Artículo publicado ayer en El Diario Vasco
Si no me equivoco, es la primera vez que más de 1.300 millones de ciudadanos son emplazados a opinar sobre cómo quieren que se gobierne la Iglesia. Es la decisión que ha tomado el Papa Francisco convocando un Sínodo de Obispos que, constando de tres fases, va a tener su momento más importante en octubre de 2023. En la primera etapa, ya iniciada, se emplaza a todos los católicos y personas interesadas -más allá de su adscripción religiosa- a diagnosticar y proponer lo que estimen oportuno sobre cómo ser una “Iglesia sinodal”, es decir, sobre cómo “caminar juntos” (que eso significa “sin-odos”). A esta primera etapa sucederá otra continental y, finalmente, el Sínodo mundial de obispos en Roma. Me ahorro reseñar el escaso -por no decir, nulo- entusiasmo con que, entre nosotros, ha sido acogida esta iniciativa por parte de la jerarquía eclesiástica; y no solo por ella.
Desgraciadamente, no contamos con una tradición sinodal como la tienen otras iglesias centroeuropeas, latinoamericanas o las estadounidense y australiana. Y cuando lo hemos ensayado -celebrando Asambleas diocesanas o implementando instituciones con alcance deliberativo- nos “han zurrado de lo lindo”, es decir, nos han impuesto obispos cuya primera misión ha sido desactivar dicho alcance deliberativo y silenciar lo que, desde el Vaticano II, se llama “la voz del pueblo de Dios”; como es el caso, al menos, de las diócesis del País Vasco.
En esta política de sofocamiento y afirmación autoritaria de la jerarquía, es tristemente referencial el castigo infligido a la iglesia holandesa por Juan Pablo II. En vez de abrir un diálogo sobre lo sinodalmente debatido y aprobado, el Papa Wojtyla convocó en Roma a sus obispos para decirles que este modo de “caminar juntos” se había acabado; que tenían que ir al frente del “rebaño”, atendiendo, por supuesto, más a las indicaciones que venían de la Sede primada que a lo acordado con los católicos holandeses. El resultado de tal “reorientación” es bien conocido: una hemorragia, silenciosa e imparable, hasta llegar a ser -como lamentablemente se constata en la actualidad – una comunidad católica casi inexistente. El Papa polaco -defendiendo una concepción absolutista y monárquica de la jerarquía en nombre de la verdad- no tuvo problema alguno en sacrificar esta floreciente iglesia. A diferencia de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco asume, sintonizando con el Vaticano II, que se ha de escuchar al “pueblo de Dios”, “infalible cuando cree”.
Se entiende -como he adelantado- que los nervios se hayan desatado en una buena parte del episcopado mundial. Y también fuera de la Iglesia, particularmente en aquellos lobbies habituados a controlarlo todo. Quizá, por ello, estamos escuchando estos días que existe una clara diferencia entre la sinodalidad eclesial y la democracia representativa mayoritaria, intentando despistarnos de que, igualmente, existen estructuras jerárquicas en la forma democrática moderna de convivencia. Y que el problema a debatir en este Sínodo no es el que pasa por yuxtaponer jerarquía a democracia, dando por incuestionable la primera, sino por imaginar y proponer modos alternativos a la manera absolutista y monárquica de la autoridad, incuestionable hasta el presente en la gran mayoría de las instituciones católicas. Tal concepción y ejercicio autoritario, se recuerda, es el principal obstáculo para la implementación efectiva de una Iglesia sinodal en la que la escucha no sea un mero ejercicio retórico, sino un espacio de discernimiento y verificación que tiene su propia normatividad y que el cuerpo jerárquico no puede ignorar en virtud de la ordenación sacramental.
