UNO. Friedrich Dürrenmatt en su novela El juez y su verdugo, dice de uno de sus personajes: Es un filósofo. ¿Qué entiende usted por eso?, pregunta otro. Contesta el primero: Un hombre que piensa mucho y no hace nada. Son 24 las personas cuyos cadáveres llegaron al puerto de Los Cristianos en una embarcación de fibra, que había sido avistada hace unos días a 490 kilómetros al sur de la isla de El Hierro. La noticia refería 17 fallecidos y tres supervivientes. A éstos los rescató un helicóptero del Ejército del Aire español. Y un buque de Salvamento marítimo remolcó el cayuco con los 24 cuerpos muertos. 2 de ellos correspondían a menores de edad. Todas las personas, vivas y muertas eran de origen subsahariano y se ignora de dónde habían salido en la embarcación cuya deriva originó las muertes, cuya causa determinarán los forenses en las autopsias que se realizan en el puerto de arribada.
No hay noticia de 5 cayucos que salieron de Mauritania a lo largo de los últimos días con 68, 58, 56, 59 y 17 seres humanos a bordo, respectivamente. Detectemos, como simples observadores de lo real, nuevas formas de nihilismo, cual el nihilismo de la saciedad, que no emana del sentido de la justicia, que no surge de nuestra indignación ante las injusticias del mundo, por el contrario, apenas nos hace ver el vacío que provoca la abundancia. Lo hemos constatado, si hemos querido, en los días de campaña electoral coincidentes con las muertes de estos migrantes. Y, cuidándome de no lesionar mi mente con ese nihilismo bien presente, por muy duro de narrar que resulte, los que asumen el riesgo de la travesía son quienes la realizan por decisión propia. No podemos obviar, desde el raciocinio, que ciertas son las condiciones de vida de los países de origen y ciertos los atractivos de los países a los que pretenden llegar. Pero asumir el riesgo de gastar dinero de las familias y de los prestamistas para pagar a los traficantes que patronean las embarcaciones es personal y no puede eludirse el señalar esa responsabilidad. El buenismo sentimental e irracional está reñido con la sensatez y los riesgos de muerte. Hay que lograr que los que vuelven en los vuelos de devolución hagan saber a sus compatriotas los riesgos, las penalidades de las llegadas, las detenciones y los campamentos y la devolución posterior, así podrá hacerse una difusión de noticias ciertas que colabore con otras actuaciones de inversiones, desarrollo económico y social y labores de policía disuasoria a controlar el goteo de muertos que estamos padeciendo.
Aspecto político, económico, social, humanitario es responder a la cuestión sobre qué hace Europa y cómo puede absorber parte del flujo migratorio y los deseos de una vida mejor que invaden la mente y los corazones de las juventudes de numerosos países de África y Asia. Desde 1991 hasta 2010 he tenido responsabilidades directas como abogado y gestor de los programas de la Comisión española de ayuda a refugiados (CEAR), organización no gubernamental, y de la Fundación Habitáfrica con programas en varios países del continente. Desde 2010 y sigo, presto servicio como abogado pro bono a inmigrantes en situación administrativa irregular en nuestra tierra. No hay varitas mágicas. No sabemos qué hacer. No tenemos repuestas. ¿Flujos controlados? ¿Cupos de entrada en función de necesidades de puestos de trabajo? ¿Cómo conciliar las tasas de paro con la llegada de personas en busca de trabajo? ¿Es suficiente la inversión en desarrollo en los países de África y Asia? ¿Como controlar la corrupción de las élites políticas y militares de esos mismos países? El ejemplo de Marruecos, del que nada se dice aquí por opciones varias, con un monarca que acumula enormes sumas de bienes financieros y de otro tipo mientras los ciudadanos de su país inundan España, Francia, Holanda e Italia para sobrevivir, debería hacernos cavilar y hablar con los pies en el suelo.
Leer el ensayo “Los espejismos de la certeza”, de la premio Princesa de Asturias Siri Hustvert, sanea las neuronas para hacernos capaces de revisar nuestras creencias –sociológicas, humanitarias, políticas, históricas, en ese asunto de las migraciones– para interrogarnos sobre su origen. Sólo sometiendo a esa criba de duda, análisis y búsqueda de certezas, podremos abordar caminos de soluciones que, con la ambigüedad de las decisiones y planes humanos, nos permitan resolver la gravísima situación que tales migraciones crean y van a crear en el inmediato futuro. Peggy Jeriés y Aaron Saitz, nos recuerdan que “nuestras percepciones están fuertemente marcadas por nuestras expectativas”. Temo que esas expectativas están determinadas por el nihilismo de la saciedad en la Europa de mercaderes.
