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Triunfó la nueva religión laica

                               Muchas son las causas que contribuyeron a este nuevo triunfo del separatismo en Cataluña. Algunas eran tan imprevisibles a corto o medio plazo como la lluvia y el Covid, que aumentaron abstención de las generaciones no adoctrinadas por él desde la cuna y su ajustada victoria. Pero creo que la principal causa sigue siendo la de haberse convertido gran parte de mis paisanos, como antes otros europeos, a una visión del mundo laica que sustituye a su total o parcialmente perdida religión, como muestran en Cataluña muchos clérigos, ONGs, etc.

En efecto: el nacionalismo les ofrece, como la religión, pero de modo más moderno, racional y cercano, una explicación de sus males, una mayor confianza en sí mismo, una esperanza de mejor futuro y una fraternidad con quienes participan de su misma fe. Esto les permite, como las religiones, perseverar a pesar de las deficiencias e incluso delitos de sus líderes y de las peores y más duraderas derrotas y opresión por parte de sus adversarios. Incluso quienes no han sido adoctrinados desde la cuna tienen la fe de los conversos, moralmente incapaces de volver atrás o reconvertirse a una tercera visión del mundo.

La constancia, a toda prueba racional, de estos nuevos, como de otros creyentes, provoca primero el asombro racional e incluso la burla por parte de sus vecinos, que menosprecian su capacidad de propagación por la decadencia la anterior fe, lo que facilita su aumento hasta que su colectividad es tan fuerte que puede enfrentarse e incluso vencer a los escépticos o partidarios del anterior sistema ideológico.

Martín Sagrera Capdevila, sociólogo.

3 comentarios

  • M.Luisa

    ¡Vaya chorrada! Si se me permite la expresión, nunca mejor dicho en los tiempos que corren!!

    ¿Pero qué idea se tiene del nacionalismo catalán  para decir que como la religión es el ancla que articula  todos los males?   Dejemos la religión aparte, pues lo considero indecente.

    Para llegar al más próximo de sus  significados y de forma resumida    puede ayudar  a ver   el nacionalismo catalán como un catalanismo político cuya corriente de pensamiento está articulada  sobre la tesis de que Catalunya es  una nación sustentada en sus propios  derechos históricos, en su historia, en su lengua y en el derecho civil catalán y por tanto  de lo que se trata es de recuperar todas estas instituciones que fueron en su momento sustituidas   por otras de inspiración castellana.  ¿Esto es tan difícil de entender?  ¡Por favor seamos serios!

     

  • Román Díaz Ayala

    No es necesario juzgar a los nacionalismos como propios de comportamientos religiosos, aunque algunos se les parezcan.

    Las creencias son de todo tipo y conforman tanto nuestras culturas como nuestros universos mentales. La laicidad no tiene capacidad alguna de exorcismo, porque las  creencias no pueden ser ajenas a la misma.

    Por otro lado usamos los  vocablos nacionalismo, nacionalista de unas formas acuñadas por el lenguaje dando por supuesto que siempre hablamos de lo mismo, cuando en realidad nunca viene al caso. No es lo mismo.  En España se dan algunas formas de nacionalismos que nunca aceptan  que España sea una nación, aunque esto sea una falacia, alejada de la realidad actual cultural, falacia también desmentida por la historia.

    Entonces, ¿Con qué sentido se usa el término nacionalismo?. Pues,  se está hablando de un nacionalismo excluyente, el suyo propio o de su agrado, que hacen de España un mero “Estado”, con cuerpo, pero sin alma: El Estado Español.

    Por otro lado las ideologías también pueden ser “mesiánicas” y exigir de sus profesantes comportamientos de redención, y no por ello se convierte en otra religión. Entonces, el Marxismo, por ejemplo, con su utopía, sería otra religión en lugar de una filosofía y una doctrina económica.

    Claro; aceptar lo que  acabo de pronunciar significa que el soberanismo  es otra  falacia, siempre que se descarte que España es soberana y que todo el pueblo español, también la España periférica y las distintas regiones y naciones (nacionalidades)  españolas participan de una misma soberanía.

  • Juan Moraira

    Que el nacionalismo se pueda convertir en religión (o sea, creencia más que razón), es posible, pero se tendrá que predicar de  todo nacionalismo (sea catalán o español). Si a uno le añadimos connotaciones negativas y al otro positivas, mal andamos en la búsqueda desinteresada de la verdad ( no la que  nos convenga).

    Por otra parte, si abandono de la religión implica caer en nacionalismos, la verdad es que el caso de Junqueras ha de entenderse como una aberración: siempre se postula muy católico ferviente a la vez  que nacionalista independentista catalán.

    Lo peligroso de verdad no es que la política haya sustituido a la religión (en un mundo cada vez mas secularizado) sino que la política (o los nacionalismos y otras ideologías) se entiendan en clave religiosa (quiero decir, como religiones). !Peligro!