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DADA CUENTA del domingo 10/01/2021

UNO. En el primer canto de la Odisea, Telémaco, adolescente hijo de Penélope y de Ulises, le dice a su madre: “Madre, marcha a tu habitación y cuídate de tu trabajo, el telar y la rueda y vigila que las esclavas cumplan con sus tareas. La palabra debe ser cosa de hombres, de todos, y, sobre todo, mía porque yo estoy al mando de este palacio”. Procede el canto y el poema de los tiempos en que no existe escritura y los bardos contaban, y cantaban, lo que ocurría y lo que debía ocurrir y era norma de vida. Así que el patriarcado lleva siglos de ejercicio en el mundo. No lo han inventado los eminentísimos señores cardenales, aunque lo hayan aprovechado en beneficio propio, como los señores feudales, los padres de familia, los coroneles con usía y los cobradores de autobús (extintos por el avance en destruir puestos de trabajo). Ni son las religiones quienes lo inventaron y pusieron en marcha. Homero no estaba ordenado in sacris. Las señoras Merkel, Van der Lynden, Montero, Borrás, le hubieran dado un capón a Telémaco si el muchachico se hubiera atrevida a rechistar. Hemos avanzado.

Vaya este uno en solidario homenaje a la María madre, que Salvador Santos examina con lupa en su última columna en Atrio y a la Magdalena que afirma con contundencia el capón a Telémaco, aunque sin mucho éxito en estos últimos dos mil años. Se estrena estos días en Madrid una ópera, María, cuya autoría es de Lola Blasco sobre los pasos de un clásico como Georg Büchner, una reflexión cantada sobre la violencia de género, pues el soldado Woyzech asesina a María, su amante. Büchner, dramaturgo alemán, muerto en una epidemia de tifus a los 24 años, escribió esta obra no terminada que fue considerada como el primer drama social de la literatura alemana y que ha dado pie a Lola Blasco para su ópera.

 

DOS. Unos meses hace que conté aquí la situación de la zona anglófona de Camerún y las maldades civiles y criminales que está padeciendo su población. Colonizadores alemanes y británicos por una parte y franceses por otra implantaron sistemas educativos y estructuras sociales y culturales distintas. La Conferencia constituyente de Foumban celebrada en 1961 unificó ambos territorios en un solo Estado. Desde entonces y al no respetarse los acuerdos y haber creado de hecho una estructura administrativa, educativa y judicial francofóna, se ha llegado a constantes enfrentamientos. Primero fueron secuestrados varios profesores. Y el 24 de octubre mataron a ocho niños en un ataque a una escuela bilingüe. Tras pedir que siguieran los niños asistiendo a la escuela, fue secuestrado, por ello, el cardenal Tumi, de 90 años, activo en lides sociales aunque emeritado canónicamente. Dirigió el secuestro el llamado general de los rebeldes de la región de Ambazonia al suroeste del país, al frente de un movimiento separatista y el Rey de Kumba, el Fon de Nso, una autoridad moral tradicional. Una invasión en los planes de enseñanza para ejercitarse en un genocidio cultural complementario de los asesinatos bien reales. El arzobispo Andrew Nkea, de Bamenda, se ha enfrentado reiteradamente a esa violencia institucional y tribal y acaba de insistir en que la crisis de esa zona anglófona continuará por décadas si no hay una solución política a la misma. En Nigeria las huestes de los terrorismos islamistas que llevan años masacrando poblaciones y destruyendo escuelas y secuestrando escolares actúan de nuevo. Destruir escuelas y matar escolares viene de antiguo. En Astipalea, una isla en el archipiélago del Dodecaneso griego, en el año 492 a.C. un muchacho, Cleomedes, participante en los Juegos Olímpicos, en los que mató a un contrincante y por ello los jueces de la competición le retiraron la victoria, se fue a su aldea y cuando llegó, rompió la columna que sostenía el techo de la escuela y mató con su caída sobre los escolares a 60 de ellos. Baltasar Gracián, en el Oráculo, aparecido en 1647, afirma: Nace bárbaro el hombre, redímese de bestia cultivándose. Haze personas la cultura y más quanto mayor… No ai cosa que más cultive que el saber.

