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¿Hay maneras de evitar el fin del mundo?

En todas las épocas, desde las más antiguas, como por ejemplo cuando se inventó el fuego, han surgido imágenes del fin del mundo. De pronto el fuego podría quemar todo. Pero los seres humanos consiguieron domesticar los peligros y evitar o postergar el fin del mundo. En la actualidad no es diferente. Pero nuestra situación tiene una singularidad: de hecho, no imaginariamente, podemos efectivamente destruir toda la vida visible, tal como la conocemos. Hemos construido el principio de autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas que, activadas, puede eliminar la vida visible sobre la Tierra, salvaguardados los microorganismos que por quintillones de quintillones se ocultan debajo del suelo.

¿Ante este eventual Armagedón ecológico qué podemos hacer? Sabemos que cada año millares de especies de seres vivos, llegados a su clímax, desaparecen para siempre, después de haber vivido millones y millones de años en este planeta. La desaparición de muchos de ellos está causada por los comportamientos voraces de una porción de la humanidad que vive un super-consumismo y se encoge de hombros ante los eventuales desastres ecológicos.

¿Nos habrá llegado el turno de ser eliminados de la faz de la Tierra, ya sea por nuestra irresponsabilidad o porque ocupamos casi todo el espacio terrestre de forma no amigable sino agresiva? ¿No habríamos creado de esta forma las condiciones de no retorno y de ahí nuestra desaparición?

Todo el planeta, afirman algunos microbiólogos (Lynn Margulis/Dorion Sagan), sería una especie de “cápsula de Petri”: son dos placas que contienen bacterias y nutrientes. Al percibir el agotamiento de estos, ellas se multiplican furiosamente y, de repente, mueren todas. ¿No sería la Tierra una cápsula de Petri y nuestro destino semejante al de estas bacterias?

En efecto, los humanos ocupamos el 83% del planeta, agotamos casi todos los nutrientes no renovables (the Earth Overshoot), la población ha crecido en el último siglo y medio de forma exponencial y así entraríamos en la lógica de las bacterias de la “cápsula de Petri”. ¿Iríamos fatalmente al encuentro de un fin semejante?

Como somos portadores de inteligencia y de medios técnicos además de valores ligados al cuidado de la vida y de su preservación, ¿no tendríamos condiciones de “retrasar el fin del mundo” (en la expresión del líder indígena Ailton Krenak) o de “escapar del fin del mundo,” expresión usada por mi? No olvidemos la seria advertencia del Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti (2021): “estamos todos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie” (n.32). Tenemos que cambiar, en caso contrario vamos al encuentro de un desastre ecológico-social sin precedentes.

Agrego algunas reflexiones que apuntan hacia una posible salvaguarda de nuestro destino, de la vida y de nuestra civilización. Nos parece esperanzadora esta reciente afirmación de Edgar Morin:

“La historia ha mostrado varias veces que el surgimiento de lo inesperado y la aparición de lo improbable son plausibles y pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos”. Creemos que ambos –lo inesperado y lo plausible– son posibles. La humanidad ha pasado por varias crisis de gran magnitud y siempre consiguió salir y de forma mejor. ¿Por qué ahora sería diferente?

Además existe en nosotros aquello que fue recogido por el Papa en la referida encíclica: “os invito a la esperanza que nos habla de una realidad enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y de los condicionamientos históricos en que vive” (n.55). Ese principio esperanza (Ernst Bloch) es fuente de innovaciones, nuevas utopías y prácticas salvadoras.

El ser humano se mueve por la esperanza y se presenta como un ser utópico, es decir, como un proyecto infinito. Siempre podrá escoger un camino de salvación, pues el deseo de más y mejor vida prevalece sobre el deseo de muerte.

Generalmente, lo nuevo posee la naturaleza de una semilla: comienza en pequeños grupos, pero carga la vitalidad y el futuro de toda semilla. De ella brota lentamente lo nuevo hasta ganar sostenibilidad e inaugurar una nueva etapa del experimento humano.

En el mundo están actuando por todas partes los nuevos Noés, construyendo sus arcas salvadoras, o sea, ensayando una nueva economía ecológica, la producción orgánica, formas solidarias de producción y de consumo y un nuevo tipo de democracia popular, participativa y ecológico-social.

Son semillas, portadoras de un futuro de esperanza. Ellas podrán garantizar una forma nueva de habitar la Casa Común, cuidando de ella, con todos los ecosistemas incluidos, viviendo, quien sabe, el sueño andino del bien vivir y convivir o la biocivilización del Papa Francisco.

*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y escritor y ha escrito Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Record, Rio 2010.

Traducción de Mª José Gavito Milano

3 comentarios

  • carmen

    Si, según cuentan las estrellas enanas amarillas como nuestro sol, acaban siendo gigantes rojas  nuestra estrella, el y engullirá las órbitas de Mercurio, Venus y La tierra. Y de hará tan grande que no aguantará su masa y zas!! Explosión. Y quedará reducida a un punto brillante , cargadico de energía hasta que desaparezca apagándose. Me encanta. Todo esto con permiso de los que piensan otra cosa.

    Este señor identifica la salvación del planeta con la salvación de la vida, y más concretamente con la continuidad de la especie humana. Pero claro, para el que tiene en su cabeza la idea de un Dios que ha elegido a la especie humana por las causas que sean para lo que sea, pues dirán que ya lo dicen los profetas, que llegará un día en el que todo se acabará y volverá Jesús a reinar, todo eso del apocalipsis. Se llaman creencias religiosas y me parecen muy bien.

    Por cierto, vi unos vídeos de un señor que se llama  Juan Mateos, que explica el apocalipsis de una forma como para aplaudir. Pero claro, creo que al final de su vida tuvo algún problema que otro.

    En fin.

    Creencias, ideas.

  • NO.

    Dentro de 5.000 millones de años el Sol acabará con el planeta Tierra.

  • carmen

    La vida siempre, siempre se abrirá camino.

    Y todas las especies empiezan a serlo cuando se ha extinguido aquella de la que procede. Los humanos somos una especie más de este planeta llenito de vida. Llegará un momento en que desaparezcamos para dar lugar a otra especie nueva , o no .

    La vida es así.

    Las especies que en un momento dominaron el planeta a lo largo de su historia, acaban implosionando por unas causas o por otras. Sobre todo el cambio en el medio es absolutamente destructor. Es cierto que nuestra especie tan inteligente ha creado medios para autodestruirse, pero no para acabar con la vida en el planeta, siempre se abrirá camino. Hasta que todos los medios del planeta no permitan la vida en ningún punto de él. Y eso no está en nuestra mano.

    No somos tan tan importantes ni tan definitivos ni tan reyes de la creación. Y si no somos capaces de gestionar nuestros propios conocimientos, quizás nos merezcamos desaparecer.

    Mucho cuidado, Todos. Todos sabemos lo que sucede y  la práctica totalidad cierra los ojos porque le trae cuenta no pensar. No hay diez responsables en nuestro planeta. Somos todos responsables.

    Al menos eso pienso. Estaré equivocada una vez más.