En este día de San Juan, hasta hace cuatro años, siempre hablaba con Juan Luis Herrero del Pozo, quien en la pasión de sus últimos años mantuvo intacta su fe personal en Dios Vivo, presente y encarnado no solo en cada persona sino en la creación entera. Él no se separó de la verdadera religión nunca sino de la magia y de la idolatría que denunció en su Iglesia católica. Invito hoy a releerle en este curso: Releyendo a Juan Luis Herrero del Pozo. Sugiero seguir hasta los comentarios el emotivo número 4 de la serie. Pero hoy, tras felicitar a Juan Antonio Vinagre, Juanjo Tamayo, Cejudo… quiero aportar al debate actual de ATRIO un texto en el que el creyente Francis S. Collins define bien claramente su posición sobre la no existencia de pruebas científicas para imponer la existencia de Dios. Y en otra entrada expondremos su postura Biologos, en que expresa la coherencia entre la Fe en Dios y la autonomía del progreso científico. AD.
El Diseño Inteligente [DI] saltó en escena en 1991. Algunas de sus raíces se pueden rastrear en argumentos científicos anteriores que señalaban la improbabilidad estadística de los orígenes de la vida. Pero el DI coloca su mayor énfasis no en cómo surgieron los primeros organismos autorreplicantes, sino en los supuestos errores de la teoría evolutiva para explicar la posterior y sorprendente complejidad de la vida.
Esos argumentos han sido desarrollados por varias personas, especialmente Michael Behe, un profesor de Biología cuyo libro Darwin’s Black Box (La caja negra de Darwin) elaboraba el concepto de la complejidad irreductible. Más recientemente, William Dembski, matemático formado en teoría de la información, ha asumido un papel líder como teórico del movimiento del DI.
El surgimiento del DI coincidió con una serie de derrotas judiciales sobre la enseñanza del creacionismo en las escuelas de los Estados Unidos, un contexto cronológico que ha hecho que los críticos se refieran al DI inmisericordemente como «creacionismo furtivo» o «creacionismo 2.0». Pero estos términos no hacen justicia a la reflexividad y sinceridad de los precursores del DI. Desde mi perspectiva como genetista, biólogo y creyente en Dios, este movimiento merece una seria consideración.
El movimiento del Diseño Inteligente básicamente descansa en tres propuestas:
- 1ª propuesta: la evolución promueve una concepción atea del mundo y, por lo tanto, debe ser rechazada por los creyentes en Dios.
Phillip Johnson, el fundador, era motivado no tanto por un deseo científico de entender la vida (no tienen pretensiones de ser un científico), sino por una misión personal de defensa de Dios ante lo que él percibía como una creciente aceptación pública de una concepción del mundo puramente materialista. Esta preocupación encuentra mucha mayor resonancia en la comunidad religiosa, en donde los pronunciamientos triunfalistas de algunos de los más francos evolucionistas del momento han llevado a la sensación de que se debe identificar una alternativa científicamente respetable a toda costa. (A ese respecto, se podría pensar en el DI irónicamente como el hijo rebelde de Richard Dawkins y Daniel Dennett.)
Johnson es bastante explícito sobre sus intenciones, como las expone en su libro The Wedge of Truth: Splitting the Foundations of Naturalisrn (La cuña de la verdad: la división de los fundamentos del naturalismo). El Instituto Discovery, un importante partidario del movimiento DI, en el que Johnson trabaja como asesor de estudios, llevó esto un paso adelante en su «documento cuña…, originalmente un memorando interno, pero que se abrió camino hasta internet. Este documento describe metas a cinco, diez y veinte años para influir en la opinión pública, desbancar al materialismo ateo y reemplazarlo con un «entendimiento en términos generales teísta de la naturaleza».
Así, aunque el DI se presente como una teoría científica, es justo decir que no nació de la tradición científica.
- 2ª propuesta: la evolución es fundamentalmente fallida, ya que no puede explicar la intrincada complejidad de la naturaleza.
Los estudiantes de historia recordarán que el argumento de que la complejidad requiere un diseñador es la misma que presentó William Paley a principios del siglo XIX y que Darwin mismo encontró esta lógica muy convincente antes de llegar a su propia explicación de la evolución por la selección natural. Sin embargo, para el movimiento de DI esta perspectiva ha sido adornada con ropas nuevas, es decir, las ciencias de la bioquímica y la biología celular.
En La caja negra de Darwin, Michael Behe describe estos argumentos muy persuasivamente. Cuando el bioquímico Behe se asoma a los funcionamientos internos de la célula, queda sorprendido y admirado (como yo) de las complejidades de las máquinas moleculares que residen allí, y que la ciencia ha venido descubriendo en las últimas décadas. Existen elegantes máquinas que traducen el ARN en proteína, otras que ayudan a que la célula se mueva, y otras que transmiten señales de la superficie de la célula al núcleo, viajando a través de una ruta de múltiples componentes en cascada.
No es sólo la célula la que produce asombro. Órganos enteros, hechos de millones de millones de células, están construidos de manera que sólo pueden inspirar reverencia. Considérese, por ejemplo, el ojo humano: un complejo órgano similar a una cámara cuya anatomía y fisiología continúan impresionando hasta a los más sofisticados expertos en óptica.
Behe argumenta que máquinas de esta clase nunca podrían haber surgido con base en la selección natural. Sus argumentos se enfocan primariamente en estructuras complejas que involucran la interacción de múltiples proteínas, y cuya función se pierde si cualquiera de estas proteínas cesa de funcionar.
Un ejemplo particularmente prominente citado por Behe es el flagelo bacteriano. Muchas bacterias diferentes poseen estos flagelos, que son como pequeños «motores fuera borda» que impulsan a la célula en varias direcciones. La estructura del flagelo, que consiste en aproximadamente treinta proteínas diferentes, es realmente elegante. Incluye versiones en miniatura de un ancla, un timón y una articulación. Todo esto mueve a un filamento propulsor. El esquema completo es una maravilla de ingeniería nanotecnológica.
