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Más aún que en Madrid, es en Cali donde arrasa el trumpismo

      Nos llegan noticias sobre Colombia que hacen temblar. En iviva.org ya he publicado un artículo de nuestra colaboradora Olga Consuelo Vélez. Este nos lo envía otra amiga española en Cali. Y espero que nos lleguen otras informaciones y análisis. Si que damos, Rodrigo, más prioridad a esto que a la neo-movida madrileña. AD 

Por Hernando Llano Ángel, politólogo, Universidad de Cali

      Violencia más vandalismo es igual a autoritarismo más fascismo. Esta parece ser una de las pocas ecuaciones que se verifica con frecuencia en la historia y la dinámica de los conflictos sociales y políticos. Cuando estalla la violencia en desarrollo de las protestas ciudadanas y degenera en vandalismo indiscriminado, se enturbia y desdibuja la justa causa que las ha originado y convocado, como sucede en Colombia ahora, con el rechazo a una reforma tributaria profundamente inequitativa.

      Y se produce un efecto todavía más perverso e indeseable, pues se fortalece el autoritarismo estatal y su deriva hacia el fascismo social. Así se constata en el llamado viral, desesperado y vertiginoso que recorre las redes sociales en Cali, clamando por mano dura y un ejercicio contundente de la autoridad. Un S.O.S angustioso pidiendo la rápida y urgente militarización de la ciudad. En las redes proliferan las fotos y los vídeos de civiles armados disparando en forma indiscriminada para contener el ataque de saqueadores a sus propiedades y garantizar la seguridad de sus vidas.

      Están, pues, servidos todos los ingredientes para la apología de la autodefensa civil y el armamentismo “legítimo” de los particulares y los “ciudadanos de bien” contra la canalla o la “garbimba”, para el estímulo de Frentes de Seguridad como los “CIUDADANOS EN RED” de la Comuna 22 y Zona sur de Cali. La Policía ha sido desbordada y el miedo recorre las calles e invade la mente de los ciudadanos. Entonces llegan a la Sultana del Valle los ministros de Defensa y del Interior y anuncian refuerzos del Ejército.
      De continuar esta tendencia, en lugar de avanzar por la senda de las reformas sociales urgentes y la búsqueda de un orden económico y un sistema tributario justo –que se requieren con más urgencia que las vacunas contra el Covid– vamos a terminar en el peor de los escenarios. Un escenario de revanchismo social incontenible de miles de personas desesperadas por el desempleo y el hambre, aupadas por agitadores de la violencia a la izquierda y la derecha, que pescan ganancias políticas y económicas en el río revuelto de esta pandemia. Una pandemia que hace rato dejo de ser una hecatombe de salud pública para convertirse en un pandemónium económico y social.
      Según el DANE hay 3.6 millones más de colombianos en la pobreza para quienes los subsidios no alcanzarán y se suman a un mundo de carencias y hostilidades en donde malviven más de 21 millones, víctimas de una violencia estructural que no se superará con medidas asistencialistas, coyunturales y paliativas. De allí la urgencia de una propuesta más sólida y permanente como la Renta Básica Universal para familias vulnerables.

Un escenario apocalíptico

      Llegamos así a un escenario apocalíptico. Hoy cabalgamos sobre la peste, el hambre, la guerra y la muerte, presente en muchas regiones y ciudades del país, agudizadas por un proyecto de reforma tributaria que logró exactamente lo contrario de lo que se proponía. En lugar de una “transformación social sostenible” ha generado un caos social insostenible en ciudades como Bogotá, Medellín y especialmente Cali. La letra del proyecto gubernamental de reforma tributaria que anunciaba más subsidios y dineros para paliar el hambre y el desempleo, terminó acelerando la peste del Covid, los saqueos, el vandalismo y la muerte. Definitivamente la letra de impuestos regresivos e injustos, sumados a la pandemia, resultó ser una fórmula de ingobernabilidad perfecta, tanto o más letal que la llamada “paz con legalidad”.
Así las cosas, el presidente Duque, no tiene otra opción que retirar de plano en su totalidad tan nefasto proyecto, reconociendo su error y abrir el escenario para que, con amplios sectores sociales y populares, junto a los políticos en el Congreso, se elabore un nuevo proyecto para recomponer este agrietado, convulso y violento panorama económico y social, como lo sugiere la Conferencia Episcopal de Colombia.
      Aunque también puede acoger el reciente trino del expresidente Uribe que presagia el agujero negro de una violencia centrifuga: “Apoyemos el derecho de soldados y policías de utilizar sus armas para defender su integridad y para defender a las personas y bienes de la acción criminal del terrorismo vandálico”. Semejante propuesta podría llevar al actual gobierno y el mismo Estado colombiano a una deriva terrorista, según la definición del punto 33 del Manifiesto Democrático uribista cuando afirma que: “También es terrorismo la defensa violenta del orden estatal”. Sin duda, esto es así, porque cuando un orden estatal descansa más sobre las armas y la violencia de sus agentes y desconoce la opinión y las protestas ciudadanas, ya no es una democracia sino una autocracia terrorista y arbitraria que apela a “razones políticas o ideológicas” para gobernar.
      Y así nos acercamos rápidamente a un régimen neofascista que aguza el miedo y la desesperación de muchos ciudadanos para que estos respalden el uso de las armas oficiales en defensa de sus bienes y vidas, sin importar el desangre y la hecatombe social y política que ello conllevaría por la espiral de venganzas y acciones terroristas que desataría como respuesta desde la ilegalidad. Igual que aconteció en el pasado, siendo gobernador de Antioquia, cuando promovió en forma entusiasta las cooperativas de seguridad Convivir, muchas de ellas embriones del paramilitarismo y perpetradoras de numerosas masacres.
      Sin duda, la letra con sangre mata, más cuando quien escribe estos llamados al uso de las armas oficiales se proclama defensor de la democracia y todavía no reconoce y menos responde por los resultados criminales de sus “exitosas” políticas de seguridad como los “falsos positivos”, con más de 6.000 civiles asesinados en cumplimiento de la Directiva 029 de la “seguridad democrática”.

