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¿La ley moral contra Dios?

Me identifico plenamente con este artículo de mi paisano y condiscípulo José Ignacio. Sitúa el fundamento de la ética en la situación y la responsabilidad. Y recuerda, como hice yo hace poco, el caso de Bonhöffer. La ley y la ideología, con sus principios universales, son la causa de tantas posturas equivocadas de muchos cristianos fariseos (Kirill) o progresistas. Aquí seguiremos reflexionando y dialogando sobre las grandes crisis mundiales de estos años 20, intentando salir  de la perplejidad. AD.

Parece un título casi blasfemo y, sin embargo, tiene que ver con algo fundamental del mensaje cristiano, tanto en Jesús como en Pablo. Jesús pregunta provocativamente si se pude hacer el bien en contra de lo que manda la Ley (Mc 3,4), o si una enferma que llevaba 18 años esperando tiene que esperar un día más, para cumplir la Ley (Lc 13,16). Y declara que el fariseo de la parábola que ha guardado toda la Ley no estaba justificado ante Dios, mientras que el publicano pecador es aceptado por Dios (Lc 18, 9ss). Pablo repite, en dirección parecida que el hombre no se justifica ante Dios “por las obras de la ley moral”.

1.- ¿Pura teoría?

Tratando de aproximarnos algo a lo que eso significa, podemos echar mano de un rasgo típico de todos nosotros: los seres humanos nunca llegamos totalmente a lo individual: solo conocemos por calificativos abstractos universales, válidos para todos (fulano es varón, español, anciano, ingeniero, perteneciente a tal grupo psicológico…, y varios etcéteras más). Los abstractos, sin duda, nos acercan a lo concreto, pero no nos permiten conocerlo del todo. Hoy comenzamos a decir que “no hay enfermedades sino enfermos”, lo cual tiene su buena parte de verdad. Y la antigua escolástica profesaba un latinajo que, hasta en latín se entiende: “individuum est ineffabile” (no dice incognoscible, porque algo sí que podemos saber y dar a conocer de cada individuo; pero sí dice que no es totalmente comunicable).

Si eso de la filosofía parece muy enrevesado, recordemos otro principio práctico muy importante, que aplica lo antes dicho no al campo del ser sino al del hacer: “no hay regla sin excepciones” y, curiosamente, “la excepción confirma la regla” (no la quebranta sino que la confirma).

Y si de aquí aterrizamos en las conductas morales que son las que tienen que ver con Dios, comenté otra vez más despacio la curiosa coincidencia entre un protestante (D. Bonhoeffer) y un católico (Ignacio de Loyola en sus Ejercicios), en que Dios no tiene una ley universal aplicable a cada persona y a cada caso, sino una voluntad concreta para cada uno. Y lo que todo ser humano debe preguntarse a la hora de actuar es cuál es la voluntad de Dios, para mí.

Por supuesto, como los humanos somos tan parecidos y todos de la misma pasta, la que llamamos “ley de Dios” nos ayudará casi siempre a la hora de actuar; pero no siempre. Jesús que fue un fiel cumplidor de la Ley, se topó con situaciones en las que vio que la voluntad de Dios no coincidía en aquel caso concreto con la llamada “ley de Dios”: aferrarse al principio universal sin atender al caso particular podía ser, para Jesús, lo que nosotros hoy denominamos fariseísmo. Y esa praxis (que fue una de las causas que lo llevaron al Calvario) ha hecho que cambiara para nosotros el significado de la palabra “fariseo”, tan venerable y digna de respeto hasta entonces.

En esa dirección la mejor teología moral habló siempre de “casos límite” (donde la vigencia de la ley se oscurece) o de “moral de situación” (que intentaba acercase más a lo particular de cada caso). Y debo reconocer que todo eso, por muy verdad que sea, no deja de ser una verdad muy peligrosa: podemos confundir tranquilamente lo particular de un caso con nuestro egoísmo “particular”. (Y el ejemplo de la supuesta licitud de la pena de muerte -hoy cuestionada “gracias a Dios”- puede ser un aviso de la seriedad de ese peligro).