Pues bien, en orden a avanzar en esta dirección, me permito indicar varios puntos que sería bueno proponer y reivindicar en esta primera etapa sinodal para que, al menos, alguno de ellos acabara siendo un clamor eclesial
El primero, que los obispos sean nombrados por un tiempo determinado con la participación del pueblo de Dios, bien sea eligiendo uno de entre tres candidatos que pueda enviar la Santa Sede, bien sea presentando una terna para que el Vaticano escoja uno. El segundo, que -siendo el cuidado de la unidad de fe y de la comunión eclesial la razón de ser de la autoridad en la Iglesia- lo normal es que lo aprobado por mayoría cualificada en los Sínodos, Asambleas y diferentes consejos eclesiales quede ratificado tanto por el Papa como por los obispos y sacerdotes, si no se atenta contra dichas fe y comunión eclesial. El tercero, que el laicado pueda desempeñar tareas de gobierno y de magisterio -hasta el presente reservadas a los obispos, presbíteros y diáconos- ya que ellos también están investidos de “autoridad” por el bautismo. El cuarto, que se establezcan Sínodos o Asambleas diocesanas regulares en todas las diócesis e iglesias del mundo. Y el quinto -de momento, último- que se instituya un Sínodo mundial no solo de obispos, sino de todo el pueblo de Dios con representantes del laicado, religiosos y religiosas, presbíteros y diáconos.
Ya sé que habrá quien diga que estoy formulando propuestas imposibles “porque no es el momento para ello”, es decir, porque son “imprudentes”. Bueno, si esa es toda la fuerza de su argumentación, entiendo -a diferencia de ellos- que ha llegado la hora de insistir “a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella”. Es más, creo que se nos ha convocado, precisamente, para decir lo que nos parezca más conveniente. Por eso, me permito acabar estas líneas formulando un deseo todavía más “imprudente”, pero igualmente necesario: ¡Ojalá este Sínodo sea el primer paso hacia un Concilio Vaticano III, por supuesto, de matriz indudablemente sinodal!
Exactamente Román, no se trata de una “fraternidad” puramente natural ya que también los no cristianos se unen en un sentimiento de “hermandad”..Pero Cristo nos quiso tanto que se hecho a sí mismo “nuestro hermano” mayor haciéndonos partícipes de su misma “vida divina” al asumir voluntariamente nuestra propia humanidad….
Nosotros, los que estuvimos muertos o podemos todavía “morir” pecando, realmente “morimos” espiritualmente ya que nada podemos hacer válidamente sino “pedir” salir de ese estado de “muerte espiritual”. Por eso Jesús nos dice:
“los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que la oyeren, vivirán” (Juan 5:25)
Es por la gracia, sea en el bautismo y en la penitencia (ex voto o sacramentalmente) como salimos a la luz de la fe en Jesucristo …..que es como nos podemos salvar..
Y es esta la fraternidad universal en Cristo y no fuera de El, (no en Mahoma, no dentro de sociedades secretas fraternales, no en el judaismo etc). La religión universal tiene que estar en Cristo para expresar esa “fraternidad” que es “unidad en la fe” verdadera.
Por eso los primeros cristianos “perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones..y todos los que abrazaban la fe vivían unidos”.. (
Hechos 2:42-44)
Esta es la fraternidad que Jesús deseaba: “que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mi y Yo en Ti, que también ellos en Nosotros sean uno para que el mundo crea que Tu me enviaste” (Juan 17:21)
Esta es la religión universal en Cristo pues la FE tiene su centro en El, junto con el Padre y el Espíritu Santo. Todo lo demás debe ser dirigido a esa base del conjunto puesto que TODO se recapitula en Cristo Jesús para siempre.
Un abrazo
Santiago Hernández
La lectura del artículo de Jesús Mtnez., y de algunos comentarios que le siguen, me han llevado a pensar en las palabras de Jesús a Pedro: “Yo he rezado por ti a fin de que tu fe no desfallezca, y tú una vez CONVERTIDO fortalece en la fe a tus hermanos”. Y me han llevado a pensar en estas palabras proféticas, porque estoy convencido de que no se limitan solo a Simón-Pedro, sino a también a los siguientes Pedros que, más que escuchar y servir, “mandarían con poder” (y sacralizarían y secularizarían ese poder) en el futuro, porque su conciencia de lo que sugnifica el espíritu evangélico, que compromete mucho, se debilitaría…, e incluso en algunos aspectos se deformaría. Pedro y la Iglesia que preside necesitan “conversión”, y muy a fondo. Con las actuales estructuras eclesiásticas -muy poco evangélicas- es muy difícil que este sínodo introduzca cambios de fondo, como le ocurrió al Vaticano II… Se necesita CONVERSIÖN previa, que requiere autoevaluación humilde, mirando de frente -sin glosas-marginaciones- al Evangelio.
