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Iglesias vaciadas y trasmisión de la fe

 Es cierto que la pandemia hace que la gente se recluya más en sus casas y esto ha influido también en las celebraciones comunitarias de la eucaristía de los domingos. El hecho es que las iglesias están vacías, no sólo con la ausencia de jóvenes, también de adultos, más en hombres que en mujeres. Este dato afecta a todo nuestro país, tanto a la España vaciada como a la poblada.

El último número de Iglesia Viva se hace eco del problema con el tema monográfico “La transmisión de la fe”. Sin duda la descristianización de nuestra sociedad y de nuestra cultura europeas viene de lejos. Y en España, con el nacionalcatolicismo de la dictadura franquista, se ha considerado que era un problema europeo, pero no nuestro, porque España sociológicamente era un país católico y no había de qué preocuparse. En los años sesenta, sobre todo, Francia era un “país de misión”, pero no España. Para el nacionalcatolicismo sólo le interesaba la estadística, pero no la vivencia de la fe. Y ahora ya España galopa a la cabeza de países europeos, donde la estadística es contundente y clara al reflejar que el proceso de descristianización en nuestro país ha sido muy veloz. Así las cosas, España también es “tierra de misión”.

Antonio Duato, en su breve reflexión en el número ya citado de Iglesia Viva, trae a colación la famosa distinción de Marcel Légaut en 1970 entre religiones de autoridad y religiones de llamada. Las religiones de autoridad pivotan en torno al fundador y su autoridad, cimentada en la norma y la moral y con un contenido doctrinal dogmático único y no modificable. Y, por supuesto, se presentan ante los hombres y mujeres como la única religión verdadera. Las religiones de llamada “se difunden porque alguien siembra entre los hombres y mujeres relatos de vida, esperando que en todo tiempo y lugar esta semilla encuentre un corazón preparado para acogerla y producir un fruto de vida”. El cristianismo es una religión de llamada, pero, como advirtió Alfred Loisy, “Jesús predicó el Reino y vino la Iglesia”. Y los resultados están a la vista: una sociedad alejada del cristianismo y con iglesias vaciadas.

Los porqués pueden ser diversos y, como acontece en la vida civil, el análisis que hacen muchos clérigos es que la culpa es de los otros, de los hombres y mujeres, principalmente los jóvenes, que no se acercan a la fe cristiana, influidos por el secularismo, el materialismo, el relativismo…, incluso, para algunos clérigos de rango alto en la jerarquía, el concilio Vaticano II, por ser un concilio pastoral y  no de dogmas y condenas de herejías, y hasta el mayo francés del 68 propiciaron esta descristianización. Es fácil echar la culpa a los demás y no asumir la propia responsabilidad. ¿Dónde está la tarea evangelizadora de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret y de tantos clérigos a lo largo de la historia? Aquel cura de misa y olla se ha convertido en un funcionario repartidor de sacramentos que abre la oficina parroquial una hora a la semana y “dice” varias Misas en su parroquia o en varios pueblos los domingos y festivos y ahí termina su tarea de ser testigo de la fe. Me viene a la memoria la conversación con un cura que había asistido a una reunión de su arciprestazgo y que tenía como tema la pastoral de jóvenes. A mi pregunta de las conclusiones de esa reunión su respuesta fue que habían decidido llevar a cabo una encuesta entre los jóvenes de la diócesis para determinar las causas del alejamiento juvenil de la Iglesia. Ante mi sorpresa no pude decirle otra cosa que la reunión fue una pérdida de tiempo, pues hay encuestas por doquier realizadas por entidades de prestigio como el CIS, la Fundación SM, la europea Pew Research Center, que detallan puntualmente la actitud de los jóvenes ante la Iglesia.

La responsabilidad de la España vaciada no sólo es de los gobernantes que se despreocupan de la vida en decadencia de los pueblos; también es de los ciudadanos y ciudadanas que no aportan ideas ni exigen a los gobernantes que pongan remedio a la situación de precariedad de la educación, la sanidad, los recursos económicos, las nuevas tecnologías… Otro tanto habría que decir de la Iglesia. Nuestras iglesias están vaciadas, porque también los laicos no asumimos nuestra responsabilidad de testigos de la fe. Es cierto que en la Iglesia la tarea de los laicos es más complicada, porque no hay estructura democrática, ya que no elegimos a nuestros curas, a nuestros obispos, ni al papa. Pero aún así debemos ser transmisores del evangelio, como corresponde a todos los bautizados, clérigos y laicos. No hace mucho, un amigo me compartió su preocupación de que su actitud como creyente respecto a sus hijos no había sido la adecuada, pues ni los bautizó ni les ha hablado directamente de la fe cristiana. Todo ello desde el respeto a la libertad individual para que ellos vean y decidan. Su actitud me pareció oportuna al tener como base la libertad del otro, pero también esa libertad se puede ejercer desde unas bases cristianas.