4 comentarios

  • oscar varela

    Hola!
    (“De aquellos polvos, estos lodos”)
    …………………………………………………….
     
    DIEZ AÑOS QUE DESANGRARON A COLOMBIA
    (“destilado” de en “las venas abiertas de américa latina”)
     
    1- Café y prosperidad
    – En Colombia el café había logrado lo que nunca consiguieron, en los anteriores ciclos económicos del país, las minas ni el tabaco, ni el añil ni la quina: dar nacimiento a un orden maduro y progresista. – Las fábricas textiles y otras industrias livianas habían nacido, y no por casualidad, en los departamentos productores de café: Antioquia, Caldas, Valle del Cauca, Cundinamarca.
    – Una democracia de pequeños productores agríco­las, dedicados al café, había convertido a los colombianos en «hom­bres moderados y sobrios».
     
    2- Poco tiempo después, estalló la violencia.
    – Los elogios al café no habían interrumpido la larga historia de revueltas y represiones sanguinarias.
    – Entre 1948 y 1957, la guerra campesina abar­có los minifundios y los latifundios, los desiertos y los sembradíos, los valles y las selvas y los páramos andinos,
    – empujó al éxodo a comuni­dades enteras,
    – generó guerrillas revolucionarias y bandas de crimi­nales y
    – convirtió al país entero en un cementerio: (aprox. ciento ochenta mil muertos)
    – El baño de sangre coincidió con un período de euforia económica para la clase dominante:
    – ¿es lícito confundir la prosperidad de una clase con el bienestar de un país?
     
    3- La violencia había empezado como un enfrentamiento entre li­berales y conservadores,
    – pero la dinámica del odio de clases fue acen­tuando cada vez más su carácter de lucha social.
    – Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo liberal a quien la oligarquía de su propio partido, entre despectiva y temerosa, llamaba «el Lobo» o «el Badulaque», había ganado un formidable prestigio popular y amenazaba el orden esta­blecido;
    – cuando lo asesinaron a tiros, se desencadenó el huracán.
    – Primero fue una marea humana incontenible en las calles de la capi­tal, el espontáneo «bogotazo»,
    –  y en seguida la violencia derivó al campo, donde, desde hacía un tiempo, ya las bandas organizadas por los conservadores venían sembrando el terror.
    – El odio largamente masticado por los campesinos hizo explosión, y mientras el gobierno enviaba policías y soldados a cortar testículos, abrir los vientres de las mujeres embarazadas o arrojar niños al aire para ensartarlos a puntas de bayoneta bajo la consigna de «no dejar ni la semilla», los doctores del Partido Liberal se recluían en sus casas sin alterar sus buenos modales ni el tono caballeresco de sus manifiestos o, en el peor de los casos, viajaban al exilio.
     
    4- Fueron los campesinos quienes pusieron los muertos.
    – La guerra alcanzó extremos de increíble crueldad, impul­sada por un afán de venganza que crecía con la guerra misma.
    – Sur­gieron nuevos estilos de la muerte: en el «corte corbata», la lengua quedaba colgando desde el pescuezo.
    – Se sucedían las violaciones, los incendios, los saqueos;
    – los hombres eran descuartizados o quemados vivos, desollados o partidos lentamente en pedazos;
    – los batallones arrasaban las aldeas y las plantaciones;
    – los ríos quedaban teñidos de rojo;
    – los bandoleros otorgaban el permiso de vivir a cambio de tribu­tos en dinero o cargamentos de café
    – y las fuerzas represivas expulsa­ban y perseguían a innumerables familias que huían a las montañas a buscar refugio y en los bosques, parían las mujeres.
     
    5- Los primeros jefes guerrilleros,
    – animados por la necesidad de revancha, pero sin hori­zontes políticos claros, se lanzaban a la destrucción por la destruc­ción, el desahogo a sangre y fuego sin otros objetivos.
    (Copla: “Yo soy campesino puro, y no empecé la pelea, pero si me buscan ruido la bailan con la más fea”).
    – La rabia estallaba de cualquier manera, pero no es casual que de aquella década de violencia nacieran las posteriores guerrillas políticas que, levantando las banderas de la revolución social, llegaron a ocupar y controlar extensas zonas del país.
    – Los campesinos, asediados por la represión, emigraron a las montañas y allí organizaron el trabajo agrícola y la autodefensa.
     