 

TRES. Karl Paul Reinhold Niebuhr, politólogo norteamericano (que amén con tilde era teólogo, evangélico desde luego) es uno de los representantes teóricos del realismo político estadounidense aplicado sobre todo a las relaciones internacionales siguiendo la línea de Hans Joachim, Mongenthan, de origen judío alemán, muerto en 1980. Me tomo la libertad de traerlo a este tres después del asalto al Capitolio que pudimos contemplar en directo la otra tarde. Reinhold defendía que en política, como en toda acción humana, hay que conocer y considerar la profundidad y la persistencia del mal, de la maldad, en la vida humana individual y colectiva. Desde su posición realista critica el optimismo de la cultura liberal de su país y llama la atención de su error a quienes defienden que la justicia puede logarse mediante exhortaciones morales. El mandato del presidente Trump, elegido democráticamente por una mayoría de votantes USA hace cuatro años, y que tan dramáticos avatares ha sufrido y hecho sufrir durante ellos deberíamos analizarlo a la luz de lo que Reinhol Niebuhr entendia como constataciones irrefutables: 1/ existe el mal verdadero y consciente entre nosotros, en nuestras sociedades y comunidades; 2/ existe el dolor humano consistente, duradero, destructor; 3/ existe sólido el cansancio personal y colectivo; en política y en la acción social educativa, sanitaria, 4/ hay que tener claro que no es posible eliminar esas realidades, pero esa tremanda y mostrenca experiencia histórica, no es excusa para el cinismo, sino para perfeccionar la acción. El capitán Lemuel Gulliver cuenta que los liliputienses “opinaban que era tan difícil sustituir la ausencia de virtudes morales por unas dotes mentales superiores, que los empleos no podían ponerse en manos de personas tan altamente cualificadas, por ser demasiado peligrosas”. Los análisis necesarios para explicar lo ocurrido en Estados Unidos, antes, en y después del asalto al Capitolio con sus cinco muertos y el riesgo de ruptura legal y social que conlleva el seguimiento a las iniciativas de Trump, exigen algo más, mucho más, que los apuntes de esta nota. Pienso, pese a ello, que en el fondo está lo que reproduzco de los dos politólogos americanos.

 

CUATRO. Con las elecciones al Parlament previstas para el día 14 de febrero en el horizonte político español, el presidente del gobierno ha dejado claro que es competencia del Consejo de Ministros la concesión de indultos y que, respecto a los políticos condenados por el Tribunal Supremo, tomará la decisión cuando lo considere oportuno. Cincuenta personalidades de varios países han firmado una petición de concesión de amnistía para esas mismas personas por iniciativa de Omnium cultural. Sin ánimo profesoral, sí deseo sugerir las diferencias entre unas y otras propuestas. El indulto se otorga personalmente a un condenado por motivos de equidad, de equilibrio de justicia, o de orden social o familiar del penado. Entra dentro del derecho de gracia que compete al Poder Ejecutivo y, desde él y por él, al jefe del Estado.

El instituto legal del indulto está regulado por ley, de 1870 pero ampliamente es un texto vigente en gran parte de sus disposiciones. El indulto perdona la pena, completa o parcialmente. No borra el delito, ni la condena, ni la sentencia. Es un acto administrativo que se efectúa en trámite preciso y reglado por el Ministerio de Justicia y que aprueba el Consejo de Ministros, sin estar vinculado preceptivamente por ninguno de los informes que han de acompañar al expediente formal. El ámbito del indulto es el de la clemencia. Hasta no hace muchos años se denominaba Ministerio de Gracia y Justicia, el que ahora se ha adelgazado quedando en solo de Justicia.

La amnistía es un acto político que exige una ley aprobada por el Congreso de los diputados por mayoría absoluta, ya que no requiere el rango de ley orgánica. Se otorga a un grupo de personas, o a un amplio colectivo de ellas que han intervenido o realizado determinadas acciones contrarias al ordenamiento vigente en el momento de llevarlas a cabo. Un acto político, amparado por una ley aprobada en el Congreso, que persigue una finalidad política: olvidar lo ocurrido, borrarla de la existencia judicial o administrativa, ganar adeptos en un terreno difícil para la convivencia. U otros que los parlamentarios consideren de importancia para aprobar esa ley. Concedida, produce la extinción de la acción pública. No es cierto que no pueda concederse amnistía a los políticos presos condenados por el Supremo. Basta aprobar la ley que lo permita. En los artículos de previo pronunciamiento de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (artículo 666.4ª) puede verse su presencia.

 

CODA. Raphael Warnock es uno de los dos senadores del partido demócrata que ha ganado un escaño en Georgia, donde se dilucidaba la mayoría de ese partido en el Senado con el consiguiente desahogo para el nuevo presidente. El senador Warnock, afroamericano, ha obtenido 50,6% de los votos, frente a la candidata republicana, que recibió el 49,4%. Arrestado en numerosas ocasiones por su participación en el Georgia Proyect Stacey Abrams creado para empujar a las poblaciones negras del Estado de Georgia a inscribirse en las listas censales de votantes e ir después a ejercer su derecho. Raphael Warnock es pastor de una iglesia bautista de Atlanta, en la que ministró Martin Luther King, y defiende una iglesia de avanzada, implicada en la vida política y en la búsqueda de soluciones a los problemas de las poblaciones en las que vive. Algún domingo en dada cuenta dedicaré, si es posible, a explicitar esa línea de actuación eclesial. Recién llegado al Senado se encontró envuelto en el asalto al Capitolio. Habrá recordado a Eleanor Roosevelt: “Ganamos fuerza, coraje y confianza con cada experiencia en la que nos paramos a mirar el miedo de cara”.