Si cualquiera de estas treinta proteínas queda inactiva por alguna mutación genética, todo el aparato deja de funcionar adecuadamente. El argumento de Behe es que un dispositivo tan complejo nunca podría haber surgido tan sólo con base en el proceso darwiniano. Postula que un componente de este complejo motor fuera borda podría haber evolucionado por casualidad durante un largo periodo de tiempo, pero que no habría existido presión selectiva para mantenerlo, a menos que los otros veintinueve se desarrollaran al mismo tiempo. Sin embargo, ninguno de ellos tampoco habría disfrutado de una ventaja selectiva hasta que toda la estructura hubiera sido ensamblada. Behe propone, y Dembski más tarde ha convertido esto en un argumento más matemático, que la probabilidad de una coevolución tan accidental de muchos componentes individualmente inútiles es infinitamente pequeña.
Por lo tanto, el principal argumento científico del movimiento DI constituye una nueva versión del «argumento de la incredulidad personal» de Paley, ahora expresado en el lenguaje de la bioquímica, la genética y las matemáticas.
- 3.ª propuesta: si la evolución no puede explicar la complejidad irreductible, entonces debe de existir un diseñador inteligente involucrado de alguna manera, que entró para proporcionar los componentes necesarios durante el curso de la evolución.
El movimiento del DI es muy cuidadoso en no especificar quién podría haber sido este diseñador, pero la perspectiva cristiana de la mayoría de los líderes del movimiento sugiere implícitamente que esta fuerza que falta vendría de Dios mismo.
Objeciones científicas al DI
Superficialmente, las objeciones que expone el movimiento DI contra el darwinismo parecen convincentes, y no es de sorprender que los legos, especialmente aquellos en busca del papel de Dios en el proceso evolutivo, hayan abrazado estos argumentos cálidamente. Pero si la lógica realmente tuviera mérito en terrenos científicos, uno esperaría que tropas de biólogos en activo también mostraran interés en perseguir estas ideas, sobre todo porque una cantidad importante de biólogos también son creyentes. Sin embargo, esto no ha sucedido y el Diseño Inteligente continúa siendo una actividad marginal con poca credibilidad dentro de la comunidad científica dominante.
¿Por qué es así? Es porque, corno sugieren los precursores del DI, los biólogos, están tan acostumbrados a venerar el altar de Darwin que no pueden considerar una alternativa. Sin embargo, dado que en realidad los científicos se sienten tan atraídos por las ideas nuevas y siempre están en busca de oportunidades para derribar las teorías aceptadas en el momento, parece poco probable que rechazaran los argumentos del DI solo porque eran contrarios a Darwin. De hecho, la base de rechazo es mucho más importante.
En primer lugar, el Diseño Inteligente no se califica como teoría científica por un problema fundamental. Todas las teorías científicas representan un marco teórico para que cuerpo de observaciones experimentales cobre sentido. Pero la utilidad primaria de una teoría no es solo ver hacia atrás, sino también hacia adelante. Una teoría científica viable predice otros hallazgos y sugiere enfoques para verificaciones experimentales posteriores. El DI se queda muy corto a este respecto. Por lo tanto, a pesar de su atractivo para muchos la propuesta del DI de la intervención de fuerzas sobrenaturales para explicar múltiples entidades biológicas complejas es un callejón científico sin salida. Fuera de que se desarrolle una máquina del tiempo, la verificación de la teoría del DI parece en realidad poco probable.
La teoría nuclear del DI, corno la delineó Johnson, también sufre al no proporcionar un mecanismo mediante el cual las intervenciones sobrenaturales postuladas den lugar a la complejidad. En un intento por abordar esto, Behe sugirió que los organismos primitivos podrían haber sido «precargados» con todos los genes que fueran eventualmente necesarios para el desarrollo de las complejas maquinas moleculares de multicomponentes que él considera irreductiblemente complejas. Behe propone que estos genes dormidos fueron entonces despertados en el momento adecuado cientos de millones de años más tarde, cuando fueron necesitados. Dejando al margen el hecho de que no se ha encontrado hasta la fecha ningún organismo primitivo que contenga esta memoria de información genética para uso futuro, nuestro conocimiento de la velocidad de mutación de los genes que no se están utilizando hace altamente improbable que un almacén de información semejante hubiera sobrevivido el tiempo suficiente para tener alguna utilidad.
De importancia aun mayor para el futuro del DI, parece que ahora muchos de los ejemplos de la complejidad irreductible, después de todo, no son irreductibles, y que argumento científico principal del DI está por tanto en proceso de desmoronarse. En los cortos quince años desde que el DI apareció en escena, la ciencia ha tenido avances sustanciales, particularmente en el estudio detallado de los genomas de varios organismos de diferentes partes del árbol evolutivo. Están empezando a aparecer grietas importantes, lo que sugiere que los partidarios del DI han cometido el error de confundir lo desconocido con lo no cognoscible, o lo no resuelto con lo irresoluble. Han aparecido muchos libros y artículos sobre este tema y el lector interesado puede verificar los aspectos más explícitos (y más técnicos) del debate. Pero existen tres ejemplos de estructuras que parecen cumplir con la definición de Behe de complejidad irreductible que muestran signos claros de cómo podrían haber sido ensamblados por la evolución en un proceso gradual.
