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Leyendo a Alexander Grothendieck en Semana Santa… 1

(14 de abril 2022) En esta semana santa de 2022, agobiado por angustias de guerras que me llevan a mis vivencias de sirenas y refugios a mis 4 años en la Valencia de 1936, y de tareas con obras que aún no he podido dejar a otros –Atrio e Iglesia Viva– solo encuentro cierto descanso leyendo lo escrito por mi amigo y hermano Alexander Grothendieck en 1987, hace solo 35 años. Pero no puedo quedarme con lo que me han aportado estas lecturas. Y por eso pienso que es conveniente irles añadiendo unas notas como esta que aclaren el sentido profundo con que yo las leo y ralaciono con otras reflexiones mías.

  • Sobre Alexander Grothendieck: Supe de su existencia el 1 de junio de 2019 y poco después escribí sobre él en Atrio: La gran broma de Dios. Aconsejo leer al menos la entradilla en la que se lo dedico a Andrés Ortíz-Osés, recién estrenado entonces en ATRIO y que tanto nos dejó. Pero todo es interesante, incluido el animado hilo de comentarios… Y para más información, estos otros artículos en ATRIO: https://www.atrio.org/category/grothendieck/
  • ¿Dónde escribe lo leído hoy? En la página 472 del libro inacabado y aún inédito (aunque con buena traducción disponible en Internet) titulado La llave de los sueños. Este libro lo empezó AG el 30 de abril de 1987. En Junio de ese año llegan a sus manos los libros escritos por Marcel Légaut, que está presente en su texto desde el 8 de junio (páginas 132 y 335). AG escribe simultáneamente el texto del libro (primeras 300 pp.) y Notas numeradas de la 1 a la 143 (sucesivas 658 páginas).

El presente extracto que hoy he leído y presento está en la última parte de las notas, que tiene esté título:

 

VI. — LOS MUTANTES

58. ¿Quién es “yo”? – o la dimisión

(18 y 20 de septiembre) Además, en la treintena de páginas de reflexiones sobre mi vida, escritas en ese momento (julio y agosto de 1974), se nota como un malestar constante, una desconfianza frente a mí mismo y que incluye hasta el trabajo de formulación (¡un trabajo de reflexión, en suma, que no osaba decir su nombre!) en el que estaba metido – ¡y sin embargo Dios sabe lo urgente que era! Me daba cuenta confusamente del incesante trabajo en mí de fuerzas egóticas de resistencia y de auto–engrandecimiento, pero sin llegar a captarlas de hecho (¡ni se me hubiera ocurrido que se pudiera hacerlo!), y sin tener la menor idea de en qué me podría apoyar para hacerles frente y superarlas (y la idea misma de que eso era algo posible, con un trabajo “documentado” ajustado y riguroso, ni me había rozado).

Ocupada plenamente su actividad mental (“un pensamiento incisivo y riguroso, al servicio de una curiosidad que ya se ha despertado”) en el trabajo intelectual de matemático, hasta que una radical decision (su renuncia a su sueldo y status en 1974 (36 años) al ver que está sirviendo a militares, AG comienza a preguntarse sobre el Quién soy yo, sin encontrar luz hasta que en 85 descubre que hay un soñador en él y en el 86 que es soñador es Dios. El alma o espíritu (soplo o sueño de Dios) es su yo ultimo. Lo explica al principio de su libro, que fue concebido en el otoño anterior. AD.

El pensamiento krishnamurtiano que había hecho mío no me era aquí de ninguna ayuda. Bien al contrario me paralizaba, llenándome de sospechas hacia mis mejores aliados: un pensamiento incisivo y riguroso, al servicio de una curiosidad que ya se ha despertado. Y hablando de “mis” aliados: no veía ningún otro “yo” que ese “ego” (alias “el mí”) ¡que demasiado bien conocía! No sabía que aún había otra cosa en mí, en la psique, que en mí había el alma, y que era el verdadero “yo”: aquél al que correspondía actuar como jefe tanto del pensamiento (dispuesto a obedecerle) como del ego (por más reticente que sea a obedecer y servir…). No descubrí a ese otro, a ese verdadero yo mismo hasta más dos años después, el 18 de octubre de 1976, con el primer sueño cuyo mensaje sondeé: son los “reencuentros conmigo mismo”, cuya breve evocación abre la Llave de los Sueños (desde el primer párrafo de la sección “Primeros encuentros – o los sueños y el conocimiento de uno mismo”) – reencuentros vividos como un verdadero “segundo nacimiento”. Pero aún en los siguientes años, visualizaba y concebía ese “verdadero yo mismos” no bajo el nombre de “alma” o de “espíritu”634, sino bajo el de “el niño” o “el obrero”, e incluso (por una confusión que no se me presentó como tal hasta este invierno, con los sueños metafísicos) el de “Eros”. El alma y el espíritu no hacen su entrada en mi universo conceptual, psicológico y espiritual hasta el mes de diciembre de 1985 (con el primer sueño mensajero en el que aparece una personificación de mi alma, más precisamente del aspecto yin del alma, de Psique635[1]), y sobre todo en la estela de los sueños del pasado otoño e invierno636.

Esta nota que sigue (leer al final, apretando en [1]sobre las doctrinas de Krisnhamurti es muy importante. Resume doce años de meditación hinduista o budista, negando la existencia de toda dualidad personal para afirmar lo que es se llama no-dualidad y transpernonalidad que a AG no le convencen por considerar soluciones espirituales evasivas, de “lavarse las manos”. AD.

Volvamos a mis disposiciones de espíritu en junio y julio de 1974, en el momento en que por primera vez en mi vida consagro una reflexión a mi propia vida y a mi persona. El estado de confusión en que me encontraba entonces sobre quién es pues “yo mismo”, aparece de forma muy clara en un corto poema (en inglés, de fecha 25.6.1974), dedicado a un amigo japonés “Yooichiro”. Incluyo una traducción en francés637[2]:

 

M o i

Champ de bataille de cent forces
rivalisant pour être “moi”
et un autre “moi” les contemplant, ahuri
et un autre encore les yeux fermés
qui proclame   “qui je suis”
                           “qui je serai”
                           “qui je devrais être”
et un autre s’y soumettant
et un autre se rébellant
et un autre encore les analysant tous
– sauf lui–même…
t o u t cela et cela seulement est “Moi”

La conclusión, perentoria donde las haya, prácticamente equivale a un decreto de impotencia: en ese estercolero y ese barullo que es “yo”, sería vano querer discernir o establecer un orden, discernir o instituir un “yo” que fuera “el verdadero”, con el que legítimamente me identificaría para mayor beneficio mío, un jefe según un orden espiritual de las cosas que no sea un invento de una de esas cien fuerzas, de esos cien “yo” que se enfrentan y que quieren imponer su ley, sino que un orden de naturaleza muy diferente. Despidiendo por igual a esos cien “yo” como igualmente legítimos todos e igualmente ilegítimos, lavándome en suma las manos en sus disputas (y he aquí el ciento un “yo” que aparece, lavándose las manos y  proclamando: ¡“no tengo nada que ver con eso”!), eso equivalía (según los cánones krishnamurtianos de los que estaba tan impregnado) a renunciar a todo trabajo para ponerlo en claro. Pues tal trabajo carece de sentido, no es más que ruido que se añade al ruido, salvo si está animado por una sed de verdad y aquél (el “yo”) que lo emprende no está movido por una voluntad de poder o por el ansia de hacerse valer. En mi confusión, estaba tan lejos (¿o era sólo una apariencia, o un “alejamiento” debido a la pantalla de alguna idea fija?) de aquél que en mí tiene sed de verdad y sabe beber, ¡que era como si hubiera olvidado totalmente su existencia! O como si alguien en mí, desde los desamparados días de mi infancia, hubiera declarado de una vez por todas que no existía – que yo sería y haría como veía ser y hacer a todo mi alrededor: como si la verdad desnuda, y aquél que en nosotros tiene sed y sabe beber, no existiese…

Hasta aquí el texto de Grothendieck para hoy…]

 

  • Escuchando al papa Francisco y contrastando con lo leído a AG.