Alberto Revuelta

 

16 comentarios

  • Javier Peláez

    Cierto el UNO,pero la iglesia católica es una institución completamente desfadada rn cuestiones de género… Contradicción que se hace mucho más patente en sociedades que hay un cierto avance en este tema…No le puedes pedir a una mujer que vive en nuestra sociedad y que vive con naturalidad la reivindicación de sus derechos en las diversas facetas de su vida(trabajo,familia…) que acepte en su condición de fiel su papel subordinado justificado en nombre de lo que más aprecia que es Jesús de Nazaret…O sea que esta mujer católica que puede ser hasta feminista con fundamento en la ética de Jesús en todas las esferas de su vida….va a aceptar que en su Iglesia se le aplique el máximo machismo? A no ser que la iglesia católica quiera un tipo de mujer/fiel reaccionaria….que puede ser…

  • oscar varela

    Alberto Fernández visitó el laboratorio donde se desarrolló
    El suero equino para el coronavirus se empieza a distribuir en todo el país
    Hospitales, clínicas y sanatorios recibirán desde hoy el nuevo fármaco. Su producción fue resultado de una articulación público-privada encabezada por el laboratorio Inmunova, el Instituto Biológico Argentino y el Instituto Malbrán, en colaboración con el Conicet y la Univesidad Nacional de San Martín.

    https://www.pagina12.com.ar/316635-el-suero-equino-para-el-coronavirus-se-empieza-a-distribuir-

  • ELOY

    Gracias Alberto.

    Tu esfuerzo no es baldío.

    Haces resplandecer los hechos, buenos o malos, y ese resplandor es impactante, sin duda.

    Los simples hechos, son más que “un libro abierto”, como suele decirse.

    Son los hechos “resplandecientes” los que nos introducen en la realidad de la historia personal y comunitaria, nos revelan nuestras miserias y nuestras virtudes y nos hacen reflexionar sobre el bien y sobre el mal, sobre la existencia misma, y nos inquieren sobre el sentido de esta.

    Gracias otra vez Alberto

  • oscar varela

    GUILLAUMET, AUTOR DE SU PROPIO MILAGRO
    (Cap. 4° de “Mira la catedral que habitas”)
    [La vida de Saint-Exupéry en Argentina]
     
    1- El jueves 12 de junio de 1930, Henri Guillaumet,
    un pi­loto que había ya cruzado noventa y dos veces la cor­dillera al comando de un avión-correo, inició el vuelo sema­nal de la Aeroposta entre Santiago de Chile y Mendoza, pero regresó una hora y diez minutos después. El corredor aéreo que habitualmente utilizaba era el paso de Uspallata, que se­guía el itinerario del ferrocarril trasandino y sobrevolaba la estatua del Cristo Redentor, erigida en 1904 sobre las im­ponentes montañas. Ese jueves 12 de junio, el itinerario era inviable por una violenta tempestad de nieve, con un viento que soplaba a más de doscientos kilómetros por hora. Tam­bién era impracticable el cruce por otro paso, más al sur, por encima de la laguna del Diamante.
     
    2- El viernes 13 la tormenta no había remitido, pero Guillaumet decidió partir. Había que volar.
    – El correo aéreo no pue­de detenerse. Había que buscar un agujero para perforar la cortina blanca.
    – Guillaumet no repa­ró en que era viernes 13. No era supersticioso.
    (mucho después recordó que el único accidente durante su servicio militar en la aviación, también había sido un viernes 13).
     
    3- Eran las ocho de la mañana en La Colina, aeropuerto de Santiago de Chile,
    – cuando Guillaumet subió a la carlinga del Potez 25, que estaba pintado de blanco.
    – Guillaumet era menudo. Vestía un abrigo y máscara de cuero, y sobre ella las antiparras.
    – Eran las ocho y quince cuando Guillaumet encendió los motores.
    – Calentó durante un cuarto de hora.
    – A las ocho y veintinueve, partió rumbo a Los Tamarindos, el aeropuerto de Mendoza.
    – El itinerario lo decidiría sobre la marcha. ¿Tra­sandino o laguna del Diamante?
    – Dependería de lo que en­contrase.
    – En el aeropuerto le habían entregado los informes meteorológicos que por telégrafo llegaban de Mendoza:
    – cielo cubierto con claros. Viento soplando del oeste-noroeste ha­cia el este-sudeste.
    – El día era lóbrego y oscuro. Unos campesinos del pueblo de San José del Monte vieron pasar un avión.
    – Fue la última señal que se tuvo de él.
     
