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Kiev entre tres razones del corazoncito de Putin

Mientras no cese la guerra, hay que seguir informándose, analizando datos y procurar entender lo mejor posible la complicada siuación. Ayudan analistas como Rafael POCH de quien hemos publicado algo y que intervino el día 23, horas antes de la invasión, en un Seminario de la UNED aún disponible. Y hoy me encuentro con el el general retirado Pedro Pitarch, que se muestra buen profesional en su análisis de hoy que me decido a publicar. Que un militar no es necesariamente de derechas me lo enseñó antes que nadie su hermano José Luis, valenciano y amigo mío, que en los años setenta se comprometió en la EMED, siendo juzgado y expulsado del ejército. Y el análisis de Pedro lo ha reproducido también El Confidencial andaluz. Busquemos realismo primero y después esperanza utópica. AD.

En el desarrollo del conflicto en Ucrania y al margen de consideraciones morales y éticas ―lo que es mucho arrinconar―, Putin se ha mostrado, hasta ahora, como un hábil gestor de crisis, además de un clásico en la dirección estratégica del poder operacional ruso.

Hasta hace cuatro días, muchos no comprendieron que “los rusos de maniobras”, próximos a las fronteras ucranianas, no eran un bluf. Y que, por el contrario, el gran volumen de efectivos rusos en presencia, al incluir toda suerte de apoyos de combate y logísticos, constituía una formidable fuerza militar capaz de entrar en combate rápidamente. Fuerza con la que Putin, contando con una atmósfera doméstica falta de apreciables contrapesos políticos, judiciales y mediáticos ―el sueño quimérico de cualquier político occidental―, disponía así de una herramienta viable para el logro de sus fines.
El nuevo zar, para incrementar su peso y poder negociador, y siempre dueño de la iniciativa y del control de las fuerzas rusas, desató la invasión del suelo ucraniano, tras cegar sus comunicaciones y sistemas de mando y control, en la madrugada del pasado día 24 de este mes. Las operaciones militares, rápidas y de alcance limitado, tenían por objetivos principales: Kiev (prioritario), así como Jarkov, y Jerson para, apoyándose en el curso del río Dniéper, alcanzar y mantener una linea fuerte de noreste a sur del país que no solo pondría a Odesa a tiro de piedra, sino que, asimismo, aseguraría el Donbás, resguardaría Crimea y convertiría el mar de Azov en un “lago” ruso. Tal línea, junto a la supuesta caída de la capital, debían llevar al actual gobierno ucraniano a desaparecer, o a sentarse a la mesa para aceptar la partición de su país.
Las operaciones, hasta ahora, se han desarrollado como (supuestamente) estaba previsto. Sin embargo, parecen atascadas en Kiev. Y la capital de un país es, “per se”, un objetivo estratégico fundamental, tanto por albergar el cerebro de su gobernanza, como por el tremendo efecto simbólico que conllevaría su caída; en este caso, desmoralizador para los ucranianos y revitalizador para los rusos. Y a la inversa. Por ello, la demora en la toma de Kiev juega en contra de los rusos. ¿Por qué entonces teniendo las fuerzas rusas no ya la superioridad aérea sino su pleno dominio, así como un ejército formidable y un balance en presencia muy favorable, parecen estancadas en los arrabales de la capital ucraniana y no entran en ella, si fuera preciso, “como elefante en una cacharrería”?
Por, al menos, tres razones. En primer lugar, porque Putin, sin renunciar a ganar el conflicto (acaba de subir la puja poniendo en estado de alerta a sus fuerzas de disuasión nuclear), no descarta una salida negociada, que podría producirse pronto y, para ello, necesita un interlocutor.
La segunda, más técnica y práctica, es que tirar adelante “con todo” en un plano del combate urbano ―en general, más favorable al defensor bien parapetado―, es mucho más complicado que hacerlo en campo abierto. Por, entre otros: limitación de movimientos y de campos de visión; infraestructura subterránea desconocida; actuación de francotiradores; proliferación de letales artefactos explosivos improvisados; y menor efectividad de las armas pesadas. Conllevaría, además, una previsión importante de bajas propias.
Y la tercera razón es más emocional. Quizás, algo ingenua. Porque Putin, ante una potencial defensa numantina de Kiev, difícilmente podría olvidar que Kiev es el origen común de “todas las rusias”: Ucrania, Rusia y Bielorrusia (por ello, este conflicto tiene muchos rasgos de guerra civil). Ya en el siglo IX Kiev era el corazón de la Rus de Kiev que se extendía desde el Báltico hasta el mar Negro. Consecuentemente, una operación que arrasara a Kiev, donde las víctimas civiles serían enormes, no solo sería una monstruosidad histórica, sino también un espantoso atentado contra el propio ser del alma rusa. Y Putin, quizás, también tenga su corazoncito. Esas tres razones combinadas, tal vez, ayuden a explicar qué es lo que, ahora mismo, está pasando allí.

