D. Inteligencia y lealtad al Proyecto frente a la violencia (Segunda parte)
1. Buscando comprender lo propuesto en el texto
El texto a explorar está constituido por una instrucción base que propone a los adheridos al Programa Alternativo no enfrentarse a quienes les ponen en dificultades. Para sugerirles otras maneras de responder, les expone cuatro casos concretos ajustados a otras cuatro tensas situaciones: la violencia física (bofetada); la amenaza (el pleito para obtener su túnica); la coacción (forzar a hacer un camino) y la fuerte demanda proveniente de la extrema necesidad (pedir y tomar por propia cuenta).
Ordenamos el texto para su examen cara a facilitar la tarea de alcanzar su hondura y su explicación:
SECUENCIA | TEXTO |
Instrucción general básica | “No hagáis frente al que os pone en aprieto. Al contrario” |
Primer caso | “si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvela también la otra” |
Segundo caso | “al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa” |
Tercer caso | “a quien te fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos” |
Cuarto caso: 1ª.Parte | “al que te pide dale” |
Cuarto caso: 2ª.Parte | “a quien está decidido a tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda” |
1/0: Instrucción general básica
La puerta de acceso a nuestro rastreo la encontramos en la afirmación base: “No hagáis frente al que os pone en aprieto. Al contrario…” de donde afloran los cuatro casos propuestos. Necesitaremos ir al conjunto de los evangelios con la pretensión de encontrar los focos que nos aporten luz suficiente para dar con el sentido de cada uno de ellos.
1/1: Primer caso
El primero: “Si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” se puede contemplar con claridad desde el dato ofrecido por el texto de Juan 18,22 en el que se da cuenta de una bofetada (ῥάπισμα) dada a Jesús por parte de uno de los guardias del sumo sacerdote Anás:
“Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo:
– ¿Así le contestas al sumo sacerdote?”.
Anás interrogaba a Jesús respecto a sus seguidores y a su enseñanza (v. 19a). Buscaba la heterodoxia y peligrosidad de su mensaje. Jesús, con lógica, le remite a todas las personas que habían escuchado su Mensaje. Ellos eran testigos cualificados y podían hablar del asunto con total objetividad (vv19b-21). Ante esa razonable respuesta, interviene uno de los guardias con violencia. La agresividad no tolera la inteligencia. Tras recibir la bofetada, Jesús no quedará pasivo. El Lector introduce con lentitud su respuesta: “Le replicó Jesús”. Hace una pausa concediendo unos segundos a la comunidad que oye sus explicaciones. Sus integrantes pueden imaginar la mirada de Jesús al sirviente; sus ojos están fijos en los del agresor. Pero no están enrojecidos por la ira. Su mirada está lejos de transmitir una violencia contenida, refleja seguridad y firmeza; cuestiona e invita a reflexionar. El Galileo no se encoge ni se humilla ante el golpe de quien ha pretendido doblegarlo. Y se dirige al sirviente con serena inteligencia:
“Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?” (v.23).
El texto es suficientemente elocuente: presentar la otra mejilla no significa aceptar pasivamente la violencia y su sinrazón. Corresponde a un movimiento activo mediante el cual se exige la lógica y la coherencia de la agresión, mostrando con talento la endeblez racional de la ferocidad empleada mientras se asume el riesgo, eso sí, de seguir sufriendo nuevas embestidas.
1/2: Segundo caso
Respecto al segundo de los casos que presentan una nueva situación apurada: “al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa” encontramos una tesitura con determinada analogía en Mc 14,62, al que siguen Mt 26,64 y Lc 22,69. El contexto supone traspasado el límite de la intención de poner pleito. Jesús se halla ya en pleno juicio, declarando ante el tribunal supremo (El Sanedrín) de la nación judía. Persiguen quitarle la túnica de una vez y para siempre, algo solo facultad del imperio romano al crucificar a un reo por cuestiones de rebelión. Intentan acusarle de un delito cometido y probado contra los invasores. Han recurrido a testigos, pero sus testimonios no concuerdan. Y, ante el vacío de pruebas testificales, acuden a una declaración suya. El Sumo sacerdote le lanza una pregunta en busca de una confesión que permita acusarlo de crimen contra la seguridad del imperio dominante:
“¿Tú eres el Mesías, el hijo de Dios bendito?” (v. 61b).