Pues bien, ¿cómo se convertirá Pedro y la Iglesia, es decir, cómo darán testimonio evangélico, de modo que se fortalezca la fe de los hermanos, empezando por los obispos, que comparten el servicio con Pedro? En palabras del mismo Jesús: Cambiando de modo de pensar y de vivir (metanoia) con vistas a un Reino que va más allá de este mundo. Es decir, comenzando por una conversión interior profunda, que supere los afanes de poder, con testimonio de vida evangélica. Testimonio que, siguiendo las palabras de Jesús: (“No llevéis oro ni plara ni dos túnicas…”) debería concretarse así: -Dejar el Vaticano (la estancia de Francisco en “Santa Marta” ya es un paso) y convertirlo en museo de las desviaciones cristianas de la historia, a fin de que, al contemplarlo, nos sirva para aprender, humildes, a no reincidir… -Vender o destinar los bienes terrenos, no necesarios, para los pobres, a fin de que algunos más tengan siquiera un techo para protegerse… -Los servidores -no jerarcas- deberían vivir y trabajar en casas normales (no mansiones), conscientes de que el mejor predicador es “fray Ejemplo”. -Los dicasterios -curia- más reducidos, y con personal seleccionado con criterios más evangélicos -incluso los salarios-. Los malos servidores que no escuchan o los amigos del poder no son aptos, porque además no parecen ser conscientes de que un Francisco de Asís o una Teresa de Lisieux o un teólogo de vida ejemplar que resalte aspectos innovadores del Evangélico, etc. etc., pueden ser enviados por el Espíritu para recordarnos que la Iglesia del Reino necesita reparaciones… -Vestimentas, tratamientos..: (colorines y ampulosidades, (hoy redículos), santidad, santo Padre, sumo pontífice, eminencia, excelencia…, salas lujosas de recepción, protocolos…, (propios del poder y del imperio), deben pasar a ese museo… -Revisión de la concepción del sacerdocio (ver Hebreos y IPedro, 2), celibato opcional, como Jesús lo propuso, y cuya misión es anunciar y servir… (Si no vale para servir, no vale para anunciar) Así se desclericalizaría-desjerarquizaría la Iglesia Comunidad fraterna de Jesús. -Conciencia de una inevitable historicidad de los acuerdos enseñanzas, formulaciones o decisiones humanas en la Iglesia. (Hay doctrinas que sutilmente tratan de consagrarse y así fortalecer el poder humano introducido en la Iglesia.) Por lo que siempre necesitarán revisión y puesta al día. (El peaje de lo humano no puede evitarse en la Iglesia, y esto es preciso entenderlo bien, tanto para no sacralizar como para no escandalizarse y rechazarla. La Iglesia es más que los seres humanos que la componemos y/o la deformamos.) Por eso, la necesidad de análisis crítico, sin suficiencias… -Para mantener vivo el espíritu evangélico es necesario revisar el formato de la Eucaristía -la cena del Señor que une-, redactado por unas mentes más viejotestamentarias que evangélicas. Así como también revisar el concepto de la muerte de Jesús como expiación…, que deforma el nombre de Dios. El Dios Abbá de Jesús no es así. -Para ello, basta con centrarnos en la ESENCIA del mensaje evangélico, que es unión en el amor, no en las ideas teóricas humanas… -A partir de aquí podemos empezar a “caminar juntos” (con un sínodo o sin él), tratando de buscar respuestas que renueven e innoven, si es preciso. Mientras lo que precede no ocurra, mientras el poder (y no el servicio) mande en la Iglesia, la fuerza de los sínodos será débil y, como el Vaticano II, quizá acabe marginándose. Y esto lo harán diciendo que no responde a la tradición que para muchos tiene más poder y fuerza que el espíritu evangélico. Por eso, soy un poco escéptico respecto a este sínodo, si antes no hay una verdadera reconversión a la esencia del espíritu evangélico. Pese a todo, bienvenido sea este sínodo, porque puede ayudar a despejar caminos y a reacomodar mentes…, que en el futuro hagan posible esa CONVERSIÓN que el Señor pedía a Pedro.