3 comentarios

  • Mi teniente, permítame llamarle así, porque ese era el empleo que usted tenía cuando yo era recluta en el CIR 7 de  Marines y usted el teniente dicharachero y con la gorra calada a su aire de la tercera o cuarta compañía, no recuerdo bien. El de mi compañía, más reservado, era hijo de un teniente general que años después sería asesinado con su chófer por ETA. Me ha producido una honda pena su escrito. Uno creía que los militares tenían, al menos como Putin, también su corazoncito. En los manuales de ética se distingue entre ética descriptiva y ética normativa. La descriptiva se limita a exponer los hechos, sin aportar juicios de valor. Suele citarse el Holocausto para ejemplificar la distinción: el relato del mecanismo d funcionamiento de las cámaras de gas, por la descriptiva, y la abominación como crimen execrable el sacrificio de tantos inocentes. Usted se queda en lo primero, como si de un parte militar se tratara: bajas, armamento, contendientes, zonas de guerra, intendencia. Un poco más y nos habla de cotas, como en el trabajo de negro que tuve que hacer para el capitán de la compañía en su curso de ascenso a comandante. No, mi teniente. En Ucrania no hay contendientes, hay un ejército asesino. Y personas que mueren, han sido obligadas a huir, a perder sus casas. El alma rusa importa un pimiento. No hay que ser neopositivista para dejar desnuda la palabrería. Lo que importa son los asesinados. Lo de bajas es lenguaje castrense en una guerra, aunque sea civil, que no es el caso.

    • Amén.

      Entiendo que los “especialistas” analicen de forma fría y profesional lo que está pasando en Ukrainia, pero no debemos ,las personas que no somos profesionales del tema,  eliminar de nuestra reflexión la vertiente ética o moral (y por lo tanto la emocional).

      Lo que está pasando en Ukrainia es una agresión directa de un tirano dictador con los cojones muy grandes a un país que fue engañado por ese tirano y por los países occidentales que les convencieron a hacerlo (y por lo tanto somos culpables en parte), pidiendo que entregara su arsenal nuclear disuasorio a cambio de protección contra el psicópata asesino.

      Es una agresión a un país libre y democrático (Le guste a uno o no el gobierno que hayan elegido. A mi no me gusta el nuestro y no pongo en duda su legitimidad democrática) que está dejando vidas en el camino y miles de refugiados.

      Hoy en televisión, salió una mujer llorando porque su marido (viven en España) ha regresado a defender su país, su tierra y su gente.

      Si los occidentales, empezando por los europeos y terminando por los gringos (que hasta ahora se han puesto de perfil) se toaran en serio a Putin como se tomaron en serio a Hitler en el 39, quizás Putin se metiera su arsenal nuclear por el agujero que más le guste y quizás, sólo quizás, se limitaría a seguir acumulando dinero a espuertas y poder a paletadas pero con sus queridos rusos.

      La guerra no es buena, lo se. Pero a veces poner la mejilla no resulta.

       

      • mª pilar

        Muy cierto siento su comentario; a veces parece que no tomamos en serio este…¿Cómo llamarlo?…personalmente lo llamaría:

        “Un hombrecillo pagado de si mismo, lleno de engreimiento personal, rico hasta la saciedad y ansioso sin límites, que está al mando de una poderosa nación”.

        Me niego a creer que todos los pobladores de Rusia, no tengan sentimientos, y se queden callados ante esta guerra sin sentido, injusta hasta decir:

        ¡¡¡Basta ya!!! 

        ¿A caso el pueblo ruso, disfrutará de alguna manera de las glorias que su presidente…que no da muestras de tener sentido común… conseguirá  con esta guerra?

        Si todos los países sintieran en sus carnes el dolor de Ucrania, estaríamos de verdad, dispuestos ha parar este sinsentido de todas las formas que fuéramos capaces.

        tengo el corazón entristecido por tanto dolor como están sufriendo, por la vanidad sin fin de una “hombrecillo” con demasiado poder, y una obediencia ciega de quienes le rodean en el mando.

        No sé, como puedo ser eficaz ante este terrible ataque, pero haré aquello que esté en mis manos, aunque sea muy pequeña mi ayuda, ante el tremendo dolor que están sufriendo.