- La cascada de coagulación de la sangre humana, con su docena o más de proteínas un sistema complejo que Behe juzga digno de Rube Goldberg, puede ser entendido hecho corno un reclutamiento gradual de más y más elementos de la cascada. El diseño parece haber comenzado corno un mecanismo muy sencillo que podría trabajar satisfactoriamente para un sistema hemodinámico de baja presión y bajo flujo, y que evolucionó durante un largo periodo de tiempo hasta convertirse en un complicado aparato, necesario para los humanos y otros mamíferos que tienen un sistema cardiovascular de alta presión, en el que las fugas se deben reparar rápidamente. […]
- El ojo es otro ejemplo citado frecuentemente por los defensores del Diseño Inteligente como algo que muestra un grado de complejidad que la selección natural por pasos nunca podría haber logrado. Darwin mismo reconoció la dificultad que sus lectores tendrían en aceptar esto: «Suponer que el ojo, con sus inimitables artefactos para ajustar el foco a diferentes distancias, para admitir diferentes cantidades de luz, y para corregir las aberraciones esférica y cromática, se pudo haber formado por selección natural parece algo, confieso libremente, absurdo en máximo grado».l Sin embargo, Darwin, siempre el impresionante biólogo comparativo, propuso hace ciento cincuenta años una serie de pasos en la evolución de este complejo órgano que la biología molecular moderna está confirmando rápidamente. […]
- Un error particularmente dañino en los fundamentos de la teoría del Diseño Inteligente surge de las recientes revelaciones sobre el hijo favorito del DI, el flagelo bacteriano. El argumento de que es irreductiblemente complejo descansa en el supuesto de que las subunidades individuales del flagelo quizá no tenían una función útil anterior, y por lo tanto el motor no se podría haber ensamblado reclutando esos componentes paso a paso, guiados por las fuerzas de la selección natural. Investigaciones recientes han debilitado fundamentalmente esta postura. En particular, la comparación de las secuencias de proteína de muchas bacterias ha demostrado que varios componentes del flagelo están relacionados con un aparato del todo diferente, usado por ciertas bacterias para inyectar toxinas en otras bacterias que deseen atacar. […]
Pero cada nueva pieza similar del rompecabezas ofrece una explicación natural para un paso que el DI ha relegado a fuerzas sobrenaturales, y deja a sus defensores con terreno cada vez más reducido sobre el cual pararse. Behe cita la famosa frase de Darwin para apoyar los argumentos de la complejidad irreductible: «Si se pudiera demostrar que existe algún organismo complejo que no se hubiera podido formar definitivamente a partir de varias, sucesivas y ligeras modificaciones, mi teoría se desmoronaría totalmente».2 En el caso del flagelo, y virtualmente en todos los otros casos propuestos para la complejidad irreductible, estos criterios especificados por Darwin no han sido cumplidos y una evaluación honesta del conocimiento actual lleva a la misma conclusión que sigue en la siguiente frase de Darwin: «Pero no puedo encontrar ni un solo caso así».
Objeciones teológicas al DI
Así, el DI no logra sostenerse científicamente, al no ofrecer una oportunidad para la validación experimental y tampoco unos fundamentos robustos para justificar la afirmación básica de la complejidad irreductible. Sin embargo, más que eso, el DI también falla de un modo que debe ser más preocupante para el creyente que para el científico estricto. El DI es una teoría de un «Dios tapagujeros», al insertar una suposición de la necesidad de una intervención natural en lugares donde sus defensores afirman que la ciencia no puede alcanzar. Varias culturas han tratado de adjudicarle a Dios fenómenos naturales que la ciencia del momento no lograba explicar, ya fuera un eclipse solar o la belleza de una flor. Pero esas teorías tienen una triste historia. Los avances de la ciencia eventualmente llenan esos espacios en blanco, para desgracia de aquellos que hayan anexado su fe a ellas. Finalmente, una religión de un «Dios tapagujeros» corre el amplio riesgo de desacreditar la fe. No debemos repetir este error en la era actual. El Diseño Inteligente corresponde a esta desalentadora tradición y se enfrenta, en última instancia, a la misma desaparición final.
Todavía más, el DI presenta al Todopoderoso como un creador descuidado, que tiene que intervenir a intervalos regulares para reparar las inadecuaciones de su propio plan inicial y generar la complejidad de la vida. Para un creyente que se sobrecoge ante la casi inimaginable inteligencia y genio creador de Dios, ésta es una imagen muy insatisfactoria.
El futuro del movimiento DI
William Dembski, modelador matemático líder del movimiento DI, merece cierto crédito por enfatizar la importancia superior de buscar la verdad: «El Diseño Inteligente no se debe convertir en una noble mentira para derrotar puntos de vista que consideremos inaceptables (la historia está llena de verdades nobles que terminaron en desgracia). Más bien, el Diseño Inteligente necesita convencernos de su verdad con base en sus méritos científicos». Dembski se muestra absolutamente correcto en su afirmación, y sin embargo, su propia declaración presagia la desaparición final del DI. En otra parte Dembski escribe: «Si se pudiera demostrar que sistemas biológicos maravillosamente complejos, elegantes e integrados, como el flagelo bacteriano, se podrían haber formado mediante un proceso gradual darwiniano (y que, por lo tanto, su complejidad específica es una ilusión), entonces el Diseño Inteligente sería refutado en los principios básicos de que no es necesario invocar causas inteligentes cuando bastarían causas naturales indirectas. En ese caso, la Navaja de Occam acabaría con el Diseño Inteligente con facilidad».1
Una sobria evaluación de la información científica actual tendría que concluir que este resultado ya está disponible. Los pretendidos espacios que el DI intenta llenar con Dios están siendo llenados con los avances de la ciencia. Al forzar esta visión estrecha y limitada del papel de Dios, el Diseño Inteligente irónicamente está en camino de crear un considerable daño a la fe.
La sinceridad de los defensores del Diseño Inteligente difícilmente puede ser cuestionada. Es completamente entendible que los creyentes, en particular los cristianos evangelistas, abracen cálidamente el DI, dado el modo en que la teoría de Darwin ha sido presentada por algunos evolucionistas como algo que exige ateísmo. Pero este barco no va hacia la tierra prometida; en cambio, va hacia el fondo del mar. Si los creyentes adscriben sus últimos vestigios de esperanza de que Dios pueda encontrar un lugar en la existencia humana mediante la teoría del DI, y esa teoría se desmorona, ¿qué le sucede a la fe?
¿Es entonces inútil buscar una armonía entre la ciencia y la fe? ¿Debemos aceptar la perspectiva de Darwin: «El universo que observamos tiene precisamente las propiedades que esperaríamos si al final no existiera ni diseño, ni propósito, ni bien, ni mal, nada, excepto ciega indiferencia inmisericorde»?