2.- También praxis

¿Qué a dónde quiero ir a parar con tantas especulaciones inútiles? No se preocupe usted que en seguida lo vemos. Todo lo anterior creo que tiene algo que ver con el conflicto que estos días divide a los de Podemos y que, además, parece ser el mayor que se ha dado en nuestro gobierno de coalición. La pregunta hiriente de ese conflicto es esta: ¿es lícito enviar armas a Ucrania? ¿O hay que atenerse al principio universal: “el único camino para la paz es la vía diplomática, nunca las armas”?

Siendo personalmente partidario del principio podemita, debo añadir que, en este caso particular, y en el día de hoy, no lo considero aplicable. Y creo que hay que felicitar, tanto a Pedro Sánchez, por haber tenido la valentía y la humildad de cambiar de opinión, como a Yolanda Díaz por haberse separado de las tesis de su partido. (Debo añadir que, en prácticamente todas las disputas planteadas en nuestros últimos años, me he sentido más cercano a la postura de Podemos que a la de los otros litigantes. No creo pues que hablo por despecho).

Por supuesto, la vía diplomática no hay que dejarla nunca: ahí está el bueno de Macron haciendo lo que muchos consideran ridículo por si puede, no parar la guerra sino evitar algunas muertes. Pero la pregunta hoy es si a esa vía diplomática hay que añadir algo más, preguntando como Jesús: ¿es lícito curar a una persona en día de sábado? (y los no cristianos tomen esto como una referencia solo genérica y no como un modelo particular: porque sin conocer lo que significaba el sábado para los judíos de aquella Palestina, la pregunta de Jesús queda muy descafeinada). Por eso añadiré otro ejemplo más actual.

El pastor protestante y mártir de Hitler, D. Bonhoeffer antes citado, era un partidario acérrimo de la no violencia. Y un buen día se encontró con el siguiente caso: si yendo por un camino, veo que alguien está maltratando a un débil (tratando de violar a una niña o lo que sea), estoy obligado a evitar aquel crimen, aunque sea haciendo daño al agresor (por supuesto: el menos daño posible, pero el que sea preciso). Este principio (o este sentido de la excepción), llevó a Bonhoeffer a involucrarse en una conjura contra Hitler que acabó planteándole esta otra pregunta: si hay que matar a Hitler y me toca hacerlo a mí ¿debo decir que no, alegando que soy pastor…?. Y acabó tomando esta decisión sorprendente: si me toca a mí matar a Hitler lo aceptaré. Pero antes saldré de la Iglesia (a la que tanto amaba), y no por las cosas que tenga contra ella, sino para que nunca se pueda decir que un eclesiástico se permitió ser violento.

Por supuesto, esa decisión podrá discutirse. Y no la cito porque sea de validez universal, sino para mostrar la grandeza de aquella alma y lo difícil que llegan a ser las decisiones morales ante las que, a veces, puede ponernos la vida.

Volviendo a la disputa actual; por desgracia ya no se trata solo de evitar la guerra. Se trata, además, de si alguna presunta víctima puede dejar de serlo. La vía diplomática habrá de permanecer siempre. Pero sin olvidar que mientras unos discuten, otros van cayendo muertos: dejando hijos huérfanos, mujeres viudas y corazones rotos. Y sin olvidar tampoco que los casos-límite y las excepciones, existen con más frecuencia de la que quisiéramos.

Y para nosotros occidentales: sin olvidar tampoco que ahora se cumplirán once años de la actual guerra de Siria. La cantidad abrumadora de sufrimiento acumulado allí, nos ha preocupado mucho menos: quizá porque quedaba lejos de nosotros y porque a ella estaban vinculados los intereses de muchas potencias. ¿Quién sabe si, de haber sabido poner fin a esa barbarie de Siria, no tendríamos ahora esta otra?

En total: hay a veces excepciones que pueden confirmar la regla. Y el fariseísmo puede ser tentación tanto de las derechas como de las izquierdas. Pues es tentación de todos los seres humanos, como seres morales que somos.