Jesús responde afirmativamente diciendo que es la persona prometida por el AT y anhelada por el pueblo (“El Mesías”), el de su especial parecido a Dios (“el hijo”), dos cuestiones de escasa importancia para los romanos. Es más, los textos que narran la declaración de Jesús ante el gobernador hacen mención de una pregunta de este al Galileo que sí le podía comprometer mucho más:
“Pilato lo interrogó:
– ¿Tú eres el rey de los judíos?” (Lc 23, 3a).
Pero a la respuesta de Jesús: “Tú lo estás diciendo” (v.3b), Pilato le vio nulo alcance y no encontró en ella transgresión alguna de las leyes romanas:
“Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a las multitudes:
– No encuentro ningún delito en este hombre” (v.4b).
Fue la declaración posterior de Jesús ante el alto tribunal judío lo que provocó el sofocón generalizado de sus miembros. Esta manifestación del Galileo no coincidía con las ideas mesiánicas de los magistrados que, encolerizados, dictaron por unanimidad su veredicto: “Todos sin excepción pronunciaron sentencia de muerte” (Mc 14, 64b).
El significado de esa declaración ante la más prominente institución judía:
“Y veréis al hombre sentado a la derecha de la Potencia y llegar entre las nubes del cielo” (v. 62),
se convierte en cuestión a dilucidar. Con anterioridad se había dirigido a sus discípulos con un anuncio que usaba términos semejantes (Mc 13,26) ¿Qué quiso manifestar el Galileo utilizando esas palabras con tanta seguridad?
Su afirmación mezcla expresiones tomadas del Salmo 110:
“SIÉNTATE A MI DERECHA, que voy a hacer
de tus enemigos estrado de tus pies” (Sal 110,1)
y del profeta Daniel:
“Seguí mirando, y en la visión nocturna VI VENIR EN LAS NUBES DEL CIELO UNA FIGURA HUMANA” (Dan 7, 13).
Ante el trance decisivo a que se vio sometido por la alta instancia jurisdiccional judía, el Galileo aseguró el triunfo definitivo de la humanidad sobre los poderes que la habían sometido históricamente. El alcance de la plenitud humana contaba con el máximo apoyo. Llegaría a lograrse y desbancaría el dominio ejercido por los poderosos de la tierra. Esa plenitud no se manifiesta en un movimiento de la tierra al cielo, sino a la inversa, viniendo del cielo a la tierra. Declaraba, así, perdurable el reinado del ser humano. El texto de Daniel abunda en tal idea:
“Le dieron (a esa figura representativa del ser humano) poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin” (Dan 7,14).
Frente a la violencia criminal de sus jueces, el Galileo les certifica que serán testigos de la victoria de lo humano sobre quienes trabajan por destruirlo: “VERÉIS”. Ese triunfo se consigue por el nacimiento de la sociedad alternativa. Su mensaje fructifica en la comunidad que le da adhesión. El tribunal no podía aguantar tal aseveración y optó por despojarle de la túnica y dejar su humanidad al raso. No previeron que él estaba dispuesto a defender su Proyecto hasta el fin. También les entregaría el manto, figura de su ser y signo de total entrega a sus convicciones y a los suyos. El manto, en la mentalidad del AT y el NT representa a la persona. A la entrada de Jesús en Jerusalén muchos echaban al suelo sus mantos en señal de su reconocimiento. Significaban de ese modo, rindiéndole honores y poniéndose a sus pies, que le aceptaban como el rey anhelado.
Estos relatos dan luz al caso que analizamos. A la tentativa violenta de humillar desnudando de todo valor humano, la respuesta adecuada de los adheridos al Programa del Galileo reivindicará y confirmará la posición del ser humano por encima de todos los poderes que le han relegado históricamente a las bajuras. Ese es el significado de la propuesta de entregar también la capa.