    6- Las llamadas «repúblicas independientes» continuaron ofreciendo refugio a los perseguidos
    – después de que los conservado­res y los liberales firmaron, en Madrid, el pacto de la paz.
    – Los dirigen­tes de ambos partidos, en un clima de brindis y palomas, resolvieron turnarse sucesivamente en el poder en aras de la concordia nacional y entonces comenzaron, ya de común acuerdo, la faena de la «limpie­za» contra los focos de perturbación del sistema.
    – En una sola de las operaciones, para abatir a los rebeldes de Marquetalia, se dispararon un millón y medio de proyectiles, se arrojaron veinte mil bombas y se movilizaron, por tierra y por aire, dieciséis mil soldados.
     
    7- El horror de la violencia no hizo más que poner de manifiesto el horror del sistema.
    – Porque el café no trajo consigo la felicidad y la armonía, como se había profetizado.
    – Es verdad que gracias al café se activó la navegación del Magdalena y nacieron líneas de ferrocarril y carreteras y se acumularon capitales que dieron origen a ciertas in­dustrias,
    – pero el orden oligárquico interno y la dependencia económi­ca ante los centros extranjeros de poder no sólo no resultaron vulne­rados por el proceso ascendente del café, sino que, por el contrario, se hicieron infinitamente más agobiantes para los colombianos.
     
    8- Luego, las Naciones Unidas publica­ban una encuesta sobre la nutrición en Colombia.
    – Desde entonces la situación no ha mejorado en absoluto:
    – un 88 por ciento de los escolares de Bogotá padecía avitaminosis,
    – un 78 por ciento sufría arriboflavinosis y
    – más de la mitad tenía un peso por de­bajo de lo normal;
    – entre los obreros, la avitaminosis castigaba al 71 por ciento y
    – entre los campesinos del valle de Tensa, al 78 por ciento.
     
    – Colombia ostenta un índice de homicidios siete veces mayor que el de los Estados Unidos,
    – la cuarta parte de los colombianos en edad activa carece de trabajo fijo,
    – en el campo la estructura de latifundios y minifundios tampoco nece­sita más brazos:
    – por el contrario, expulsa sin cesar nuevos desocupa­dos hacia los suburbios de las ciudades.
    – Hay en Colombia más de un millón de niños sin escuela.
    – Ello no impide que el sistema se dé el lujo de mantener cuarenta y una universidades diferentes, públicas o pri­vadas, cada una con sus diversas facultades y departamentos, para la educación de los hijos de la élite y de la minoritaria clase media.

  • Para la información que recibimos en España sobre Colombia, lo que está pasando en Colombia, (siete bases militares norteamericanas) no tiene importancia¡¡¡ Otra cosa sería si si sucediera en Venezuela¡¡ País que está siendo atacado terroristamente por Estados Unidos¡¡¡¡ Desde la toma del poder por Hugo Chávez que nacionalizó el petróleo, con precios entonces en el mundo muy altos y repercutidos en el pueblo venezolano, solidariamente y aún para los 5 millones de contrabandistas colombianos , ( aquí aquello que se compraba en Venezuela.se llamaba ESTRAPERLO CON FRANCO y tanto colombiano pasaba a su país, con una frontera de 2.200 km hacía el agosto, ……Ahora esos colombianos, vuelven a su país al acabársele el “chollo”, pero los llaman VENEZOLANOS¡¡¡¡¡

    Los venezolanos que se fueron, ya se habían ido. Eran los que se llevaron el petróleo con CARLOS ANDRES PEREZ, y no el pueblo¡¡¡ Sí, Leopoldo López, losTintori, Lezama, multimillonarios, que armaban las “guarimbas” quemaban autocares por docenas,comisarías……personas vivas Y no sólo los que por su aspecto parecían nativos….. Ni una palabra de los gobiernos de Colombia, con el narcotraficante URIBE, que han hecho con Duque colver a la guerrilla a la selva, por ser asesinados, al no cumplir el llamado PACTO DE LA HABANA……. Y no sólo ex-guerrilleros, sino “activistas de los Derechos Humanos”. En fin, sólo periódicos libres diario,es   Diario Públco que titulaban días atrás : “”Colombia en llamas”. Ni soñar algo así en ABC, La razón,El Mundo, Rl País……..

  • Javier Peláez

    En Madrid hay trumpismo; en Colombia represión…

  • mª pilar

    Difícil situación, parece que crece en este mundo, el total abandono de los siempre castigados.

    Y no piensan, que de verdad, tratados dignamente y justamente, son quienes ayudan en todo el mundo, a levantar los proyectos que ha toda persona nos enriquece.

    ¡Me duele Colombia!

    Siempre sufriente de manera cruel. Les deseo una pronta recuperación de la razón, en servicio de todas las personas que en ella viven.