5 comentarios

  • Juan A. Vinagre

    Añado esta reflexión -que comparte la de J. I.- en torno a dos casos concretos que se encuentran en actitudes- comportamiento de Jesús de Nazaret.  Conductas que contemplan, con una visión más completa, la persona y sus circunstancias. Y por ello, sugiere que, de alguna manera, la moral debe tener en cuenta la situación personal…  Una buena ética no debe regirse solo por principios abstractos.  El ser humano es un ser concreto dentro de sus circunstancias. Circunstancias que a veces implican de lleno lo más íntimo de la persona.       Pues bien,  esos dos casos concretos -y hay más de dos-, que reflejan una actitud comprensiva y adaptada a las circunstancias son:                1) Nicodemo: Jesús lo recibió en secreto (no le exigió más en sus circunstancias…)         2) La respuesta de Jesús a sus hermanos, que le proponían subir a Jerusalén como ellos.. Y a los que Jesús respondió: Yo no voy… Id vosotros. Y, sin embargo, después fue (en secreto), pues sabía que le esperaban para prenderlo… San Agustín, analizando esta respuesta, que no entendía -su moral era un poco rígida?-, concluyó: “Non est mendatium, sed misterium”. El problema, aún no resuelto en muchos docentes y “servidores” de la Iglesia, es que por su interpretación rígida -en el fondo, literal de las normas-  ven la flexibilidad  -el espíritu de la flexibilidad-  como una infidelidad a los principios (abstractos).  En suma, con frecuencia la tradición hace incompatibles moral y flexibilidad, letra y espíritu… Este modo de pensar y actuar equivale al sábado, intocable, que no admitió Jesús. Y no lo admitió porque miraba más a fondo la realidad interior personal -las circunstancias personales…-,  y porque se guiaba por una jerarquía ética de los valores. (Etica es respeto a una jerarquía de valores humanos.) El hombre es más que el sábado…        El caso Bonhoeffer… es un gran ejemplo de cristiano, de testimonio y de mártir por su fe…      Sin olvidar que, aunque Jesús pedía coherencia de vida -obras-, también aconsejó prudencia,  (hay lobos…)  Jesús era realista.  Lo que no debe confundirse con la cobardía o la complicidad.   De nuevo, la circunstancia…   El heroísmo lo dejó como opción libre, bien meditada…

    La dicotomía   “rigidez-flexibilidad”  se puede aplicar hoy a “renovación-tradición”  en la Iglesia… Tradición que tiene muchos rasgos de “sábado”.  Todavía quedan muchos “sábados” por desmitificar…

    Termino con una pregunta: ¿Tanta rigidez se debe  -además de los principios teóricos abstractos, fijos, “eternos” que llaman muchos- también al afán de poder y de querer saberlo todo y para todos los tiempos? ¿Esta rigidez entiende bien el proceso creativo en evolución, dentro del que vivimos…?

     

  • Gonzalo Haya

    Destaco especialmente la curiosa coincidencia entre un protestante (D. Bonhoeffer) y un católico (Ignacio de Loyola en sus Ejercicios), en que Dios no tiene una ley universal aplicable a cada persona y a cada caso, sino una voluntad concreta para cada uno. Y lo que todo ser humano debe preguntarse a la hora de actuar es cuál es la voluntad de Dios, para mí”. Esto me habría venido muy bien en Roma cuando me pusieron el veto por mi aproximación a “la ética de la situación”. También me han parecido muy acertados en este sentido los consejos del Papa Francisco al leer a Biblia: El Señor invita siempre a dar un paso más; pero no exige una respuesta plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible” Evangelii Gaudium nº 145-54

  • Isidoro García

    Magnífico el artículo, (¡este sí, cuando trata de temas de los que es una autoridad, y no en sus artículos políticos y económicos, en los que habla un opinador más!), del maestro González Faus.

    Pero yo querría ir más allá del caso concreto de la guerra de Ucrania. González Faus, lo que viene a decir, es que toda Ley, y toda ideología concreta, está hecha como vademécum y guía útil a la gente que no piensa por su cuenta.

    Por eso yo pienso que la estructura de las Iglesias, está hecha para ser Iglesias de “carboneros”, para personas que o no han tenido la posibilidad de formarse mínimamente, o directamente han preferido, ser guiados, ser buenas ovejas, obedientes al pastor.

