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Constitución

Jamás se ha hablado tanto de la Constitución como ayer, día de la Constitución. Eso sí, no se ha hablado para modificarla o enaltecerla o repudiarla. Toditos todos (salvo los independentistas, que la quisieron pero ahora no la quieren), para achacar a los otros su no constitucionalidad. Pero hay diferencias.

Mientras la izquierda le tira piedras a las derechas por su falta de cumplimiento de la Constitución (derecho al trabajo, a la vivienda, a la pensión, etc.) o de su negativa a colaborar en lo de la renovación de tantas instituciones (poder judicial, defensor del Pueblo, control de la tele pública, etc.)., por parte de la derecha se recurre a juzgar las intenciones de la izquierda en el poder (qué más quisiéramos, que fueran tan de izquierdas como los derechosos dicen que es).

Cuando la derecha pasa a la oposición, en el mismo instante se inicia la guerra total para volver a conquistar el poder. Y en esta guerra no hay ni armisticios, ni legislación ni ética. Y uno de sus “artefactos” preferido es el de construir el monigote para luego dedicarse a manosearlo, desacreditarlo y deshacerlo. Recordad lo de la recogida de firmas en contra del estatuto de Cataluña o de la venta de Navarra a Eta. No hace falta tener una prueba, basta con que ellos sospechen, o que parezca que sospechan, para fijar en el monigote su inacabable tiroteo, siempre bien acompañado por sus amigables medios de comunicación.

En el momento actual la cosa consiste en que el gobierno quiere acabar con la constitución. Ni una sola prueba, ni un solo incumplimiento que se sepa. No importa. Ya suponen ellos que el Iglesias se ha subido al poder para acabar con la unidad de España y, ojo al dato, con el espíritu de la transición, en el que, según ellos, se garantizaba su permanencia en el poder por los siglos de los siglos, ya que en la hermosísima transición permanecía intacto el dominio de la derecha en la policía, el aparato judicial, el ejército, la iglesia, la administración general del estado, los medios de comunicación y todo el tinglado económico, empezando por el Banco de España y terminando por los autónomos y, como dijo el tío Paco, todo estaba atado y bien atado. En aquella coyuntura en la que el 23-F puso de manifiesto la impotencia de la izquierda, no hubo más remedio que aceptar lo poco que nos daban porque, si no aceptábamos, se cumpliría la vieja amenaza de “no corras, que es peor”

Por si fuera poco, el hoy agorero Felipe se ocupó de empezar a dilapidar las empresas públicas y a domesticar a los sindicatos, que ya eran poco peligrosos, pero por si las moscas.

Y así nos va.

2 comentarios

  • carmen

    Toda la razón.

    Creo que la constitución fue un logro bestial. Pero claro, hay que cambiar cosas ya. Está clarísimo. Pues que se modifique lo que sea necesario. No entiendo mucho, pero es obvio que la inviolabilidad del jefe del estado no puede afectar  a nada relacionado con sus actuaciones que no estén relacionadas con sus actividades como tal.

    A lo mejor también habría que consultar el tipo de estado que quieren los españoles, monarquía o República.

    Está claro también que si sigue la monarquía , la ley Sálica,creo que  se llama así la que dice  que el varón pasa por delante de cualquier mujer en su derecho a heredar en trono, ya parece un chiste. Además de que me parece anticonstitucional.

    Otro tema que habría que ver es el jaleo de las nacionalidades y todo eso, porque está trayendo muchísimos problemas.

    Lo del concordato con la Santa sede no sé si está o no el la constitución, pero si está, lo veo anacrónico. Votaría encantada una constitución que declarase que vivo en un país laico.

    Y luego esa ley electoral rara que hace posible esa disparidad entre el número de votos en una autonomía obtiene un determinado partido  y el de escaños que se adjudica. Me pasa como con el fuera de juego en fútbol, nunca he logrado entenderlo.

     

    En fin. No entiendo mucho. Supongo que habrá mil cosas que habría que estudiar a fondo en vez de esos números que montan los diputados en el Congreso. Toca trabajar. Se siente.

    Y luego, nosotros y nosotras, a votar.

    Digo yo, no sé.

    Un abrazo.

  • mª pilar

    Este es nuestro verdadero problema.

    Lo más triste es, que se oyen más las voces…que siempre cantan…las maldades de la izquierda… cierto que nuestra izquierda, anda más perdida y desunida, siempre lo ha estado.

    ¿Cuándo se lo tomarán en serio?

    Ya vemos como la derecha, sin pausa ninguna, miente, difama, lucha con todas sus fuerzas para no perder el poder, que los ha encumbrado de manera totalmente injusta.

    Y lo más duro de asumir, es, el canto de los cisnes negros, que no tienen suficiente con todo el daño que han causado ha este país durante tantos años.

    ¿Hasta cuando seguiremos añorando al dictador y sus fieles?

    Esto es: ¡Increíble!

    Y no nos da vergüenza ninguna.

    Si de verdad queremos levantar el país, hay que tener los pies bien asentados en el suelo y la cabeza bien puesta y amueblada.