    4- Todo iba normal hasta que, llegado al pleno corazón de la cordillera, a seis mil quinientos metros,
    – el Potez comenzó a ser sacudido y a perder altura. No podía vencer los vientos que allí bramaban.
    – ¡Una tormenta de nieve!
    – Poco antes, Guillaumet había descrito, en una carta a su madre, el na­cimiento de una tormenta:
    – “Todos los picos lanzaban nieve como volcanes y me parecía que toda la montaña comenzaba a hervir.
    – Una hermosa cadena con cimas de siete mil dos­cientos metros y doscientos kilómetros de ancho.
    – No, no era la primera tormenta que enfrentaba el piloto Guillaumet. Pero esta no era una más…
     
    5- Decidió eludirla ascendiendo y dirigiéndose al sur, por una ruta que ya había explorado.
    – Dejó atrás el volcán Maipú. Comenzó a atravesar los Andes. El cielo, ahora, se mantenía sereno.
    – De pronto, reaparecieron los vientos que zarandeaban el Potez hacia arriba y hacia aba­jo.
    – Eran los llamados “vien­tos verticales”. Se había metido en el corazón de una tormenta.
    – Los golpes sobre la estructura del Potez 25 eran tan fuertes que debió soltar los mandos.
    – El avión caía y caía ya sin control del pilo­to. Los copos de nieve estallaban en su cara, cegándolo.
    – Había bajado tres mil metros en menos de tres minutos.
    – Estaba a cincuenta metros del suelo y lo rodeaba un impresionante circo de montañas.
     
    6- No tenía más remedio que aterrizar.
    – Para agotar el combustible y hacer menos peligroso el descenso,
    – dio vueltas sobre el espejo helado durante casi dos horas. Al fin bajó.
    – Las ruedas del avión se hundieron en la nieve.
    – Bajo el colchón blanco, tro­pezaron con una capa de piedras volcánicas. La caída fue violenta.
    – El avión dio una vuelta en el aire. La hélice se incrustó en el suelo, cabeza abajo, semihundido.
    – Eran las once y treinta y cinco del viernes 13 de junio.
     
    7- A todo esto, en Los Tamarindos los técnicos esperaban al avión de Guillaumet.
    – El telégrafo había reportado el despegue del avión correo, poco después de las ocho.
    – Pero nada aparecía en el cielo del aeropuerto de Mendoza.
    – A su vez, en Santiago de Chile esperaban un telegrama de Los Tamarindos confirmando el aterrizaje.
     
    8- Henri Guillaumet se desprendió con gran esfuerzo de sus ataduras y salió del habitáculo.
    – No podía mantenerse en pie, el viento lo arrastraba y la nieve le golpeaba el rostro.
    – Cavó un agujero bajo la cabina invertida del avión y se refugió allí.
    – Llegó la noche. No tenía termómetro. Calculó que rozaba los cuarenta grados bajo cero.
    – Tenía algunas provisiones y un calentador a alcohol.
    9- Mientras pasaban las horas, sacó del bolsillo la foto de Noelle, su esposa, y la miró largamente.
    – Y comenzó a pensar en su mujer, en sus amigos, en su vida.
    – A las dos de la mañana del domingo 15, el temporal se de­tuvo. Salió de su escondrijo y dio algunos pasos.
    – Estaba solo, absolutamente solo entre picos montañosos.
    – Su esperanza estaba puesta en los camaradas que lo busca­rían.
    – Aún no se daba cuenta de que desde un avión en vuelo sería imposible distinguir al Potez.
    – Ningún avión podía volar tan bajo. Pero de pronto,
    – cuando faltaban unos minutos para las nueve de la mañana, escuchó el ruido de un motor.
    – Era un Laté 25. ¡Es Saintex!, gritó Guillaumet. Era lo que estaba esperando.
    – Había despejado los copos de nieve depositados sobre la carlinga, para que esta se distinguiera mejor.
    – Agitó los brazos, pre­paró las bengalas y las disparó. El corazón le latía.
    – En el rá­pido paso del avión, alcanzó a distinguir el Laté de Saintex. Guillaumet
    – sabía muy bien el riesgo que corría un piloto in­ternándose entre los picos de la cordillera.
    – Agitó los brazos. Todo duró unos segundos, los que tardó el avión en pasar por su cabeza. Y se fue.
    – Entonces la terrible verdad lo golpeó como un latigazo. Era imposi­ble que lo vieran.
    – ¿Cómo distinguir el Potez caído, pintado de blanco, confundiéndose con la alfombra blanca?
    – Durante los instantes que le llevó encender las bengalas, el avión ya había pasado.
     