1/3: Tercer caso
El tercer caso expuesto por el Galileo a los suyos: “a quien te fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos” habla de ir obligado por otro a través de una ruta indeseada y muy alejada del camino y la meta pretendida por uno mismo. Tal situación es fiel reflejo de la tesitura que atravesó el Galileo durante su tiempo junto al grupo de discípulos. El núcleo duro de ese colectivo pretendió en todo instante la conquista del poder y reconducir al Galileo hacia dicho propósito. La meta de Jesús se halla, por el contrario, en el lado opuesto; consiste en su entrega absoluta por llevar a término su Programa. Los relatos que narran el trayecto a Jerusalén están plagados de diferentes movimientos del grupo persiguiendo hacerle cambiar de planes.
Pedro solía llevar la voz cantante. Se llevó la palma en equivocaciones y, en consecuencia, también los mayores rapapolvos. El cabeza dura saltaba nada más exponer Jesús el Mensaje: “Y exponía el mensaje abiertamente. Entonces Pedro lo tomó consigo y empezó a increparle” (Mc 8,32). La ruta de Pedro era opuesta a la de Jesús; coincidía, por tanto, con la del Embaucador Global: “…increpó a Pedro diciéndole: ¡Quítate de mi vista, Satanás!, porque tu idea no es la de Dios, sino la humana” (v. 33) (https://www.atrio.org/2011/01/toque-de-atencion-y-corte-por-lo-sano-segunda-parte/).
El empecinamiento del grupo no decayó y durante la ruta hacia la capital dieron muestras abundantes de su obstinación (Mc 9, 33b-34; 10, 35-37). El Galileo, acrecentó el ritmo de sus pasos dejando atrás al grupo y mostrando un cabreo monumental (Mc 10,32ss.) (https://www.atrio.org/2018/01/el-galileo-esta-que-trina/). La escena del burro a la entrada en la capital manifiesta igualmente la distancia y las ideas contrapuestas entre el Galileo y el grupo de seguidores (Mc 11,1ss.) (https://www.atrio.org/2019/05/un-burro-echado-al-olvido/).
La cena que celebraba la liberación de la esclavitud en Egipto se convirtió en el momento deseado por los discípulos para hacer llevar a Jesús a su terreno (Mc 14,12-16) (https://www.atrio.org/2010/07/el-hombre-del-cantaro/). Él accederá a compartir esa comida, pero nada tendrá que ver con la cena tradicional. Será una cena de despedida. Jesús pondrá sobre el mantel la traición (Mc 14,17-21) (https://www.atrio.org/2019/06/l-cena-1a-parte-traicion-y-deslealtad/) e invitará a los discípulos a renunciar a sus pretensiones y a comprometerse a seguir su propia andadura (Mc 14,22-26). (https://www.atrio.org/2019/06/la-cena-segunda-parte-invitacion-al-compromiso/).
El Galileo anduvo con el grupo de los discípulos soportando hasta el límite sus propias ambiciones, pero no cedió una pizca del plan que se trazó desde el principio. Esta es la lección a aprender por los suyos: acompañarán sin abandonarlos a quienes insisten en seguir objetivos inaceptables, pero no renunciarán a su propia ruta, antes bien, la señalarán como la adecuada a los empecinados y desatinados acompañantes. Mateo la expondrá en un lenguaje breve y figurado: “a quien te fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos”.
1/4-1ª.: Cuarto caso
Como hemos indicado con anterioridad, el último caso presentado por Jesús como ejemplo de antítesis a la ley del talión, consta de dos partes: “Al que te pide, dale” y “a quien está dispuesto a tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda”.
La primera habla de petición, ¿pero a qué tipo de demanda hace referencia el texto? ¿Y por qué tal solicitud pone en un brete a quien la recibe? El texto lo deja abierto en espera de la inteligencia, la sagacidad y el conocimiento del Lector que explica el Mensaje a la comunidad. La lógica indica que no se trata de solicitar una limosna. Las múltiples peticiones recibidas por el Galileo no buscaban algo para ir pasando, sino para pasar del todo; es decir, salvarse, salir de una situación dramática y poder gozar de dignidad. Los ejemplos son abundantes. Bastará un simple repaso a algunos:
1º El leproso
Tras el periplo de Jesús por Galilea, se aproxima a Jesús un hombre. En ese contexto solo se cuenta ese lance, no hay otro. Se trata de un leproso. Representa a la gente aborrecida, condenada a la soledad por haber sido excluida de toda vida social. El representante de todos los marginados, tras haber oído su mensaje, acude a Jesús. Quiere saber de su coherencia, si los excluidos tienen cabida en el Proyecto o siguen estando descartados:
“Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas:
Si quieres, puedes limpiarme” (Mc 1, 40).
