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«Apaiz kartzela» y la jerarquia actual de la Iglesia vasca

Mi hija Monse me envía este  artículo para los amigos de ATRIO.  Ya veo que no es del Arregi de aquí sino de otro.Habla de la cárcel “concordataria” de Zamora, que no pude ser olvidada sin más por la actual jerarquía episcopal de Euskadi si quiere renovarse de verdad. Qué lejos estamos aún de una auténtica resurrección de la Iglesia de Jesús. Porque lo que veo en mi parroquia y en las mujeres de mi parroquia de Amorebieta es pies clavados en la arena o en la roca de esa iglesia tardofranquista que todavía estamos soportando. HC.

Por Juan Mari Arregi, Participante en «Apaiz kartzela». Gara-Naiz, 13-1-2022

Si el sistema franquista, con la complicidad de la jerarquía de la Iglesia, torturó y condenó a cárcel y exilio a sacerdotes vascos, qué es lo que no hizo con militantes de ETA y otros grupos clandestinos laicos.

Se está exhibiendo el documental, “Apaiz kartzela”, sobre la cárcel concordataria de Zamora creada por la Jerarquía de la Iglesia y el Gobierno español franquista en el período 1968-1976. Por allí pasaron cerca de 60 sacerdotes diocesanos y religiosos, en su gran mayoría vascos. Cerca de veinte nos vimos obligados a exiliarnos.

Quienes entonces formaban parte de la jerarquía de la Iglesia Vasca, salvo alguna excepción, ya no están. La jerarquía actual de la Iglesia vasca, sin embargo, continúa con otras personas y no sería serio que, amparándose en que ellos no estuvieron entonces al frente, eludieran  hablar de las responsabilidades por la complicidad que tuvo aquella jerarquía de la Iglesia, incluido el Vaticano, con el franquismo, con el capitalismo, con la represión social, laboral, política y nacional vasca.

La jerarquía de la Iglesia vasca, como la estatal y vaticana, siempre ha estado y continúa estando con las víctimas de ETA. Salvo alguna pequeña excepción, nunca estuvo con las víctimas del franquismo y del capitalismo. Dirán que son tiempos ya pasados. No deben serlo para las víctimas de ETA, ya que constantemente vemos recordatorios y exigencias pese a haberse terminado la lucha armada hace diez años.

Por ello bueno sería que los actuales jerarcas de la Iglesia vasca vieran ese documental y sacaran sus conclusiones. Podrían comprobar que en aquellos años, un grupo de curas vascos, y otros del Estado español, sufrió represión, torturas y cárcel o exilio por homilías en las que se denunciaba la situación; por una huelga de hambre denunciándola; por prestar sus locales parroquiales a distintos colectivos sindicales y políticos clandestinos; por colaborar con la libertad de expresión; por manifestarse los 1º de mayo y aberri eguna clandestinos; por buscar médicos o medicinas para militantes perseguidos y heridos gravemente; por ayudar a huir de la tortura policial que, en algunos casos, llegó hasta la muerte.

La jerarquía actual de la Iglesia Vasca conocería también el testimonio de curas torturados, con la complicidad de los obispos que, como Mons. Cirarda, obispo entonces en Bizkaia, pudieron confirmar directamente las huellas de la tortura salvaje, pero prefirieron taparse los ojos y no ver el cuerpo morado y magullado de algunos de sus sacerdotes.

Uno de esos sacerdotes, nuestro compañero y amigo, Martin Orbe, participante también en Apaiz Kartzela, fue detenido y torturado en abril de 1969. Estando ya en la cárcel de Basauri, el obispo Cirarda fue a visitarle. Martin empezó a quitarse la ropa para que viera las huellas de sus torturas y Cirarda se lo impidió. No, por favor. ¡Te creo!…. dijo cínicamente el obispo. Semanas después en un escrito pastoral, Mons. Cirarda señalaba que había rumores de torturas a detenidos. Si fueran verdad, dijo, la Iglesia habría de condenarlas, pero en caso contrario, añadió, habría que restituir la fama de la policía y autoridades políticas franquistas. ¡Qué vergüenza!

Si el sistema franquista, con la complicidad de la jerarquía de la Iglesia, torturó y condenó a cárcel y exilio a sacerdotes vascos, qué es lo que no hizo con militantes de ETA y otros grupos clandestinos laicos. Nuestra historia reciente ofrece testimonios de miles de detenidos, torturados, algunos secuestrados y asesinados.

La jerarquía actual de la Iglesia vasca haría un favor a la memoria histórica reconociendo y denunciando claramente aquella situación que padeció este pueblo en su lucha por los derechos humanos, sociales, políticos y nacionales.

 

4 comentarios

  • mª pilar

    Tienes razón Honorio.

    Mi primo, Pedro Ortiz de Urbina, comisario por aquellos años;  en las comisarías se torturaba, muchas veces hasta la muerte.

    Como había estudiado Veterinaria en la Facultad de Zaragoza.

    Cuando no pudo erradicar la tortura de la policía, no pudo mas, y renunció.

    Se presentó ha una convocatoria para Veterinario del estado;  consiguió la plaza

    No pudo soportar tal crueldad en las comisarías, durante su turno, no lo consentía; sus compañeros avisaban cuando el estaba, lo llamaban el angel de la guarda.

    La tortura, mientras el cruel régimen franquista regía nuestro país, se vistió de gala, y parte de la iglesia, estuvo a su lado.

    Al final, y no lo hemos podido comprender. ETA esperó, hasta el mismo día de su jubilación, y cruelmente lo asesinó; en el entorno de su trabajo, no se comprendía y la familia tampoco.

    Era un hombre bueno, discreto, jamás alardeaba de poder.

    Toda crueldad…es mala en si misma…en cualquier lugar que se utilice.

     

  • Antonio Duato

    Pues yo conocí a alguien que había estado en la cárcel de Zamora. Allí fue también un cura que en marzo de 1971 había asesinado con muchas puñaladas a un monaguillo de la parroquia de Begoña en el Puerto de Sagunto, de la que estaba previsto que me hiciera cargo en verano de ese año. Eso precipitó todo y tuve que hacerme cargo de la parroquia y de ese pastel desde el domingo siguiente. El fraile ya mayor era un psicópata y un frustrado y él mismo se entregó enseguida a la policía. Me dijo ese amigo que en los varios años que pasó en Zamora, junto con los políticos fue persona amable y discreta.

    Por otro lado, la situación de Esukalerria era espacial. También en El Puerto yo dejé a los obreros huelguistas ocupar la Iglesia varias veces y no por eso me encerraron. A lo más, alguna multa.

  • Honorio Cadarso

    A ver si acierto a expresarne. Quiero matizar que tengo una estima muy positiva de mis compañeros/as de la parroquia, y que las deficiencias que se producen de nuestra parte son más bien herencia de un pasado en que la política ha condicionado profundamente nuestras posiciones tanto en religión como en temas sociales.

    Unos y otros estamos esforzándonos por entrar en la via sinodal que nos señala el Papa Francisco,. pero nos pesan los hábitos heredados del pasado. Poco a poco iremos entrando.

    Un abrazo para todos

  • carmen

    Un abrazo fuerte.

    No se me ocurre decir nada más.