    Lo malo es que las Iglesias, por instinto de “auto engrandecimiento” de todas las instituciones, no solo no se preocupan en ayudar y favorecer el proceso de maduración humana de sus miembros, sino que explícitamente, inhiben dicha maduración, promoviendo el servilismo y obediencia ovejuna que tanto exaltan, como virtudes de la obediencia y de la humildad.

    Es verdad, y González Faus lo señala, que el criterio propio del humano en vías de maduración, es muy peligroso de excesos, y de múltiples errores, pues no hay nada mas peligroso, que saber un poco de algo, y creerse que ya lo sabe uno todo.

    Pero es que el proceso de maduración sabia, tiene eso, que consiste en equivocarse, y equivocarse y equivocarse,… pero cada vez menos, y menos, y menos.

    El proceso de perfeccionamiento humano clerical, su ascética, inhibe la autonomía propia. Unidos como una pinza maligna, el ocupar mucho tiempo en rezos insistentes a un Dios, que parecería sordo o tonto, que hay que repetirle las cosas mil veces, y el ocupar otro gran espacio de tiempo a los ignacianos “exámenes de conciencia”, que generan escrúpulos neuróticos y casuísticos, merman mucho el tiempo necesario para una formación cognitiva potente, e imprescindible para para un buen discernimiento moral personal.

    Además, el contar con una explícita dirección espiritual externa, o una implícita del confesor, no hace necesario afinar mucho nuestro discernimiento personal: otros dirigirán nuestra vida, con mejor o peor criterio, pero siempre según su criterio.

    Este proceso ascético del “examen de conciencia”, favorece que uno este concentrado y enfocado en lo que no hay que hacer, más que en lo que hay que hacer. Y así la creatividad humana se anquilosa.

    Cada uno debe responder de los pocos o muchos “talentos”, que Dios le haya otorgado, y no resguardarse en confesores y maestros, abandonando lo mejor que tenemos y es nuestra fuente interior de sabiduría.

    Nos falta autonomía y libertad personal, porque la hemos sacrificado en nuestros “guías”, que vete tú a saber, si son sabios o no, y que hoy dicen A, y mañana dirán B, si cambia el Papa, y vienen nuevas directivas de Roma.

  • mª pilar

    Totalmente de acuerdo.

    ¡Gracias por esta clara explicación, la agradezco de corazón.

    Este claro lenguaje me retrotrae… a años vividos… y que ahora, falta un lenguaje claro y contundente para despertar de muchas “muletillas” que se han inventado para hacer prevalecer una: Palabra que está muy clara si no se debería manipular.

    Gracias de corazón.

  • Javiierpelaez

    Unidas Podemos tiene diversas posiciones sobre el envío de armas para ser exactos…Macron se ha hecho unas fotos que revelan el estreñimiento clásico de los franceses…En cuanto a si enviar armas es pacifista o no,depende que se entienda por ser pacifista…Uno siempre tiene que diferenciar entre la posición personal(yo desde luego, personalmente no me inclino por participar en ningún conflicto bélico en que esté implicado mi país) y lo que cabe exigir a los demás…Yo creo que uno sólo puede exigir que la actitud de los demás se adapte a lo de uno ,cuando uno tiene una respuesta moral y eficaz que explicar a los demás…Yo soy objetor de conciencia,pero a día de hoy los objetores de conciencia ,ni los teóricos de la desobediencia civil saben/sabemos cómo se contrarresta una invasión armada de un territorio como la que analizamos…Es cierto que ha habido históricamente ejemplos de resistencias no violentas contra ocupaciones de territorios(con menor o mayor eficacia),pero no tenemos modelo… Evidentemente el ejército español,los ejércitos,cumplen muchas funciones que nada tienen que ver con la defensa del territorio (cuanto más el complejo militar industrial).. Luego está el hecho evidente que uno tiene que diferenciar entre lo que piensa personalmente y lo que tiene que hacer como gobernante…El mismo Zelenski es cómico y no sabe disparar certeramente…Sabe del valor de su vida para sus conciudadanos y para su moral bélica…Y además le han elegido para que defienda su país….Por lo demás a efectos prácticos el armamento que manda España no aumenta ostensiblemente la escalada..Otros dirán que manden más…Esto de que se líen a tiros los demás es muy bonito…