De la estructura legal de la sociedad enferma al Programa Alternativo hay un salto cualitativo. Salvar ese abismo conllevaba sus riesgos. Suponía un primer enfrentamiento con el orden establecido. Jesús no lo dudó y respondió con inmediatez a la petición:
“Conmovido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
Quiero, queda limpio” (v. 41).
La sociedad alternativa, distinguida por la igualdad, no admite la marginación. El mensaje llama la atención y su coherencia suscita la súplica de los excluidos. El leproso dio el paso pidiendo la demostración; el Galileo le respondió al instante, aunque tendrá impedido el acceso a las ciudades: “En consecuencia, Jesús no podía ya entrar manifiestamente en ninguna ciudad” (Mc 1, 45). (https://www.atrio.org/2012/06/leyendo-a-marcos-3-2/).
2º Jairo.
Este hombre, jefe de sinagoga, consciente de la situación crítica en que se encuentra el pueblo (“su hijita”) acude al Galileo jugándose su prestigio y su futuro. Ha visto en él la vida de la que su hijita carece. Le pide acudir a su casa y tocar a la muchacha enferma. Pone a Jesús en una situación violenta. Para la institución, Jesús estaba contaminado y va a contraer nueva impureza entrando en contacto con una joven moribunda:
“Llegó un jefe de sinagoga, de nombre Jairo, y al verlo cayó a sus pies, rogándole con insistencia:
Mi hijita está en las últimas; ven a aplicarle las manos para que se salve y viva” (Mc 5,22-23).
El Galileo respondió sin demoras: “Jesús se fue con él” (https://www.atrio.org/2012/10/leyendo-a-marcos-18/). Y no se echó atrás ante el intento de abortar la operación por parte de la comisión llegada desde los círculos de la institución:
“…llegaron de casa del jefe de sinagoga para decirle:
Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?” (vv.24ª.35).
Una vez en la casa, Jesús se quitó de en medio a los integrantes de la institución, ocupados en lamentaciones por la situación irremediable de la hija de Jairo (el pueblo); una praxis, la del lloro y la queja, tan extendida como ineficaz. Los del gimoteo estorbaban para dar vida a la hijita de Jairo: “después de echarlos fuera a todos” (v.40). Estableciendo las condiciones necesarias para la vida, el Galileo no tuvo dificultades en poner en pie a la muchacha. La petición de Jairo, necesitó sortear dificultades, pero obtuvo de Jesús la respuesta adecuada (https://www.atrio.org/2012/10/7776/).
3º La sirofenicia.
Esta mujer representativa de la cultura griega puso también en un serio aprieto al Galileo al pedirle encarecidamente erradicar de su pueblo (“su hijita”) la violencia que la invadía (Mc 7,24-31). Ella tenía noticias de su Proyecto: “Una mujer que había oído hablar de él” (v. 25).
Fuera de las fronteras judías se habitaba igualmente bajo el régimen de dominación del imperio dominante. El aplastamiento resultaba tan insufrible que la violencia revolucionaria se acogía como único recurso en manos del pueblo: “y cuya hijita tenía un espíritu inmundo”. La mujer entendió que el Proyecto del Galileo era la alternativa a la violencia y la mejor vía para establecer una sociedad basada en la igualdad. En este caso, Jesús opuso resistencia, aunque la mujer le planteó salir de los estrechos muros nacionalistas:
“Él le dijo:
– Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros.
Le contestó ella:
– Señor, también los perros debajo de la mesa comen las migajas que dejan caer los chiquillos” (vv. 27-28).