La tarea evangelizadora es responsabilidad de la Iglesia, de todos los bautizados, clérigos y laicos. Todo ello desde la coherencia de vida. Creo que aquí está el quid de la cuestión de las iglesias vaciadas. Se dice que los jóvenes se alejan de la Iglesia por el laicismo, el relativismo, el materialismo y otros muchos ismos, pero, a mi modo de ver, es porque perciben falta de coherencia de vida. No hay respuestas a sus preocupaciones existenciales. El evangelio habla de pobreza, de misericordia, de que el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado…, y a la Iglesia jerárquica, principalmente, le preocupa el dinero, la moral sexual casi en exclusividad, el matrimonio de homosexuales…; o lo que es lo mismo, una religión de autoridad y no una religión de llamada.

La Iglesia no se puede anclar en el pasado ni tomar una actitud de mera observación ante lo que Zygmunt Bauman llama “la vida líquida”; una sociedad en continuo cambio, como si no existieran fundamentos para la vida del día a día. Siempre ha habido obstáculos para una “religión de llamada”, pero la acción misionera de los bautizados no ha descansado. El papa francisco en su Evangelii Gaudium nos recomienda: “Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual.. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!”

5 comentarios

  • Antonio Rejas

    El proceso de descristianización, o, al menos, la disminución de asistentes a la celebración eucarística dominical se inicia en la generación posterior a la que  ahora está entre los 70 y 90 años. Las causas solían ser por pérdida de la fe recibida de sus mayores, aunque también existen los que sin perderla la interpretan a su manera, que no incluye el precepto dominical, pero admito que puede haber una cierta vivencia de la fe, aunque no se practique la asistencia a celebraciones comunitarias. Existen incluso los que aceptan la figura de Jesús, pero alejados de la Iglesia porque la consideran muy distante del Reino que predicó Jesús. Esta es la principal causa de que los jóvenes estén alejados de la fe cristiana, aunque no estén demasiados influidos por el secularismo, el materialismo, etc.

    En este alejamiento de la fe cristiana no podemos olvidar el efecto negativo que tiene el incumplimiento por muchos clérigos de la promesa de castidad que hicieron en su momento. Estas y otras actitudes son graves e influyen muy negativamente en determinados creyentes.

    El laico poco formado y con voluntad sincera de aceptar la predicación de sus curas, se siente profundamente  herido ante ciertas noticias o hechos conocidos, no propios de un cura. No hace mucho me comentaba una persona que el cura con quien estaba confesándose le había pedido permiso (por decirlo de alguna manera) para fumar. En la administración de un sacramento y en lugar sagrado.

    No todos los bautizados tiene el mismo  grado de compromiso con la tarea evangelizadora porque son muy pocos los laicos que reúnen condiciones para ser transmisores del evangelio, aunque se preocupan de de ser fieles a su fe según lo aprendido a través de la predicación recibida en su parroquia.

    Termino este comentario expresando mi total conformidad con lo expuesto en el penúltimo párrafo: “La tarea evangelizadora……………………………………………………………………………………………o lo que es lo mismo, una religión de autoridad y no una religión de llamada”. 

  • Karl Rahner, en su libro SOBRELA INEFABILIDAD DE DIOS como respuesta a su homenaje a sus 80 añitos, expresó que el mensaje  básico de Jesús era no tanto la ética ni el mensaje de amor sino que nos da testimonio de que en cada Ser Humano hay la presencia de Dios y de eso da testimonio. Y si no se capta el mensaje así, la religión cristiana no es más que una religión más por muy ética que sea.
    La cultura de cristiandad ha tenido su historia: ¿SOMOS LOS ÚLTIMOS CRISTIANOS? el artículo famoso de Tillard.
    Y el Espíritu Santo continúa soplando por donde El cree que debe hacerlo, no por donde nosotros quisiéramos.