Lo que acabo de escuchar hoy Jueves Santo, en la Misa Crismal y hablando a los sacerdotes ministeriales (en níngún momento hizo referencia al pueblo sacerdotal, el sacerdocio común, al que se refiere el comentado Apo. 1,5) se ha adentrado en el interior de esos sacerdote, obispos y cardenales que tenía adelante, bien uniformados con albas y casullas carísimas. Si se pasa del inconcebible lenguaje demoniaco y de la seguridad supuesta con que habla de la habitación en cada alma de las tres personas divinas (en contraste con lo que representa los años de búsqueda y los recientes descubrimientos de AG) en resumen, lo que le preocupa a Francisco es lo mismo que acabamos de leer a AG: las trampas que se hacen unos a otros los diferentes “yo” que se enzarzan en el interior de cada uno de esos clérigos, que los mandamases de la liturgia, de la basílica y de la televisión vaticanas se empeñan en presentar como castrorum acies ordinata (tremenda imagen bélica de la Amada en la versión de la vulgata de Cantar de los cantares, 6, 9) en contradicción con el análisis de refriega interior que señalan tanto el poema del japonés recordado por AG, como mis interrogantes cuando el zoom de la TV y lo que esconden estas palabras del clérigo Bergoglio que escucho en directo, sin perder detalle de cada matiz y cada gesto:

Dejar que el Señor mire nuestros ídolos escondidos ―todos los tenemos, ¡sin excepción!― Y dejar que el Señor mire a esos ídolos escondidos nos hace fuertes frente a ellos y les quita su poder.
La mirada del Señor nos hace ver que, en realidad, en ellos nos glorificamos a nosotros mismos [2], porque allí, en ese espacio que vivimos como si fuera exclusivo, se nos mete el diablo agregando un componente muy maligno: hace que no sólo nos “complazcamos” a nosotros mismos dando rienda suelta a una pasión o cultivando otra, sino que también nos lleva a reemplazar con ellos, con esos ídolos escondidos, la presencia de las divinas personas, la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu, que moran en nuestro interior. Es algo que se da de hecho. Aunque uno se diga a sí mismo que distingue perfectamente lo que es un ídolo y quién es Dios, en la práctica le vamos quitando espacio a la Trinidad y dándoselo al demonio, en una especie de adoración indirecta: la de quien lo esconde, pero escucha sus discursos y consume sus productos todo el tiempo, de manera tal que al final no queda ni un ratito para Dios. Porque él es así, avanza lentamente. Otra vez me referí a los demonios “educados”, de los que Jesús dice que son peores del que fue expulsado antes. Sí, son “educados”, tocan el timbre, entran y poco a poco toman posesión de la casa. Hay que estar atentos, porque estos son nuestros ídolos.
Es que los ídolos tienen algo —un elemento— personal. Al no desenmascararlos, al no dejar que Jesús nos haga ver que en ellos nos estamos buscando mal a nosotros mismos sin necesidad, y que dejamos un espacio en el que se mete el Maligno. Debemos recordar que el demonio exige que hagamos su voluntad y le sirvamos, pero no siempre requiere que le sirvamos y adoremos continuamente, no, sabe cómo moverse, es un gran diplomático. Recibir la adoración de vez en cuando le es suficiente para mostrarse que es nuestro verdadero señor y que todavía se sienta dios en nuestra vida y corazón. [Texto y vídeo en vatican.va ]

Lo que sigue en el texto de la homilía de Francisco es impresionante. En el acierto en que señala los engaños en que caen hoy la generalidad de esos clérigos y cardenales respecto a su identificación personal, a su respuesta a “quién soy yo”, sino en las contradicciones en que cae el mismo Francisco que en en cuanto Suprema Autoridad en la Iglesia Católica, mantiene oficialmente en ella tanta mundanidad, obsesión por el número de fieles y confianza en que todo se arregla con buena gestión: funcionarios y programas. Es patente cómo se acerca a los análisis que hace y hará Grothendieck en sucesivos capítulos y cómo no pasa los niveles de coherencia, humildad y autenticidad que él va a exigirse a sí mismo y a sus mejores maestros espirituales. Las tres trampas interiores o los “espacios de idolatría escondida en los que el Maligno utiliza sus ídolos para depotenciarnos de nuestra vocación de pastores” son en resumen estos:

–La mundanidad espiritual que es «una propuesta de vida, es una cultura, una cultura de lo efímero, una cultura de la apariencia, una cultura del maquillaje» [3]… Ser pobre con Cristo pobre y “porque Cristo eligió la pobreza” es la lógica del Amor y no otra… Un sacerdote mundano no es otra cosa que un pagano clericalizado. [y repite:] Un sacerdote mundano no es más que un pagano clericalizado.
–El pragmatismo de los números… dar la preeminencia a las mayorías que, en definitiva, pasan a ser el criterio de discernimiento… es lo que busca el ídolo de los números, que hace que todo “aparezca” aunque de modo abstracto y contabilizado, sin encarnación.
–El funcionalismo, un ámbito seductor en el que muchos, “más que con la ruta se entusiasman con la hoja de ruta”… El sacerdote con mentalidad funcionalista tiene su propio alimento, que es su ego. En el funcionalismo, dejamos de lado la adoración al Padre en la pequeñas y grandes cosas de nuestra vida… Estos son lo que están enamorados de la hoja de ruta, del itinerario, pero no del camino.
En estos dos últimos espacios de idolatría escondida (pragmatismo de los números y funcionalismo) reemplazamos la esperanza, que es el espacio del encuentro con Dios, por la constatación empírica… A lo mejor alguno podría estar pensando, pero ¿qué es lo que quiere este Obispo que hoy, en lugar de hablarnos de Jesús, nos habla de los ídolos? [idem].

Detengo aquí, por hoy, jueves santo, esta lectura de Grothendieck y escucha simultánea de Francisco a las que me dedico estos días. Queda la reflexión sobre la escalada de guerra. Y la escucha a lo que me podáis aportar vosotros como eco…

NOTAS AL PIE:

[1] 634Esto seguramente está ligado al hecho de que la palabra misma de “alma” está prácticamente ausente del vocabulario krishnamurtiano (sin duda por reacción al abuso de ese término, puesto en todas las salsas, en los medios espirituales que Krishnamurti conoció desde su juventud), y que la palabra “espíritu” (“mind” en inglés) es utilizada por él con una connotación peyorativa sistemática: “el espíritu” aparece como una especie de travesti particularmente tentador del ego, adornado con todo el prestigio que rodea a los valores culturales ligados al pensamiento creativo y a la “espiritualidad”. Y es verdad que es uno de los travestis más populares del ego, enarbolando “espíritu” o “espiritualidad”. El hecho de que Krishnamurti niegue así (al menos tácitamente) la existencia del “espíritu” o del “alma” o cualquier otro nombre que se le dé (encarnando el “yo” espiritual, instancia responsable de la psique y la única con vocación de conocimiento espiritual), en tanto que realidad de esencia diferente al ego (aunque a éste le guste apropiarse de esos nombres) – esa especie de nihilismo espiritual seguramente ha contribuido no poco a mantenerme en esa confusión sobre mí mismo que describo en la presente nota. Compárese con las tres notas (nos 53 a 55) sobre las “bestias negras” de Krishnamurti: la confusión en mi espíritu era fiel reflejo de la que reinaba en el espíritu del que tácitamente (y sin querer reconocerlo) había elegido como mi maestro y (a mis espaldas) mi modelo.

[2] 637Yo/Campo de batalla/de cien fuerzas/rivalizando por ser “yo”/y otro “yo”/contemplándolas, pasmado/y otro más/con los ojos cerrados/que proclama “quién soy yo”/“quién seré”/“quién debería ser”/y otro sometiéndose/y otro rebelándose/y otro más analizándolos a todos/– salvo a sí mismo/todo eso y solamente eso/ es “Yo”

 

29 comentarios

  • M. Luisa

    Gracias Antonio por tus reflexiones, aunque yo sí  pienso  que con los pies en la realidad desde cuya perspectiva no soy aquí la única que la defiende,      sí que cabe hacer   esa distinción entre  alejamiento y distanciamiento.
     
    Decía en mi anterior comentario  que en esa sed de verdad,  en esa búsqueda, lo que experimentaba A.G.  era  ese recorrido  de vuelta   en el cual durante tiempo   las cosas que manejaba, las matemáticas, por ejemplo, lo habían situado a distancia  con respecto a la realidad,   pero aun así nunca  alejándolo de ella. 
     
    Esta para mí es la razón    por la que podía,  en efecto, sentirse perdido.   Perdido, sí,    pero  no podía dejar de permanecer de cara u   ordenado a la realidad que, a mi juicio, era el proceso  que experimentaba y podemos experimentar tod@s precisamente  por hallarnos ya, como decía  al inicio     en ella sumergidos.

  • Antonio Duato

    Qué bueno que María Luisa e Isidoro se hayan adentrado a leer e interpretar los textos de Grothendieck. Estoy invitando a ello desde hace casi tres años. Menos mal que hay quien se anima. No puedo menos de agradecer y poner mi opinión en este prometedor diálogo. Con ellos dos y con quienes lo deseen.

    María Luisa recuerda un párrafo del texto que yo ofrecí y concluye que el problema que tenía AG era que, como el teme, se le había inculcado la idea de “alejamiento” en vez de “distanciamento” respecto a lo más deseado por el ser humano, aquello de lo que tiene sed, siendo así que está a su disposición el beber esa verdad. Yo no veo decisiva decisión entre los dos términos entrecomillados y por qué al etiquetar la búsqueda  de verdad con uno se provoca sobrenaturalismo que con el otro no se hubiera provocado, permaneciendo todo como intelección natural.