Y consiguió así la respuesta positiva del Galileo:
“Él le dijo:
– Por eso que has dicho, puedes marcharte: el demonio ha salido de tu hija” (v. 29) (https://www.atrio.org/2010/10/la-semilla-de-la-igualdad-10/).
Las peticiones hechas al Galileo llevaban aparejada una serie de riesgos y peligros. Frente a esas situaciones difíciles, él reaccionó con inteligencia y poniendo su Programa sobre el tapete. No les defraudará. Las consecuencias de sus actuaciones evidenciaron inseguridades y ocultas amenazas. La libertad causa miedo a los que manejan las riendas. Los poseedores de la tierra se espantan al ver recuperada la dignidad, la autonomía y la inteligencia de un ser humano antes sometido por ellos a sus caprichos:
“Llegaron adonde estaba Jesús, contemplaron al endemoniado sentado, vestido y en su juicio, al mismo que había tenido la legión, y les entró miedo” (Mc 5,15).
El miedo, contrapuesto a la adhesión al Galileo y a su Proyecto de sociedad alternativa, rechaza al impulsor de la dignidad y libertad humana:
“Entonces se pusieron a rogarle que se marchase de su territorio” (Mc 5, 17). (https://www.atrio.org/2012/09/leyendo-a-marcos-17/; https://www.atrio.org/2012/10/leyendo-a-marcos-18/).
El rescate del ser humano desde el sometimiento hasta su plenitud no se logra sin resistencias y enfrentamientos. El Galileo hizo levantarse al hombre disminuido y lo colocó en el centro:
“Estaban al acecho para ver si lo curaba en sábado y presentar una acusación contra él. Le dijo al hombre del brazo atrofiado:
– Levántate y ponte en medio” (Mc 3, 2-3).
El descanso sabático estaba considerado norma suprema por ser la única ley que incluso Dios había cumplido. Hasta ahí llegaba la falta de inteligencia de la ideología religiosa. Elevar al ser humano a su plenitud infringiendo el orden legal tenido por sagrado e inamovible desató las intenciones criminales entre fuerzas enemistadas: unas, de fuentes religiosas y otras, lactantes del poder:
“Al salir, los fariseos, junto con los herodianos, se pusieron enseguida a maquinar en contra suya, para acabar con él” (Mc 3,6) (https://www.atrio.org/2012/07/un-paso-un-mundo-5/).
La comunidad de Mateo, como el resto de comunidades de adheridos al Programa Alternativo del Galileo, supieron por experiencia de las dificultades y los grandes riesgos de dar a quienes se lo solicitaban lo que ellas poseían en abundancia: LA VIDA. El orden establecido extiende la esclavitud rechazando la vida. Una de esas comunidades afirmaría en el texto del cuarto evangelio:
“Él (El Proyecto) contenía vida
y la vida era la luz del ser humano:
esa luz brilla en la tiniebla
y la tiniebla no la ha apagado” (Jn 1,4-5).
Desde estos relatos se aprecia cómo la primera parte del último caso: “Al que te pide, dale” no habla de dar alguna moneda a un mendigo; se trata de una expuesta acción subversiva que lleva aparejada un serio peligro.
1/4-2ª.: Cuarto caso
La segunda parte: “a quien está decidido a tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda” complementa a la primera elevando el nivel de riesgo de la acción. Tomar prestado no se entiende como una variante del pedir. El sujeto que toma prestado descarta la petición. Su necesidad resulta tan imperiosa que se aferra a la solución sin mediar solicitud alguna. Frente a este movimiento, Jesús propone a los integrantes de su comunidad ponerse de parte del autor del hecho, reconociéndole la valentía de su decisión y la eficacia de su maniobra contracorriente. El mejor modelo explicativo de esta aludida operación lo encontramos en el relato de la mujer que se desangra (Mc 5, 24b-34) (https://www.atrio.org/2012/10/leyendo-a-marcos-19/; https://www.atrio.org/2012/10/leyendo-a-marcos-20/).