    10- Por suerte, en un bolsillo encontró una pequeña brújula. De nuevo pensó en su situación.
    – Al oeste se levantaba la cordille­ra. Al este, la montaña descendía hacia la planicie argentina.
    – Si se quedaba junto al avión su muerte era segura. Sólo le queda­ba caminar, ganar la llanura.
    – Pero ¿cuánto debía caminar?
    – Con horror, tomó conciencia de que estaba a cinco mil quinientos metros de altura.
    – Y a unos sesenta kilómetros de la frontera con la Argentina.
    – La nada se extendía a su alrededor, silen­cio, soledad, sólo la nieve y el agua helada y negra.
     
    11- Pero no podía detenerse. Iba a intentarlo. Caminaría en la nieve hacia el este.
    – Se fijó esta regla: una hora de caminata y cinco minutos de descanso, sentado sobre la valija.
    – Encendió el calentador y con un trozo de carbón quemado escribió en el fuselaje:
    – “Je suis parti vert l’Est direction Argentine cause que l’avión ne ma reperé. Adieu a tous. H. Guillaumet”
    (Par­tí hacia el este en dirección a la Argentina porque el avión no me repara. Adiós a todos. H. Guillaumet).
    – Luego, en el otro costado del avión, escribió:
    – “Un dernier souvenir a ma femme avec un bon baiser. J’ai eté oblige d’atterrir par cause de la tempete de neige”
    (Un último re­cuerdo a mi mujer con un beso. Debí aterrizar por la tormen­ta de nieve).
    – Era la mañana del domingo cuando comenzó a caminar.
    (sigue abajo)

    • Alberto Revuelta

      Magnifico. Lo leo al empezar la amanecida de este lunes y aprendo a caminar una hora y descansar cinco minutos. Y confío en Juan Gualberto. Gracias Oscar, muchísimas gracias.

      • oscar varela

        Te leo:
        “… Y confío en Juan Gualberto …”

        Addenda sobre Juan Gualberto:

        – Mientras por telégrafo se difundía el anuncio de la salvación, cayó la noche.
        – La familia García le cedió el lecho a Guillaumet y ellos durmieron en el suelo.

        – Muchos años después, cuando el niño Juan Gualberto tenía ochenta y seis,
        – el gobierno de Francia lo llevó a París,
        – donde el presidente Jacques Chirac le otorgó la Legión de Honor
        – por haber salvado la vida de Henri Guillaumet, héroe nacional de Francia.

        – A esa altura de su vida, Juan Gualberto estaba radicado en San Carlos [Mendoza],
        – donde se dedicaba a la talabartería.
        – A Chirac le regaló un facón criollo y el presidente tuvo una extraña asociación:
        – “Cuando yo era chico, al recibir un cuchillo, había que devolver una moneda…”
        – Y le dio a ese criollo, que lucía en su pecho la Legión de Honor, un franco.
        ………………………

    • mª pilar

      ¡¡¡Impresionante, gracias Oscar!!!

  • oscar varela

    (arriba está del 1 al 11) 
     
    12- Henri Guillaumet caminó todo el domingo, remontando una colina blanca.
    – Hacía entre quince y veinte grados bajo cero. La cantidad de nieve que pisaba era cada vez mayor.
    – Cada paso lo cansaba. Sentía la diferencia de presión atmosférica; le pesaba mucho la ropa,
    – la nieve lo cegaba, patinaba sobre el hielo, cayó tantas veces que ya no recordaba el número.
    – Una vez se desplomó reco­rriendo barranca abajo unos trescientos metros.
    – El suelo cedía y cada paso cuidaba de no hundirse hasta la cintura y no ser devorado por la nieve.
    – Sin embargo, siguió sin detenerse. Si se quedaba dormido, inevitablemente moriría.
     
    13- Durante todo el lunes, Henri Guillaumet caminó y ca­minó.
    – Alcanzó a remontar un valle. Se detenía para ahorrar fuerzas, se friccionaba los pies,
    – que se le habían hinchado, ya tumefactos, por lo que con la navaja tajeó los zapatos que le oprimían.
    – El abrigo de cuero debió abandonarlo porque, mojado, le pesaba.
    – Varias veces el cansancio y el sueño lo vencieron, pero se levantó.
    – Vio un cóndor que lo rondaba, parecía mirarlo, esperar su caída final.
     