    Isidoro cree que en ese párrafo AG se refiere a Dios. No. Lo desaparecido de su panorama en 1974, cuando tras cortar con su status de matemático empieza a preguntarse en serio “Quién soy yo”, es su yo más profundo y espontáneo, “aquél que en mí tiene sed de verdad y sabe beber”. Mira, extractado, lo que antecede a lo copiado por M. Luisa: “En ese estercolero y ese barullo que es ‘yo’, sería vano querer discernir o establecer un orden, discernir o instituir un ‘yo’ que fuera ‘el verdadero’… Despidiendo por igual a esos cien ‘yo’ como igualmente legítimos todos e igualmente ilegítimos, lavándome en suma las manos en sus disputas… equivalía (según los cánones krishnamurtianos de los que estaba tan impregnado) a renunciar a todo trabajo para ponerlo en claro. Pues tal trabajo carece de sentido, no es más que ruido que se añade al ruido, salvo si está animado por una sed de verdad y aquél (el ‘yo’) que lo emprende no está movido por una voluntad de poder o por el ansia de hacerse valer”.

    Desde que se puso a meditar, acudiendo a maestros orientales sobre todo, ve que no puede avanzar en la búsqueda inicial de “Quien soy yo”, pues tanto el pensamiento crítico de la modernidad (y posmodernidad) de la sospecha dinamitan cualquier yo que quiera ponerse como ordenador de su consciencia (el yo matemático, el filósofo, el activista por la paz, el camello-león-niño de Nietzsche…) pues todos pelean entre sí y sus maestros le dicen que no piense, que no analice, que todo es ruido, que se lave las manos y no siga buscando… Y en ese impasse, en el invierno de 1986-87 descubre que “ese yo que tiene sed y sabe beber”, está dentro de él, aunque la cultura exterior y los mismos maestros espirituales le hayan dicho que no existe o lo hayan ridiculizado como primitiva falsa ilusión. Es el yo espontáneo, limpio, que acepta al OTRO que ha estado siempre en su interior inspirándole e impulsándole a amar. Desde entonces es el Yo con el que se relaciona con el otro Tú, que no es otro que “le bon Dieu”, el de siempre en todas las épocas y culturas, el de los humildes, el imcomprensible, de mil nombres, pero cercano a cada uno según la inteligencia y comprensión de cada persona.

    Pero seguiremos con otros textos en que AG pone en relación ese sueño revelador de él recién nacido buscando el pecho de su madre, con la joya de la familia –una familia atea y anarquista, no lo olvidemos– que fue la experiencia muy especial de luz y amor que había tenido su padre en 1914 y que le había retrasmitido su madre ya de muy mayor, la única depositaria de ese tesoro. Y este cambio a la fe de un hiperteórico en búsqueda en noviembre de 1986 se completó con los libros de un maestro espiritual occidental y matemático, descubierto en marzo de 1987, que le decía que para hacer meditación y aumentar en espiritualidad no debía dejar de pensar en su vida, en el itinerario de su vida, sino hacer memoria, hacer síntesis, escuchar lo que en su interior pasaba en cada momento, afinar el oído para percibir el susurro y no solo los vendavales, y apostar, si así se sentía inclinado, por el acto de fe que empieza por la fe en sí mismo: algo que no es autoestima sino evidencia de la ínfima pequeñez que soy yo (carencia de ser) junto con el inmenso misterio, único e irrepetible que soy yo, con la misión de seguir desarrollándome. Evidencia de la infinidad de pequeñes y carencia, junto a la infinidad de potenciales, sentido y misión. Esa es la FE, que empieza en el interior hiperreal de uno mismo. Lo demás son “creencias”, imaginarios, constructos que dicen ahora los no teístas a los que sigo preguntando si su fe sigue viva y activa en la vida…

    Ese descubrimiento de Marcel Légaut, en quien él vio una mutación esencial en la manera de relacionar fe y creencias, espíritu y letra, respecto a otros maestros cristianos, fue decisivo en la segunda parte de su libro, sobre todo a partir de es cap. IV de la Notas, con que empezaba el texto que comentamos. Él busca desde entonces quiénes han sido verdaderos mutantes concretos en la historia que hacen progresar a la humanidad.  

  • Isidoro García

    Una de los argumentos por lo que no parece razonable la existencia en todos nosotros, de unos instintos sapienciales que nos empujan hacia la Verdad, la Belleza y la Bondad, los tres grandes valores sabios, es que si tenemos todos esos instintos, por qué tan pocos consiguen la Sabiduría, y por qué hay tanta pluralidad de ideas y comportamientos, muchos de ellos diametralmente distintos.

    En el párrafo de Grothendieck, seleccionado por M.Luisa, se esboza una de las posibles causas de esta contradicción o maldición sapiencial, paralela a la maldición babélica.

    Dice Alexander G. “Estaba lejos de aquel que en mí tiene sed de verdad y sabe beber, (Dios para A. G., el “espíritu-sí mismo”, para mí), ¡que era como si hubiera olvidado totalmente su existencia! (…) y que aquel que en nosotros tiene sed y sabe beber, no existiese…”.

    Tenemos unos programas sapienciales autónomos, que se activan por resonancia de experiencias personales, y nos hablan mediante imágenes e intuiciones.

    Pero lo primero, es que creamos que existen. Si culturalmente, intoxicados de materialismo chato, y no creemos más que en la razón consciente, no atenderemos a ninguna voz, y no sintonizaremos con ella.

    Pero aunque más o menos creamos en esta realidad interna, nos puede suceder, que en palabras de Facundo Cabral, “estamos distraídos”, con mucho ruido, y muchas experiencias externas, y sencillamente, no oigamos la voz, y si la oímos, lo hacemos a tan bajo nivel, que es prácticamente ininteligible.

    Pero suponiendo que conectemos y la oigamos, luego tenemos el filtro de la racionalidad. Si lo que nos dice está de acuerdo con lo que nos muestra nuestra razón, bien.

    Pero si por lo que sea, existen discrepancias, ya por errores cognitivos nuestros o por un enfoque y perspectiva no adecuados, o por desequilibrios psicológicos, o heridas emocionales que nos inducen sesgos en nuestro discernimiento, normalmente, la razón rechazará a nuestra voz interior y reprimirá toda sugerencia interna.

    Total, que entre que no creemos que haya ninguna voz interior sabia, que estamos distraídos y no la oímos ni entendemos, y que si la entendemos la entendemos mal, y muchas veces la rechazamos, milagro es que acertemos a aprovechar esa gran ayuda de que disponemos para sobrellevar nuestra vida de la forma más acertada posible.

    Esto me recuerda la reflexión que hacía alguien de que la mitad de los libros que se editan, no se venden; la mitad de los que se venden, no se leen; la mitad de los que se leen, no se entienden; la mitad de los que se entiende, no se entienden bien; y la mitad de los que se entienden bien, no les hacemos caso, porque chocan contra nuestra cosmovisión actual. Razón tienen los que dicen que la lectura está muy sobrevalorada.

  • M. Luisa

    Dice, AG;      En mi confusión, estaba tan lejos (¿o era solo una apariencia, o un “alejamiento” debido a la pantalla de alguna idea fija?) de aquel que en mí tiene sed de verdad y sabe beber, ¡que era como si hubiera olvidado totalmente su existencia! O como si alguien en mí, desde los desamparados días de mi infancia, hubiera declarado de una vez por todas que no existía – que yo sería y haría como veía ser y hacer a todo mi alrededor: como si la verdad desnuda, y aquel que en nosotros tiene sed y sabe beber, no existiese…
     He seleccionado este párrafo  del artículo porque en él, tal como AG expresa,  se entrevé  esa realidad primigenia inefable,    que como él mismo se pregunta,  le ha podido   quedar  alejada debido a la pantalla de alguna idea fija.   ¿Y por qué esta tal confusión  no podría deberse   al peso de una inculcación indebida como podría ser la idea de “alejamiento” en lugar de la de “distanciamiento”? Para mí, lo que le pasa, precisamente, es el hecho de vivir la    experiencia de  esa distancia  que,  en forma de “sed de verdad”  se le presenta como algo que habrá   de recorrer él mismo. Y con ello la propia búsqueda de su mismidad. ¿No fue acaso la idea de alejamiento (el aquí y el allá) que dando pie a lo  inalcanzable se echó mano de  lo sobrenatural  y con ello  la necesidad  de cualquier externa mediación?  Este es, para mí,  el gran obstáculo.           

  • M. Luisa

    Hola Isidoro, solamente un breve y rápido planteamiento para situar un poco el problema tal como yo lo considero. Pero sobre todo entendiendo que no es que quiera llevarme el ascua a mi terreno, sino simplemente contrastar nuestras distintas reflexiones.
     
