Es tal la importancia de esta contestación de Javier Elzo a la recensión que de su libro ha hecho Carlos Díaz, que merece sea publicada como nueva entrada. Vayan los comentarios, ya iniciados en el hilo de Carlos, tanto aquí como allí, pero conociendo esta contestación del autor del libro sobre un tema, el futuro del cristianismo en España, que seguimos considerando apasionante. AD.
Gracias de entrada, querido Carlos, por interesarte por mí trabajo sobre el futuro de la religión en España. Más aún por haber emitido un juicio crítico – como debe ser- al mismo. Creo que, en el fondo, en el texto de Carlos, no se da la imprescindible separación entre los planos sociológico y teológico. En mis análisis trato de diferenciarlos, aunque no siempre lo logro, pues yo soy un sociólogo que es creyente, pero cuando hago sociología trato de mantener la autonomía de ambos campos y, particularmente, no introducirme en exceso (lo que algunos me cuestionan) en el campo teológico, aunque nunca he ocultado mi opción de fe cristiana en la confesión católica.
Por otra parte, respecto del futuro de la Iglesia y de la fe católicas, me manifiesto en mis libros con un planteamiento positivo. Llevo años escribiendo que “la edad de oro” del catolicismo no está en el pasado, sino en el futuro, lo que ha dado lugar a que algunos comentaristas me han etiquetado, exageradamente, como apóstol de la esperanza.
Pero, eso sí, mirando al futuro propugno otro modelo de Iglesia y de fe, más de elección que de encuadramiento, sin oponerlos radicalmente. Creo que, a menudo, leemos la religión, y la religiosidad de las personas, desde nuestra situación de la era secular con cierta añoranza de la era de la cristiandad. Pero, como escribe Émile Poulat, “la historia vive de génesis; ignora la palingénesis, ese retorno de las cosas a un estado anterior y al viejo orden”. En el último capítulo de mi libro, ya avanzo algo en ese sentido, cuando me refiero a la emergente era post-secular, de la que he mostrado algunos atisbos y que es parte central del nuevo libro en cuya redacción me encuentro. Claro que es más fácil ver lo que fenece que lo que surge.
Escribe Carlos, “¿están, estamos los católicos enamorados de la causa de Jesús, en él, por él y con él?, ¿les entusiasma más que nada el Reino, o esa tarea ya la hizo Jesucristo y nosotros a redituar confortablemente su pasión, sopitas y buen vino, hagamos tres tiendas?, ¿qué peso real y no meramente virtual se concede a Jesucristo en la vida de la Iglesia en cada uno de los católicos?”. Pero, ¿cómo puede medir la sociología empírica el enamoramiento de los católicos por Jesucristo y su peso real y no virtual en la vida de la Iglesia? A lo más que puede llegar es a determinar qué indicadores utilizar para los comportamientos de los católicos y los no católicos y ver el resultado. Es una cuestión de enorme complejidad que intenté fallidamente hace años, sobre lo que supone “ser católico”. Pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones mirando a la historia, incluso reciente.
Por último, escribe Carlos que “poner como lo hace este libro, la sanación y revitalización del espíritu del cristianismo en una ´orientación antropológica y en una novedad histórica independientemente de su religión, de forma que todo confluya hacia lo humano, hacia el bien común, a la ayuda mutua, a la fraternidad, hacia un humanismo basado en la fraternidad´ constituye una descomunal petición de principio”. En realidad, la primera parte de la frase que pongo en cursiva, responde a una afirmación recortada del último libro, escrito por Joseph Moingt, ya centenario, y que concluye así, “que había creado un impacto tan fuerte que algunos analistas habían detectado en él, el anuncio del fin de la religión”. Y cerrará su libro Moingt con estas palabras: “De este modo, el espíritu del cristianismo, entendido como una facultad de juicio, será restaurado a la mente del hombre, independientemente de su religión, y eso es lo que significa el título de este libro: no reivindicación de propiedad, sino hacer partícipe de un bien común y llamada a la entreayuda”. Yo comulgo con ese planteamiento. De hecho, estas citaciones están al final del último capítulo de mi libro, antes del epilogo, del que el amigo Carlos hubiera podido extraer mi propia experiencia religiosa, fruto de una situación empírica donde las haya.
Nada más, querido y recordado Carlos. Con un abrazo fraterno
Javier
Donostia San Sebastián, 11 de enero de 2022
Porque, qué quieren que les diga, que hablen de los cristianos como seguidores del evangelio, me parece una broma. Otra cosa es que haya católicos, protestantes, ortodoxos y demás que a nivel personal lo sigan.
No sé si soy una voz autorizada para hablar. Soy una mujer bautizada, confirmada, casada por la iglesia y que ha bautizado a sus hijos. Si consideran a la iglesia como comunidad de personas, supongo que estaré autorizada, pero si consideran que únicamente están capacitados para hablar la élite de teølogos y de grandes pensadores de dentro de la iglesia, obviamente no lo estoy.