¡Que nunca sea así! Al creyente y al científico por igual digo que existe una solución clara, convincente e intelectualmente satisfactoria a esta búsqueda de la verdad.
Lo cierto es que mientras que el debate sore la “demostración científica de la existencia de Dios” es cada dá más interesante, el argumento del DI está cada día mas desacreditado.
Y lo está porque de sus 3 puntos de partida, muy bien expresados en el artículo, al menos los dos primeros son falsos.
1ª propuesta: la evolución promueve una concepción atea del mundo y, por lo tanto, debe ser rechazada por los creyentes en Dios
Completamente falso (de hecho, Darwing era y murió siendo creyente). La evolución es perfectamente compatible con un Dios creador. O mejor dicho con una inteligencia primordial creadora.
Son muchos los teólogos que lo han postulado, pero me referiré solo a 2: el gran Pierre Teilhard de Chardin, con sus teorías un tanto complejas (aunque más complejas son algunas teorías científicas) y el propio Joseph Ratzinger (ya siedo Benedicto XVI) que ha declarado que son perfectamente compatibles e incluso llegó a rehabilitar al propio Teilhard de Chardin. Las conclusiones de Teilhard serán todo lo disutibles que queramos pero nadie puede poner en duda quepudo compaginar evolución y teología.
2ª propuesta: la evolución es fundamentalmente fallida, ya que no puede explicar la intrincada complejidad de la naturaleza.
Completamente falso. Es cierto que ciertas evoluciones no han sido explicadas y son difíciles de explicar (el ojo y el flajelo son las más clásicas, aunque hay alguna otra que es más evidente) pero eso no quiere decir nada. Si no tuvieramos cosas “pendientes de explicación” no necesitaríamos investigación científica y hay cosas que, creo de verdad, nunca llegarenos a conocer científicamente con certeza, como puden ser el origen del universo (si es que ese origen existe) o la última y más elemental partícula elemental que compone la materia (cada vez iremos conociendo partículas más elementales y “pequeñas”; pero ¿Dónde está el límite?, o qué es lo que pasa en el interior de un agujero negro cuando llegamos a eso tan curioso que los astrofísicos llaman “singularidad”).
Pero el problema fundamental no está ahí. Entre otras osas porque puede derivar en conclusiones como la de que el Diseño, lejos de ser inteligente es chapucero.
Veamos, cómo lo afrontaría yo:
1) En primer lugar, la ciencia no puede demostrar la existencia de Dios. Y no puede hacerlo porque, básicamente, no puede demostrar nada. La ciencia solo puede emitir hipótesis que, para ser científicas, deben ser falsables (es decir debe poder existir un procedimiento empírico que permita establecer predicciones consecuentes con esa hipótesis y de no ser cierts esas predicciones, determinar la falsedad de esa hipótesis). La hipotesis Dios no es falsable y por lo tanto no puede ser abordada por la Ciencia coomo algo que se pueda demostrar o no; o lo que es lo mismo, siempre será una teoría, nunca una certeza científica.
¿Quiere decir eso que la Ciencia no tiene nada que decir sobre la “Hipótesis Dios”? Rotundamente no. Lo que sí puede hacer la Ciencia, y en esa línea creo que deberíamos los creyentes refexionar, es si la hipótesis Dios es compatible con los conocimientos científicos del momento (lo que se suele llamar “estado del arte” o “estado del conocimiento”). Y a esa pregunta, la respuesta a día de hoy es radicalmente sí, de hecho y en mi opiniónes mucho más razonable que algunas propuestas de científicos de prestigio como pueden ser la flucituación cuantica de la nada (Hawking) o la teoría de cuerdas o del Todo (Kaku), que son, ambas, tan indemostrables científicamente como la hipotesis Dios, aunque en este caso se basen en artificios matemáticos (y empleo “artificios”) conscientemente de su significado y no en intuiciónes o experiencias religiosas (hierofanías).
2) En segundo lugar porque la teoría de la evolución, en si, no existe. Existen diversas teorías de la evolución y en función de a cual te adhieras las conclusiones serán nas u otras. No es precisamente Richard Dawkins, que es el científico (o eso dice él) más beligerante contra la hipótesis Dios un científico especialmente honrado en sus postulados. Comete múltiples errores y en mi modesta opinión (al igual que Hawking cuando confunde la nada con el vacío cuántico, cosa que no deberia hacer una inteligencia tan brillante, si hasta yo me doy cuenta) son errores deliberadamente cometidos para solucionar incoherencias en sus teorías.
Mi argumento puede parecer una falacia “ad hominen”, pero no es el caso. Yo primero afirmo que se equivoca (es decir que su tesis es errónea) y luego afirmo que, además, el hombre que la postula está deliberadamebte tratando de “engañar”, y el orden aquí sí es importante.
3) Y en tercer lugar, que luego me acusan de escribir comentarios larguísimos, existe una teoría (tan teoría como las demás) que sin ser tan pretenciosa como el DI y sin descender a temas tan escabrosos como los que se dervan de la biología, sino que se reite a la física más elemental, si que postula cierta “intuición científica” (si es científica no puede ser certeza) de que algun tipo de “inteligencia creadora” está detrás del Univeros en que existimos.
Se llama “Principio Antrópico” y pretendía explicar la aparentemente increíble serie de coincidencias que permiten nuestra presencia en un universo que parece haber sido perfectamente preparado para garantizar nuestra existencia. Todo lo que existe, desde las constantes energéticas concretas del electrón hasta el preciso nivel de la fuerza nuclear fuerte parece haber sido precisamente ajustado para nuestra existencia y la existencia de otros seres vivos. La existencia de la vida basada en el carbono en este Universo es compatible con diversas variables independientes; y si alguna de estas variables independientes tuviera un valor ligeramente diferente, la vida basada en el carbono no podría existir; pero existe (es evidente porque estamos aquí). Es lo que se llama el “ajuste fino”, porque variaciones mínimas de ciertas constantes del Universo (por ejemplo del noveno decimal en la constante de Planck) harían incompatible la existencia de la vida basada en el carbono.
