Siempre ha habido ateos o indiferentes para quienes Dios no existía o carecía de cualquier interés. Parece que en Occidente ha aumentado el número de tales personas. Para ellas, como es fácil de comprender, Jesús no es más que un personaje histórico que ha dejado una huella importante en la historia.
Junto a ellos y durante siglos, millones de personas han creído en Jesús como anunciador de una salvación eterna de la que él mismo era gestor como el Dios que era.
Veo ahora con cierta sorpresa que existe y se manifiesta una tendencia que yo llamaría intermedia y que podría definir del siguiente modo: existió un personaje llamado Jesús cuya historia ha llegado hasta nosotros. No la conocemos realmente, puesto que la hemos recibido construida –y por tanto modificada– por sus seguidores. Una de esas modificaciones –sin duda la más grave– ha sido adjudicarle la condición de Dios. Jesús no era Dios, no resucitaba muertos ni curaba enfermos, no calmaba las tempestades ni multiplicaba los panes. No resucitó porque los muertos no resucitan. Tenía sin embargo un mensaje válido para siempre, que nos hemos de amar unos a otros. El lo hizo y lo pagó con su vida y por eso concierne a la nuestra.
Confieso que comprendo a los cristianos fieles al texto bíblico y a su interpretación milenaria –teniendo en cuenta sin duda el método histórico-crítico– y comprendo también a los ateos. Me resulta en cambio difícil comprender a los que pertenecen a este tercer género que he tratado mal que bien de definir. Diré por qué.
Ya se sabe que en los siglos XVIII y XIX teólogos eminentes (Reimarus, Strauss, Renan) quisieron abandonar al Cristo de la fe –víctima de los dogmas de la Iglesia– para redescubrir al Jesús de la historia. Ese esfuerzo se saldó con un fracaso y un libro famoso de Albert Schweitzer (Historia de la investigación sobre la vida de Jesús) levantó acta de ese proyecto fallido. No era posible hacer una biografía del profeta galileo. Lo que ha llegado hasta nosotros es el testimonio de sus discípulos y no cabe sino aceptarlo o ponerlo en cuestión.
En el segundo caso se emprende un camino de demolición en el que para empezar se prescinde de todos los rastros de la divinidad: “El Padre y yo somos uno”, “quien me ha visto a mí ha visto al Padre”, “hoy estarás conmigo en el paraíso”…
Parece que habría que eliminar también su pretensión de que con él llega el reino de Dios, de perdonar los pecados, de modificar la ley de Moisés y reducirlo a su confesado proyecto de redimir a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
¿Y en virtud de qué podía garantizar que de los pobres el es reino de los cielos o que los misericordiosos alcanzarán misericordia?
Recortando y recortando ¿qué es lo que queda? La historia de un predicador judío que quiso cambiar el sistema religioso de su país (no del mundo, que eso fue cosa de san Pablo) y que pereció en el intento. Todo lo demás parecen añadidos y revestimientos que es imposible tener en cuenta.
Jesús termina así –y gracias a san Pablo, su vocero entre los gentiles– en las filas de los reformadores con resonancia histórica (Confucio, Ghandi, Martin Luther King…) a los que admiramos y que en alguna medida han modificado nuestra forma de pensar. Pero eso lo dicen también los indiferentes, los del primer grupo. De modo que, a mi modo de ver, o se cree que Jesús es Dios o ahí se queda, una figura eminente en el panteón de hombres ilustres.
Amigo Jorge: En el tema de la estructura de la mente, jugamos siempre en dos planos muy distintos. Uno es el plano de la estructura funcional, qué cosas hace y como parece que funciona.
Y otro es el plano de la neurobiología, en el que se estudia, como se realizan neuronalmente dichas funciones, y que órganos y grupos neuronales las ejecutan.
Como dices muy bien, la neurociencia, está aún dando los primeros pasos, y se tardarán más de treinta años o más para que tengamos unos planos detallados del funcionamiento neuronal.
Ray Kurzweil, en “Como crear una mente”, sostiene que la estructura según la cual se organiza el cerebro, al igual que la estructura según la cual se organiza el mundo fuera de él, es jerárquica. Esto se traduce en la existencia de unos 300 millones de reconocedores de patrones dentro del neocórtex humano dedicados al reconocimiento de los diferentes patrones de información que componen la realidad.