    A ver, con respecto a tu último comentario. Ciertamente,  lo fenoménico, es decir, el fenómeno, es lo que se da. Pero este darse no lo podemos conceptuar ingenuamente  como se hacía en el realismo antiguo, pensando  que en este darse están ya dadas las propiedades físicas de los objetos. No, en ese aparecer no se dan las propiedades y, por tanto,  no puede haber ni subjetividad ni experiencia alguna. Fenómeno es lo que se muestra o aparece, lo que como decía antes, meramente se da. Este darse es sensible (se nota)  en filosofía ya no se habla  de propiedades sino de notas sentidas. Y sin que ahí todavía haya  ninguna intuición de tipo conciencial. El “logos” que es el órgano ante el cual aparece el fenómeno, será el que en un segundo momento intentará describirlo. Por eso la fenomenología también ha ido sufriendo modificaciones. No es la realidad (sentida) como creía Hurssel, sino que es  la explicación  lo que ha de ponerse entre paréntesis, porque como te he dicho al principio no conocemos las propiedades de aquello que se nos da  a la inteligencia.  Por eso a mí no me vale que las explicaciones recaigan en manos de la psicología…  Bien, lo dejo ahí, creo que se entiende … Ahora bien, lo poco que expreso,  créeme, lo hago siempre  con afecto y cordialidad.

  • M. Luisa

    Amigo Isidoro, como ya adelanté ayer me es imposible   extenderme, pero te he leído  con mucha atención y placer como te he expresado en tantas  ocasiones.  Mis discrepancias   más que contigo van precisamente en esta  línea de la cual dices tú mismo que todos tenemos que aprender de los grandes maestros y, por tanto, unos nos serán más válidos que  otros  sin que por ello haya de “adorarse” a ninguno, (¿acaso interés en discutir?)
    Dejando pues  esto  de lado   y refiriéndome solo  a lo que dices al comienzo, me pregunto si nuestras experiencias   nos vienen dadas por las intuiciones    que sobre la realidad humana nos marcan desde fuera, sean filósofos, psicólogos o  teólogos, etc.,
    Nada más. Con afecto y cordialidad

  • Isidoro García

    Amiga M.Luisa, yo no sé en que consiste el método fenomenológico. Simplemente, (de simple, ignorante), sé que las propiedades físicas de los objetos, es lo fenoménico; y las experiencias subjetivas en relación a los objetos, es lo fenomenológico.

    Pero a mí no me interesa para nada la clasificación taxonómica del método de Jung. A mí lo que me interesa, es sus intuiciones sobre la realidad humana, que naturalmente es extensible a mi mente.

    Jung era un clínico, que atendía a pacientes con problemas mentales. Pero, fue uno mas de la gran plétora de psiquiatras, que de su práctica clínica indujeron hipótesis sobre una realidad, la de la mente humana, que hasta entonces solo había sido descrita por filósofos con poca o ninguna experiencia de campo.

    Fue la entrada (imperfecta como todo en sus inicios), de la ciencia en la psicología y la antropología humana, hasta entonces pasto de las elucubraciones de los filósofos, por muy Aristóteles que se llame.

    Yo soy un gran admirador de los maestros del pasado, que han ido transmitiendo el fuego del conocimiento hasta ahora, pero no adoro a ninguno.

    Todos son hijos de su tiempo, Jung incluído, que por descontado ha sido superado, como lo han sido genios, como Darwin, Teilhard, Freud, y muchísimos más: somos enanos subidos a hombros de gigantes, y por eso ahora vemos mas lejos que ellos,… gracias a ellos.

    Todos ellos, y muchos más han sido los mutantes” de los que habla Grothendiek o los centauros de que habla Wilber, o los autorealizados de los que habla Maslow. De ellos dijo el libro de la Sabiduría: “Ellos mantendrán la fábrica del mundo, y en la obra de su oficio está su oración”.

    Y a ellos se refería Salomón, en sus Proverbios: “La gloria de Dios es hacer secreta una cosa, pero la gloria del rey (del humano), es descubrirla”.

    Ellos son los verdaderos pilares de la humanidad. Pero una vez dicho esto, todos son superados por los que vienen detrás, y por eso dice el evangelio, que los últimos serán los primeros.

    Y viene a cuento lo anterior, para aclarar, que te quejaste hace poco de haber calificado de clásica, una idea, (que no recuerdo cual era), como si fuese un desprecio.

    Para mí no es tal. A mí, particularmente, me aclara mucho, clasificar la historia de las ideas, en tres grandes eras históricas.

    La clásica o tradicional, que fundamentalmente es la grecorromana, mantenida hasta la actualidad por la filosofía y antropología católica, básicamente tomista-aristotélica.

    Luego la “moderna”, que es el racionalismo científico materialista, que se inició en el Renacimiento y hasta ahora.

    Y por último la “posmodernidad”, que es una continuación de la modernidad, pero con mucho mas conocimiento aportado por la Ciencia, que por ello es hipermaterialista, y por ello sobre todo compleja, en la que cada vez sabemos mas cosas, pero también tenemos más dudas de todo, y menos seguridades, (lo cual es un hándicap psicológico, pues a todos nos gustan las seguridades).

    Todo es una cuestión que va de menos a más Ciencia. Por ello a los clásicos, infinito respeto, pero toca bañarse en otras aguas mas modernas, (que no todo por ser moderno necesariamente es mejor, pero probablemente sí que lo es).

    Todo esto ya sé que tú lo sabes de sobra y mejor que yo, pero me gusta contarlo, pues hay mucho confusionismo entre las ideas que circulan por ahí, (y no olvidemos que el catolicismo, tiene mucha fuerza cultural, y sigue insistiendo en querer decidir cosas de la ciencia y de la antropología, a base de la teología vaticana.

    Eso sí cada cien años se pide perdón por lo pasado, pero como tenemos la exclusiva del Espíritu Santo, pues se pasa un pequeño mal rato poniéndose colorado, pero seguimos otro cien años diciendo que Dios o Jesús, dijo algo concreto sobre ciencia…

    Y como tenemos una audiencia cautiva que traga lo que le echen, pues tira para adelante… (¡Anda que como luego no haya cielo e infierno, algunos tienen que hacer un papelón, que no está pagado!). (Ahora, que si al final, sí lo hay, el papelón lo voy a hacer yo).

     

    (Perdonad la digresión, y si alguien se siente ofendido por mis palabras, lo siento de veras. Se de sobras que en La Iglesia hay muchas personas magníficamente preparadas y de primera fila cultural.

    Especialmente mis respetos por el maestro Sequeiros, y a muchos otros, a los que les haría la petición de prodigarse más, para enriquecer y elevar el nivel del pensamiento de Atrio, y de paso de todos nosotros que queremos aprender.

  • M. Luisa

    No quisiera que os pensarais Isidoro y Antonio que todavía no os he leído, ya lo hice ayer y a penas he podido dormir por encontrarme en un momento que me será imposible extenderme. El próximo sábado  se producirá un gran evento en mi familia y esto hace que  haya de dedicarle tiempo a ciertos detalles que todavía me quedan pendientes.
    No obstante, Isidoro, diría a  grandes rasgos, que no comprendo  cómo  Jung,  un autor que dices que va más allá de la modernidad, no se beneficiase del método fenomenológico en su estudio sobre psicología.
    No quiero entrar muy a fondo por lo que he dicho al principio, pero yo diría  que la psicología de Jung  deriva  de la Psicología racional procedente del tratado sobre el alma de Aristóteles.  Y a la vez coexistente con el legado más moderno procedente de las observaciones empíricas  de la Antropología científica.
     Este fue  el que se desarrolló espectacularmente a lo largo del siglo XIX. Ahora bien,  el método de la Antropología  científica no solo es distinto, sino también opuesto al de la Psicología racional. Si esta partía de la distancia  inconmensurable que había entre el hombre y los demás seres de la naturaleza, la Antropología científica actuaba en sentido exactamente contrario; lo que veía eran las semejanzas entre el mundo animal y el humano. Así, por ejemplo, si la Psicología racional pone el acento de su estudio en la “rationalitas”  la Antropología científica lo pone en el “animalitas”. En cualquier caso, me pregunto ¿por qué Jung no se benefició del método fenomenológico de su época?

    Y a ti Antonio, déjame decirte que sé  de  sobras tu falta de tiempo y creo que lo he respetado  con el escaso número de correos que te he enviado en tantos años.   Sin embargo, yo diría que esta vez la excusa no es el tiempo, sino, en conversación con Isidoro, falta de paciencia. Paciencia para discutir. Discutir,  algo que nunca ha entrado  en mis planes y algo   que ayer intenté aclarar. No sé si lo habré conseguido.  

    Un saludo afectuoso para ambos.

  • Antonio Duato

    Querido Isidoro:

    ¡Qué alegría me ha dado tu último comentario de ayer por la tarde aquí! Por fin he encontrado lo que buscaba: un interlocutor para mi lectura de Grothendieck, que quiera entrar directamente en sus libros inéditos del final de su vida y reflexionar si hay algo válido y actual en él. Entre otras cosas, a mi me ayuda mucho a interpretar y valorar a Marcel Légaut, que por caminos distintos ha sido maestro espiritual para los dos.

