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Árboles y símbolos

      El árbol es la vertical erecta que surge de la horizontal plana, lo aéreo que emerge de lo telúrico, lo celeste que sale de lo terrestre. En la mentalidad occidental el universo es un árbol cósmico que hunde sus raíces en el inframundo, afirma su tronco en el mundo y se proyecta en la copa a través de sus ramas, hojas y frutos. Sin embargo, en la mentalidad oriental, el árbol cósmico del universo está invertido, pues tiene sus raíces en el cielo y su follaje en el mundo inferior.

      La mentalidad occidental funciona de abajo arriba, ascensional y evolutivamente, mientras que la mentalidad oriental lo hace de arriba abajo, descensional e involutivamente, por ósmosis o emanación, condensación o encarnación. Pero en ambos casos el árbol representa la mediación de los contrarios, la tierra y los cielos, lo profundo y lo superior, lo de abajo y lo de arriba. Y es que el reino vegetal media entre el reino mineral y el reino animal, entre la dureza de lo pétreo y la ductilidad de lo animalesco, entre lo inhumano y lo humano.

      Finalmente el propio árbol simboliza al humano como microcosmos que aúna la horizontal cerrada y la vertical abierta. Por eso el hombre articula con el árbol una especie de hermandad o fraternidad ecológica, considerando con José Martí que vivir es plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Plantar un árbol es un tributo a la naturaleza, escribir un libro es un tributo a la cultura, y tener un hijo es un tributo y atributo de la humanidad. Esta hermandad del hombre y la mujer con el árbol les permite escribir en su corteza desde antiguo, o bien inscribir su amor en forma de corazón en su tronco, o finalmente leer y escribir en su maderamen convertido en papel. De este modo o modulación, el árbol literal revierte en árbol simbólico.

      La madera propia del árbol simboliza la materia primordial del mundo, madera-materia que proviene del latín “mater” (madre). El árbol y su maderamen obtiene así un origen matriarcal y femenino, así como una proyección patriarcal o masculina. De ahí nuestro hermanamiento y su simbología, ya que el árbol representa al humano como un tronco o cuerpo entre el espíritu, alma o mente y sus bajos instintos animalescos. Por lo demás el árbol de la vida es también el árbol de la muerte y la regeneración o renacimiento, tal y como comparece en el árbol de la cruz del crtistianismo, y tal como está implícito en el árbol típico de la Navidad.

      No extrañará por tanto la divinización de los árboles en la mitología antigua, así como la veneración moderna de ciertos árboles bajo los que el humano encuentra protección simbólica o cobijo ritual. Así el roble vasco de Guernica o la encina pirenaica de Sobrarbe, el abeto nórdico y las palmeras mediteráneas, las sabinas de los Monegros o la carrasca milenaria de Lecina en la actualidad. No hay que olvidar que los viejos dioses tenían sus árboles predilectos, o que la Virgen María se aparece entre árboles. El árbol simboliza y condensa el tiempo de nuestra existencia, por eso la savia del árbol es significativa o simbólica del sentido de la humanidad sobre el humus terrestre.

      El árbol es materia o material simbólico del sentido humano, al tiempo que el símbolo y el simbolismo humano adquieren un sentido arbóreo o arborescente. La savia convertida en sabiduría. El árbol arraiga nuestra alma en tierra y proyecta nuestra imaginación a los cielos.

Un comentario

  • mª pilar

    ¡Hermoso!

    Me encantan los árboles y en mis paseos suelo abrazar alguno de ellos.

    Copio: El árbol simboliza y condensa el tiempo de nuestra existencia, por eso la savia del árbol es significativa o simbólica del sentido de la humanidad sobre el humus terrestre.

    Hermoso, y así me siento alrededor de mis hij@s cuando pienso en ellos o cuando lo contemplo en nuestras reuniones…los contemplaba…ahora es imposible de momento.

    Gracias de corazón, un abrazo entrañable.