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Sencillamente, un año más

     El original en catalán. Ver en Valors.org

La duración del año depende de cada cultura: año sideral, año solar, año lunar … En la vida cotidiana, utilizamos el año civil, que es el gregoriano, el más extendido en Occidente. Por otro lado, se encuentra la evolución histórica del año solar. Sólo los cito, entre otros, porque son muchos: año solar egipcio, año solar juliano, año solar gregoriano, que es el año civil actual.

Es un tema apasionante ver cómo la Humanidad ha ido confeccionado una explicación de algo que no puede dominar: el tiempo. Y si la base del tiempo es la Naturaleza, ahora empezamos ir de forma diferente a las indicaciones de la Naturaleza. La oscuridad de la noche tiene la luz artificial; el calor o el frío tienen el aire acondicionado o la calefacción; el campo tiene el riego artificial y técnico. El reloj indica el tiempo, la cronología, pero no su intensidad y inmensidad.

Resumiendo: nosotros construimos los mapas del tiempo. Queremos controlarlo todo. Luchamos contra un imposible.

Por tanto, un año más segundos en nuestro calendario, pero que marca muchas cosas nuevas: Precios e impuestos son subidas calculadas, no naturales. Tiempo de los proyectos, construidos por nosotros. Además, el tiempo no cura nada, pero hay tiempo para muchas curaciones y otros asuntos.

El tiempo marca la evolución del cuerpo como de la formosidad y la belleza humana: atractiva, seductora, interior, espiritual. El cuerpo es el indicador de la evolución de un tiempo que no vuelve. Un libro, matriz de la cultura occidental hasta ahora, la Biblia, dice en el capítulo 3, versículos del 1 al 15 del Eclesiastés:

Todo tiene su momento.
Bajo el cielo hay un tiempo para cada cosa.
Hay un tiempo para engendrar y un tiempo de morir.
Un tiempo de plantar y tiempo de arrancar.
Un tiempo de matar y un tiempo de curar.
Un tiempo de demoler y un tiempo de construir.
Un tiempo de llorar y tiempo de reír.
Un tiempo de lamentarse y tiempo de bailar.
Un tiempo de tirar piedras y un tiempo de reunirse
Un tiempo de abrazarse y un tiempo de estar cuenta
Un tiempo de buscar y un tiempo de perder.
Un tiempo de guardar y un tiempo de tirar.
Un tiempo de rasgar y un tiempo de coser.
Un tiempo de callar y tiempo de hablar.
Un tiempo de amar y un tiempo de odiar.
Un tiempo de guerra y un tiempo de paz.

Un texto escrito aproximadamente en el siglo X aC, cuando el mundo era agrícola y ganadero. Una sociedad jerárquica, patriarcal e impregnada de mucha religiosidad.

Ahora habría que decir, además:

Hay un tiempo para el ordenador y otro para mí.
Un tiempo para la relación virtual y otro para la presencial.
Un tiempo por el teletrabajo y otro para la familia,
Un tiempo digital y un tiempo humano.
Un tiempo maquinal y otro vital.
Un tiempo exterior y otro interior.
Un tiempo para el ruido y otro para el silencio.

Podría ser una visión más ajustada a este mundo actual nuestro, emergido hace unos dos o tres siglos. Entiendo que este escrito, como de otros hechos en culturas diferentes a la nuestra, puede ayudar a concebir como vivimos el tiempo actual. La pandemia debería poder ayudarnos a concebir el tiempo de otra forma, partiendo de nuestras coordenadas culturales actuales y de la situación presente, no buscada, pero real. Estamos inmersos en una revolución nueva: el mundo digitalizado del que no sabemos las consecuencias.

Pero, los poderes fácticos, oscuros, escondidos, es decir, la criptarquia que siempre ha existido de formas diferentes, querrá continuar manipulando la ciudadanía. Y más en este momento, que no es una época de cambio sino un cambio de época. O entras o desapareces.

Y aquí hay, como siempre y en toda cultura, la capacidad crítica para pensar por un / a mismo / a como nos lo han indicado siempre los sabios o los maestros, pero no los gobernantes. Si no es así, dejamos de ser micrófonos, ciudadanos, para convertirse en sólo altavoces, súbditos.