DOS. Marlène Schiappa, ministra francesa delegada para la ciudadanía, ha anunciado hace unos días el lanzamiento de la convocatoria de los Estados generales de la laicidad. Pretende una gran consulta a los jóvenes sobre este asunto que considera la ministra que es de gran interés para ellos. Se celebrarán en el Conservatorio nacional de Artes y Oficios con una conferencia de alto nivel con intervención de académicos, ensayistas y filósofos. Hasta el verano tendrán lugar mesas redondas, grupos de trabajo sobre la libertad de expresión, las búsquedas de los jóvenes, la integración ciudadana, todas abiertas a asociaciones y sindicatos estudiantiles. Una encuesta se realizará entre 50.000 jóvenes en torno a la concepción francesa de la laicidad. Pretende conseguir: “Hablemos en reuniones y escuchémonos unos a otros”. Y así romper la trampa tendida entre los identitarios de extrema derecha y los indigenistas y ecologistas pro Europa verde. Un ejemplo de pragmática laicidad lo ha dado durante los veinte años anteriores a 2016 la Sede Apostólica de la Romana Iglesia, que tanto se alarma doctrinalmente con ella, al haber mantenido durante esos años una inversión de 20 millones de euros en acciones de compañías farmacéuticas que producían y vendían las famosas pastillas postcoito para impedir o dificultar el embarazo de las jóvenes (bueno y de las mayores, claro). Lo ha confirmado el exauditor general de la misma Sede, Libero Millone. La bolsa que administraba el eminentísimo Judas Iscariote, del colegio apostólico hasta que se ahorcó, no daba para tales inversiones. Durante la celebración del Ómer judio, que dura 33 días y se interrumpe el 18 de Iyar, o sea el 29 de abril, realizan los ultraortodoxos una peregrinación hacia el norte del país, al monte Meron a la que acudieron en 2019 250.000 personas, no se celebró el 2020 por la pandemia, y se ha permitido este año tras las vacunas, con autorización oficial de asistencia de no más de 10.000 personas. En realidad, calculan los servicios de acompañamiento que asistieron 30.000 y la prensa israelí habla de 100.000. La peregrinación se celebra con ocasión de la fiesta de Lag Baomer, en torno a la tumba del Rabbi Shimon bar Yochai, un talmudista del siglo II d.C. al que se le atribuye la autoría del Zohar, obra central de la mística judía. Se organiza una gran fuego y hogueras en medio de la noche. Los peregrinos caminaban en apretadas filas y enmarcados en una estructura metálica. De pronto una espantada por causas ahora desconocidas derivó en una catástrofe que ha producido entre la noche del 29 y la madrugada del 30, 44 muertos y un incontable número de heridos según los servicios de socorro del United Hatzalah. El Ómer recuerda la peste que hizo estragos entre los discípulos del Rabbi Akiva en la que falleció el autor del Zhora, en cuya memoria se celebra la procesión. Ómer era la medida de cebada que ofrecida en el Templo de Jerusalén iniciaba la recogida de la cosecha en Israel.
Los diálogos, y en algún caso monólogos, que constan en numerosas revistas más o menos vinculadas al cristianismo sobre la religión, la fe en el Creador y Sustentador, Jesús de Nazaret, la organización eclesiástica y el poder terrenal de los jerarcas de las Iglesias en los que, en no pocos casos, ya se ha decidido que hay otro paradigma y somos todos veneradores de Nietzsche y sus seguidores, han de ser revisados, al menos pro tempore. Gusto escuchar “A period of transition”, del irlandés Van Morrison.