    Por cierto y antes que se me olvide. El libro Récoltes et Semeilles que veo que tú también citas y que es necesario para entender este giro reflexivo del final de su vida, ha sido publicado por primera vez por Gallimard en dos tomos preciosos. Se desbloquea la edición de sus obras, en conflicto de derechos desde su muerte. Menos mal que gracias a un profesor de extremeño de matemáticas, Juan Antonio Navarro y la magnífica web dedicada a Gothendieck que ha montado y atiende Mateo Carmona: https://agrothendieck.github.io/ donde cada vez encuentro cosas más interesantes. Su discurso a una reunión de científicos de la CERN en 1972, planteando la responsabilidad del científico, su carta a un Sr. González en 1987 no trascrita ni traducida…

    Y respecto de lo que dices. Ya veo que has encontrado y leído bien lo que dice de Freud (lo leyó y comenta más) y Jung (menos). De acuerdo en el paso que ves en Jung de modernidad a postmodernidad. Pero eso lo reconoce AG. Su crítica a apoyarse en explicaciones que parezcan científicas (experiencias arquetipo) para no pasar por parecer anticuado crédulo en una intervención real de Dios en el ser humano que es tan real como inexplicable.

    Pero en esa línea de honda reflexión, si quieres, buscando los dos leer y descubrir esa figura de AG (y la importancia de alguien más cercano como Légaut, a quien propuso como tercer gran mutante del espíritu humano tras Darwin y Freud) te emplazo en este oculto hilo del poco conocido ATRIO. No quiero por ahora dar más relevancia. Pero tampoco vamos a ocultar a nadie lo que vayamos descubrieno y dialogando.

    Hasta la próxima, querido Isidoro. ¡Cuídate y despeja tu mente a veces con lo que te distraiga, aunque sea un partido de tenis o una webcam que te traslada a Alaska, donde yo acudo con frecuencia, mientras escucho música cuando necesito reposar las neuronas! Que ni eres viejo ni estás más loco que yo o cualquiera…

  • Isidoro García

    Grothendieck critica a Jung, por dos cosas. Una es que considera que sus críticas a Freud, son fruto de una envidia larvada a la grandeza del maestro, algo así como de un querer y no poder.

    Ambos estaban en la frontera entre modernidad y postmodernidad compleja. Pero Freud, no atravesó la frontera, mientras que Jung, sí que lo hizo. (Freud era 19 años mayor que Jung).

    Grothendieck no valora el que Jung, se estaba saliendo de la modernidad, mientras que Freud, fue el último moderno, el que apagó la luz. (Luego han quedado congelados mucha gente, por respeto a la tradición).

    Ambos, tenían a gala ser científicos, y por ello, tanto Freud como Jung, no hablaban nunca de Dios como realidad ontológica, sino como idea psicológica en los humanos.

    Pero Jung, con su Inconsciente colectivo, dio el primer paso hacia la naturalización o psicologización de la espiritualidad.

    Ese es la segunda cosa que G. achaca a Jung, que sustituye a Dios por el inconsciente colectivo. (“Ese Inconsciente, comprendí entonces, había reemplazado al buen Dios de los buenos viejos días”, escribe Grothendieck).

    En mi opinión el gran avance de Jung, consiste en el “descubrimiento” de lo “psicoide”, en comparación con lo “psicológico”.

    Jung señala, que dicho inconsciente colectivo, estaba formado por programas neuronales con unas características “especiales”, que él definió de naturaleza psicoide, que podríamos definir como “paranormal”.

    (Este carácter psicoide, o paranormal, es la constatación práctica de lo que antes se denominaba lo “numinoso”, “los sagrado”, o sobrenatural, con lo que ha sido hasta ahora fácilmente confundido por los humanos.

    Todos tienen una gran carga emocional adjunta, son autónomos, y tienen “vida propia”, en el sentido de que “dialogan” con nuestro “yo”, teniendo efectos en el cuerpo y hasta en la realidad, (por ejemplo, el efecto placebo, y autosugestionado, o las “sincronicidades” de Jung, etc., y en casos excepcionales hasta fenómenos “milagrosos”).

    Uno de sus fenómenos de los programas arquetípicos, es su fuerte carga emocional adjunta, que los otorga una gran fuerza psicológica. Y disponen de una especie de buscador interno, que les hace activarse autónomamente, por “resonancia”.

    Grothendieck, en La llave de los sueños, se refiere a este fenómeno, que experimentó él, como “similitud”.

    Habla de la impresión de “similitud”. “Algunos elementos de reflexión sobre este tema pueden verse en la sección “Abstracción y sentido – o el milagro de la comunicación” de Cosechas y Siembras, en “Las Puertas sobre el Universo” (apéndice a Cosechas y Siembras III, nº23).

           Sin duda Jung evocaría las “experiencias arquetipo”, a las que las experiencias más destacadas de la existencia humana podrían reducirse…”

    Este efecto “resonancia”, para activar programas latentes pero inactivos, es quizás el causante del efecto contagio en grupos ideológicos con similares creencias, (o egregores), que dan forma a una psicología de las masas, en las que se contagian ideas y creencias en los miembros integrantes, como si fueran virus, por contacto.

    En resumen, que los arquetipos de Jung, abren el camino de la naturalización de lo que hasta entonces o se negaba, o se consideraba sobrenatural.

     

    Amiga M. Luisa, como ves, yo sigo con lo mío. Me encantaría que nos explicaras, tu opinión sobre todo esto. cuatro ojos ven mas que dos. Saludos.

  • M. Luisa

    Amigo Isidoro, puedes optar por el silencio como lo viene haciendo Antonio,  a mí esto no me afecta en absoluto,  pues cuento con el silencio  desde  que aquí se confundió  diálogo con discusión. En mis comentarios me limito solo  a dar mis opiniones como lo hacéis todos vosotros,  aunque así sin escucharnos  difícilmente haremos  honor a una de las aspiraciones más nobles  que rige este Portal: la del Encuentro.
    ¡Qué obsesión con el discutir! Si acaso, por mi parte, en  artículo sobre La Humildad, la evité.     ¿Por qué tenía yo que entrar a discutir allí sobre lo auténtico y lo no auténtico si en el artículo tal término ni se le menciona?
    De ahí mi afinidad con el autor que habla no de lo auténtico sino de lo verdadero, de la verdadera humildad.  Comprendo su experiencia porque yo también la viví de forma parecida, por eso pienso que su buen planteamiento es susceptible de  evolucionar con respecto al tema del alma. Me reservo   de  opinar ahora sobre esa emoción llamada Elevación.

    • Antonio Duato

      Querida María Luisa: es verdad que no entro mucho en responder, sobre todo por falta de tiempo. Y a veces por no ver en qué consiste alguna diferencia terminológica para el asunto que se trata. En el caso de la humildad que proponía AG en el caso aquí aludido creo que estaba claro lo que quería decir que la humildad era verdad y no pose ni siquiera virtud a conseguir. Claro que se pueden diferenciar a nvel teórico verdad, veracidad y autenticidad. Pero en el caso no aporta mucho, creo yo, esa finezza terminológica.
      Te agradezco que te interese Grtothendieck y te identifiques con él. Ayer leía una vez más cómo recuerda su vida y la joya que guardaba su familia, una experiencia que poco importa llamar iluminación o elevación o revelación divina particular. Puedes ir a leer a partir de la página 82 en La llave de los sueños . (A ver la página se abre bien en este enlace. Se puede bajar y guardar en el ordenador el PDF)

      Ya me dirás. Y ojalé escribas un artículo sobre tu síntesis y opinión. Lo mismo vale para Isidoro…

  • M. Luisa

     Con lo dicho anteriormente, quien quiera   puede hacerse una idea de la indiferencia que allí mostré  hacia el concepto de autenticidad. Por qué?, porque lo auténtico está en la línea del deber (deontología).  De la  cual es de lo que trata Isidoro en aquel artículo y  generalmente en sus discursos. Allí  AG  habla de la verdadera humildad. Y dice que surge espontáneamente de la sed de verdad. Nada que se le parezca a  querer ser auténticamente humildes. Auténtico y verdadero son cosas distintas.
    Lo que a mi modo de ver queda por superar es el tema del alma. Tanto AG  como  Jonathan Haidt, no creo que lo afronten adecuadamente.

  • M. Luisa

    Seguramente lo que os hace  no ver mi posicionamiento es que yo no hablo allí en primera instancia de lo que es “ser” o no “ser humilde”.  Entré ayer en el enlace que se cita  y lo volví a releer todo. Si os fijáis en el título no habla del “ser” humilde (vuestro enfoque)  sino de la humildad, es decir, de la humildad como realidad.   Este es mi enfoque lo cual puede o no gustarte Isidoro, pero lo que nunca se le puede tachar es de clásico.