     

     

  • Sanchez Drago que no es “Santo de mi devoción” venia a decir en un libro suyo, que el cristianismo y la Iglesia Católica era un cadáver tan grande que a todos le estorbaba y que nadie sabia que hacer con el.
    No son los jóvenes, ni es el clero es el cristianismo en si. Este cristianismo se asentó en la sociedad romana y siguió asentado ya sabemos porque y como. Con sangre y represión. Hasta ayer  la columna vertebral de la “matrix” occidental era el cristianismo unido al poder político. Sobre todo el catolicismo, pero hace siglos, desde la Ilustración esta “matrix” empezó a ser cuestionada. Porque la dicha “matrix” estaba diseñada para gente preracional que asumía dogmas infumables para la razón eclosionando en Europa.
    Se intentó en tiempo de la Ilustración “hacerle un cercado” a la religión, pensado casi exclusivamente para la religión cristiana. El clero y un sector de creyentes desde entonces ha estado pugnando por no ser encerrado en ese cercado o por saltar la valla. Pero como es un anacronismo el cristianismo, resulta que “te pongas como te pongas” los templos están vacíos, y tenemos un “cristianismo” residual de gente que se cuelga cruces en las orejas, de adorno…

    Creo que los evangelios, los escribiese quien sea, sacerdotes egipcios o ves a saber, contienen mucha sabiduría, sin ir mas lejos Eckhart Tolle para enseñarnos una espiritualidad suprema, se basa mucho en citas de los evangelios.
    Otra cuestión es el cristianismo estructurado como Institución. Porque este cristianismo era (ya no es)  espiritualidad exotérica unida a poder político. La gente acudía a la fuente cristiana y el agua estaba salada…
    La espiritualidad legitima cristiana, que si satisfacía la sed del buscador, la esotérica gnóstica. La secta literalista que se tragaba lo imposible para la razón, unida al emperador romano, Constantino, la sepultó por siglos, hasta casi borrar su rastro.

    Y esa secta cristiana gnóstica, no imponía creer en Jesús como “hijo unigénito de Dios”. Jesús era un mito arquetípico. O sea, no había conflicto con la razón.

    El tema da para largo… ya no me extiendo mas. ¿Cristianismo?. SI. Lo que tu sagrado libre albedrio admita…

  • ana rodrigo

    Creo que es tarde para cambiar esta situación de abandono de la religión cristiana, en concreto de la Iglesia.

    Pienso que son muchas las causas. La iglesia y su estructura jerárquica han dado una imagen tan lastimosa que anima poco a una sociedad democrática, libre y madura para tomar sus propias decisiones. Por ejemplo la moral sexual y la obcecación de la Iglesia con todo lo relacionado con la misma, ahuyenta a una sociedad que utiliza otras claves para saber discernir lo bueno de lo malo. Hoy hemos tenido un ejemplo con la carta de Paco, el marido de Pepe Blanco. ¿Qué clérigo o moralista cristiano es quien para decir que ese amor entre ambos o entre tantos homosexuales o lesbianas es malo? ¿Por qué, por qué…. es malo ¡¡!!? Porque ellos lo digan? ¿En qué sitio del evangelio se habla del tema?

    Cuando yo me divorcié hace 36 años, el que hoy es santo ¿?, Juan Pablo II, joven y vigoroso en sus sentencias, condenaba un día sí y otro también el divorcio, a mi me tenía amargadica, ¿Qué sabía ese señor de mi vida y del porqué de mis decisiones? Pues nada.

    Esto es sólo un ejemplo de porqué la Iglesia no vive en este mundo Y las iglesias están vacías. Y no hablemos del otro mundo y de los dogmas, porque la gente joven echa a correr. Cuando la gente sólo se mira en el espejo del cura, mal asunto. Escuché decir a una mujer que ella se había hecho atea porque el cura de su parroquia se había casado.

    En cambio, siempre me ha llamado muchísimo la atención las devociones populares, como la semana santa, las cofradías, las romerías, etc. etc. Si alguien lo sabe, que me lo explique.

    Bueno, lo dejo, porque este tema da muchísimo de sí.

  • Gonzalo Haya

    Ciertamente ni la Iglesia como institución ni la mayoría de nosotros los cristianos hemos sido coherentes con el mensaje de Jesús; pero creo que hay algo más. Estamos pasando de una espiritualidad religiosa a una espiritualidad laica. Las iglesias se vacían, pero las ONG progresan. Fuera de la Iglesia no había salvación, y ahora somos hermanos de toda persona de buena voluntad, y estamos construyendo juntos (muy lentamente) un Reino de mayor justicia y fraternidad; a pesar de las gravísimas injusticias y de nuestros pequeños egoísmos. Algunos hablan de una era postreligiosa; quizás se trate de una transformación en la manera de vivir y expresar nuestra espiritualidad innata. De todas maneras, se impone mayor coherencia, valentía para defender la justicia, y confianza en el Amor originario que nos constituye.