Alberto Revuelta suele opinar también quí en esta web dedicada a la protección de refugiados. AD.
Ver a tres ministras del gobierno español, sector PSOE, defendiendo el silencio y la espera decretada por el presidente hasta el 29 del corriente fue un penoso espectáculo tanto político como de la posición de las mujeres, una de ellas vicepresidenta, en el mismo gobierno.
Con el país a medio parar y semi desabastecido, con otros estados de la UE ya adoptando hace días medidas correctoras de los precios , comprobar el absurdo y encabezonado proceder socialista en esta crisis produce vergüenza y estupor. Máxime oyendo al poco convincente ministro de Exteriores en el Senado repitiendo cuál muñeco de don Nicanor tocando el tambor que todo es correcto y se explicará en su momento. La ineptitud de parte del consejo de ministros es más que evidente. Cuando el presidente vuelva de Flandes deberá cavilar sobre el abismo en el que puede encontrarse el país a poco que siga dedicado a callar aquí donde debe hablar pues para eso fue elegido. Alberto Revuelta
Yo siento más que pena, siento preocupación y vergüenza ajena por lo que está haciendo o diciendo y por lo que no está haciendo o diciendo el gobierno en estos días. Es incomprensible, quienes hablan hacen de la voz de su amo y no entiendo cómo pueden comportarse así.
Me ha gustado lo que ha dicho Rufián en el Congreso. La gente entiende del precio de la bombona de gas, del precio de la luz, et. etc., no de grandes, sofisticados y ridículos, para le gente de la calle, super y técnicos discursos. La izquierda gobernando no sabe conectar con la gente, y, cuando tengan que votar, votarán a aquellos que se les entienden lo que dicen. Nunca han sabido explicar las cosas a sus votantes y se tienen que ir con el rabo entre las piernas como malhechores.
De acuerdo en todo, muy penoso lo que está pasando. No solo por lo que callan, también por lo que dicen.
Es ingenuo o quizá otra cosa pensar que mujeres por el hecho de serlo vayan a comportarse en el poder de forma diferente. Las que fuesen diferentes no llegarían a ministras ni a presidentas de Comunidad, país o el FMI. No existe una distinta “esencia” connatural de mujer, y la pena que podamos dar o no por lo que hacemos es exactamente igual a la que dan o no los hombres.