Yo sin embargo tengo muchas esperanzas en este sínodo.
Entre otras cosas porque cualquier cambio, por pequeño que sea es bienvenido.
Los carcólatras están deseando que fracase luego solo puede ser bueno.
Esta mañana aparecen dos clarificadores comentarios de Remedios y de Santiago, cada uno en los aspectos que resaltan de la naturaleza e identidad de la Iglesia en comparación con la “comunidad” atriera y con la sociedad política.
Como individuos formamos parte de varios colectivos a la vez sin merma de nuestras identidades; así la familia nuclear con un círculo ampliado de parientes y allegados, somos miembros de una sociedad civil (la nación, el Estado), pro también pertenecemos a la Iglesia de Dios, conciudadanos de los santos.
Como gentiles “estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo…” (Efesios 2, 12)
“Así, pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas.” (Efesios 2,19)
“…vosotros, que si en un pueblo no fuisteis pueblo, ahora sois pueblo, ahora sois Pueblo de Dios: Ésos de los que antes no se tuvo compasión, pero que ahora son compadecidos.” (1ª Pedro 2, 10)
Un colectivo para formar parte del mismo se necesita una cohesión, la que dan los valores y principios en los que regirse, ya sea la familia de comentaristas de Atrio o formando parte de la sociedad civil. Una sociedad se articula en torno a ellos, es la ética personal, la del individuo miembro del mismo. Una libertad sin límite aspirando a la plena expansión y sin freno de la subjetividad propia o de estamento ( o clase) conculca otros valores, tales como la igualdad , sin ética no hay justicia, ni solidaridad (que en valor cristiano es compasión), y por supuesto, la fraternidad.
La fraternidad del Siglo de la Luces, aquella que dio lugar a magnífica manifestaciones públicas como la Declaración de Independencia de las trece colonias originarias del Reino Unido en Norteamérica : “Nosotros, el pueblo”, principios plasmados en una Constitución.
“La fraternidad que se enarboló como símbolo de la Revolución Francesa expresando la cooperación y la participación de la sociedad civil en la realización de los principios y derechos completando la tarea de los poderes públicos” (Gregorio Peces-Barba, La España Civil)
La fraternidad cristiana no nace del compromiso político, ni de las voluntades constituyentes, sino que nos viene dada del Sermón del Monte (Mateo, cap. 5,6 y 7) Hijos de Dios y hermanos de Jesús.
Sinodalidad es un término nuevo que expresa la identidad de la Iglesia como Pueblo de Dios en camino.
¿Y no es y ha sido durante muchos años Atrio una pequeña comunidad virtual en la que tantas personas hemos ido caminando, envejeciendo, desapareciendo y enriqueciéndonos juntos?
La lista de nombres de personas maravillosas que ya no se encuentran entre nosotras es grande. Y todas, tanto las que no están, como las que siguen participando, todas digo, nos aportan muchísimo, ninguna sobra porque de todas nos enriquecemos. Y esto para mi es en miniatura el Pueblo de Dios que camina diverso y plural como la vida misma pero que sin duda a todos nos amplía nuestra manera de mirar y de comprender.
Aprovecho para daros las gracias a todos, por cuanto he aprendido y disfrutado con vuestros escritos. En especial a ti, Antonio Duato, que siempre has sido y serás un hombre de Dios que no escatimas en cargar sobre ti tanta responsabilidad y trabajo.
Es correcto que cada persona exponga su opinión usando del don divino de la libertad….(Aunque no todas sean acertadas y válidas..) Podemos aportar nuestro grano de arena con nuestra oración y nuestra acción a la Iglesia de Jesucristo..en la sinodalidad…..
Pero Jesús no vino a crear un sistema de opiniones como en un parlamento donde se hacen leyes y se discuten constantemente y se cambian según el clima político de la nación. El vino a “revelarnos” un camino trascendente “porque el que obra la verdad, viene a la luz para que se manifiesten sus obras como hechas de Dios”..