Ante esa pregunta se han establecido respuestas tan indemostrables como la propia teoría que pretenden rebatir (por ejemplo la de los Universoso Paralelos que yo llamo de los Universos Para Lelos) por lo que estmaos en un debate que ha dejado de ser científico para convertirse en metafísico (que es lo que siempre fue).
En fin, que me confrmo (yo que me dedico profesionalmente al diseño tecnológico) con la famosa frase de Sócrates: “Solo se que no se nada” y que la Ciencia, está empezando a reconocer que será incapaz de proporionar deterinadas certezas, por lo que me limitaré a vivir mi vida y mis experiencias y si mi intuición me dice que Dios está detras de algo (sea lo que sea a lo que llamemos Dios) me eñiré a vivir la experiencia con los ojos, las orejas y la mente bien abiertas a todo.
Sorry por el ladrillo, pero es que este tema me apasiona.
Sin embargo, la fe tiene una base racional..no es un mero “salto al vacío” como afirmaba Soren Kierkegaard..porque la fe es un acto “humano” trascendente. Es el “ente racional” no el sentimental el que formula el acto de fe…aunque me encuentre en frente de la maravilla del Cosmos viendo el cielo estrellado desde el telescopio más potente del mundo…de cualquier manera es mi espíritu de la razón el que asiente y consiente.
Si quitamos “su base racional” entonces la fe perdería su instrumento..pero el creer no sólo involucra el entendimiento sino también la voluntad porque la gracia de la fe actúa tanto en el “querer como en el obrar” como dice el gran teólogo universal Saulo de Tarso el único capaz de interpretar correctamente la Nueva Alianza en el Viejo Testamento, y como todo este AT se cumplió cabalmente en el Mesías, el Hijo verdadero de Dios encarnado en Jesús de Nazaret.
En cuanto al DI no se trata de un “automatismo” sin causa..Existe por supuesto una causa increada primera, fundamento del Cosmos,sin la cual èste dejaría de existir..
Porque la “genética” NO se “autocrea”..Necesitó de una información externa inteligente para tener la capacidad de organizarse compleja e inteligentemente.
Las cadenas de polipéptidos celulares pueden llegar a 20,000 aminoácidos en longitud y como hay 20 aminoácidos y las cadenas son de más de 100 en longitud, la variedad es casi infinita. Y así un polipéptido que tenga sólo 5 aminoácidos puede lograr 3.2 millones de variadas combinaciones. Por eso hay que excluir el azar en la formación del código genético pues la secuencia de aminoácidos requiere un orden súper inteligente. Pero la inteligencia y su proceso no se encuentra en la materia-energía inerte. Esta tuvo que ser “informada” para poder venir a existir y para organizarse en algoritmos complejísimos y la programación requiere una intervención extrínseca ya que las leyes físico-biológicas que han regido el Universo desde su comienzo NO pueden pensarse “per se” ellas mismas sino que han tenido que ser determinadas en sendos programas vitales.
Existe pues un ordenador dentro de la célula que requirió una programación superinteligente necesitando de uno que lo programara desde el principio complejísimamente,UN código que està escrito en el software celular necesario para ejecutar las millones de funciones vitales que tienen que ser exactas y “a tiempo”. Claro que existen fallos y variantes pero en la libertad hay grados de perfección sobre todo cuando la información depende de un programa que se instala.
La ciencia puede formular toda clase de hipótesis para quedarse en la materia. Pero es nuestra “conciencia” racional e intuitiva la que trasciende lo biológico. Es por esa infusión trascendente que nos fue “dada” que no sólo intuimos sino deducimos. No se trata de un mero desarrollo cuantitativo de nuestra especie sino que es un salto cualitativo e individual y esa capacidad de trascender la recibimos con nuestra existencia puesto que tampoco es “autocreada”
Un saludo cordial
Santiago Hernàndez
Gracias, señor Álvarez por esta respuesta tan cariñosa. No sabe lo que se lo agradezco.
Para mí a Dios quizá te puedas acercar a través de los sentimientos, porque como no sé lo que es, es imposible que racionalmente nadie me demuestre la existencia de algo que no sé lo que es. Tampoco la no existencia.
Y a veces siento que anda por aquí cerca. Será cosa de mí imaginación. Pues bueno.
Gracias otra vez.
Mi querida Carmen, leída la respuesta que me dirige he de decirle cariñosamente que me ha convencido plenamente. Ha mejorado mi respuesta al articulo en cuestión aplicando el principio de la Navaja de Ockham y no lo digo con segunda intención. Ni ciencia, ni filosofía, ni teología, ni nuevas razones, sólamente con mirar al cielo en una noche estrellada a la orilla del mar y al susurro de las olas, la cuestión para mí también queda zanjada y repito no lo digo con segunda intención.
Gracias.
El Diseño Inteligente tiene mucho de teología que busca su apoyo en los vericuetos de los avances en los descubrimientos científicos. Todavía recuerdo cuando en unos ejercicios espirituales ignacianos el director nos hablaba de la maravillosa complejidad el ojo humano. Eran los años 60, pero la teoría del DI tiene su inicio en la década de los 90, 1991 para ser más exacto. El creacionismo de los fundamentalistas evangélicos norteamericanos encontraron en el DI su caballo de batalla contra las enseñanzas darwinianas en las escuelas. Pero los fallos de esta teoría no radican en el uso que hicieron de la misma, sino en su raíz teológica, que no era más que un intento de explicación, una nueva forma de racionalización de la fe, volviendo así al punto de partida de este ya secular debate. En la Edad Media europea Dios estaba presente en la sociedad toda, en las mentes y lo corazones de sus habitantes. Las cinco vías de la Escolástica encajaban como anillo al dedo en la explicación, que no justificación, de la presencia y la existencia del Creador. ¿Quién dudaba entonces que la Creación no fuese un acto del amor divino?
