y el santo de la fe que decía: Tened fe y veréis lo que son milagros” como el mismo Jesùs en el Evangelio: “Tened fe en Dios” (Marcos 11:22) Es la fe que ilumina la razón para que podamos acceder a verdades que trascienden nuestro limitado entendimiento. Es el don en el que sobreabundaba Don Bosco y en lo que basó -sin magia- toda su obra educativa y religiosa.

      Un abrazo

      Santiago Hernández

      • Antonio Llaguno

        Créeme, Santiago, que me siento muy afortunado de que en mi vida haya tenido tanto que ver la Familia Salesiana.

        Soy Cooperador Salesiano (algo así como los laicos de la familia) y mi madre también lo fue. Fui educado en un colegio Salesiano (Estrecho – Madrid, en mayo hemos celebrado su centenario) y el Espíritu Salesiano ha dado forma a una parte muy importante de mi vida.

        Desgraciadamente, debido a mis opiniones heterodoxas, a día de hoy estoy alejado de ellos. Fui catequista de un centro juvenil salesiano durante 22 años y luego en la parroquia del pueblo donde vivo, siempre de jóvenes o adultos que empiezan a serlo. Pero hoy, no quiero correr el riesgo de que se pueda decir que “enseño doctrina no católica a quien no tiene manera de poder discernir”. Ya hace años discutí fuertemente con un vicario del obispo de Madrid por la confirmación de un muchacho gay y al final el propio obispo Rouco dio la orden de permitirle recibir el sacramento, pero no es agradable que un jerarca de la Iglesia (me refiero al vicario) a la que perteneces te diga cosas muy gruesas por algo que tú ves elemental.

        Dado que no pudimos tener hijos, echo mucho de menos el contacto con los jóvenes y las jóvenas, son fuente de sabiduría (aunque no siempre lo sean de conocimiento) y me ha hecho muy feliz durante tantos años el ver, ahora que much@s son, como D. Bosco decía, buenos cristianos y honrados ciudadanos, y como buscan para sus hijos lo mismo que a ellos y ellas les hizo felices durante su juventud.

        Sólo espero que cuando sea acogido por los brazos del Padre, este sea lo suficientemente misericordioso como para hacerlo como D. Bosco (tan heterodoxo como, al mismo tiempo, tremendamente  amante de la Iglesia y cumplidor con ella) acogió a tantos niños perdidos que, sin él, no tenían otra salida.

        Creo de verdad que, si es que existe el cielo y puede verme desde allá, D. Bosco estará riendo amorosamente con cada salida de tono mía (Dicen los judíos que “el hombre piensa, Dios ríe” y Cristo era judío) y mi madre que, seguro que está lo más cerca posible de su amada María Auxiliadora, echará una mano para que ambos sean indulgentes.

        Ya ves, yo también tengo mis devociones y algunas son de lo más clásicas y “ortodoxas”. una de ellas es que como decía D. Bosco: “Ella lo ha hecho todo” y mi vida particular la vivo como una prueba de ello.

         

        • Santiago

          Sin duda, Antonio tienes mucho que ofrecer a todos, (y particularmente a esta juventud a la que tratan de confundir a toda costa) …y desde tu formación Salesiana.

          .Don Bosco fue fiel a su extraordinaria vocación a la juventud puesto que el vio con claridad meridiana que en ellos reside la salvación del mundo..Don Bosco siguió fielmente el camino mariano y a María de Nazaret le dedicó su vida y su obra..Y quien encuentra y sigue el camino de la Madre, al final, encontrará a Jesús…

          Este encuentro para nosotros es final..Y es que todos los girones de nuestra vida humana se dirigen a ese momento crucial…Se trata, pues, en nuestra búsqueda incesante  de “reformar lo deformado” y después “conformar lo reformado” con la vida de Jesús, modelo perfecto del bien adonde nos dirigimos inexorablemente….  siempre que le imitemos ya que “El que Me sigue no anda en tinieblas”

          En este momento crítico de la humanidad sólo la LUZ de Cristo puede salvarnos, ya que El es único que puede alumbrar las tinieblas profundas en que el enemigo quiere envolvernos constantemente, con argucias y falacias, y aparentes certezas..Pero todas nuestras certezas humanas se desvanecen en la LUZ cegadora de Jesús de Nazaret que nos muestra con Su vida, Su muerte y Su resurrección donde se encuentra la Verdad, lejos de todo lo que la vanidad y la frivolidad del mundo nos ofrece. Estas son pasajeras, pero la verdad de Cristo es perenne y es certeza constante, eterna e imperecedera. No, no se encuentra la vida verdadera en el hedonismo y la idolatría de los iconos humanos, sino en el seguimiento humilde del Evangelio.