Jesus es “la luz del mundo” que “quita el pecado del mundo” con nuestro arrepentimiento sincero “perdonándonos” siempre que nos volvamos a El..Por eso llamó Jesús a los Doce para que “predicaran a todas las gentes” TODO lo que El había ordenado guardar..y El va estar con nosotros hasta el “fin de los tiempos”
La Iglesia como Pueblo de Dios recibe esta Palabra eterna en el tiempo nuestro y la preserva en esencia. No podemos cambiar a nuestro antojo lo que Cristo estableció como Palabra de Dios. Así nos dijo Cristo claramente que debíamos “guardar los Mandamientos de la Ley” aquello de no matar, no fornicar, no hurtar etc escritos en piedra y preservados para siempre. Y nos aclaró Su Nuevo Mandamiento de “amarnos como El nos amó”…..que penetra el espíritu de la Ley..
Por tanto, la Iglesia no puede cambiar las cosas que no son susceptibles de cambio y por tanto NO se trata de nuestras preferencias personales de acuerdo al “espíritu de la época”..puesto que se trata de la salvación eterna, y NO de la salvación y bienestar temporal de la sociedad “del mundo”, sino de algo mucho más importante y por tanto trascendente. Esto no puede someterse a “un voto” parlamentario sino que pertenece a la fe divina sobrenatural. Esto es lo intocable.
El “aggiornamiento” de la Iglesia en boca de Juan XXIII consistía en expresar más nítidamente y con mayor claridad las “verdades eternas” de nuestra Iglesia Católica de acuerdo al lenguaje de la época para que la Iglesia se muestre como el instrumento de salvación eterna que realmente ES y que “brille su verdadera doctrina”(Ver el discurso de apertura del Vat 2, JXXIII 11 de Octubre 1962)
Podemos opinar en la Iglesia lo que es opinable y cambiar todo lo que es cambiable, excepto lo que es la verdad eterna de salvación proclamada por Jesucristo. Y preservada a través de los siglos por la Iglesia que es “Madre y Maestra” del mundo y por la cual podemos salvarnos para siempre.
Un saludo cordial
Santiago Hernández
Me reafirmo en lo que dije ayer: lo que diga el pueblo, con minúsculas, se irá diluyendo al pasar por tantos grados de clérigos, que cuando llegue a Roma, me temo, que se quedará en poco o nada de particular.
Dice Luciani, “El encuentro involucra a 114 conferencias episcopales de rito latino, el Consejo de Patriarcas Católico de Oriente, seis sínodos patriarcales de iglesias orientales, cuatro sínodos archiepiscopales mayores y cinco consejos episcopales internacionales”.
Es decir, a la cabeza de todo el proceso estarán sólo hombres y clérigos que son los últimos de la cadena de “filtradores” -¿censores?- o diluyentes del proyecto, sin olvidar, como decía yo ayer, al párroco de turno y al obispo local; supongo que los dicasterios romanos no se quedarán de brazos cruzados cuando se decida algo.
Estoy abrumada… Qué valiente ha sido el Papa Francisco, yo diría que otro Juan XXIII.
Como dije ayer, he leído el artículo de Rafael Luciani en Iglesia Viva, y estoy aturdida. Los objetivos del Sínodo de la sinodalidad son tan impresionantes tanto como casi imposibles de conseguir, por lo menos en una o dos generaciones. Y creo que no vendrá de la Iglesia sino de la sociedad y porqué abandona la Iglesia.
En primer lugar viene a ser lo que debió ser el Vaticano II y que, después de 60 años aquello tan bonito se quedó enquistado. Se habló muy claro de lo que debía ser la Iglesia como Pueblo de Dios, pero la jerarquización se ha ido consolidando hasta el punto de que el Papa Francisco está acorralado por enemigos muy fuertes, contrarios a esa especie de “democracia” eclesial, es decir de Iglesia-Sínodo. Ahí sigue intacto o reforzado, el clericalismo, especie de mastodonte intocable, y lo contrario se traduce en amenaza de cisma.
Al pueblo se le otorgó el que la eucaristía no se celebrase de espaldas al mismo, que no fuese en latín, que algún laico o laica hiciese alguna lectura, y poco más. El presbítero, en el presbiterio, el pueblo separado y en plan rebaño.
A las mujeres, además de barrer el templo o lavar y planchar los manteles, también se las permite leer y, en algunos casos (si son religiosas, mejor) dar la comunión.
De Iglesia de iglesias nada de nada, las comunidades de base, fuera del templo, Y así seguiríamos no sé cuanto tiempo.