CODA. En el templo de Serapis la sibila Cumea interpretaba los oráculos. Ahora esa función la cumplen los asesores de campañas electorales y desde luego Michavila, Tezanos, y la legión de empresas encuestadoras que han decidido ya cual va a ser el resultado de las elecciones del nuevo, o viejísimo, gobierno de Madrid Región. Bachofen considera a Dioniso y su faceta de dios de las mujeres unido al trasfondo del matriarcado. Varias enérgicas mujeres han acaparado la atención de los cabalistas vaticinadores del futuro. Jerjes encargó, con concurso público en su boletín oficial por si acaso, la construcción de un puente que permitiera transitar a su numeroso ejército. El invento fue un desastre y se hundió. Jerjes mandó cortar la cabeza a los Bartomeus y a los Florentinos del concurso. Y lo encargó a otros que habían visto la decapitación de sus compañeros de la CEOE del momento. El puente salió perfecto y los millones de soldados de Jerjes hicieron famoso al Helesponto. ¿Nada qué ver con Madrid Región? Por aquí, tierra sabia e irónica, hay un dicho políticamente incorrecto: ”¡Qué bonita mata de romero! Y era un cardo borriquero”. Servidor, como acaban de alzar la prohibición de transitar entre las provincias andaluzas, tan pronto pueda me voy a Cádiz a oír a Niña Pastori cantar quedo: Deja que el viento entre las macetas, silbe por tangos.
Hola señor Revuelta.
No crea que no he leído su artículo.
Me ha encantado el método del señor Jerjes. Algo parecido tendría que haber hecho de vez en cuando en mis clases.
No entiendo la sorpresa de Ludovico. Bueno, sí. Está convencido de algo que no existe. El Vaticano sencillamente es un estado corrupto. Eso lo cantan los ciegos por las esquinas. Pero él quiere seguir creyendo en determinadas cosas y está en su pleno derecho. No me atrevo a decirselo por si se enfada. No estoy en modo discusión. Me falta fuerza, pero la recuperaré. Es cuestión de tiempo.
Respecto a lo que dice de los migrantes, pues es que los parches de nada valen. Salvo momentáneamente. Hay que entender de una dichosa vez que el tema de continentes ricos y pobres se ha terminado. Hemos vuelto a un único continente, creo que se llamaba Pangea al principio de la formación de la superficie de la tierra, pero no me haga mucho caso, mi cabeza para los nombres es fatal.
Ya no se vale el decir un océano nos separa, una cordillera nos separa, un mar nos separa. Esa separación pasó a la historia. Ahora no hay separaciones que valgan. Y hasta que no se entienda que o hay un reparto más justo de la riqueza o todo saltará por los aires, seguirán poniendo parches que durarán poco tiempo. Los pobres, bueno, los empobrecidos por políticas injustas a lo largo de siglos no se van a quedar lamentándose y ofreciendo su sacrificio a Dios, esperando que se apiade de ellos, como en Nabuco. Ese tiempo pasó. O al menos está empezando a pasar.
Y si no sabe alguna hija suya que vestido ponerse, que aproveche y se lo pregunte a la niña Pastori.
Buenas noches.
Hoy me he quedado muy triste; los dos puntos “tocados” son para llorar, porque:
¿Cómo comportarse ante estas personas que no respetan nada ni ha nadie, y cuanto hacen, lo hacen:
¿Por qué les da la agana?
Gracias de corazón; la realidad, es siempre dura en su lado negativo, y hoy, nos ha tocado de una manera fuerte, y nos invita ha pensar, y ha ser posible, reaccionar con rectitud de conciencia.
Gracias, aunque de verdad me siento muy triste, por la calidad humana que rezuma…en general.
Siempre hay que dar gracias, por todas las personas, que conservan un corazón limpio y actúan en consecuencia.
Gracias.
Carísimo Alberto, desgarrador el relato de los cayucos. Su mención a la píldora del día después habrá avivado la irritación de muchos contra el Vaticano, incluido el que esto le escribe. Cuando en 1981 Etienne-Emile Baulieu dio a conocer su trabajo sobre la RU 486, los que la calificábamos de píldora abortiva sufrimos las invectivas, no ya de los proabortistas, sino, lo que era más doloroso, de los partidarios de un buenismo mal entendido. Había que considerarlo un avance de la ciencia, como si los que nos dedicábamos a la promoción de ésta nos asustara su progreso. La antiprogesterona impedía la anidación, la implantación, era, por consiguiente, lisa y llanamente una sustancia abortiva. Muchos se dejaron la piel advirtiendo de la naturaleza real de la píldora. Lo último que cabía esperar es que el Vaticano se lucrara con su fabricación y comercialización.