Esta mujer, representativa de la mujer y el pueblo, no puede pedir; ni siquiera está autorizada a acercarse. Una masa de gente simpatizante del Galileo, aunque no comprometida con el Proyecto -cosa corriente en todo tiempo y también hoy- impide el paso hasta él: “Lo acompañaba gran multitud de gente, apretujándolo” (v. 24b).
La ley prohibía a la mujer su contacto con personas bajo pena de muerte. Pero la mujer, muerta en vida, no temió a las consecuencias y buscó la vía para llegar a su destino anhelando la Vida. Y se abrió paso atravesando el muro de la multitud para acercarse por detrás de quien podía sacar partido, el Galileo. El novedoso e incomparable mensaje de aquel hombre corría de boca en boca:
“…como había oído hablar de Jesús, acercándose entre la multitud, le tocó por detrás el manto” (v. 27).
Indiferente ante los empujes de las masas, Jesús sí capta el agarre de la mujer a la vida. Y no le dio la espalda, la buscó:
“Jesús, dándose cuenta interiormente de la fuerza que había salido de él, SE VOLVIÓ inmediatamente entre la multitud preguntando:
– ¿Quién me ha tocado la ropa?” (v. 30).
La valerosa mujer, consciente del riesgo a ser condenada a muerte, respondió positivamente exponiendo su actuación ante la gente. La inteligencia del Galileo hizo el resto. Su Proyecto mostraba la caducidad de un orden destructivo para la vida. Si con su decisión de adherirse a ese Proyecto saltándose la ley (“FE”), la mujer obtuvo la salvación: “Hija, tu fe te ha salvado”, ¿cómo podría ser condenada en base a esa ley?
El Galileo dejó en entredicho a la ley y a la violencia. Mateo supo explicarlo casi telegráficamente, dando margen suficiente a la pericia del Lector.
Para poder entender como el mensaje de Jesús en Sus palabras pudo llegar a nosotros por medio de los Evangelios hay que remontarse a las costumbres específicas de la comunidad rabínica judía.
Y es, por tanto, una imposibilidad que la Iglesia de Cristo constituída en Pueblo de Dios inventara el cristianismo, mucho menos osara poner palabras en los Evangelios que Jesús no expresara en esencia. El núcleo de la Iglesia primitiva estuvo constituido por testigos que habían oído una y otra vez el mismo kerygma fundamental sobre la predicación oral de Jesús..
En ausencia de información escrita en el siglo I en Israel, los discípulos se agrupaban en torno al Maestro rabínico y de acuerdo al método de la época, aprendían y memorizaban la palabra y enseñanza del Maestro pues compartían su vida entera con el, de manera que pudieran ser semejante a el en lo máximo de su vida y enseñanza. Jesus habla en el Evangelio de Su discipulado en numerosas ocasiones.
En el caso del Pueblo de Dios primario ha sido fundamentalmente una Iglesia-testigo-mártir. No era posible “crear” palabras que expresaran una falsedad ante tantos testigos de la vida pública de Jesús. El invento de una religión contra-cultural, como es el cristianismo naciente, que desafiaba el “oído” judío como lo de “dar a comer Mi sangre” y “dar a beber Mi sangre” no se sustenta históricamente ni tampoco en la teología judía de entonces, ni la de ahora.
