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¿Estamos en otra era?

          Te pasas la vida escribiendo para comunicarte, para que te lean e intercambien y te enseñen, para crecer, pero cuando te leen no te entienden, ni tú sabes entender qué pueden ellos entender. Este no te entienden  es muy complejo, ya sea porque quien escribe no se explica bien (en este caso yo, pecador), o porque cuanto dice resulta inexplicable, incomprensible e improcesable para la gran mayoría de las psicologías que, respecto de la tuya, se hallan a distancias galácticas, para bien o para mal. Me pongo, pues, en la piel de este tipo de lectores, y les entiendo tan bien que entiendo que no soy capaz de entenderles, y a la inversa: igualmente me pongo en la piel de mí mismo como autor, y también me entiendo no sabiendo qué hacer para comunicarme con los demás seres humanos.  Entiendo a los unos y al otro, al escritor. No reparto culpas ni méritos. Pero es así, y hasta puede que sea bueno, por lo menos hasta cierto punto.

          Tampoco me disgustaría escribir mucho y ser muy aplaudido por todos, como es normal; sin embargo, es muy cierto que a ciertas edades eso del ser aplaudido o abucheado viene a ser lo de menos para quien desea buscar la escurridiza verdad, al menos hablo por mí. Lo importante es que, contra viento y marea, o con viento favorable, aquí estamos escribiendo, y que al menos mis críticos me siguen leyendo, ya sean pocos o muchos, gocen o rabien moderada o inmoderadamente. Yo se lo agradezco muy sinceramente.

          Aquí tan solo voy a referirme a dos comentarios sobre mi artículo como botón de muestra. El artículo, titulado La engañótica como placebo de la  ansiedad, reseñaba la dependencia compulsiva que está creando el abuso de los móviles y de todo eso, preguntándome las causas psico-sociológicas de la adicción que ello genera, una cuestión que vengo tematizando en los últimos meses y cuyo enfoque crítico severo no gusta demasiado a mis críticos. Sólo reproduzco aquí dos fragmentos del comentario de dos de ellos al breve ensayo a cuyo título acabo de referirme. Los dos son de hoy mismo, sin ir más lejos, 15 de octubre de 2021.

          El primero se manifiesta como sigue: “Carlos estoy de acuerdo con esta reflexión para los adultos porque nosotros conocimos un mundo pretecnológico y sabemos que se puede prescindir de todo esto…De hecho cuando el otro día cayó WhatsApp (según sugería Soledad Gallego Díaz porque le estaban haciendo una encuesta pública a Facebook en el Congreso de EEUU, qué mejor amenaza del sinvergüenza de Zuckeberg que causar un daño de millones de dólares a las empresas), se me desinstaló todo el móvil porque monté un lío con este móvil chino (perdí todas las fotos). Sin embargo, pensé qué bien viviría sin móvil…. Yo viví el mundo pretecnológico, pero mi hija y otros jóvenes, no… Debemos comprender a los que nacieron en el mundo tecnológico y ayudarles…Nosotros (los babymoomers de los 60) debemos ayudarles porque, aparte de ser nuestros hijos, nos van a pagar las pensiones… A no ser que mañana se pongan impuestos a los robots… Por lo demás está comprobado  que el exceso de tecnología produce ansiedad… Por no hablar de cosas superdañinas como la superexposición pública de determinadas personas en las redes… Incluso de personas que no viven de su imagen… Carlos tenemos que ayudar a los jóvenes”…

          Yo prefiero no comentar estas palabras, sólo añadir una apostilla: ¿Tenemos que consentir en la universalización de la compulsión derivada de la tecnología como forma de agradecimiento y como pago de nuestras pensiones en la seguridad social, no da de sí la cosa para más?

          La segunda persona a la que voy a referirme a continuación siempre entra al trapo y además de no muy buenas maneras, pues al parecer yo soy para ella el toreador al que hay que empitonar por su mal manejo del capote  y ella procura herirme inmisericordemente en la taleguilla. Atención a su crítica: “Estamos en otra era. Nos guste o no. Remar o no a favor de la corriente es una opción personal. Le aseguro que lo sé. Pero no todas las corrientes son iguales. Contra las dos que modifican el clima de nuestro planeta, la del Golfo y la del Atlántico Norte, creo que son, diría que contra esas tienes la guerra perdida. Podrás tratar de prever las consecuencias, pero nada más. Porque el clima se modificará”.