  • Isidoro García

    Quizás se pueda haber interpretado mi anterior comentario, como un desprecio al pensamiento de Grothendieck. Todo lo contrario. Lo que pasa es que cada uno tenemos nuestro tema favorito, que se vuelve obsesivo, y nos interesa lo relacionado con él.

    Aparte, a mí me gustaría leer todo Grothendieck, y muchos mas autores importantes de los que aprendería mucho, pero primero, tenemos poco tiempo, y sobre todo, energía y fuerzas, que a mí me van ya escaseando. (En ese sentido admiro un montón a Antonio, que con 15 años más que yo, le veo con mucha mas energía personal).

    Mi tema, y el que me interesa especialmente en Grothendieck, es el de la naturaleza natural, (valga la redundancia), del mundo espiritual.

    El mundo espiritual, desde el frente religioso, se ha sobrenaturalizado. Y por otra parte el frente moderno materialista, simplemente lo niega y lo ignora: todo no son mas que supersticiones, como señalaba Alberto.

    Pero desde el subconsciente de Freud, y sobre todo el inconsciente colectivo de Jung, (¡ya hace 100 años!), todo ha cambiado mucho. Jung, inició el camino, pero desde entonces, ha habido muchos progresos en el sentido de “naturalizar” la espiritualidad.

    El año pasado en otro comentario sobre Grothendieck, escribía:

    “El psicólogo-filósofo experto en cuestiones morales, Jonathan Haidt, (https://evolucionyneurociencias.blogspot.com/2012/12/la-elevacion-una-nueva-emocion.html), ha descubierto una séptima emoción básica de la naturaleza humana, (junto a las seis emociones clásicas: la ira, el miedo, la alegría, la tristeza, el asco y la sorpresa).

    Y la ha denominado la “elevación”, (contrapuesta al “asco”), y que por decirlo de alguna manera es la tendencia a la “trascendencia” humana, al cultivo de los tres grandes valores arquetípicos: Conocimiento y Verdad, Bondad y Simpatía, y Belleza y Alegría.

    Estas virtudes humanas, son cultivadas por el humano, en mayor o menor grado, de forma natural.

    Jonathan Haidt, descubre que dentro de nosotros, existe en los arquetipos sapienciales trascendentes de Jung, unos mecanismos emocionales universales, que son los que nos impulsan a ese tipo de búsqueda de perfeccionamiento humano, y por ende moral, (Verdad, Belleza y Bondad).

    Esto cuadra con toda la teoría de la evolución personal de la conciencia individual, de Gebser, que se va traduciendo en una evolución de la conciencia humana global.

    Todo esto, experiencialmente es lo que descubre Alexander Grothendieck, extrañándose de como dos personas como Marcel Légaut, y él mismo, puedan buscar ambos la autorrealización humana, uno en el seno de la Iglesia, y otro fuera de ella”.

    Pero esta emoción universal y colectiva, señalada por Haidt, (la “elevación”), tiene que tener un sustrato mental. Y este sin duda es el inconsciente colectivo de Jung.

    Cuando muchas personas distintas, y desde diversos caminos culturales, tienen las mismas intuiciones, es que es algo que responde a nuestra naturaleza.

    • Antonio Duato

      Querido Isidoro:

      No sabes lo que agradezco este comentario tuyo, matizando el anterior en este mismo hilo.

      La verdad es que el que dijeses en ese paréntesis con cursivas que lo que dijera AG te importaba un pito me desanimó de poder establecer el diálogo sobre mis lecturas en esta semana santa. Y ahí queda solitario ese 1 del título del  viernes… Tenía preparada la segunda entrega, con el nº 59 de la Llave de los sueños (ya presentado en Atrio en octubre 2021 como La fuerza de la Humildad. (Por cierto, he releído tu diálogo con Luisa en el hilo. Yo no tengo tanta paciencia como tú y por eso no intervengo a veces y no intervine entonces, cuando se quería discutir entre autenticidad y verdad y se ponía la humildad en el no-dualismo, lo contrario de lo que quería expresar AG).

      Más difícil me resultó el sábado y domingo explicar por qué, en este mes de septiembre de 1987 AG comienza un capítulo sobre los mutantes, aquellos que conocidos o no, eso poco importa, contribuyeron a hacer mutaciones en la capacidad humana de entender y amar el misterio concreto que se encierra en cada ser humano. Y, acabado el hilo de capítulos de su libro, empieza una serie de notas tan largas sobre el libro sobre esas estelares o secretas figuras de personas concretas que considera mutantes, personas capaces de salirse del rebaño y pensar-vivir por su cuenta.

      ¿Por qué empieza por un maestro budista japonés, trasplantado a la India, a quien Gandhi estimó en su profética autenticidad y cuyos discípulos quisieron a hacer de AG el maestro de su secta? Para él era especialísima la fe sencilla pero total que tenían sus seguidores y expresaban en cada inclinación con las manos juntos ante el otro: adoraban en él al Buda que estaba llamado a crecer en él, fuera bueno o malo, amigo o enemigo. Y junto a esto el algodón del mayordomo para probar la autenticidad de esa actitud espiritual: si su pacifismo era auténtico, hasta las últimas consecuencias…

      Tal vez siga redactando y comentando estas lecturas interrumpidas, para mí o para publicarlas. Pero vete leyendo el libro original por tí mismo a partir de la página 475 y continuamos otro día. Creo que ningún interlocutor mejor que tú para hablar de esta joya de persona, con la que conviví, sin encontrarnos nunca, muchos años de la vida y que encontré por sincronías misteriosas o por providencia el 1 de junio de 2019, cuando ya me había llegado el presentimiento de que estos años veinte no iban a ser fáciles…

      Un abrazo, Isidoro, y cuídate. Tenemos que aprnder distraernos y relajarno para que no estalle la caldera…

  • M. Luisa

    ¡Hola Antonio, feliz Pascua  y a todos/as también! Yendo al tema, ayer  me  pareció oportuno hacer aquella observación, no porque la expresión adverbial “aquí y ahora” no fuese correcta,  sino porque como a menudo aquí en Atrio  se le  hace referencia no como adverbio, (expresión verbal)  sino como expresión filosófica,       siempre noto que se la  malinterpreta por lo que  en esta ocasión, dada la importancia del tema, quería evitarlo.  
    La filosofía es imprescindible si queremos ser críticos con las religiones, como decía nuestro  recordado amigo Javier Thomson

  • Isidoro García

    Dice José Antonio Marina que “saber lo que pasa es más complejo de lo que parece. Los hechos no están dados, sino que son capturados por nosotros.
            Y para capturarlos hace falta una buena red, con la malla adecuada para que no se escapen. Hay que tener un marco apropiado de interpretación”.
     
           Todos a lo largo de nuestra vida, vamos construyendo continuamente, una cosmovisión personal, en la que vamos integrando todos los significados que vamos encontrando en nuestro proceso de aprendizaje y experiencia personal.
     
          Es la Organización de significado personal, que además debemos hacer coherente y consistente, esa experiencia en torno a una imagen consciente del sí mismo, que otorgue un significado viable a la propia experiencia.
       
           Todo esto viene a cuento, de que para mí, la lectura de Grothendieck, (como de cualquier pensador), es “relativa”.
     
         (Aunque a alguno pueda parecerle extraño, a mí me importa un pito lo que piense en sí G., y menos sus sentimientos personales.
          Entre otras razones, porque cualquiera que escribe es un saco de neuras y un cliente ideal para un sanatorio psiquiátrico – yo el primero-, que lo que está es intentando hacer, es organizar su cosmovisión personal, con sus circunstancias y su biografía que arrastra, como todos arrastramos las nuestras, como una gran bola con cadena).
     
         Y seguro que a G. esto no le ofendería, porque él estaba haciendo, lo mismo que intentamos hacer los demás: encontrar nuestra explicación personal del mundo.
     
     
        Imaginemos un mundo sin gafas. Juntamos aleatoriamente a mil personas, y les pedimos que no describan qué es lo que ven. Habría mil descripciones distintas, hasta alguno que diría que solo había obscuridad. (Es lo del sobado chiste del obseso del test de Rorscharch).
     
          No podemos deducir nada de sus descripciones si no tenemos adjunto, un estudio óptico y psicopatológico de cada uno. (Y esto vale exactamente igual para los escritos evangélicos).
     
        Total, que para interpretar algo de los pensamientos de alguien, hay que entrar con una hipótesis propia lo mas depurada posible. Y entonces podemos juzgar si los significados obtenidos de la lectura, son compatibles o no con nuestra cosmovisión propia.
     
        Y en algunos pocos momentos seminales, (¡maravillosos, pero muy escasos!), se nos abre un camino nuevo, o comprendemos un error cognitivo propio, que nos hace modificar nuestra cosmovisión, con una inmensa alegría.
     
       (Leer es como ir permanentemente, con una llana y una artesa de cemento o yeso, para ir haciendo retoques y tapando grietas y agujeros de nuestra vivienda).
     