    14- Se aplastó contra una roca. Entonces pensó:
    – si me abando­no, mi cuerpo será sepultado por la nieve y nunca encontra­rán mi cadáver.
    – Seré declarado desaparecido y Noelle deberá esperar cuatro años para cobrar el seguro.
    – Lo importante, se repetía, es que encuentren mi cadáver, así Noelle cobrará el seguro.
    – Trepó aun más arriba y, cuando exhausto llegó a lo alto, se dijo:
    – si he tenido energía para trepar, debo tenerla para seguir sin rendirme.
    – Quedarse quieto era rendirse. Sólo el movimiento podía salvarlo.
    – Y de­cidió que iba a seguir. Que iba a luchar.
     
    15- Y así marchó todo el lunes, con una tenacidad de hormi­ga.
    – Cayó rodando por una ladera.
    – Varias veces el viento lo volteó. Escaló paredes de hielo.
    – A algunas laderas tuvo que treparlas varias veces porque al llegar a lo alto, volvía a caer.
    – Alcanzó a escalar un valle, pero la alegría de hacerlo se vol­vió decepción.
    – Era una montaña en forma de pared. Debió volver atrás, y rehacer el camino, completando un gran rodeo.
    – Otra subida le llevó una noche entera. De pron­to, cayó de bruces en la nieve y renunció a levantarse.
    – Henri Guillaumet se rinde.
    – ¿Qué hace Saint-Exupéry, por entonces?
     
    16- El Laté 25 trepa por encima de un pico. El motor tose como un caballo que relinchara
    – En cada recodo de la montaña, el avión se despliega, va y viene, da un giro a veces lento, a veces amplio.
    – Se inclina a su izquierda, luego a su derecha. Atraviesa un laberinto de valles, quebradas y declives.
    – Con el corazón enco­gido, Saintex observa cada metro cuadrado, cada infructuosidad, cada peñasco.
    – Todo es nieve y vacío, desnu­dez y ausencia.
    – Escribió después:
    “Cuando me deslizaba entre los muros y pilares gigantes de los Andes, me parecía que ya no te buscaba,
    – sino que velaba tu cuerpo, en silencio, “en una gran catedral de nieve.”
    – Qué te pasó, Henri, chiquito, dónde mierda te has escondido, estúpido, basta de jugar a las escondidas.
     
    17- El sábado 14 Saint-Exupéry hizo dos viajes de exploración, el domingo 15 tres, el lunes otros tres.
    – Pero la esperanza se iba adelgazando como el sonido de un avión que se va. La angustia ganaba a Saintex.
    – Se sumergía en los valles blancos, pero debía evitar los farallones contra los que podía estrellarse.
    – La cordillera permanecía muda, los valles dormían vacíos, helados, im­perturbables en su silencio.
    – De vuelta en Mendoza, medio congelado él mismo, Saintex bajaba de su avión y se dirigía a las oficinas
    – donde sólo encontraba rostros sombríos. “… son los Andes, amigo. Es el invierno…”
    – Sin embargo, Saintex no se rendía. No se rindió nunca.
     
    18- En la madrugada del domingo 15 de junio, un hombre alto y con expresión sombría
    – entró a una fonda situada en los arra­bales de Mendoza.
    – El visitante inesperado se acercó al mostrador y habló con el patrón. Le señaló una mesa;
    – deliberó con los contertulios, que interrumpieron su partida de nai­pes, bien regada con caña.
    – Se retiró media hora después, con cara de disgusto. Ese hombre era Antoine de Saint-Exupéry.
     
    19- Al caer la noche del lunes, Guillaumet observó que las pendientes montañosas eran menos abruptas.
    – Sus movimientos eran ahora los de un autómata.
    – Cuando caía la luz de ese martes se encontró a las orillas de un río.
    – De pronto escuchó un silbato, era la sire­na de un tren que pasaba. Gritó.
    – El eco le devolvió el sonido. Eran fenómenos del sonido en la alta montaña.
    – Para eludir la pesadilla de la nieve, decidió marchar sobre el lecho del río, que tenía poca altura.
    – En algún momento de ese martes, volvió a escuchar el ruido de un avión, que lo sobrevolaba,
    – pero, ya al borde de la inconsciencia, no supo si era un avión o un sueño de su mente extraviada.
     
