El cardenal Osoro ha tenido que volar de Madrid al Vaticano para rendir cuentas de por qué han “volado” tantos millones de las fundaciones pías para ayudar a los más necesitados. El mismo Francisco también ha tenido que quitar hace días a su Secretaría de Estado el manejo del dinero, tras la “evaporación” de centenares de millones de limosnas recibidas para los pobres en “inversiones” -nunca mejor dicho- en Londres, etc.
La corrupción, de que tanto nos quejamos con razón en España e Italia, se debe en gran parte al ejemplo dado por un alto clero que, habiendo perdido hace tiempo la fe y la vergüenza, ha hecho del dinero su nuevo dios; y encima, falsos pastores, siguen sermoneando y despellejando a los incautos hasta que su avaricia les rompe el saco.
Ya el Maestro echó a latigazos a los mercaderes del Templo, convertido por ellos, como denunció, en “cueva de ladrones” (¿No cobran ya tantos ahora, hasta hacerlo parecer normal, incluso por entrar en algunos templos?). También advirtió con severidad a sus Apóstoles, tras llamarles “sal del mundo”, que si la sal pierde su sabor no sirve sino para ser tirada al suelo y pisada. Cabe recordarlo y ejecutarlo hoy, como ha hecho ya el Papa en estos casos, a la vista de tanta sal tan oportunamente tirada al suelo por toneladas en la nevada.
Ante el asunto de las fundaciones del obispado de Madrid
Aunque tarde, quiero decir una palabra respecto de ese problema. Simplemente aporto mi humilde experiencia. Solo tengo la información del grupo Curas de Madrid y Más. Pero me da la impresión que al arzobispo de Madrid, fiándose de la honorabilidad de las personas, le han engañado. Y es que eso me ha pasado a mí un montón de veces. Yo suelo decir que tengo un defecto muy grande, que me fío de las personas. Y por eso en cuestión de dinero me han engañado muchas veces. Yo creo que todo el mundo va con la misma lealtad que yo y… me engañan. No sé si es esto lo que le ha pasado al arzobispo de Madrid.
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A mí me sucede lo mismo. La gente me engaña un montón.
Me dan lastima los obispos. Entre la vacuna y el engaño económico, no ganan para disgustos.
En fin.
Martín, estoy contigo. Si la sal no sirve, se la pisa. Y ese pisotazo no es persecución, como algunos viejos conservadores nos quieren hacer ver. Ese pisotazo es implícitamente una denuncia o un nuevo modo de coger el látigo. Lo malo es que el conservador religioso no es capaz de entender ese pisotazo…, y persiste en su condena, sin autoanálisis ninguno. Por eso, persiste… y no cambia… Los malos son los que critican y piden cambios…, y tiran la sal al suelo. Los pisotazos deberían hacernos pensar y proceder más humildes…
A falta de mejor información lo de las fundaciones de Madrid no es tanto un caso de corrupción. Es más bien on gol que le han metido a Osoro (¿sin que lo advirtiera?)
Una fundación es un capital adscrito a un fin, que se gestiona por los patrones. Lo que no se entiende es por qué una serie de fundaciones en Madrid tienen como presidente al Arzobispo. Probablemente con buena razón Osoro delegó ese mandato que no podía atender en una persona de su confianza que ha resultado nefasta. No en principio por su lucro personal ni el de otros sino sustituyendo a patronos y derivando los capitales a un destino nuevo, una “ciudad de la misericordia” Cuando por la venta de inmuebles se destapó el escándalo se intentó revertir con intervención del Vaticano, los pasos mal dados.
Y ahí se acaba la información. No sabemos cuál ha sido el final. Pero no se trata como tal de corrupción sino se mala gestión
Y falta el resultado de las averiguaciones del gobierno australiano sobre transferencias, presuntas, desde el Vaticano a diversos destinatarios en Australia y que la Santa Sede dice desconocer. 1.800.000 €.