          No quiero hacer sangre en mi propio traje de luces de mal toreador entrando al trapo, porque ni siquiera tengo claro sobre qué podría argumentar. En este gatuperio, al que estoy muy acostumbrado desde tiempo, y a la vista de que no puedo volver hacia los quince o veinte o treinta años para entender con mayor flexibilidad, ni tampoco me gustaría volver a cursar las enseñanzas primaria, secundaria o universitaria de nuevo,  ya no sé si practicar la escritura anafórica (aná/fora: implorando hacia arriba), o diluirme en la escritura prósfórica (pros/fora: hacia lo horizontal) del discurso, y así desbarrar todos juntitos. Pues ¿para qué diantres intentar dar lecciones etimológicas, si vivimos sin raíces?

          Así que en esta tarde caediza de sábado, voy a ver si me pongo a hablar por teléfono hasta el amanecer sin dar alivio a la exigente próstata, no vaya a ser que me esté perdiendo estúpidamente una experiencia tan trascendental como la que subyuga y emociona a las masas populares: hablar hasta que se rompa la mandíbula. Pero ahora que me doy cuenta de que no tengo teléfono móvil. No importa, bajo en un momento a la calle y me compro uno con todas las prestaciones y aplicaciones en cualquiera de los negocios que rodean mi casa, todos ellos dedicados a la promoción de las orejas calientes. Luego les digo; afortunadamente tengo buenas orejas, y no van a tener que ponerme la apódosis con chinchetas, como a Jaimito.

          Estamos en otra era. Certísimo. Nos guste o no. Certísimo. Que por estar en otra era haya que remar con la corriente, o no remar contracorriente, falsísimo. Yo no he nacido para camarón que se duerme, siempre he luchado contra lo que he estimado indefendible. En la era anterior a esta en que todo el mundo era franquista, no pocos luchamos contra la tiranía. ¿Por qué ahora no? El ser que no es lo que debe ser, no debe ser. No he cambiado el paso, ni lo he acompasado. Aunque pese a todo siempre he querido ser compasivo.

 

14 comentarios

  • Javiierpelaez

    Carmen no intento herirte ,era un comentario bastante bienintencionado.En cuanto a mí,gracias por citarme.Se puede vivir sin móvil.Yo tengo un hermano que no tiene móvil: un estudioso tremendo….Obviamente lo de las pensiones se deslizó porque Escrivá está empeñado en que los babyboomers trabajemos hasta los 75 años y yo como que no lo veo…Por lo demás siempre podré decir que me ha citado Carlos Díaz….Ya se sabe un axioma de la vida pública: que hablen de mí aunque sea  mal….Aunque no creo que lo comentas sobre mí sea malintencionado,tienes que insultarme,que si no,no hago carrera…..Aunque a mi edad hacer carrera es bien difícil…

    • Javiierpelaez

      Finalmente,yo estos comentarios los hago desde un móvil a todo meter y a veces con una cierta ligereza….Pero Carmen yo creo no tenía ninguna intención de zaherirte…Por lo demás no os enfadéis que ya tenemos suficiente con la que nos ha caído…Sólo nos faltan meteoritos…Ahora los austriacos hablan de la hipótesis del apagón eléctrico total…

      • Javiierpelaez

        Aunque bien visto los que están sin luz son los de La Cañada….Como dicen en religion digital y nos recuerdan los amigos de Red Jurídica….Yo he celebrado algún pleito con ellos y son buenos chicos…Tengo compañeros que los conocen a los de Red Jurídica…En este asunto lo hizo bien el alcalde de Rivas,Pedro del Cura….En mi modesta opinión por lo que llevo leído…

  • ana rodrigo

    Creo que llevo participando en atrio quizá más de 16 años y he visto de todo y hemos pasado por crisis fuertes, muy dolorosas, especialmente para Antonio sobre el que caen todos los rayos y tormentas. Pero hemos seguido adelante recomponiendo los desafueros.

    Si partimos de la base de que tod@s podemos equivocarnos y somos más tolerantes y comprensivos (lo que no excluye la protesta), es terreno abonado para la paz y el diálogo.

    Mi opinión es que lo que dice Carlos dirigido a Carmen no debería haber entrado en un post sino en un comentario, donde presentamos nuestras discrepancias, nuestros desacuerdos y, especialmente, nuestras quejas, que nunca deberían ser faltas de respeto Es una de las normas fundamentales de ATRIO.