Sencillamente un año más o menos en nuestra vida. Hay que aprender a ser sabio, sensato y práxico. Ni mirada optimista ni pesimista, sino realista con tonalidad constructiva o destructiva. Hay siempre, en un inicio de temporada o de año, la fiesta, la alegría, el disfrute, la danza, la comida y la bebida y también el silencio, el trabajo, la estimación, la responsabilidad: un tiempo para cada cosa. Nuestra cultura digital nos pide saber poner límites, sólo así podremos disfrutar de paz interior, de hondura o descubrir la profundidad humana.

Sin embargo la depresión, el desesperanza, las angustias se imponen cuando nos enfrentamos a la situación pandémica: muertes, suicidios, trabajos cerradas, desempleo en aumento, precariedad económica y de otros efectos. Las actitudes negativas se apoderan de la Humanidad porque en este momento no hay un horizonte de esperanza, pero con mirada más profunda nunca se pierde ni la esperanza ni la confianza.

Qué decir más? Tal vez sería dejar todo el espacio del artículo en blanco … .y que cada persona lectora escriba o dibuje su propia espontaneidad, la contemple para saberla desencriptar y no poscrastinar (verbos de hoy en día).

Un año más o menos a la vida, pero hay que vivirlo con alegría, paz, esperanza

4 comentarios

  • oscar varela

    Hola!

     

    ¿Qué estamos diciendo cuando decimos esto?

     

    “EL TIEMPO QUE NOS FALTA”

  • Javier Peláez

    1894

    UN AÑO MAS

    Todo el mundo esperaba las doce de la no- che para entrar con la alegria y felicidad posible en el nuevo año.

    ¡Un año más! Era la palabra que de todas las bocas se escapaba, cuando sonaron las doce en todos los relojes vecinos.

    En aquel momento lanzaba su último quejido y agonizaba el año 1893. Algunos corazones se ensancharon al escuchar la ansiada hora, como cuando se ex-

    perimenta una gran alegría. La imperecedera costumbre de comer las uvas al oir sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio á infinidad de familias, y todos á coro gritaron: ¡Un año más!

    Nadie se acordaba ya del triste recuerdo del pasado; todos despreciaban un año tan lleno de amarguras dejándolo rodar por el precipicio del olvido. Se había terminado, y eia lo único bueno que había hecho.

    La alegría reina en todos los ánimos. El año 94 ha venido revestido de grandes promesas.

    Todos nos las prometemos muy felices, y al recordar los tristísimos recuerdos del año que ha muerto para siempre, abrigamos la esperanza del desquite.

    Y Dios quiera que se cumpla nuestro deseo! Por lo pronto, hay que saludarle cortésmente y aconsejarle no siga los mismos derroteros que su antecesor.

    Mirando el  orígen de las uvas en la wikipedia me he encontrado este texto en El Correo Militar de 1894.Por qué estaban cabreados los militares? Porque había ganado Sagasta,porque fue un año(1893) con mucho terrorismo anarquista,por unos sucesos de Melilla…Os lo copio porque parece hecho para nosotros,claro sin mucha reunión familiar…Lo copio para demostrar que en nuestra historia siempre ha habido momentos difíciles o percepciones de momentos difíciles…Desde luego en el caso de 2020 no han sido sólo “percepciones”…Bueno a ver si este año tenemos suerte y podamos contarlo este año o el próximo como aquel año que fue una terrible pesadilla…Para contarlo lo primero,como dicen los gallegos,sentidiño…

  • carmen

    Genial.

    Pese a que el tiempo es un invento para aclararnos nosotros y nosotras mismas con esto de que la vida, las vidas pasan y que el ciclo de la vida se repite en nuestro planeta , con o sin nosotros, pese a todos los pesares, Feliz año recién estrenado, ese que llamamos 2021, y al 2020, que le den dos duros. Uuuuuufffffff.

    Un abrazo fuerte a todos, a todas y a seguir. La vida consiste en seguir.