          Un abrazo

          Santiago Hernández

  • Santiago

    Como dice Olga citando al profeta Miqueas: que lo que Dios quiere de nosotros es “solamente hacer justicia y amar con misericordia”…La justicia en la Escritura se entiende como lo que es correcto, el bien. El justo es la persona que se dirige a lo bueno, el que no falla en “amar con misericordia”

    Aparte que la Iglesia no le ha dado a María ninguna prerrogativa sino que la plenitud de la gracia fue otorgada a ella solamente por la “gracia gratis” del Señor. El mérito de la Virgen María fue corresponder plenamente a lo que el Àngel le anunciaba que prácticamente la paralizó según el relato de Lucas: “Ella, al oír estas palabras, se turbó, y discurría como podría ser esta salutación” …Y “como ocurrirá esto pues yo no conozco varón”…Palabras carecerían de sentido si hubiera sido otra su intención…Pero María supo lo que Dios le pedía y correspondió totalmente a la gracia que se le revelaba totalmente…Es este sentido, el mejor modelo de lo que es seguir la voluntad de Dios: “Hágase en mi según tu palabra.

    Por eso desde la Anunciación hasta la Asuncion “las verdades marianas” están basadas íntimamente en la Escritura y respaldada por la Tradición fidedigna de la Iglesia. Èsta vio en María la perfecta adherencia a la llamada de Cristo a la santidad, a la conformación con el amor del Padre que ella, María mostró hasta llegar a los pies de la Cruz uniéndose a Cristo en Su sacrificio redentor y salvífico. Ella sigue siendo la Madre que Jesús nos dio como gracia especial. Esta es y ha sido la FE de la Iglesia “desde el principio” (La fiesta de la Dormición de María se ha celebrado desde los primeros siglos. Pío XII sólo la hizo oficial)

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Javiierpelaez

    A mí Ana el dogma me parece completamente ininteligible…Al punto que ,yo estaba en la misa del peregrino en Santiago(mitad porque quería ver el botafumeiro,mitad porque quería escuchar ) ,y lo que se me ha pasado por la cabeza es una abducción de extraterrestres,pero tampoco que te abduzcan los extraterrestres es ir a lo que se entiende por el Cielo…Por eso el artículo le da vueltas al significado o intenta resignificar lo que ni dios entiende(hoy en día me refiero)…Eso no quiere decir que la vida de María carezca de significado,ni lo que he escuchado no me sea de provecho…Creo que ser madre o padre y que te maten a un hijo así,es una “putada considerable”…Vamos que la Asunción se la mereció…Eso es lo que yo pienso….Como no me van a excomulgar por decirlo porque primero tendría que comulgar,no creo ser irrespetuoso ….Ahora si alguien le molesta lo que digo tengan en cuenta que mi formación teológica es ínfima ,vamos que teológicamente hablando soy el “tonto del pueblo”…Si los “tontos del pueblo” se molestan,no pretendía ofenderles,…En fin,un lío considerable,el que me estoy metiendo,ja,ja,ja..

  • oscar varela

    Hola!

     

    Pregunta incómoda:

    ¿Había MULTI-SEXUALIDAD en aquellos tiempos?

     

    Me viene a la mente el 1er. Artículo de Salvador Santos:

    El hombre del cántaro

    • ana rodrigo

      Oscar, claro que siempre ha existido lo de la multi-sexualidad, y, por lo que yo he leído, había culturas que lo vivían con naturalidad, otras con represión, igual que ahora. Es que estas cosas no se eligen, vienen dadas con la naturaleza, y la naturaleza del ser humano es la que es siempre, y cada ser humano puede llegar a la plenitud desde su ser, yo no tengo la más mínima duda. Mis amigos homosexuales son maravillosos, habrá otros que no lo sean, al igual que los hetero. Pero éste es otro tema.

  • Pedro Bosch

    Yo creo que María se gano su plenitud por ser mujer, por estar marginada toda su vida, porque no pudo hacer su voluntad en ningún momento, ni cuando dependía de su padre, ni cuando lo hizo de su marido, ni cuando lo hizo de sus hijos. María, como los millones de mujeres que actúan con humildad y bondad aceptó la voluntad de Dios libremente, pero no por eso debe ser considerada especial. Fue madre y quiso a sus hijos como millones y millones de mujeres, sin que a ninguna le fabriquen un dogma. El creado por PIO XII es una barbaridad. La creencia popular desde siempre se debe respetar pero no engañarla desde el papado, por ejemplo.