       La clave de leer no es enterarse de lo que opina Mengano, y menos interesarte en lo que piensa otro, sino mejorar nuestro propio edificio mental. Somos como esos pájaros, que van robando palitos de los nidos de otros, para rellenar el nuestro.
     

     
          Por eso se dice que solo se piensa a favor o en contra.

    • ana rodrigo

      De acuerdo con todo lo que dices, aunque voy a resaltar solamente el siguiente símil: “Somos como esos pájaros, que van robando palitos de los nidos de otros, para rellenar el nuestro.”

  • m* pilar

    ¡Gracias Antonio por compartir tus más profundos pensamientos luchas y deseos, lo agradezco de corazón!

    Tu experiencia me alienta y me descubre el auténtico deseo de ¡Ser!

    Un abrazo entrañable y siempre agradecido.

  • carmen

    Pues sí

    Lo mejor de Nietzsche lo escribió al final de su vida lúcida. A mí es un señor que me gusta y con treinta años más hubiese dejado una obra aún más impresionante.

    Espero que no te haya molestado, lo he dicho con mi mejor intención. Para mí sería un imposible dejar por escrito lo que SIENTO, quizás algo de lo que pienso, quizás, pero lo que siento sería imposible. Y eso he dicho. Supongo que es una limitación mía personal. No hablo de pensamiento, de reflexiones, hablo de sentimientos, que es lo que me ha parecido captar en la introducción. Pero ya sabes lo rarita que soy. Entiendo todo a mi aire. Y, sobre todo soy maestra y , uf, eso es fatal. Al menos no me has dicho que ese sentimiento maternaloide encubre otro de superioridad. Algo es algo.

    Y sí, todos los que nombras te podrían echar una mano. A ver si se animan.

     

  • carmen

    Perdona , Antonio.

    No he entendido muy bien todas esas reflexiones. Pero te quiero decir una cosa. He visto a muchas personas llegar a edades avanzadas , que no siempre tienen que ser cronológicas, porque no todas las personas viven el mismo número de años.

    Te aseguro que en el último, último tramo de la vida, se suele hacer una reflexión sobre tu vida, sobre tus motivaciones personales y al final de todo, se acaba haciendo una reflexión sobre la capacidad que se ha tenido para amar. Cuidado. Amor el el sentido más amplio de la palabra. De igual el resto , los aciertos que se hayan podido tener y los innumerables errores que se hayan podido cometer. Porque no importa el error, importa el por qué lo has cometido.

    No sé quién dijo, al final os examinarán sobre el amor. No exactamente. Al final tú mismo se examina sobre su capacidad de amar. Insisto. En el sentido más amplio del término.

    Lo demás, no importa demasiado. Así que no te agobies por no poder expresar lo que en realidad sientes. Eso es tremendamente difícil. Hay quien dedica toda una novela para trasmitir un solo sentimiento.

    En fin. Eso creo. Eso pienso. Eso he observado.

    Un abrazo.

    • Antonio Duato

      Gracias por tu recomendación (¿maternal?) de considerar mis lecturas y reflexiones como un síntoma normal de mis 90 años. No debería agobiarme por lo que ahora siento, veo, pienso… Ya sé que al final, como dice San Juan de la Cruz, todos seremos juzgados por el amor. Y que a veces la mejor palabra sobre lo que hoy pasa es el silencio que ha guardado Francisco ante la última pregunta de Lorena. Pero, a veces, el intentar trasmitir las ideas antes de que la neurobiología lo haga imposible, es una manera de entregar la propia vida a los otros con amor. Creo que lo mejor que escribió Nietzsche fue en su último año de vida lúcida. Y eso le pasó a Grothendieck, en esta año 1987 en que escribió este libro inédito La llave de los sueños que los sucesores de su genialidades matemática no suelen ser capaces de entender. Yo soy cabezón y seguiré con la tarea. Y si hubiera otros en ATRIO que quisieran emprender la tarea de comentar no mis palabras sino las de AG en su contexto, podré seguir comunicando aquí algo de mis lecturas.

      Esto no quiere decir que no estime lo que han comentado aquí Ana (Atrio, efectivamente, ha sido para muchos de nosotros un lugar de encuentro reflexivo y un taller de escritura espiritual y creo que sigue teniendo futuro), Isidoro (hay muchas cosas que te interesarán, lector extraordinario y profundo, si entras a fondo en el libro, incluso sobre Freud y Yung de quienes habla bastante…) y Juan Antonio (hermano, compañero de viaje, una de las personas que creo van entendiendo mejor lo que acontece en esta inquieta animula mea) y María Luisa (que llega a hacer filosofía hasta de una expresión adverbial correcta como “aquí y ahora” que empleó Juan). Ah!, y Gonzalo con el que tengo otros temas pendientes de mucha responsabilidad para los dos: ¿cómo conseguir que no se desaproveche la gran ocasión del proceso Sinodal de Francisco? Os recomiendo ya el reciente núemro de Iglesia Viva: http://www.iviva.org Y me ofrezco a enviar material para difundirlo a fondo…

  • M. Luisa

    Permítaseme una pequeña observación y es que el “aquí y ahora” filosóficamente hablando, no es una frase que designe algo así como vivir a tope, no tiene nada que ver con   esta idea. El “aquí y ahora” es mera actualización  de lo real  a la conciencia. Algo así parecido a lo que sucede cuando el científico o el filósofo va actualizando sus hipótesis -tesis  y las va poniendo al día. No es cuestión de contenido sino de forma.

  • Isidoro García

    Intentar comprender bien muchas cosas, exige previamente tener una idea lo mas coherente posible, de la “máquina” con la que las pensamos.

    Antes de ponerse a mirar y estudiar las estrellas, hay que invertir muchas horas previamente, en estudiar bien el funcionamiento de nuestro telescopio.

    Y ese es el error clave de la cultura actual. Como es una labor muy compleja y exige la conjunción de muchos conocimientos previos, hasta ahora, hemos funcionado con ideas muy simples: concretamente, con especulaciones de los griegos.

    Todos los cimientos de la cultura moderna, siguen anclados en las ideas griegas, enseñadas, propagadas y sacralizadas por la Iglesia Católica como gran Multinacional cultural, durante los dos primeros milenios.

    Seguimos con la cantinela, del cuerpo y del alma, que sería una especie de algo ajeno al cuerpo, añadido por Dios en cada humano. Incluso Descartes era un buen cristiano.

    Y lo del “espíritu”, era un elemento muy confuso. Para muchos “espíritu”, es otra denominación del “alma”, con unas connotaciones mas religiosas, y de ahí lo de la “espiritualidad”.

    No me extraña que Alexander G. estuviera confuso, al igual que Krisnamurti. Todos somos hijos de la confusión de nuestra época.

    La religión católica, coherente con el Dios teísta, personal e intervencionista, sitúa a Dios, (y a sus alter egos, el demonio, y los santos y ángeles), en continuo diálogo con el humano. Es la idea tradicional de la religión Neolítica.

    Jean Gebser, en la década de los sesenta, (en pleno inicio del despegue de la edad contemporánea), encontró la existencia de varios tipos de conciencia, que se han ido desarrollando sucesivamente en la evolución cultural humana desde su aparición.

    La primera la arcaica, (prehomínidos), luego la mágica, (Paleolítico), luego la mítica, (Neolítico), y hacia el siglo XII a.C., (inicio de la edad del hierro), se inicia la actual, la racional-mental, o egoica autoreflexiva, con el inicio del pensamiento tal como lo conocemos, y de la intuición personal.

    Curiosamente, la datación del inicio de esta nueva conciencia, se da al observar que en la Ilíada, (que se supone que proviene de tradiciones orales de la guerra de Troya), los protagonistas nunca tienen ideas o intuiciones, sino que siempre lo atribuyen a dictados de los “dioses”.

    (Sin negar la posible existencia puntual y poco numerosa de alguna influencia espiritual exterior en la mente humana, todas los relatos de experiencias con un exceso de dictados divinos, son muy sospechosos de ser fruto de la conciencia mítica).

    Afortunadamente, la crisis de desconfianza de los pensadores griego en la religión olímpica, con unos dioses tan antropomorfos, inició muy lentamente el proceso de repensar la dinámica del pensamiento y el comportamiento humano.

    Proceso que ha culminado en el siglo XX, con el florecimiento de la Psicología como rama fundamental de la filosofía. Freud y sobre todo Jung, son los que han iniciado este despegue, que se empieza a notar sus progresos en este 3º milenio.

    Freud explicitó la complejidad de la mente humana, mucho mas amplia que la racionalidad, (simple punta del iceberg mental). Y Jung, fue el que sacó al espíritu del mundo de la nebulosa en el que se encontraba, dándole carta de naturaleza, natural. Como una parte de la mente.

    Desde entonces el “alma”, es la psique, la mente humana, fruto de la actividad corporal cerebral. Y el “espíritu”, es una parte del equipamiento mental, transmitida genéticamente como parte de la naturaleza humana, (el software instalado en el cerebro).

