Amanezco hoy con dos noticias. Gabino Díaz Merchán ha consumado su larga vida. Fui amigo suyo desde Comillas. Siempre ha sido un cristiano humilde y sabio. Con la sabiduría del Espíritu de que habla Sviatoslav Shevchuk, el metropolita de la iglesia greco-católica de Ucrania, en este vídeomensaje a los 111 día de la guerra. Es importante ver-oír el mensaje que puede seguirse con los subtítulos en inglés. Pero, en todo caso, abajo va la versión en castellano. Solo desde la humildad y el Espíritu se puede uno en la confusión mediática acercar a la Verdad buscada como meta. AD.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo
hoy es martes, 14 de junio de 2022, y el pueblo ucraniano lleva 111 días resistiendo masivamente la agresión rusa, hoy es el 111º día de la gran guerra iniciada por el invasor ruso contra la pacífica Ucrania.
Una vez más, damos las gracias a Dios y a las Fuerzas Armadas por haber cobrado vida esta mañana y haber visto la luz del día. Se están produciendo intensos combates a lo largo de todo el frente. Pero como aseguró anoche el Presidente de Ucrania, el Ejército Ucraniano tiene la iniciativa estratégica a lo largo de toda la línea del frente. Y aunque el enemigo es más numeroso que nosotros, tiene más potencia de fuego, pero tácticamente, heroicamente los ucranianos defienden su tierra y resisten esta invasión.
El enemigo está bombardeando sin piedad la región de Sumy, la región de Chernihiv, ha reanudado los bombardeos en la ciudad de Kharkiv. Esta mañana, un ataque con misiles fue lanzado en la región de Odesa.
Pero Ucrania se resiste. Ucrania contraataca Hoy Ucrania está más unida que nunca, unida en un deseo común, en la voluntad de ganar, y esta victoria estará representada por el logro de una paz justa para nuestro país.
Nos conmovió la historia, que se conoció ayer en la sociedad ucraniana, sobre 33 voluntarios de Mariupol: eran conductores que sacaban a la gente de esta ciudad martirizada en varios medios de transporte, salvando vidas. Bajo las bombas, bajo los bombardeos, arriesgaron sus vidas. Y hoy han sido capturados por los rusos, sometidos a una tortura despiadada, y se enfrentarán, en el mejor de los casos, a un largo periodo de probable encarcelamiento. El ocupante ruso no sabe la diferencia entre un voluntario y un terrorista. Hoy queremos decir en voz alta a todo el mundo: “¡NO a la violencia contra los civiles!”. Queremos decir que el voluntario no es un terrorista, sino un salvador de vidas.
Ayer celebramos el lunes del Espíritu Santo, la fiesta de la Santísima Trinidad. Por eso quiero comenzar hoy con vosotros nuestra reflexión diaria sobre los dones que el Espíritu Santo ha aportado al ser humano. Sabemos que, según nuestro Catecismo tradicional, existen los Siete Dones del Espíritu Santo, es decir, aquellos signos por los que podemos decir que el Espíritu Santo reposa sobre una persona. De estos dones del Espíritu Santo leemos primero en el profeta Isaías. “Porque es por estos signos”, dijo el profeta, “que se puede reconocer al Mesías, ungido con el Espíritu Santo de Cristo”. Dice: “Sobre él descansará el espíritu del Señor, el espíritu de la sabiduría y de la inteligencia, el espíritu del consejo y de la fortaleza, el espíritu del conocimiento y del temor del Señor.” Por lo tanto, los dones del Espíritu Santo son una sensibilidad especial que el Espíritu Santo da al hombre ante la presencia de Dios. Los Santos Padres y maestros de la Iglesia de Oriente hablaban de los llamados “órganos espirituales” que el Espíritu Santo revela en el hombre. Si para conocer el mundo visible y creado tenemos la vista, el oído, el gusto, el olfato, el tacto, del mismo modo, el Señor Dios ha dado al hombre una serie de órganos espirituales a través de los cuales podemos contemplar la presencia de Dios en medio de nosotros.
Hoy me gustaría reflexionar con ustedes sobre el primer don del Espíritu Santo, representado por la sabiduría. En efecto, la sabiduría es una cierta capacidad de la persona para contemplar la verdad, para conocer la verdad. Y ver esta verdad, que el hombre es capaz de descubrir a la luz de la Sabiduría de Dios. Esta sabiduría, como don del Espíritu Santo, no es el resultado de una determinada formación de la capacidad intelectual del ser humano.
Nuestro pueblo dice: “Hay mucha gente culta, pero pocos son sabios”. Precisamente la sabiduría, como Don del Espíritu Santo, permite a la persona ver todo lo que conoce, conocer todos los acontecimientos de su vida en una determinada perspectiva. Pero lo más importante es que todo está en la perspectiva del plan de Dios para el hombre y el universo.
Que el Señor Dios nos conceda a todos su Sabiduría Celestial, esa Sabiduría Divina a la que el Príncipe Yaroslav el Sabio dedicó nuestra Catedral principal, nuestra Iglesia Madre, la Catedral de Santa Sofía en Kiev; esa Sabiduría Divina que durante miles de años ha sido la unidad de medida de la rectitud de nuestros príncipes y guerreros, constructores de la vida nacional, de la vida social, líderes de la iglesia.