    Rodrigo, dices “me vuelvo a ir”. A mí me gustaría que no te fueras pues has aportado tanto a atrio, y en concreto a mi persona, que me duele que te vayas, Vuelve. Te mando un abrazo.

    Abrazos de paz.

    • Román Díaz Ayala

      En el mismo tono que Ana y corroborando testimonialmente todo lo que acaba de expresar incluso el ruego a Rodrigo me gustaría añadir algunas otras consideraciones, espero que de la manera más aséptica posible. Hago énfasis, sin embargo en que si esta entrega hubiera tenido cabida en el hilo anterior como un comentario quizás no habría tenido la repercusión actual.
      En primer lugar felicito a Atrio en la persona de Antonio Duato porque ha sabido reunir en su blog colaboradores de primera fila, sus status académicos y en profesiones de primera fila. Es un lujo con el que disfrutamos casi cada día. Lo mismo puedo decir de las temas elegidos, su oportunidad muchas veces de carácter periodístico o de divulgación. Muchas veces, repetidas veces, nos sitúa en primera fila en la línea del pensamiento. Nos alegramos de tener a Carlos Díaz con nosotros.
      En cuanto a este trabajo/comentario ¿Estamos en otra era? hace directa referencia a “La engañótica como placebo de la ansiedad”. Tuvo aquél 9 comentarios: Javier Peláez, Carmen comentario, y luego el mismo Carlos Díaz intervino, octavo comentario, para señalar advirtiendo que no se trataba de una nueva era, sino de la actitud que se adopta frente a ella, a lo cual contestó afirmativamente Isabel ( y 9º) para darle la razón poniendo un ejemplo.
      Carlos Díaz se ha sentido en la necesidad de no dejar ese cabo suelto y de ahí esta nueva entrega dolorida. Cita a los dos comentaristas, para decir que “esto no, esto no”, expresando la frustración de no sentirse entendido. de Ahí el ex abrupto que diligentemente y con humildad rara vez presente desde los ponentes (articulistas) ha pedido disculpas.
      Mi conclusión: muchísimas veces los lectores comentaristas no parecemos dar con las claves del buen entendimiento de un tema, pero nos adornamos con variopintos comentarios. Creo que la humildad y el buen juicio debe ser una virtud que nos debe acompañar a todos, escribientes, lectores y comentaristas.

      • Isabel

        Y está lo de la paja y la viga en el ojo..
        Y quienes consejos vendo, para mí no tengo..

  • carlos diaz

    Querida Carmen:

    Lamento tu dolor, que jamás hubiera querido. Estoy acostumbrado a argumentar, a veces con éxito y otras no. Y es la primera vez en mi vida en que resulto tan devastador personalmente. Quisiera que entendieras que Atrio no tiene la más mínima responsabilidad, sólo yo.

    Seguramente mi ego es tan grande como dices, o mayor. Pero eso es pasar de la crítica ideológica al ataque personal. No deberíamos hacerlo.  Podemos discrepar, pero no descalificarnos personalmente.

    Un abrazo fuerte.

    Carlos

     

     

  • Rodrigo Olvera

    Una deficiencia intelectual sobre la que nos advertían desde bachillerato era el atribuir intencionalidades a la persona con la que se debate, como si uno supiera mejor que la otra persona cuáles son sus movimientos interiores.

     

    Me parece muy lamentable que aquí Antonio publiques de Carlos Díaz tal cosa contra Carmen. No sé cuál sea la corriente psicológica a la que se adscribe el autor, pero si no sólo no le permite evitar esa deficiencia de atribuir intencionalidades al debatir ideas sino que le lleva a atribuirle a Carmen la intencionalidad de procurar herirle inmisericordemente, quizá valdría la pena buscar en alguna otra.  Hay muchas ideas de Carmen con las que estoy de acuerdo y muchas con las que no estoy de acuerdo. Pero atribuirle intención de lastimar inmisericordemente cuando comenta en ATRIO me parece absolutamente fuera de lugar. Y publicarlo, o leyéndolo no refutarlo, una complicidad.

     

    Y ahora sí, me vuelvo a ir. Pero no podría dejar pasar tal ataque ad personam.

