No soy amante de las corridas de toros, pero si lo fuera nunca las vería desde la barrera. El divino marqués de Bradomín, “aquel admirable Don Juan feo, católico y sentimental”, no está de moda. La gran frase largamente premeditada estalló envuelta en estrepitosa salva de aplausos entre los de la alfombra roja, aplausívoros […]
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