    • ana rodrigo

      Pedro, me alegro verte por aquí nuevamente.

      Estoy de acuerdo con lo que dices, aunque no creo que sea voluntad de Dios la marginación de nadie y, por tanto, la de la mujer, sea quien sea y en la época que sea. Pero María vivió en una época super patriarcal y vivió su circunstancia, sin que Dios tuviera nada que ver, son cosas de los humanos.

      El que se salió de las normas patriarcales de la época fue Jesús, a juzgar por lo que nos dicen los evangelios sobre su trato y consideración con las mujeres. Supongo que con María, su madre, se comportaría igual.

      En cambio la Iglesia la ha encumbrado hasta los cielos, no tanto por sus méritos, desconocidos para nosotr@s, sino por ser la madre de Jesús y por ser virgen, como si la virginidad fuese el sumun de la perfección humana. Y, ¡anda! que no ha traído cola con el celibato y el voto de castidad como lo mejor que puede hacer una ser humano para conseguir la plenitud. Sin contar el daño, el sufrimiento y las consecuencias de la pederastia que ha traído esta doctrina a la Iglesia.

      Un abrazo

  • ana rodrigo

    La celebración de esta fiesta de la Asunción de María es asumir que la plenitud de la vida de María (como dice Olga) concluyó con subir al cielo en alma y cuerpo. Y, si este dogma lo declaró Pío XII por aclamación o reclamación popular en 1950, por unos motivos religiosos, no quiero ni imaginar lo que supondría cuestionar este dogma ahora, no sólo para los creyentes, sino para toda la sociedad española actual (no sé en otros países) con la generalización de que este día sea fiesta popular, por lo que este dogma sería una proclamación popular irrebatible en medio de verbenas, vacaciones, etc.

    Los evangelios nos dicen pocas cosas de María y de su vida, por eso una biografía de María como mujer se hace poco menos que imposible, porque la tradición la ha convertido en una mujer tan diferente al resto de las mujeres, que es muy difícil tenerla como referente real. Para ello había que desmontar muchos de los dogmas atribuidos a su vida: la virginidad a pesar de la maternidad, la inseminación por Dios mismo, que, por tanto sea madre del mismo Dios que la fecundó… Todo esto sin poner en duda que, siendo madre de una persona tan única como su hijo, Jesús, no fuese fiel seguidora del camino que él fue marcando y del seguimiento de una madre de la que tan poco se cuenta en los evangelios.

    Por tanto deducimos cómo fue su vida, mejor dicho se ha idolatrado a María con pocos datos históricos. Hasta el punto de que las “vírgenes” cuenten más en las devociones populares que el mismo Dios.

    ¿Referente para el resto de las mujeres? Pues no sé, yo para ser madre tuve relaciones sexuales con un hombre ¿Son condenables moralmente las relaciones sexuales? A mí no me fecundó ningún espíritu. No tengo duda de que la vida de María fuera ejemplar, pero su muerte tampoco es un referente para ninguna mujer ni ningún hombre, no se conoce a nadie en la historia que se haya ido de este mundo en cuerpo y alma a algún sitio llamado vida eterna.

    Eso sí, para la Iglesia, las mujeres somos de segunda o tercera clase. Aquí algo falla de manera muy descarada.

    Antes de María y de Jesús, el catecismo antiguo, mandaba a todos al limbo a esperar a que alguien los llevase al cielo, porque el infierno siempre estaba abierto, etc. etc.

    ¿Tradición sobre María muy arraigada en todo lo referente a su la vida y muerte, cierto, ciertísimo,? pero ¿lógica? ummmm!!

    Yo pienso que antes, durante y después de María y Jesús y Yavéh y buda y Mahoma, la vida humana tiene un recorrido entre el nacimiento y la muerte con derecho a dignidad, a caminar en el bien y hacia lo mejor, con referentes de nuestros antepasados y con lo que cada generación va descubriendo, etc. Pero ¿la plenitud? ¿cuándo?, ¿ o es un caminar continuo que no nos viene dado desde afuera? ¿Acaso la vida espiritual-religiosa comenzó con Jesús y María y ante no había nada?

    Pido mil perdones (a quienes les haya molestado mi reflexión) por cuestionar algo tan sagrado para much@s atrier@s, pero hacerse preguntas no creo que sea incorrecto. Soy consciente de que mis preguntas son fuertes, pero yo tengo estas dudas. Yo no tengo miedo a las preguntas y respeto todas y cada una de las respuestas que cada cual tenga.

    PD. Un recuerdo cariñoso para nuestra Asun, y mi respeto para su legado espiritual.