Pero vayan planteándose que quizás ha sido un error enorme el no escuchar a los católicos de a pie. Insisto. Es mi opinión, así pienso y eso creo. Pero bueno. Doctores tiene la iglesia.
Pues a mí me encantaría leer algo que me aclarase desde un punto sociológico qué pasa con el cristianismo. Qué ha sucedido. No desde el punto de vista religioso, eso ya lo he observado en las personas que me rodean. En mí misma. No es solo cuestión de fe. En absoluto. Porque el cristianismo ha impregnado toda la sociedad desde que en el imperio romano se declaró religión oficial.
Ojalá este libro me aclare alguna idea. No lo sé. El cristianismo no es únicamente una religión , al margen de la sociedad. Tampoco es únicamente cuestión de fe. De fe exactamente en qué?
No sé. A lo mejor porque soy española y se la influencia que ha tenido el cristianismo, el catolicismo en la sociedad en la que he nacido, he sido niña, adolescente, joven, adulta y ahora ya me adentro en la senectud.
Es un tema muy interesante para mí. A lo mejor otras personas con su fe tienen suficiente. Pero creo que es un tema mucho mucho más complejo y cualquier análisis puede ser interesante. A mí me lo parece. No creo que sea algo poco importante.
A ver qué leo en el libro. Desde luego si va desde la óptica de que tenemos que seguir el evangelio, de ese tema ya me he retirado. Suficiente. El cristianismo es mucho más que unas creencias. Muchísimo más.
Eso creo, pienso, opino.
Creo que en todo análisis prospectivo que intenta vaticinar acontecimientos futuros es esencial tener en cuenta dos parámetros, uno es el tiempo que acota lo que se predice y otro el contexto sociológico en el que se produce. Al no haber podido leer aún el libro en cuestión, carezco del primer referente y por ello me pregunto si éste se refiere a un tiempo más o menos próximo o a uno definitivo. Teniendo en cuenta que todo tiempo futuro siempre es transitorio, también lo sería la conclusión de dicho análisis, por lo que entraríamos en una dinámica repetitiva a lo largo del tiempo y todo análisis tendría fecha de caducidad. Si el análisis fuese en términos definitivos, es decir que las conclusiones ya fuesen mas o menos estables a lo largo de todo tiempo futuro, creo que la situación y contexto de dicho análisis cambia radicalmente.
El autor de este artículo comienza diciendo que trata de mantener la autonomía del plano sociológico frente al teológico, no introduciéndose en exceso en el segundo, para continuar más adelante proponiendo otro modelo de iglesia y de fe – mas de fe que de encuadramiento pero sin oponerse radicalmente – Aquí en este punto es donde considero que el carácter eminentemente sociológico no puede desligarse del análisis teológico, es más, atañe a este último la iniciativa que intente encontrar una correcta visión del cristianismo y la fe en ese futuro propuesto, pues el futuro último de ambos es un futuro escatológico y además todos los futuros intermedios también deberían estar impregnados de dicho carisma, salvo que se quiera proponer otro completamente nuevo, en referencia a una génesis frente a una palingénesis.
Opino que todo análisis sociológico, tanto si hablamos en términos temporales transitorios como definitivos que involucre a la fe – fundamento de toda creencia religiosa -, no puede tratar como un epifenómeno a la misma, con lo que el plano teológico no puede quedar relegado frente al sociológico y menos si este es realizado por una persona creyente y es por ello que encuentro muy pertinentes las cuestiones planteadas por quien es el motivo del presente artículo, Carlos Diaz , amigo común y de quien supongo que sí se ha leído bien el citado libro, el cual intentaré encontrar y leer.
Gracias Javier Elzo, claro, conciso y sobre todas las cosas:
¡Esperanzado! Y comparto esa esperanza.
Está visto, que el ser humano aprende muy lentamente; esta personilla que soy, también comparte esa su mirada, y será una epoca nueva, vibrante, luminosa, y podrán vivir en ella sea quien sea, que busque aquello que Jesús proclamó.
Gracias de corazón.
Hola señor Elzo.
Un gustazo leerle.
Yo no estoy enamorada de Jesús, ni se me ha pasado por la cabeza, bastante he tenido con el amor a personas que no son Dios, aunque a veces parecía que se lo creían. Seguramente no soy una buena cristiana. Y mucho menos una mística. Soy lo que viene siendo una persona normal.
Leeré su libro. A ver si fuese lo que estoy buscando, un análisis de cómo está actualmente el cristianismo en Europa y/o en España desde un punto de vista sociológico y no religioso.
Gracias.
Vaya por delante mi saludo a don Javier, celebrando una vez más su recuperación, pues fue una de las primeras víctimas de la Covid y nos mantuvo muy preocupados por su salud, por lo que recibimos con mucha alegría la publicación de su último libro. Entiendo que en teología no podemos olvidar los estrechos vínculos con Jesús Martínez Gordo y que refleja en sus escritos.
Para los atrieros recordarles que en julio (26 de julio de 2021) nos regaló “Un cristianismo para la era secular y post-secular”.