    20- El peor día fue el miércoles. Creyó oír el canto de un gallo. Otra vez fantasmas.
    – Sería tan dulce tenderse allí, terminar todo.
    – Debo seguir, Noelle espera que yo siga, los compañeros esperan que yo siga,
    – sería un canalla si los defraudara. La tentación de morir, la tenta­ción de pensar…
    – Al caer la tarde de ese miércoles, a lo lejos, al final del valle, vio faros de coches y luces.
    – En la mañana del jueves 19 de junio, bajó por la ribera del río. Ya no había nieve.
    – Como se le habían acabado los víveres, comió hierba. Estaba tan débil que le parecía inminente su caída.
    – Encontró huellas de muías. Las tocó y le parecieron frescas.
    – A lo lejos, en el valle, observó algo blanco, cuadrado, pero no alcanzaba a distinguir qué era.
    – De pronto, quedó asombrado: allí delante de él, al otro lado del río pastaba una cabra. Luego otra y otra.
    – Comenzó a gritar, casi aullaba. A sus gritos contestaban ladridos. De pronto vio una silueta humana.
    – Era un chico, ¿o una mujer? ¿O eran dos personas? Lo miraban. Entonces apareció un caballo.
    – La mujer y el chico lo miraban, estaban a cincuenta metros. Subieron ambos al caballo y lo espolearon.
    – Se iban. Se habían ido.
    – Henri Guillaumet se tendió en el suelo y lloró.
     
    21- Juan Gualberto García tenía catorce años.
    – Vivía con sus padres en un paraje de la cordillera mendocina llamado Arro­yo de los Papagayos.
    – Ese jueves 19 de junio de 1930, le llevaba la comida al padre, quien estaba cazando gua­nacos cerca de allí.
    – De pronto el miedo lo paralizó: del otro lado del arroyo había aparecido un animal extraño, que nunca había visto.
    – Un monstruo negro que emitía sonidos indescifrables y pa­recía mirarlo fijamente.
    – Le hacía señas y gritaba algo con voz ronca. Huyó despavorido y le contó a su madre lo que había visto.
    – La madre estaba en ese momento cortando madera. Sin dejar el hacha, intrigada, montó un caballo
    – y partió con el hijo a la grupa para ver de qué se trataba.
     
    22- Es un hombre, le dijo la madre al hijo. Juan Gualberto cruzó el arroyo y lo cargó en el caballo.
    – Lo llevaron al rancho donde lo acostaron sobre la mesa. Les costó entender lo que farfullaba:
    – “… dor… dor…”. Luego, se dieron cuenta. De­cía “aviador”.
    – Los García no tenía radio ni teléfono ni leían diarios, pero no era difícil darse cuenta de lo que había pasado,
    – pues en los últimos días habían sobrevolado el lugar muchos aviones.
    – “Seguramente, un avión se ha perdido”, se dijeron.
    – Con gran cuidado, la señora María Robledo de García hizo beber al sobreviviente un sorbo de caña
    – y lo cubrió con una manta, agregando unas pieles de llama sobre los pies helados.
    – Después le hizo tomar leche de cabra con unas go­tas de aguardiente.
    – Así, poco a poco, él consiguió dormirse. Mientras, el hijo partía para avisar al padre.
    – Cuando este llegó, ya era de noche.
    – Más reanimado, Guillaumet les dijo: “Soy el aviador perdido. Vengo desde La­guna del Diamante”.
    – El señor García volvió a montar y bajó a Pareditas, donde había un destaca­mento policial.
     
    23- Saintex comía, al mediodía del sábado 21, en el restaurante del Hotel Plaza de Mendoza
    – cuando alguien entró corriendo y gritó: “¡Lo encontraron! ¡Está vivo!”.
    – Los comensales lo vieron salir disparado del hotel y al rato escucharon el avión sobrevolando la ciudad.
    – Antoine de Saint-Exupéry iba a bus­car a su camarada.
    ………………………………….

  • Asun Poudereux

    Muy oportuno todo lo que nos comentas, Alberto. Te lo agradecemos de corazón.           
     
     Toda imposición a nivel social, político, económico y religioso  de las personas que abusan  del poder ha hecho y sigue haciendo mucho daño a miles y hasta millones de personas.
    No se quiere ver, tampoco denunciar por miedo a los poderes constituidos por el mismo poder, que no dejan de ser personas.  Poco o casi nada  se puede avanzar en humanidad mientras los abusos se permitan, los permitamos entre todos.                   
     
    Mi padre que nos dejó hace 17 años, decía, dice y no para de decir, que apenas estamos empezando a ser realmente humanos( en profundidad y universalidad, digo, por mi parte).                              
     
     Será entonces necesario que pasen una inmensidad de años con vivencias y experiencias de crecimiento y madurez en lo mejor del ser humano,  hasta que sea posible llegar a la plenitud y consciencia del eterno presente. 
     
     No dudo en que hay que estar  despiertos  ante todo lo que se nos presente y se nos cruce en la vida que es y somos.              
     
    Buenas noches. Un abrazo atriero.

