UNO. Si no he entendido mal la figura de “el caballero de la fe” del que habla Kierkegaard y que hoy, como ayer, como mañana, fuma su pipa tranquilamente al atardecer, ha depositado su fe (confianza) completa en sí mismo y en Dios porque ha aceptado al Innombrable, asumiendo la paradoja y el absurdo […]
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