No sabía, que no comentar todo cuanto nos presenta Atrio, es, desinterés y pasar de largo.
Hay quienes estamos siempre:
¡Alertas y en camino!
De acuerdo con todo el artículo, pero destacaría especialmente el penúltimo parrafo con la propuesta de unas medidas concretas.
A mi, personalmente, también me sorprende que ni los creyentes más conservadores, ni los más progres se interesen por este camino del sínodo de la sinodalidad.
Sin embargo creo que deberíamos reconocer y valorar la iniciativa del Papa Francisco, que es el único, después de más de 50 años del Concilio Vaticano II que nos devuelve aquel protagonismo del que tanto se hablo entonces, y que todavía está por estrenar a los cristianos de a pie, al pueblo de Dios.
Si con ello tan solo se consigue, que los clérigos aprendan a escuchar, y a caminar entre iguales, ya se daría un gran paso.
Y a ti, Luis, te digo que todo cuanto expones no me resulta nada nuevo. Cuando en un momento de mi vida la Iglesia no me daba respuestas, las busqué por mi cuenta, y comencé a leer a Ken Wilber, a Willigis Jäger,a Enrique Martinez Lozano y a muchos más, y no te negaré que me ayudaron a ampliar mi visión y mi consciencia. Pero al final, mi opción sigue siendo la persona de Jesús de Nazaret.
Remedios.
Ser espiritual no te priva de seguir a Jesús. el quid de la cuestión es -como- interpretas unas parábolas escritas por no se sabe quien, pero inspiradoras de la mas alta espiritualidad. Si has leído a los autores que me dices, sabrás que la visión del personaje Jesús de las iglesias cristianas, es algo a trascender y superar. A mi el personaje Jesús también me vale, ahora, matizando…
Hoy he recibido el número 287 de Iglesia Viva con un artículo sobre el sínodo y la sinodalidad, espero enterarme de algo.
“En la primera etapa, ya iniciada, se emplaza a todos los católicos y personas interesadas -más allá de su adscripción religiosa.-”
Escribiré una carta bien pensada y dejada madurar al mismísimo Vaticano con la pretensión le llegue al Papa.
Por ejemplo. ¿Qué le diría al Papa?.
Si alguna vez fue árbol fructifero de las tradiciones de sabiduría el cristianismo literalista (interpretación literal de los evangelios canónicos) Algo que dudo…, hoy da muestras mas que evidentes que depara en un árbol moribundo . Como no ha acabado de morir, creo que aceptaría un injerto que lo reviviera.
Hay un modo de ver a Jesús desde la preracionalidad, otro desde la racionalidad y otro desde mas allá de la razón o sea desde un nivel mas amplio de consciencia que algunos llamamos el Testigo (testigo de lo que piensa la mente)
Si en lugar de adorar preracionalmente a una persona-arquetipo que muestra en lo poco que sabemos de este arquetipo cual seria un comportamiento transracional morando en este Testigo. Si desde la razón buscamos emular al objeto de nuestra admiración, entonces buscaríamos convertirnos en “jesuses”
Jesús ya no es un dios a adora. Desde la razón, es un maestro que nos muestra el camino para alcanzar el grado de consciencia de El.
El cristianismo criminalmente sepultado o cristianismo gnóstico, tenia manera o método transformativo para convertirnos el “jesuses”. Ese injerto es el que necesita el cristianismo moribundo. Un método o tecnología transformativos.
El mundo aunque poco, pero ha evolucionado desde la época del emperador Constantino. Ya los racionalistas de la Ilustración dijeron vasta. Y ahora mas basta. Jesús no es alguien a adorar, se dice que no se le adora, pero si, se le adora como al mismísimo Dios bíblico. Jesús es un referente hacia, el que debemos hacer con nuestra vida. Un maestro que nos indica el camino a seguir.
Lamentablemente tenemos las parábolas transracionales del arquetipo. Y para conseguir ascender al nivel de estas parábolas, tienen los que así lo crean. La Eucaristía. Un placebo…
No se trata hoy de desempolvar en el caso que fuere posible, el método trasformativo de los Misterios gnósticos. Pero una tecnología transformativa de las muchas que hay como un “yoga” es ineludible para toda espiritualidad que se precie de autentica.
