DADA CUENTA del domingo 03/07/2022

UNICO.- Desde el 28 de marzo de 2007 hasta el 28 de marzo de 2014 representé como letrado probono, los intereses de 34 refugiados expulsados por Marruecos al desierto fronterizo con Argelia, lo que consideramos una expulsión a un país donde estarían en peligro de ser sometidos a tortura, en una demanda (técnicamente comunicación, la número 321/2007) ante el Comité contra la Tortura y otros Tratos o Penas crueles, inhumanos o degradantes, con sede en Ginebra. Lo ocurrido hace unos días en las vallas fronterizas de Marruecos y Melilla con resultado de 23 muertos, hombres, negros, migrantes en busca de horizonte, según el gobierno del Emir de los creyentes y sután del país, Mohamed VI y 37 según algunas oenegés alauitas y españolas, no solo me ha recordado aquel pleito sinuoso y perverso, sino un referente para abordar desde perspectivas jurídicas la respuesta a las muertes, las heridas y el trato sufrido a ambos lados de la valla, teniendo en cuenta desde luego las violentas actitudes de la masa de migrantes que intentaba penetrar como fuera los obstáculos existentes en el perímetro fronterizo español.  Encabezaba la lista de reclamantes un congolés, Kwami Mopongo y seguía un listado de otras treinta y tres personas, mujeres y hombres, todos representados legalmente por un servidor. Los 34 habían nacido entre 1968 y 1985 procedían de la República del Congo y de Costa de Marfil, mayoritariamente. El Estado parte de la Convención y firmante de la misma, por tanto sometido a la jurisdicción del Comité al cual nos dirigimos, era Marruecos.

La madrugada del 23 al 24 de diciembre de 2006 – período de festividades en el mundo islámico – fuerzas policiales y otros miembros de las fuerzas auxiliares penetraron en las los barrios de Aynnada y otros de Rabat, entrando de manera violenta en las viviendas en que se alojaban inmigrantes y refugiados negros (exclusivamente personas de color negro), que se encontraban durmiendo, deteniendo y registrando a hombres, mujeres y niños. Los informes más fidedignos sitúan en 248 personas, el número de las que fueron detenidas y conducidas por la fuerza a la comisaría de Rabat. La agencia oficial de prensa marroquí, MAP, indicaba en una nota hecha pública el 25 de diciembre de 2006 en el diario “Assabah” que se trataba de una operación de gran envergadura preparada con el apoyo de los “auxiliares de seguridad”, delatores civiles que colaboran con la policía en los barrios populares. El mismo diario explica esta operación a causa del endurecimiento de las políticas  migratorias europeas y que la operación se inscribe “en el marco de los esfuerzos hechos por las autoridades para combatir la inmigración clandestina y las redes de trata de seres humanos. Esta acción se realiza también en el marco de la cooperación con la Unión Europea y las autoridades españolas”. Cuarenta y dos de esas personas habían solicitado refugio en las oficinas del ACNUR en Rabat y este organismo les había reconocido la condición de refugiados, dotándoles de un documento debidamente validado que autentificaba ante las autoridades tal condición y reconocimiento. Los colegas juristas de mi equipo comprobamos y examinamos esos cuarenta y dos testimonios y declaraciones de aquellas personas. Treinta y cuatro de otorgado poder de representación ante el CAT de Ginebra.

De las 42 personas entrevistadas de cuyos testimonios dispusimos, 15 habían sufrido anteriormente otras deportaciones en Marruecos, además de la que fue objeto de la demanda ante el CAT. 1 persona había sufrido 5 deportaciones; 2 habían sido objeto de 3 deportaciones y 12 personas habían padecido 2 deportaciones. Los grupos operativos policiales, que en alguna de las intervenciones sumaban más de 60 hombres para un solo edificio, rodearon las barriadas y golpeando las puertas donde sabían que había negros inmigrantes, las forzaron con martillos o rompiendo las puertas o ventanas, penetrando en las viviendas y deteniendo a las personas que dormían en ellas. Los detenidos, despojados de sus pertenencias por los policías en el momento de la detención o posteriormente en las dependencias policiales, fueron conducidos a la Comisaría de Aynnada. Señalamos ya en nuestra comunicación primera dentro del procedimiento que en ninguno de los testimonios examinados por nosotros con nuestros representados, la policía no muestra órdenes judiciales de registro, de entrada en domicilios particulares, o de arresto por motivos administrativos. Los agentes policiales rompen bienes ajenos, robando los teléfonos móviles de los detenidos (desechando lo aparatos viejos o en mal estado) y quedándose con otros pequeños bienes así como dinero y efectos personales. Rompen o destrozan, o tiran como algo inservible, los documentos del ACNUR en los que se reconoce la solicitud de refugiado formulada por los interesados. Solo aceptaban los pasaportes y los permisos marroquíes de residencia.