     

    • Carmen

      Hola
      No lo he leído.
      Ni pienso hacerlo. Gracias.
      Este señor tiene un Ego que no le cabe en el cuerpo. Es su problema. Sabe además que no me gusta.
      Lo que no entiendo es la importancia que me da. Porque sencillamente no la tengo.
      Querido, me he vuelto molesta aquí. Digo que no me gustan los jesuitas, que este Papa es humo de colores, que hace falta un cambio profundo en la iglesia y eso únicamente vendrá de la mano de otra visión de Dios. Defiendo los artículos de Arregi , que por lo visto se ha vuelto persona non grata, incluso el mismo Martínez Lozano, que he leído aquí maravillas de él, tampoco gusta ahora.
      Me han llamado de todo. No directamente, bueno, y directamente también. He leído impertinencias hacia mi persona…

      Y, no entiendo nada.

      Eso se suele hacer cuando la persona supone un peligro, pero , qué peligro puedo representar yo? Es que por más que pienso, no lo entiendo. Es que no soy nadie. Sencillamente digo lo que pienso, lo que siento, después de dedicar mucho tiempo al tema de, pero vamos a ver, qué es esto de Dios?

      No entiendo nada. Pasan cosas muy raras aquí. Así que desaparezco.

      Sé que dejó buenos recuerdos en varias personas, y yo los guardaré en mi cabeza junto con otras con las que me he cruzado en mi vida, que ya va siendo larga. Curiosamente son personas que piensan diferente a lo que pienso, pero, qué más da lo que se piense?

      Ayer hizo un comentario Ana que me llamó la atención. Dice que al leerse en los comentarios de 2013, se dió cuenta de que sigue en la misma línea, pero que hay cosas que hoy en Atrio sonarían revolucionarias o algo así. No pudo decirlo mejor en menos palabras.
      Y por qué? Pues que cada cual saque sus conclusiones.
      Han sido unos buenos ratos los que he pasado leyendo cosas aquí y escribiendo, pero todo lo que empieza, acaba. Y a lo largo de mi vida he aprendido a perder. Porque siempre me ha pasado algo parecido. De repente, zas, te llueve sin saber de dónde ha salido el agua. Pues bueno. Pues qué le vamos a hacer.
      Gracias por todo.
      No voy a leer el artículo porque si lo leo, me conozco y sé lo que soy capaz de decir. Y no. Es justamente lo que quiere. Y yo me pregunto, por qué?

      Un abrazo fuerte.

      • Gonzalo Haya

        Carmen, no te lo tomes tan a pecho. No tienes por qué abandonar. Tú nos aportas tus puntos de vista y, sobre todo, espontaneidad, que es algo que con la edad y los libros vamos perdiendo. Todos nos pasamos alguna vez por la inercia de nuestras reflexiones o de nuestras emociones. El diálogo nos ayuda a frenar y volver a mirar el mapa o el GPS para ver dónde estamos. Como decía Machado, no se trata de perfilar nuestra verdad, sino de la verdad; y necesitamos dialogar para ir juntos a buscarla. Un abrazo.

      • Carmen

        Sabes Qué voy a hacer?
        Hace un día superbonito, de momento, no hace calor.
        Tengo visto un colgantito pequeño, superbonito, pero es algo caro y no me decido a comprarlo. Pero, pero, pero…en noviembre cobro la extra. Es un brillante pequeñiiito y superbonito

        Así que me voy a comprarlo. Gracias a Dios no tengo que ayudar a mis hijos, todo lo contrario, cuando me operaron ellos me compraron el andador, un sillón de esos altos porque me lo dijo el médico y una bici estática. Se defienden bien.
        Así que voy a por él. Lo llevaré siempre puesto y siempre , cuando lo vea, que será todos los días, me acordaré de algunos de vosotros.
        Un abrazo fuerte.
        Ha sido un gustazo descubrir a algunas personas aquí.

        • Haces bien, Carmen en comprarte el colgante.
          Vivir la vida hasta donde hemos tenido la fortuna de poder vivirla es bueno.
          Y también haces bien en no leer el artículo.
          Dice el saber popular que ojos que no ven corazón que no siente, por lo que no debes preocuparte de ello.
          No nos prives de tu sabiduría. Estaríamos rodeados de “intelectuales” sin ella.

      • Carmen, ofende quien puede no quien quiere. Si te ha ofendido creo que ha sido accidentalmente. Pero a mi este señor tampoco me gusta. Una palabrería impresionante para no decir nada importante mas que para que quede constancia de que domina el idioma. Muchas palabras y quien mucho habla mucho yerra. Yo no leo ya nada de el. ¿Para que?

    • No siempre coincido con Rodrigo, a menudo sí. Casi siempre. Y este es el caso, tiene razón. No era necesario. Paz y bien.