Cuando la teología cristiana pierde su función de mero apoyo racional en la explicación del misterio revelado, se hace una filosofía más, y puede desbarrar en ciencia, en cualquiera otra disciplina. Porque olvida lo esencial del mensaje de los profetas, y particularmente del Profeta definitivo, Jesús, que la bondad no existe fuera del amor. Tal cosa se percibe con el corazón.
No podemos confundir a Dios con Su Creación. Porque Dios no estuvo obligado a crear un mundo perfecto…Hubiera podido hacerlo, pero prefirió hacer un Cosmos libre donde en la libertad pudiera existir también la imperfección y junto a la evolución creativa existiera también el aumento de la entropía. Esto no impide la inmanencia del Creador que afirma Su existencia.
La realidad es que existe un “plan inteligente” que informa constantemente la materia y que es extrínseco a ella. Este algoritmo o programa o plan vital existe y está escrito dentro de la célula en un horario perfectamente coordinado para la función celular que es imposible que no necesite una compleja y sofisticada inteligencia que haya programado este sistema de manera que regule paso por paso el proceso vital. Pero la metería nunca ha sido capaz de “pensarse y decidir por si misma y a sí misma”. Ella carece de inteligencia y decisión racional. No es posible una autorregulación sin el concurso de una información algorítmica enviada desde fuera.
Por lo tanto, la ciencia queda perpleja y trata de formular constantes hipótesis para solucionar un problema que es el comienzo de toda pregunta existencial: el origen de todo lo que existe.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Señor Álvarez.
Y no es la eterna pregunta : Dios ha creado al Hombre o el Hombre ha creado a Dios?
No sé si la ciencia es menos respetuosa porque trata de demostrar, es decir, pontifica. Mientras que la filosofia únicamente trata de mostrar.
Pues no sé yo eso. Estamos seguros de que la filosofía no pontifica? Anda que no ha costado trabajo contradecir lo que la filosofía sencillamente, muestra. Si se llega a aceptar como demostración, la noche de San Juan se queda corta. Y no voy a nombrar a la teología, que creo que su origen está en la filosofía. Es decir, que durante bastante siglos mostraban juntas.
Como no soy científica ni filósofa sino simplemente lectora, voy a dar mi opinión visto el tema desde fuera. A ver si logro expresarlo con una mínima coherencia.
La ciencia tiene sus reglas. Te pueden gustar o no, pero tiene las que tiene. Y la filosofía tiene las suyas, que no son pocas . Pero claro, si mezclas los dos juegos, las reglas de los dos juegos, no nos llevará eso a una razón de la sinrazón que a nuestra razón se hace, y de tal manera que enloquecerá nuestra razón , y con razón acabaremos quejándonos de la propia fermosura de todo el universo que nos rodea?
Si, si, pido perdón a Cervantes y a don Quijote, pero es tan magistral lo que dice que no me puedo resistir a escribirlo.
Traduzco: si jugamos a las damas, jugamos a las damas. Si jugamos al ajedrez, jugamos al ajedrez. Pero si hacemos un juego mezclando las reglas, saldrá otro juego diferente, pero no será ni damas ni ajedrez.
Quizás habría que buscar otra disciplina diferente que mezclase las reglas que tiene que seguir el método científico y las de la filosofía. Y así la ciencia no sería tan arrogante , pontificaría menos y mostraría más, posición más humilde? Pues no lo sé. Pero claro, el artículo que ha despertado este debate tan interesante se llama algo así como: se puede Demostrar, CIENTÍFICAmente la existencia de Dios?
Diría que en la primera parte de su comentario ha quedado claro como el agua. Quizás desde otra disciplina se pueda Mostrar a Dios.
Le aseguro que en este momento, en la terracica de un apartamento pequeñico en una playa que el alquilado unos días, y oyendo el ruido del mar y viendo el cielo llenito de estrellas, aseguraría que existe Dios, aunque científicamente no lo pueda demostrar.
Y, francamente, ni falta que me hace. Pero, por favor, no mezclen.
Un saludo cordial.
Toda teoría científica que intenta demostrar la verdad de lo que se propone, se mueve entre dos polos, la hipótesis (lo que quiere demostrar) y la tesis (lo que deberá confirmar la veracidad de la hipótesis), mediados por un dinamismo racional en su doble vertiente, lógica y experimental, es decir que todo lo que propone, es expuesto finalmente a su confirmación experimental, que es lo que le confiere su carácter de realidad.
En este caso para demostrar la existencia de un ser “creador”, hay que partir de un preconcepto de dicho ser creador, el cual sería la hipótesis a demostrar. Sin dicho preconcepto estaríamos moviéndonos en lo abstracto con lo que la tesis también quedaría en abstracto. Además, no podríamos ni aplicar el principio de falsación de K. Popper a fin de contrastar la veracidad o falsedad de dicha hipótesis.
Por otra parte, si fueranos capaces de concretar la hipótesis y llegásemos a confirmar la validez de la tesis, tendríamos que admitir que ese “creador” lo hemos creado nosotros, es decir que nuestra razón abarca, contiene y delimita sus atributos creadores.
Si en vez del ámbito de las ciencias de la materia nos situamos en el ámbito de la razón filosófica, creo que la situación se nos complica, pues ya en lo que se refiere al hombre, la persona, la razón filosófica que es mucho más variopinta que la científica al aceptar variables subjetivas no cuantificables, nos invalida cualquier tipo de demostración. La filosofía no suele demostrar, no es su interés. La filosofía muestra y “mostrar” es un hecho mucho más respetuoso que el de “demostrar” que siempre intenta pontificar aquello que dice. Su palabra es palabra de rey (ley).
Sólo nos queda la razón teológica que no hemos de confundir con la razón antropológica. Cuando el hombre se pregunta por su creador, lo hace porque previamente se ha preguntado por sí mismo y no ha sido capaz de encontrar respuesta que le dé razón de sí.
No será entonces, por la vía científica ni por la filosófica por donde el hombre, la persona, encuentre a su Creador que es precisamente quien dará razón de él y de todo lo creado.