     

    Respecto a las especulaciones de Francisco, sobre la dinámica de la mente humana, con los “demonios” y las “personas divinas” en nuestro interior, no es algo tan descabellado como parece a simple vista. (De nuevo es posible que la Iglesia acierte, equivocándose).

    Si consideramos el “daimon” greco-latino, que no tiene nada que ver nada con el demonio religioso, vemos que quizás esos “demonios” sean esos “zombis” de los que habla Francisco Traver, y a los que me refería hace unos quince días, como una multitud de patrones cognitivos- comportamentales, que se han ido acumulando a lo largo de toda la historia de la humanidad, y que se incorporan y heredan genéticamente en el Inconsciente colectivo.

     

    El citado Gebser sostenía que antes de la aparición de una nueva estructura de la conciencia humana, la estructura previa entra en un modo “deficiente” caracterizado por su colapso; lo que antes había sido un “mérito” y una ventaja ahora se convierte en un “déficit” y una desventaja.

    Gebser creía que la estructura racional mental entró en su modo “deficiente”, a mitad del siglo XIV, con el surgimiento de la perspectiva y el cambio desde la visión “bidimensional” del mundo común en la Edad Media. Y este colapso se ha agudizado con la Era industrial, por lo que estamos en vías del surgimiento de una nueva conciencia, “integral” más perfecta.

    Gebser afirma que todas las estructuras de conciencia previas están aun presentes en la conciencia de hoy, (en forma de patrones-arquetipos subconscientes sepultados en el fondo de la mente), y en muchas personas contemporáneas, algunas de las conciencias inferiores, (como la mágica y la mítica), han accedido a ser su conciencia habitual, (ejemplo el catolicismo tradicional).

    Por ejemplo, la estructura mágica se pone en funcionamiento en todas las experiencias de “conciencia grupal”. Y esto explicaría las acciones irracionales de la masa en situaciones extremas, guerras, manifestaciones, partidos de fútbol, etc.

    Incluso en actividades espirituales grupales, ya en religiones organizadas, tipo reuniones carismáticas, (en busca de la “efusión del Espíritu”), o más aún en muchas espiritualidades Nueva Era comunales, no siempre se produce, una elevación de la conciencia a niveles superiores, sino lo que se da es una regresión a esa conciencia mágica subyacente, mediante la provocación, (mediante ciertos ritos, músicas y repetición de mantras), de pequeños episodios psicóticos, catarsis, que afloran al exterior, mediante proyecciones psicológicas, el arquetipo subconsciente de la antigua conciencia mágica.

    Esa es una de las razones originales de la utilidad de los cultos religiosos comunitarios, lo que pasa es que debido a la rutina y a la vaciedad actual de las formas, los “habituales” ya no provocan ningún efecto psicológico de conexión con nuestra sabiduría interior.

     

  • Juan A. Vinagre

    Uno mi comentario a las valiosas reflexiones de AG y del papa Francisco en la homilía del Jueves santo, que nos transmite AD.  Y me limito solo a aludir a dos aspectos:                         -Los ídolos que nuestros torpes egos han creado, incluso los revestidos de vestimentas ostentosas (hoy ridículas), y el gran ídolo -el “aquí y ahora”- al que damos tanto culto, como si no fuera efímero…, y que tanto nos hace vivir a ras de tierra, sin perspectivas… Estos ídolos oscurecen la conciencia de nuestro yo que,  aunque aparecido -y sustentado- en la materia, es más que materia…  Este yo inteligente que piensa y se pregunta y busca…, que se autoafirma, capaz de decidir con una pizca de libertad (si madura y no se-lo ciega-n), surgido de las neuronas de materia, es ya más que materia. Es el producto de una mutación genética que trasciende la materia.  Y además es capaz de participar en un reino de amor, de convivencia en el amor… Este Yo que ama no se verá frustrado.   -Mientras, con este yo -de cada uno- hemos de buscar encuentros y reencuentros, que nos muten interiormente y nos permitan renacer…, a fin de mirarnos, y contemplar la realidad, con ojos nuevos. Ojos nuevos que nos lleven a no dar culto a lo efímero… y nos inviten a trascender…, y  a pensar -creer- que este yo nuestro  -que es más que materia- tiene futuro, una vez liberado del peso de la materia. Lo cual en nuestra situación “encarnada”, tan limitada, no resulta fácil ver, y menos asumir… Por eso este YO que nos invita a trascender la materia siempre tiene que confiar:  En  tus manos…  Creer es razonable, pero también es un salto en un aparente vacío.  Pensar así es racional, no un disparate. No es un sueño sin sentido, sino un sueño razonable… ¡Es una apuesta razonable, que además apoya el corazón que siente!    Por eso,  confieso que ¡Creo en la Esperanza!  Confío en esa mutación que trasciende y supera lo efímero.            Esta es la Resurrección -gran mutación-, que celebraremos mañana, y que deseo podamos celebrar todos en un futuro.  ¡Buena Pascua para toda la comunidad atriera!

  • M. Luisa

     ¿Quién es “yo” – o la dimensión.  ¿Qué es sino la realidad que somos  la que nos hace de apoyo para hacernos  tal pregunta? ¿Quién soy yo? Sin este apoyo, sin este fundamento, no nos la podríamos hacer. Lo que soy no está en la medida de nuestro ego, sino en  su dimensionalidad. Es una experiencia al alcance de todos.  Y no consiste sino en hacerse  suya  la realidad en  que ya se es.
    Trátese  pues de una experiencia y, por tanto, la función que ejerce aquí este es va en otra dirección. Este es, no tiene aquí la misma función que desempeña el es de una afirmación   en el mundo de las matemáticas, o en el de los juicios, por ejemplo. Es decir, no consiste en ser un “es” de partida, sino que consiste  en ser un “es”  de llegada. Sin embargo, a estas alturas no se trata de  ontología sino de metafísica.

  • Gonzalo Haya

    Creo que todo eso de “yoes”, ídolos, o demonios es una manera de teatralizar nuestra vida interior; discretamente empleados, como en las parábolas del evangelio o los cuentos orientales, ayudan a comprenderla. Sin embargo el tomarse demasiado en serio esas imágenes, atribuyéndoles una consistencia real, nos lleva a un barroquismo absorbente, que puede desvíar nuestra atención de una sana actividad.

  • ana rodrigo

    Pienso, con mi limitado yo, que nuestro cerebro es capaz de producir una infinidad de “yoes”. Podemos ir, desde determinadas lesiones cerebrales que convierten a una persona, en términos médicos, en un ser vegetativo, a personas que su cerebro tiene capacidades no habituales en cuanto se refieren a aptitudes de las que carecen el común de los mortales. Y en estos tres grupos podemos encontrar infinidad de Yoes, todo depende de las conexiones neuronales que cada cual haya recibido en su gestación y lo que haga con ellas después de nacer por las circunstancias que concurran en su vida.
     
    Más difícil veo eso que dice Francisco hablando de las tres personas de la Trinidad y del demonio, como seres fuera de nosotr@s que entran, hacen y deshacen, como si nuestras capacidades se convirtieran en espectadoras y/o electoras de lo que estos entes exteriores nos proponen, cuando están dentro de nuestro cerebro (yo, como AG, ni lo llamo alma, ni espíritu).
     
    He conocido a personas con lesiones cerebrales de distinta índole, donde no entra ni Dios ni diablo, otro (que falleció hace unos días) al que un accidente le lesionó el cerebro y no tuvo ni opción a seguir viviendo, he conocido personas superinteligentes en determinadas materias, pero inútiles a la hora de llevar una vida cotidiana donde no necesitaba un alto coeficiente intelectual, y un sin fin de etcéteras.
     
    De lo que dicen los textos que he leído de AG, veo su nivel intelectual que le ayuda poco a vivir en paz, buscando sin parar el misterio de nuestra existencia, sus causas y sus inalcanzables objetivos al querer saber empíricamente hacia dónde vamos. La vida es un caminar que según las circunstancias de cada cual, persigue unos objetivos u otros, por sí mismo, según sus posibilidades y circunstancias. No creo que seres exteriores a nosotr@s mism @s actúen en nuestros yoes, el timón de nuestra vida lo llevamos cada cual, abrimos y cerramos puertas, según el yo que actúe y eso que llamamos voluntad.
     
    Es muy importante beneficiarnos de todo aquello que las distintas personas y capacidades nos ofrecen, puesto que todos los yoes son limitados, tenemos la oportunidad de complementarnos e ir abriendo caminos unos junto a otros.
     
    Repito muchas veces lo agradecida que estoy a atrio, a sus artículos y a sus comentaristas, lo agradecida que estoy a la vida por lo que me ha ofrecido a los largo de mis 80 años y por la capacidad y la oportunidad que me ha dado de enriquecer mi cerebro, es decir, mi persona, es decir, mi vida, sin olvidar mis limitaciones y mis equivocaciones. Pasito a pasito se avanza. Los agobios y las angustias no sirven para nada.