El reconocimiento de los patrones se realiza por niveles según su grado de complejidad. A mayor complejidad de los patrones, más alto el nivel de los reconocedores de patrones en el neocórtex. Lo importante en este proceso es que el algoritmo utilizado por el cerebro para el reconocimiento de los patrones es único.
Esto permite la creación de modelos artificia-les de las diferentes partes del cerebro cuyo funcionamiento sea indistinguible del funcionamiento del cerebro humano. En último término, el ser humano será capaz de crear un modelo cuyo comportamiento en su conjunto sea indistinguible del comportamiento de un cerebro humano.
Y ya hay hipótesis mas o menos fundadas, (yo no lo sé), de que lo que “llamamos inspiración en realidad está expresando la actividad basal del cerebro concretamente de los ganglios basales, que son generadores continuos de unos PAF (patrones de acción fijos), en dirección al tálamo, donde se mezclan con otras aferencias y que desembocan en la corteza cerebral.
Si uno es músico se derivará hacia la corteza auditiva y oirá música, y si es pintor hacia la occipital y verá dibujos o formas, y si no es nada de eso lo tramitará como si fuera lenguaje, y dará a luz ideas, literatura o ciencia pero ideas o pensamientos (instintivos).
En el circuito corticotalámico- hacia el estriado (ganglios basales) ahí está el trámite, ahí está el duende del que hablaba García Lorca o el daimon de los griegos, y todos los mediadores mercúricos entre el hombre y la divinidad, que no son otra cosa sino un circuito oscilatorio que trata de encontrar sentido contextualizando esas cadenas sueltas desfragmentadas que son los PAF. (Francisco Traver).
El retraso en los conocimientos neurocientíficos, no nos puede impedir, que especulemos sobre esos PAF, patrones de acción fija, que continuamente están en funcionamiento inconscientemente.
Yo ceo, que estos PFAs, neurológicamente, son cada uno, un gran cluster, (racimo, conjunto, grupo o cúmulo), organizado de grupos funcionales neuronales, que generan todo un conjunto variado de ideas, y tendencias instintivas.
Y los arquetipos de Jung, serían un ejemplo funcional de estos PAFs. Incluido el arquetipo de perfección o de sabiduría, que es el que nos guía instintivamente, mediante intuiciones fuertemente afectivas, hacia los tres grandes valores universales.
Valores universales, que por cierto, de los que habla Platón, mediante la metáfora de la “reminiscencia” que hay que recordar: anamnesis.
Pero no es el único, ni siquiera el primero. Lao-Tsé: “En el centro de tu ser tienes la respuesta: sabes quién eres y sabes qué quieres”.
Y el Lama Govinda, en “El camino de las blancas nubes”: El peregrino se abandona al soplo de la vida interior que… lo conduce, más allá del último horizonte, hacia una meta que ya está presente en su interior, aunque todavía permanezca oculta a su mirada”.
(Esa meta es el desarrollo pleno de su conciencia, que le otorga la maduración, y que está latente en los programas-arquetipo de su inconsciente, heredado genéticamente)
Pero la genética no se “autocrea”…Necesitó una información externa inteligente para tener la capacidad de organizarse compleja e inteligentemente.
Las cadenas de polipéptidos celulares pueden llegar a 20,000 aminorácidos en longitud como hay 20 aminoácidos y las cadenas son más de 100 en longitud, la variedad es casi infinita. Y así un polipéptido que tenga solo 5 aminoácidos puede lograr 3.2 millones de combinaciones. Por eso hay que excluir el azar en la formación del código genético pues la secuencia de aminoácidos requiere un orden súper inteligente. La programación requiere un una intervención extrínseca ya que las leyes físico-biologicas no pueden “pensarse a sí mismas” sino que han sido determinadas en sendos programas vitales.
Existe pues un ordenador dentro de la célula que necesitó de uno que, desde el principio, lo programara complejísimamente en un código en el que está escrito el “software” necesario para ejecutar las millones de funciones vitales que tienen que ser exactas y a su tiempo. Claro que existen fallos y variantes como en todo ordenador pero en la libertad hay grados de perfección, sobre todo cuando la información depende de un programa que se instala.