No es este el espacio para extenderme sobre un tema tan transcendente como éste, simplemente he querido aplicar el principio metodológico de la “Navaja de Ockham” para simplificar mi opinión al respecto, que coincide con la del autor de este artículo. No obstante, recientemente he remitido a la redacción de Atrio un artículo en el que reflexiono al respecto y que si es publicado, someto a las acertadas y enriquecedoras críticas de toda la familia Atrio.
Ayer hice referencia a la charla que de los “jueves de Religión digital” donde se dijeron bastantes cosas interesantes. Voy a copiar alguna:
“…debemos empezar de nuevo, con una teología comprensible para el conjunto de la gente” Pikaza
“las teólogas se preguntan cómo deconstruir un enfoque jerárquico, que es lo contrario de una Iglesia sinodal y participativa, y cómo pensar a Dios más allá de las categorías simbólicas masculinas (le negrita es mía)”, Sara Nocetti
“…la teología tiene que ser experta en hacer y hacerse preguntas incómodas, preguntarse qué nos duele a los teólogos y teólogas”. La reforma estructural de la Iglesia no se puede hacer sin los pobres, sin las pobres y sin las mujeres” Pepa Torres
Yo me pregunto si estos últimos artículos de atrio tan concienzudos (que son necesarios) los entiende la gente normal, los y las creyentes sencillas, de corazón limpio, que quedan relegadas de la alta cultura teológica de hombres, sabios, la mayoría, clérigos, jerarcas con poder y, además, con poder sagrado porque saben hasta la voluntad de Dios en cada momento.
No digo más, cada cual que saque sus conclusiones personales, sin olvidarnos de los pobres, de las pobres y de las mujeres (hay muchísimas teólogas), que, como nos demostró el vídeo que nos ofreció Carlos el otro día siempre hemos estado silenciadas y aún ahora, a las teólogas no se les hace ni caso. Como decía Sara Nocetti, necesitamos “cómo pensar a Dios más allá de las categorías simbólicas masculinas”.
Yo no soy teóloga, pero haberlas haylas y muy potentes. Las necesitamos en atrio. Pero en cualquier página de teología o de religión a las mujeres se las mantiene en el cuarto oscuro. El Dios que nos enseñaron es el que los hombres nos han dicho y sobre el que discutimos, ¿sólo los hombres son los privilegiados que han tenido acceso a su conocimiento…..?Uffff, ya sabéis que este tema me excita bastante, así que lo dejo aquí.
Pues sin leer el libro El diseño chapucero y luego a Darwin que por lo demás llegó a las mismas conclusiones simultáneamente que otro científico,yo te digo que estuve en las islas Galápagos,vía el cormorán con las alas atrofiadas y otras cosas más y casi me da un rapto místico…si no fuera porque entonces (1991) no tenía la cabeza para ningún tipo de rapto…El otro día vi en la TVE2 un documental dirigido por Leticia Dolera que le preguntaba a una mujer inuit maltratada y cómo en Groenlandia esta señora miraba la montaña y el paisaje(con esa soledad física ,pero no espiritual,como dijo un español que residía allí) y todos sus males interiores al mirar la montaña se recomponían…Me conmovió y casi me da otro rapto místico…La mirada es lo importante,la mirada con el corazón….Se puede mirar con corazón hasta por el microscopio….jajaja
Lo que quiero decir ,si quiero decir algo,es que la inteligencia está sobrevalorada…Mejor sería hablar de Diseño amoroso…. Claro que esto depende de nosotros…
“El hecho de encontrar un reloj exige que exista un relojero”.
Bien, es una frase que he extraído de un enlace de “Tendencias 21” que si no estoy equivocada nos lo ha facilitado el Sr. Sequeiros.
Mi reflexión es la siguiente. Ni el reloj ni el relojero son anteriores al hecho mismo de encontrarse alguien con algo. Y este hecho de encontrarnos con algo que no hay ni que buscar, es decir, que de hecho nos topamos, se da porque por nuestra inteligencia, los humanos estamos inmersos en un campo físico de realidad donde existen cosas que por ser respectivas a él (al campo) el logos luego les da nombre. Reloj en este caso.
Lo que hay que reconocer en la actualidad es que si nuestra inteligencia es impura, también es impura la realidad. Dinámica pero impura. Con la reología, una disciplina filosófica de la cual, sin ir a fondo, ya hablé hace algún tiempo, se deduce que lejos de partir de unas tesis doctrinales que defender, la reología interroga a las res (cosas) para que sean ellas quienes acusen su realitas.
Con esta disciplina se atiende a la realidad dinámica de los sistemas y estructuras físicos, centrándose en las convergencias entre la metafísica y las ciencias. Así, la reología a) no es una doctrina filosófica hecha, sino una herramienta que hace filosofía; b) es una herramienta científicamente bien informada que va construyendo una teoría general de la realidad pero no-substancialista sino estructurista y dinamicista.
Gracias, Leandro por tus comentarios y la información que das.
Me gustaría saber si está disponible el texto del cap. 5 de tu libro “Collins y el gen de Dios”. Su postura intelectual y vital de cristiano y científico en coherencia personal pero sin mutua contaminación me parece un buen camino. Estoy navegando más por la Fundación BIOLOGOS que él inició y me encuentro con un pequeño vídeo que no sé si sabré enlazar. Pensemos que no es un científico chalado o desvinculado ya de avances. Fué el que dirigió el Proyecto Genoma hasta el final y ha sido has diciembre, en la gestión de la pandemia, el Director de los Institutos de Salud en EE.UU,
Francis Collins: Founder of BioLogos – BioLogos
Ya lo he enviado
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El diseño del universo no es tan inteligente como algunos creen
El diseño chapucero no es la prueba de que Dios no existe
En el mes de febrero de 2010 ha visto la luz un ensayo, escrito por Leandro Sequeiros, que puede ser provocador para algunos, escandaloso para otros e iluminador para muchos: “El Diseño Chapucero. Darwin, la biología y Dios”. ¿Es científica o sólo religiosa la cuestión del Diseño Inteligente? Los errores en la naturaleza, son propias de un diseñador inteligente? ¿Cómo compaginar la existencia de este diseñador con la existencia de la imperfección, el dolor y la muerte de los inocentes? Si este universo es una chapuza, ¿niega esto que exista un diseñador? ¿Niega esto que existe Dios? Por María Dolores Prieto.