“Yoga cristiano” “Zen cristiano” etc. lo importante seria el Yoga o el Zen. ¿Los evangelios todos?, literatura estimulante. Yo personalmente prefiero la literatura budista o taoista o hinduista.
Jesús, dices: “Me ahorro reseñar el escaso -por no decir, nulo- entusiasmo con que, entre nosotros, ha sido acogida esta iniciativa por parte de la jerarquía eclesiástica; y no solo por ella.” ¿Y qué entusiasmo vamos a tener y sobre qué si nadie sabe en qué va a consistir ni los temas, ni el cómo ni de qué manera se va a recoger la participación de unos cuantos miles. o millones de católic@s? Eso creo yo, es posible que esté equivocada por ignorancia.
¿Esto va de sugerencias y opiniones personales, como las que tú haces aquí? ¿Cómo se va a poder computar esa inmensidad de aportaciones? No tengo ni idea de sociología ni de otras ciencias relativas a estas cuestiones, pero lo que acabo de decir me parece de sentido común.
Yo he trabajado en cursos, congresos, encuentros y eventos semejantes, en los que la gente se reunía por pequeños grupos, alguien hacía de secretari@ para ser portavoz de lo que se había dicho. Al final esa portavocía seleccionaba lo que le importaba a él o a ella, y la reunión se quedaba en una especie de desahogo personal que no servía para nada.
¿Se va a meter en un inmenso saco todas las sugerencias y opiniones generales de los temas que se nos ocurran? ¿Va a ser, primero, el párroco, después el obispo, después las conferencias episcopales, después la comisión correspondiente, y así sucesivamente, los que hagan un batiburrillo de lo que a ellos les interese?
Yo, como no sé nada de qué y cómo se va a llevar esa sinodalidad, pues ni tengo entusiasmo, ni desánimo, ni idea de nada. Así que, quienes tengáis información, yo os agradecería que la pusieseis en común.
Permítanme que abuse de la paciencia de ustedes una vez más.
Era muy fácil, verdad? Juan Pablo I desaparece por arte de la vida y le sucede Juan Pablo II. Y a éste el prefecto para la doctrina de la fe, o algo así, antes llamada inquisición, su santidad el Papa Benedicto XVI. Una campaña de desprestigio total por el ala autodenominada progresista de la iglesia. Tanto es así que el problema no estaba en el Papa, sino en el papado.
Y Benedicto XVI, va y dice: estoy rodeado de cuervos, queréis el Poder? Pues ahí lo tenéis. Y se va. Eso sí, sigue siendo Papa. Lo decidió él o quizás es imposible borrar el sacramento del Papado como el de los sacerdotes y el de los obispos? Pues no lo sé.
Entonces llega Francisco I. Gana el ala progresista.
Y…?
Pues ahora resulta que el problema no es el papado, es el Papa. Según el Papa así va la iglesia.
Entré en pleno jaleo a leer cosas de estas. Exactamente en septiembre de 2010. En un blog que he nombrado quinientas veces. Un tema apasionante para mí. Me creí a pies juntillas lo de la evolución de la iglesia. Pero a pies juntillas.
Mi desilusión no ha podido ser mayor. Pero soy una persona que no se me echa hacia atrás tan fácilmente. Soy mujer, y como tal, soy luchadora. La mujer está aún por descubrir. Nosotras lo sabemos.
Pero nos cansamos. Nos aburrimos, como dice Pilar. Nos aburrimos profundamente. Y cuando veo que es inútil, me abro.
Sin rencor
Sin odio.
Y, como realmente no me importa demasiado el tema, olvido.
Y sigan usted.
Y mucha suerte en el Sínodo de los obispos. Me ha dado la sensación de que quieren convertir a la iglesia en una especie de monarquía constitucional. Una monarquía moderna.
Puede ser un gran paso para la historia de la iglesia.
Yo, como mi padre, soy republicana.
Pues sí…
Hacen muy bien en intentar conservar a los y las cristianos y cristianas que quedan.
Adelante, pues.
Perdón. Católicos Romanos.
Con el jaleeeeeeo que tengo es muy normal que no de la talla para este foro.
Siento las molestias ocasionadas.