Dios, danos tu sabiduría. Da sabiduría a los líderes de nuestro estado. Da sabiduría a los actuales líderes de las naciones para que vivan en Tu Sabiduría y la reflejen en sus vidas, y entonces no habrá guerreros en la tierra. Que el don de la Sabiduría de Dios traiga la paz a Ucrania y al mundo.
Que la bendición del Señor sea con su gracia y su amor por la humanidad ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
¡Alabado sea Jesucristo!
Hola!
“La SABIDURÍA no viene con los años, sino con el HABER PASADO PELIGROS”
EXPERIENCIA, empeiria, es una palabra que en griego, como en latín, vive de la raíz per. Los vocablos, como las plantas, viven de sus raíces. En las lenguas germánicas existe igualmente per en forma de fahr. Por eso, experiencia se dice «Erfahrung».
Existe en armenio y en sánscrito. Es, pues, una vetustísima palabra indoeuropea que expresa una vetustísima vivencia.
Hay una serie de fonemas que a lo largo de milenios ha ido produciendo una raíz; es la serie fonética.
Otra es la serie de situaciones vitales que esos fonemas han ido expresando: las significaciones; es la serie semántica.
Así, se habla de la raíz per en el vocablo peritus: “el que tiene la experiencia de”. Es el experto y a menudo con sentido pasivo de probado, maltrecho por los casos de la vida.
El grupo más próximo es el griego en torno a peira, que significa «prueba, ensayo», que tiene su correspondiente germánico fara (acechanza, peligro). Se habla de la voz periculum, donde vuelve a aparecer el per, significando primero (ensayar, probar y riesgo). Es nuestro «peligro».
Y en efecto, peîro vuelve a aparecer cuando los lingüísticos se ocupan del vocablo portus, puerto y puerta. Portus y póros significan la «salida» que, caminando por una montaña, encontramos. Probablemente es más antiguo ese sentido de salida en el «caminar por tierra», que el marítimo. Aquí significa el paso en un arrecife y la entrada en una ensenada, que por eso se llama puerto. El camino que lleva al puerto, portus o salida, es el opportunus.
La nueva idea, que va a esclarecernos toda la serie, es que en per se trata originariamente de viaje, de caminar por el mundo cuando no había caminos, sino que todo viaje era más o menos desconocido y peligroso. Era el viajar por tierras ignotas sin guía previa, el hodós, sin el méthodos o guía.
La etimología de este «campo verbal», es muy importante en teoría del CONOCER y SABER.
Así es que hay que FUNDAR EL SABER VIAJANDO (er-FAHRung); yendo a ver efectivamente las cosas, con los ojos de la cara, allí donde están.
La Naturaleza es un «códice» que es preciso leer «peregrinando y vagabundeando por ella». Fahren significa normalmente en la lengua alemana «viajar». Se trata de «modo de pensar», un méthodos,, el de “ponerse en camino (en hodós)”, “dedicarse a viajar para ver”.
En los viajes, a la vez se arrostran «peligros» de los cuales hay que buscar salidas, purtus y euporias. En los viajes se ven muchas cosas. Por eso los árabes llaman a sus libros de viajes «libros de andar y ver».
El empirismo o experiencia es, pues, un efectivo «andar y ver» como método, un pensar con los pies.
El contenido de «viajar» es lo que durante él nos acontece; y esto es, principalmente, encontrar curiosidades y pasar peligros, que nos hacen tropezar y así “caer en la cuenta” y llegar a SABER lo que las cosas en verdad son.
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Estoy de acuerdo con Isidoro que ni el don de la sabiduría ni los otros dones nos vienen dados desde fuera de nosotr@s mism@s. Llevamos dentro ese potencial de bondad desde que nacemos. Después, cuando tenemos la capacidad de optar, aparece el mal como opción personal.
Yo personalmente, tampoco creo en la oración de petición a Dios, porque si así lo creyera tendría que creer en un Dios que no nos quiere ni escuchar ni hacernos caso, porque hay que ver la cantidad de cosas buenas que le pedimos, y como si no nos oyera.
Es a la gente mala a la que tenemos que pedirle que cambie y se dedique a hacer el bien. Igualmente con nosotr@s mism@s, mirar para adentro y decidir.
Perdón, pero no voy a hacer un comentario al texto del obispo ucraniano, sino una apostilla al título: “El don de la sabiduría”.
Es un título equívoco porque parece como que la sabiduría te la dan gratuitamente. Y así, no la da nadie, ni el Espíritu Santo.
La Sabiduría está dentro del “espíritu personal”, que es un concentrado latente del gran Espíritu, pero tenemos que leerla, con la circunstancia, de que necesitamos para ello unas gafas muy limpias y adecuadas para poder hacerlo.
Por ello, la sabiduría es un proceso sempi-terno y sempi-fallido, de constante lectura del libro interior de la Sabiduría, y de limpieza y mejora de los cristales de nuestras gafas, (eliminación de errores cognitivos, y semi-dominio de los desequilibrios estructurales de nuestra mente).
Nuestro “espíritu”, es el que instintivamente nos advierte de que parte de nuestros conocimientos, son verdaderamente importantes, o sea son sabios, y cuáles no.
Decía E. O. Wilson: “Nos estamos ahogando en información, mientras estamos hambrientos de sabiduría.
El mundo a partir de ahora estará a cargo de los sintetizadores, personas capaces de reunir la información adecuada en el momento adecuado, pensar críticamente acerca de ella, y tomar decisiones importantes con prudencia”.
Nada más, y nada menos. O sea que la sabiduría es un don, pero que hay que trabajárselo mucho.