Portada del libro de Leandro Sequeiros.
El argumento teológico del diseño perfecto del universo para probar la existencia de Dios está ya presente desde la antigüedad. “Los cielos pregonan la gloria de Dios” cantaba uno de los salmos atribuidos a David. Tal vez fue Santo Tomás quien le dio la forma más elaborada. De formas más o menos diversas este argumento ha sido esgrimido por teólogos, misioneros, catequistas y apologetas cristianos a lo largo de los siglos.
Dentro del mundo anglosajón, la Teología Natural [Natural Theology] de William Paley (reeditada muchas veces y publicada por vez primera en 1802), fue el libro de referencia en la época victoriana. La belleza de la obra de la Creación, la magnificencia de sus procesos, el perfecto ajuste matemático de las órbitas de los planetas eran argumentos “modernos” para demostrar la necesidad científica de un “diseñador” divino. El Diseño Inteligente vuelve al escenario hace 25 años en los ambientes adventistas americanos de la mano de Philip Johnson, Michael Behe, Dembski y otros. Incluso la Iglesia Católica se ha desmarcado de la corriente religiosa del Diseño Inteligente.
https://www.tendencias21.es/El-diseno-del-universo-no-es-tan-inteligente-como-algunos-creen_a4234.html
El debate del Diseño Inteligente ha logrado, al menos ha logrado reabrir desde otra perspectiva el debate entre la Ciencia, los científicos y la Religión. Son las preguntas de siempre vistas con ojos nuevos: ¿existe Dios? ¿Qué pruebas científicas se pueden aducir a favor de su existencia? ¿Qué argumentos existen en contra? ¿Es la ciencia un argumento para negar su existencia? ¿Se puede afirmar a Dios desde la Ciencia? ¿Qué valor tiene la afirmación “los cielos anuncian la gloria de Dios”? ¿Es atea la ciencia?
Muchas gracias por este texto, y esperamos la llegada del segundo. Aprovecho para presentaros este libro que publiqué hace años sobre este tema:Blog: Libros El diseño chapucero
Alicia Montesdeoca
3 junio, 2010
«El diseño chapucero» Darwin, la biología y Dios
Ficha Técnica
Título: «El diseño chapucero» Darwin, la biología y Dios
Autor: Leandro Sequeiros
Edita: Ediciones Khaf. Madrid, 2009
¿Existe Dios? Qué pruebas científicas se pueden aducir a favor de su existencia? ¿Qué argumentos existen en contra? ¿Es la ciencia un argumento para negar su existencia? ¿Se puede negar a Dios desde la ciencia? ¿Qué valor tiene la afirmación “los cielos anuncian la gloria de Dios”? ¿Es atea la ciencia?
Con estas preguntas se centra un debate que a lo largo de los siglos se mantiene en el pensamiento humano. En cada etapa del conocimiento, estas cuestionen adquieren nuevos ingredientes que propician que las posturas sean defendidas o atacadas según los adversarios se posicionen en un ángulo u otro.
“En estos primeros años del siglo XXI, dice el autor, parece que renacen los enfrentamientos entre ciencia y religión, entre los científicos y Dios. En este enfrentamiento, la biología (y especialmente las ideas de Charles Darwin sobre la selección natural) se constituye en el argumento en contra de la existencia de Dios.”
Por otro lado, continúa, dentro de determinadas corrientes de pensamiento religioso e incluso científico, cobra fuerza el argumento del “diseño” de la vida y el universo y la necesidad científica de demostrar la existencia de un misterioso “diseñador”. Pero este argumento religioso y científico del diseño encuentra detractores tan aguerridos como el biólogo Richard Dawking y el filósofo Daniel Dennett
“Este ensayo, dice Sequeiros, está escrito por un científico creyente que desde hace más de 25 años intenta tender puentes de diálogo con los científicos no creyentes. Por ello se pregunta, desde una postura de honestidad intelectual, ¿en qué lugar quedamos los creyentes que pensamos que el desarrollo científico de las ideas biológicas y evolucionistas significa un avance? ¿Conduce la fe necesariamente al fundamentalismo religioso? ¿Lleva la ciencia a la negación de todo lo religioso?
Esta interesante aportación a tan trascendental debate se desarrolla, en primer lugar, pasando revista a las ideas y propuestas del Diseño Inteligente, para presentar después tres posturas religiosas ante la idea del Diseño: la agnóstica de Darwin, la atea de Dawkins y Dennett y la creyente de Collins.
Índice
Prólogo
1. La biología y Darwin ¿se enfrentan con Dios?
2. Diseño Inteligente o diseño chapucero
3. Darwin y el diseño: la respuesta agnóstica
4. El espejismo de Dawkins y de Dennett: la peligrosa idea de Darwin
5. Collins y el gen de Dios
6. Los científicos ¿se preguntan sobre Dios?
7. Reinventar a Darwin: el modelo Evo-Devo
6. El necesario encuentro entre Darwin, la biología y Dios
Datos del autor
Leandro Sequeiro San Román, nació en Sevilla en 1942. Es miembro de la Compañía de Jesús. Doctor en ciencias geológicas de paleontología y licenciado en teología. Profesor en varias universidades, es director del departamento de filosofía de la facultad de teología de Granada desde el año 2001.
Miembro de la academia de ciencias exactas, físicas y naturales de Zaragoza, Vicepresidente de Honor de la Asociación Española para la Enseñanza de las Ciencias de la Tierra. Director del grupo de Granada de METANEXUS (Instituto internacional para el diálogo ciencia-religión).
Ha escrito gran número de trabajos sobre ecología y paleontología, historia de la ciencias, didáctica de las ciencias, educación en valores y voluntariado