  • Juan García Caselles

    Al uno:

    Hay que ver la de cosas que hay que oír y leer respecto al patriarcado. Y sobre todo cuando se critica (con razón) a la Iglesia. Pero nadie se acuerda de lo que pasa con los chimpancés y otros de nuestros primos evolutivos. Pero si el patriarcado ha tenido tanto éxito como para durar un montón de milenios es porque es una institución muy práctica para la especie, por lo que está ampliamente grabada en nuestro subconsciente, sin necesidad de que nadie nos enseñe o nos imponga el comportamiento machista. Seguimos siendo animalitos, que yo sepa.

    Esto no significa que no haya que combatir una cosa que está produciendo una injusticia tras otra, pero si no sabemos lo que estamos combatiendo, ya puede la izquierda multiplicar las leyes y reglamentos, que es muy dudoso que logremos ser capaces  de controlar instintos tan primarios. Y no solo hay que controlar el patriarcado de los patriarcas, sino también, el de las mujeres, todos a una, aunque el más peligroso es el de ,los machos, que son lo que matan.

  • mª pilar

    Como cada semana:

    Ha cargado mis pilas; me confirma en cada punto que nos expone, y en cada uno, me sorprende su maestría al tratarlo.

    En alguno de ellos…me duele el alma…por lo lejos que están… las personas responsables que nos trae a colación.

    Y en otros, me uno a su esperanza por el bien realizado; he tenido la dicha de conocer alguna experiencia de esas que:

    ¡Dan, y nos llenan de esperanza ante tanto buen hacer realizado!

    Siempre, con la colaboración de la comunidad donde se trabaja, porque esta:

    ¡Se llena de Vida!

    Como Jesús proclamó y vivó Él mismo hasta que decidieron quitarlo de en medio, porque luchaba contra el sistema impuesto a costa de la vida de las personas que decían “gobernar” en sus distintas funciones.

    Gracias de corazón.

     

     

  • Juan A. Vinagre Oviedo

    Gracias, Alberto, por las cosas que me enseñas. Eres un monstruito. Estoy de acuerdo en los distintos comentarios que haces (aunque si fueran menos me detendría más a pensar en cada uno?)

    Ahora solo una reflexión sobre el “patriarcado”, que tanto ha discriminado y aún discrimina en muchos lugares… Hemos avanzado algo, no mucho, pero solo en una parte de la tierra…

    La Iglesia, como hija inevitable de su tiempo, también ha caído en la tentación del poder patriarcal, pese a las palabras -advertencia?- de Jesús: Todos sois hermanos, servíos, yo estoy como el que sirve…  Y aún no se ha corregido (ni tamado conciencia de sus desvíos en muchos casos? Todo se puede racionalizar y hasta sacralizar.)  Por eso sigue discriminando sin propósito de enmienda…, pese a que han pasado 2000 años desde entonces… El proceso del cambio es muy lento; el poder no permite ir más de prisa y, si puede, involuciona… Por eso Francisco encuentra tanta oposición. Mientras la Iglesia poder no se convierta… todo irá muy lento, y así no habrá quien recoja la mies… Yo tengo la esperanza de que cuando la mies quede desatendida, reflexione y vuelva al espíritu del Reino, que es maduración y mejora y cambio progresivos…  Los que se oponen al Espíritu…, se resisten más a su acción?

    Un cordial abrazo, y de nuevo gracias.

  • Gonzalo Haya

    Cada día me asombro de la cantidad de temas que dominas. Estos comentarios amplían mi educación, tan necesaria en la sociedad y en la política.

  • Manuel Lucena

    Un abrazo,Alberto.Como ilustran tus comentarios y tus artículos.Sigue ilustrandonos.

  • carmen

    Y menuda la liaron los hombres en el palacio de Ulises. Ahí la que dio la talla fue Penélope. Siempre una mujer. Y encima ha pasado por tontica. De tontica nada de nada.

    Pues sí, existe el Mal. Ya lo creo que existe. A veces me he tropezado con personas con maldad. Es cierto. Además tienen a su favor que es muuuuuucho más sencillo destruir que construir. Muchísimo más.

    Pero, pese a todo, como somos infinitamente más numerosos los que no somos intrínsecamente malos, sino que de vez en cuando cometemos alguna maldad, que no es lo mismo, pues aquí estamos. Construyendo. Quitando escombros de todo tipo y tratando de salvar lo salvable. Y aprendiendo a defendernos. Y eso es lo que hay. Porque es cierto, un poco bestias somos, o un bastante, pero… ahí está el conocimiento acumulado. Será cuestión de descubrirlo y aprovecharlo. Sobre todo de aprovechar lo que sea aprovechable, porque otras cosas…

    Buen día.

    Cuídese mucho.