Tras ser introducidos violentamente en las furgonetas militares y policiales tras la detención, emprendieron el camino hacia la comisaría. Algunos policías les han pegado fuerte, mientras otros decían que dejaran de pegarles así. Un elevado número de los testimonios reseñan los robos de móviles, relojes y dinero de que fueron objeto por parte de los propios policías que les custodiaban (identificación nº 38, 500 dirhams en material que le había facilitado Caritas). En ningún caso tuvieron asistencia de abogado durante su estancia en las dependencias policiales. En la puerta de la comisaría estaban aparcados seis autobuses, que no partieron hasta que la policía contó el número de personas que iban en cada uno. Durante esa operación, diez de los detenidos escaparon. Las 240 personas detenidas – entre las cuales se encontraban los 42 refugiados que han testimoniado en esta actuación – en los distintos barrios de Rabat, concentradas en la comisaría de Aynnada, fueron introducidas en seis autobuses, que partieron a primera hora de la mañana, separados en tres grupos de 2. Desde la hora en que fueron detenidos hasta las 3 de la tarde no pudieron tomar nada. A esa hora les dieron pan y agua. No les dejaron orinar antes de iniciar el viaje diciéndoles que lo hicieran en las botellas de plástico que tenían y luego las tiraran desde el autobús cuando estuvieran en marcha. El primer grupo de dos autobuses llegó a Oujda hacía las 18.00 del día 24 de diciembre. Les esperaban periodistas de televisión que filmaron la llegada y subieron a los autobuses filmando. Otro grupo llegó directamente a la zona fronteriza sin pasar por Oujda que se encuentra a unos 25 kilómetros del lugar, sobre las 20.00 horas, siendo abandonados allí en pleno desierto, sin protección, sin ropa de abrigo, sin alimentos, sin mantas. El último grupo llegó también a la frontera sobre las 12.00 de la noche, soportando las mismas condiciones que el resto de los deportados. Tras la llegada han sido obligados por militares marroquíes a agruparse de tres en tres o de cinco en cinco, según las horas de llegada y el número de personas a las que hubieran de dispersar. Agrupados así, han sido amenazados con ser disparados desde posiciones alauitas si intentaban retornar a Marruecos. Advertidos de que tal amenaza se haría realidad, fueron obligados violentamente a caminar hacia la frontera con Argelia. En algunos casos los refugiados han puesto de manifiesto que los mismos militares que les han obligado a iniciar ese camino, les habían robado antes las pocas pertenencias que llevaban, incluidos los zapatos. Cuando llegaron a la frontera con Argelia e intentaron seguir hacia el interior del país, se encontraron con los militares argelinos que han disparado al aire, les han detenido e intentado robar y al comprobar que no tenían nada, les han golpeado, obligándoles a volver a territorio marroquí. La mayor parte no disponía de ropa, ni de zapatos. Entre los refugiados que han padecido semejante tormento se encontraban dos mujeres (identidades 1 y 42) una de ellas menor (ver los parágrafos — y —) y un varón menor de edad (identidad 5) que al encontrarse solo al regresar de territorio argelino y estar aterido de frío fue autorizado por los militares marroquíes a dormir en la garita de un centinela en el suelo. En ese camino de regreso hacia Oujda al no poder penetrar en territorio argelino, toparon con grupos de negros anglófonos (varios testimonios les atribuyen nacionalidad nigeriana) que les golpearon y robaron, violando a una de las mujeres. Perdidos en medio del desierto, obligados a no penetrar en Argelia y tratando de evitar a los militares marroquíes que les amenazaban si intentaban volver, no han tenido más remedio que volver caminando a Oujda. En un caso una mujer (identidad 1) ha tenido una crisis de asma en el camino y gracias a un grupo de congoleños pudo llegar hasta la iglesia de Oujda y ser atendida por MSF. El frío intenso del desierto durante la noche les ha trastornado ya que no llevaban ropa adecuada, no habían comido en condiciones desde hacía 24 horas y muchos de ellos iban descalzos, bien por haber perdido su calzado, bien por habérselo robado los soldados marroquíes o argelinos.

El CAT examinó la comunicación en su sesión del 7 de noviembre de 2014 y debatió cuestiones como el agotamiento de los recursos internos e incluso alegaciones no fundamentadas. Las cuestiones de fondo examinadas por el CAT fueron los tratos crueles, inhumanos o degradantes y no evolución. EL CAT lamenta expresamente el retraso excesivo del examen de la comunicación y señaló que era atribuible tanto al Estado parte como a los autores de la queja. El CAT en su ordinal 11.4 hace constar que los hechos presentados por los actores ponen de manifiesto el incumplimiento por parte de Marruecos del sistema de evaluación del riesgo antes de la expulsión que contraviene el principio de no devolución del articulo 3 párrafo 1 de la Convención. Finalmente el CAT actuando en virtud del artículo 22 párrafo 7 de la misma   estima, en su paragrafo 12,  que los hechos que se le han sometido revelan una violación, por el Estado parte del articulo 3 párrafo 1 de la Convención.

CODA.- Uno de los principios de la mecánica cuántica se conoce como el ‘Principio de Incertidumbre de Heisenberg’. En esencia, él define que la precisión con que podemos conocer las “variables físicas complementarias” de una partícula tiene un límite, como posición y momento. Cuanto más sabemos de una, menos parecemos conocer sobre la otra. Hasta la acción de medir afecta  a la partícula y disminuye nuestra capacidad para entenderla. Niels Bohr, uno de los padres de la física cuántica, declaró que “creer que una partícula existió alguna vez antes de que la midamos es un error… las partículas materiales aisladas son abstracciones”. Lo he recordado al leer el artículo de Juan José Tamayo sobre el silencio de los silencios. Y en medio de ese silencio desde el Dombás a Bruselas y desde la OTAN madrileñas a la hambruna que se cierne sobre África, hay que oír a Amós, que no era profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de sicomoros, decir en alto para ser escuchado:

“Escuchad esto, los que pisoteáis al pobre
y elimináis a los humildes del país,
diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva,
para vender el grano,
y el sábado, para abrir los sacos de cereal
—reduciendo el peso y aumentando el precio,
y modificando las balanzas con engaño—
para comprar al indigente por plata
y al pobre por un par de sandalias,
para vender hasta el salvado del grano?».

Aquel día —oráculo del Señor Dios—
haré que el sol se oculte a mediodía,
y oscureceré la tierra en pleno día.
Transformaré vuestras fiestas en duelo,
y todas vuestras canciones en elegía.
Pondré arpillera sobre toda espalda
y dejaré rapada toda cabeza.
Será como el duelo por un hijo único,
y el final como un día de amargura.”