La genuinidad y veracidad de la narración evangélica está afirmada en la historia testifical a través de los siglos. La Palabra eterna de Cristo nos ha llegado lo más aproximadamente posible aprovechando las circunstancias particulares de la “informativa” del siglo I.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Solo una breve reflexión a partir de los datos e interpretaciones que nos aporta Salvador. Me centro en el primer tema: Si uno te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra… A veces algunos textos son difíciles de interpretar, pues parecen sugerir pasividad y resignación…, que tanto se ha inculcado en la espiritualidad tradicional, en ocasiones deformándola. En estos casos, hay que recurrir a la conducta de Jesús para aclarar o entender mejor la intención de sus palabras. Hay ocasiones en que la conducta del Señor expresa mejor, más claramente su intención y su mensaje. Por ejemplo, cuando en el Sanedrín uno le dio una bofetada por su respuesta al sumo sacerdote, Jesús no le ofreció la otra mejilla, sino que al final de su argumentación le dijo: por qué me pegas… Es decir, que Jesús en este caso fue ASERTIVO. No devolvió…, pero tampoco se calló; simplemente se defendió, y con esa defensa puso en evidencia el mal proceder de otros. Esto es una gran lección, que nos lleva a pensar en las circunstancias que pueden aconsejar la conveniencia de una defensa personal legítima. Con su conducta Jesús nos enseña a comprender e interpretar bien sus palabras. Las palabras requieren su contexto para entenderlas correctamente. Lo cual nos lleva a otro tema, muchas veces inherente a las circunstancias: La rigidez-flexibilidad… Jesús fue muy firme en los principios, pero también flexible en su aplicación, según las circunstancias… Piénsese en Nicodemo, recibido en secreto… No se puede relativizar todo, pero tampoco caer en la rigidez de interprataciones, que Jesús no aceptó, como la del sábado o los alimentos o las divisiones por clases de puros… Esta es otra gran lección trasmitida a través de la conducta práctica…
Rigidez -no flexibilidad- que la iglesia docente jerárquica ha practicado, echando fardos muy pesados sobre las conciencias de los “fieles”… (En mi reducida vida “pastoral” fui testigo de angustias de conciencia inaceptables, impuestas por un poder mal entendido.) Postura-cargas que Jesús rechazó expresamente…, contrarias al Venid a mí, que yo os aliviaré… La iglesia clerical más que aliviar, ha cargado (y aún carga…) Esta es mi reflexión, a propósito de la reflexión que hoy nos hace Salvador. Un afectuoso saludo.
Ante al abismo del ALZHEIMER, HANS KÜNG , preguntado por lo que creía en ESE MOMENTO, respondió. “YO SOLO CREO EN DIOS” me hizo pensar mucho. Y echando una vista a los evangelios, ORIGINALES TODOS EN GRIEGO, también me acorde del obispo episcopaliano SELBY SPONG que afirmaba que sólo un 6% por ciento de las pelabras de Jesús, eran procedentes de él, pasé a confirmar algo que ya tenía dentro de mí.. Es la iglersia la que ha dicho lo que Jesús nunca dijo. Y YO NO CREO EN LA IGLESIA. Pero si en Dios, a mi manera, y me siento responsable de lo que creo, después de decenas de años batallando con este reto. Y es que la iglesia se traga contradicciones como si fueran y son piedras de molino. NO, NO Y NO.No más MAGIA.
¡¡¡Hermosos cada uno de los ejemplos estudiados y puestos en común!!!
Es un gran gozo seguir tus lecciones con claridad meridiana, y pienso…como hice durante toda mi vida…cuan lejos estamos de comprender: El verdadero sentido de la Palabras y Hechos que el Galileo Jesús llevó a cavo.
Por esa razón las personas que dirigen “el cotarro” lo visten de las explicaciones que les son necesarias para conseguir “su” fin y sus beneficios.
Pero sigue siendo muy hermoso y gratificante seguir:
¡Su Nueva alternativa- Proyecto de Vida!
Salvador, siento mucha pena por el silencio que acompañan tus art. y eso nos da la explicación de lo absolutamente necesario que es:
¡Una opción personal!
Que nos empuja por encima de todas las cosas, ha seguir en ello.
Cuando una persona es privada, lo tiene más fácil, cuando quienes siguen este hermoso Proyecto o Nueva alternativa por encima de todo…suelen encontrar…silencios, expulsiones, castigos y hasta la muerte. Aún así es muy hermoso como sobre todas las dificultades, siguen siendo files hasta el final de sus vidas.
Nunca podré agradecerte esta labor que apenas está siendo reconocida, pero nuestro querido amigo Oscar, lo tiene claro he intenta echar una mano, estoy convencida que habrá muchas otras personas que estarán dichosas de escucharte-leerte, porque das sentido a nuestras vidas elegidas libremente en mi caso desde muy temprana edad; he ido quitando toda aquella hojarasca que no deja ver el verdadero sentido que tienen sus:
¡Palabras-hechos-Vida!
Gracias amigo bueno por todo y te envío mi abrazo entrañable.