Le resulta más difícil al amigo Sagrera salir con pancartas a animar manifestaciones o plantarse con ella ante edificios públicos. Pero no cesa en enviar sus denuncias en billetes como este. Pensadlo. ¿Hace lo que quiere con su dinero el que asigna un porcentaje a la Iglesia o lo hace con nuestro dinero, ya que quita un tanto al fondo estatal de y para todos? AD.
Un año más, a sólo el 32,15, desciende el porcentaje de defraudadores religiosos; es decir los que marcan en su declaración de la renta que se dé a la jerarquía católica el 0,7% de los impuestos que pagamos todos, incluidos los más de dos tercios que no quisiéramos contribuir a ese timo legal -pues ellos no pagan ni un céntimo más que nosotros y no se multiplican milagrosamente, a su conjuro, los euros, por lo que todos debemos pagarlo también “religiosamente”, lo que va contra nuestro bolsillo y nuestra conciencia. ¿A qué espera este Gobierno para acabar con este fraude, del que durante tantos años ha sido también cómplice? Y ante su desvergonzada pertinacia ¿cómo es que no hay ninguna asociación o personalidad que tenga el valor de denunciarlo, no digo ya entre lo que aquí llamamos -eso sí, con mayúsculas- Justicia, sino ante la Unión Europea, que tampoco ha actuado aún de oficio?
Poca broma: claro que es justo que los católicos paguen a sus clérigo, pero aquí, así, lo pagamos todos ¿Hay que decirlo más claro?
El “impuesto religioso” va al claro. A “caritas!, una ridiculez.
SI es costumbre estafar, hay que quitarla ya.
En este tema voy a participar solo con una anécdota personal, que comprobé hace solo unos años. Se trata de una persona amiga, gran creyente y de vida muy entregada y ejemplar, hasta darse sin reservas…, incluso de su propio salario… (además de gran profesional, muy inteligente.)
Un día conversando sobre una experiencia negativa de clara discriminación, que había sufrido como alumna de un colegio de religiosas, me preguntó: ¿tú a quién das ese 0,7 %, a la Iglesia, no? Mi respuesta fue: doy ese porcentaje para obras sociales, no a la Iglesia, porque quiero que la Iglesia sea pobre, que dé más testimonio de vida moderada, y no lo da en muchos casos. Por ejemplo, ahí tienes el caso de los gastos para “adecentar” la mansión de un obispo cardenal emérito… Se calló, no dijo nada. Después manifestó que había pensado mucho sobre ello… y que tenía que revisar algunos de sus fieles hábitos tradicionales…, y contrastarlos más con el Evangelio.
Efectivamente, tenemos que contrastar con el Evangelio muchas cosas y costumbres y justificaciones, que se dan en la Iglesia; mejor, que da la jerarquía poder más que servicio y restimonio… Ahí tenemos los casos de apropiaciones de bienes -fincas incluidas, además de restaurantes etc.-, de los que se está hablando últimamente, con testimonios que ofrecen bastante credibilidad… Una prueba más de que la Iglesia “jerárquica” necesita convertirse al Evangelio… y no recurrir a racionalizaciones que repugnan. A la Iglesia le sobran bienes, que se reserva y no distruye entre los pobres o no los pone de verdad al servicio de éstos… Ya sé que también ayuda, pero sin dar de esos bienes, que le sobran.
Hay cuestiones cronificadas que se naturalizan y es muy difícil darle la solución deseada por una parte de la sociedad, no por otra, ya que hay muchísimas personas que consideran justo y necesario deducir de sus impuestos, o que lo hagan otros, el 0,7 por ciento para la Iglesia.
¿A qué dedica la Iglesia esos muchos millones que recibe de nuestros impuestos? Para quienes consideran que la Iglesia es necesaria para la sociedad, justifican el uso de ese dinero; la primera razón son las obras sociales, algunas son ciertas, sin bien son gratuitas desde el voluntariado, otras razones es que el clero presta servicios gratuitos ¿? como bodas, bautizos, entierros o comuniones, y esas personas tienen que vivir de algo, y ese algo se lo da el estado con el dinero de creyentes y no creyentes.
El que sean los creyentes quienes aporten lo necesario para el clero, es una costumbre que está en algunos países, no en España. Si se impusiera, tal como está la política en este momento, no quiero pensar la que se armaría. Por eso nadie mete mano al problema, para no generar otros más gordos desde el punto de vista social.