Por eso, sin llegar a la conciencia no podríamos conocer “quienes somos”…y “saber lo que queremos” y esta conciencia trasciende lo puramente biológico. Es por esta infusión trascendente “dada” que no sólo intuimos sino que deducimos. No es un mero desarrollo cuantitativo evolutivo sino altamente cualitativo e individual, y esta capacidad de trascender la recibimos con nuestra existencia puesto que tampoco es “autocreada”.
Un saludo cordial
Santiago Hernàndez
No he leído a los autores que citas, bueno a Lao-Tsé sí, y en mi opinión, incluido Jung que también he leído algo de él, me parecen desarrollos ampliamente especulativos opinables sobre los cuales se puede dudar y también discrepar. Cierto es que en neurociencia se trabaja con patrones fijos asentados en la epigenética heredada y en el desarrollo embrionario y postembrionario de las neuronas y sus conexiones, dando lugar a un complejo conectoma estructurado en niveles que se están aplicando en IA, con buenos resultados pues los algoritmos aplicados funcionan. Los mejor conocidos son los del campo visual localizados en la corteza del lóbulo occipital, aunque también se estudian otros campos sensoriales y motores con el modelo de patrones fijos. Pero, las grandes lagunas en el conocimiento del conectoma cerebral impiden hacer generalizaciones precisas. Por supuesto que cabe hacer especulaciones e intuiciones que son necesarias para el avance de la ciencia, pero no pueden tomarse como conclusiones pues están expuestas a un margen de error alto, o muy alto. Evito el hacerlas y me conformo ahora con la lectura atenta de la revista de divulgación “Mente Cerebro” que me mantiene en lo que se está haciendo hoy en neurociencia y no descolgado de mi tema predilecto desde mi doctorado sobre el desarrollo embrionario del neocórtex en reptiles.
Lo que me parece tener claro por ahora es que de la estructura funcional de los circuitos o redes neuronales puede investigarse la información que procesan por medio de correlaciones estadísticamente significativas, lo cual no significa una relación causal. Se estudian contenidos de imágenes visuales, frecuencias auditivas, …, contenidos de memoria episódica, sensaciones emotivas, …, incluso patrones de comportamiento. Pero aún es pronto para hablar del correlato neuronal de estos contenidos, o de los cuatro grandes rasgos de la personalidad, …, y más pronto aún del contenido de valores éticos o estéticos. ¿Especular? Se puede, pero al hacerlo hay que tener presente que podemos meternos en un error de bulto.
Como los de la Fiscalía, me imagino. ¡¡¡Mejor un reseteo. pero no como el del PP, ¡¡¡a martillazos!!! Es broma.Pero ¡¡¡ojo, pocas bromas respecto al padre de la iglesia EL FEROZ enemigo de ARRIO. SAN ATANASIO. que según él mismo confesó después lo envenenó……….Plácidos momentos estos de la Historia que podemos los laicos expresar barbaridades, que vistas desde la ortodoxia dogmática, habría que afinar.Un poco de paciencia. No hay que darle a estas cosas mucha importancia. A mi me parece imposible que Jesús, siendo un DIOS ANONADADO sufriese tanto en la cruz, SOLO DIEZ HORAS, mientras los esclavos rebeldes de ESPARTACO, crucificados a lo largo de la vía Apia, desde CAPUA A ROMA ( o sea l90 km) estuvieron días. sin que los soldados romanos no dejaran acercarse a nadie, salvo los cuervos¡¡¡¡¡
Dos cosas. Primera: ¿Conoces personalmente a Dios? ¿Cómo sabes que Dios es uno y único, y no trinitario o comunitario la cual nos incluye por participación en él? Nosotros los cristianos no nos fiamos de nosotros mismos sobre el conocimiento de Dios, nos fiamos de Jesús, quien sin tener en cuenta la acusación de blasfemia por la que fue condenado a muerte en cruz, se proclamó Hijo de Dios sentado a su diestra. No es una cuestión del s.IV inventada por el fogoso S. Anastasio contra Arrio, ni si quiera de S. Pablo, sino que proviene del propio Jesús y recogida ampliamente en el NT. La segunda es que la muerte en cruz de Jesús tal como dices es común como ejecución de sentencia en Roma por lo que la comparte con muchos. Ya es suficientemente atroz como para intentar resaltar que la de Jesús fue la peor de todas, cosa que no es cierta y no tiene ningún sentido ni significación su crueldad, basta la cruz.