Solo de vez en cuando ATRIO supera el número de 1 ó 2 entradas por día. Hoy nos han llegado casi simultáneamente tres, aparte del post programado. Dos corresponden a autores que desde hace tiempo siguen enviando sus columnas que acogemos siempre con gratitud. Y esta es una colaboración de un buen teólogo que se atreve a entrar siempre con rapidez en los temas más debatidos. No siempre estamos de acuerdo. Esta vez, me atrevo a señalar que la religión podría ser parte integral del curriculo escolar si se aceptara un proceso de acceso de los enseñantes que no fuera el nombramiento del jerarca de turno. AD.
La sesión del Congreso del pasado 19 de noviembre, debería pasar a nuestros futuros libros de historia, para que nuestros nietos aprendan al menos dos cosas: a) cómo no deben comportarse y b) que no somos “un gran país”, como suelen proclamar los que tan mal se comportaron.
No voy a analizar ahora toda la nueva ley de educación: ni la conozco aún completa, ni tengo competencia para ello. Sí quiero destacar que una ley tan importante que pasa solo por un voto más de la mayoría absoluta, no tiene futuro por muy necesaria que sea.
Dicho esto, añado un par de reflexiones sobre dos puntos concretos.
1.- Los parlamentarios que daban golpes y gritaban “Libertad, libertad”, sin hacer caso de la presidenta que pedía silencio, dieron un gran ejemplo de falta de educación, que demuestra hasta qué punto es necesaria una nueva ley. Siguiendo su manera de argumentar cuando el debate de los presupuestos, habría que decir que esos buenos señores habían pactado con Junts per Cat y la CUP que también votaron que no. “Ves per on” que diría la Trinca…
Además, esos buenos señores deberían saber que la libertad, o es de todos, o es un privilegio cuando se la reclama solo para unos pocos. Por eso, cuando son muchos los que tienen derecho a esa misma libertad, ésta debe ser una libertad limitada. Con un ejemplo elemental: hay un derecho innegable a circular por la carretera. Pero cuando son muchos los que circulan, uno debe limitarse a circular solo por un lado (derecho o izquierdo según en qué país estemos) aunque, a lo mejor, el firme del otro lado esté en mejor estado. Si es cierto el dato de que la mayoría de escuelas concertadas está en zonas suficientemente acomodadas o residenciales y la mayoría de escuelas públicas están en barrios pobres, hay que decir claramente que eso no es cristiano y debe arreglarse.
Ya hace mucho que alguien habló de “la libertad de un zorro en un gallinero”. Digamos pues que las gallinas también tienen su libertad. Y si no queremos ironías, recordemos la frase sublime de A. C. Sandino: “los derechos de los pobres son más sagrados que los derechos de los ricos”. Y leamos a un autor que, en este campo de la educación, es neutral: “La participación política, la educación o la renta no pueden proporcionarse de forma más amplia a determinados grupos, privando a otros del derecho al voto o de acceso a la participación política, a la educación o a la salud” (T. Piketty, Capital e ideología, p. 1147). “Elemental, querido Watson” que diría aquel famoso detective.
2.- Por lo que toca a la religión, una vez establecido que no se trata de catequesis, ni de proselitismo, sino de un estudio del hecho religioso, creo que hacer que esa asignatura no entre en la evaluación es reducirla a aquello que en tiempos de Franco llamábamos “las tres marías” (formación del espíritu nacional y ya ni recuerdo cuáles eran las otras dos). Déjeme decirle, señora ministra, que eso me parece una decisión sectaria y no laica.
Nos guste o no nos guste, el hecho religioso es un hecho cultural. Hondamente cultural porque responde a una pregunta constitutiva del ser humano. No voy a explicar yo a una ministra de educación cómo, por ejemplo, el filósofo X. Zubiri califica a esa pregunta intrínsecamente humana como nuestra constitutiva “religación al poder de lo real” (llámela usted si quiere dependencia, finitud, falta de libertad plena o como quiera, para no complicar el lenguaje). Y cómo, frente a esa pregunta humana que nos constituye, hay cuatro respuestas: la primera es el indiferentismo que, más que responder, lo que hace es no plantearse la pregunta (“consumamos que mañana moriremos” y “a vivir que son dos días”). Las otras tres son respuestas creyentes: el agnóstico cree que esa pregunta no tiene respuesta; el ateo cree que la respuesta es, con lenguaje de la Sra. Thatcher, que “eso es todo lo que hay” y que, por tanto, “no hay alternativa” (el famoso T.I.N.A. aplicado ahora no a la economía sino a nuestra situación existencial). La religiosidad cree que sí que hay respuesta positiva…
Por supuesto, nada de eso impide que la religión tenga pecados muy grandes y que necesite ser criticada y purificada: de esto hablé precisamente en mi penúltimo blog. Pero pretender que, por eso, la religión ya no debe formar parte de la evaluación del alumno equivale a decir que (por ejemplo), hay que excluir también de esa evaluación a la literatura, porque está llena de machismos, de violencia cruel, de pornografía y hasta de literatos franquistas: ahí están Henry Miller, Lolita, o las descripciones minuciosas que hace Homero de las heridas que se infringían griegos y troyanos y, si quiere, hasta José Mª Pemán… Pero resulta que precisamente algunos de esos son grandes literatos.
En fin, si tiene usted tiempo, me atrevo a recomendarle un artículo sobre esta cuestión que acaba de aparecer la revista de Linz Theologisch-Praktische Quartalschrift (n. 4 del 2020), de Bernhard Grümme, titulado: Noch lange nicht überflussig (“ni mucho menos superflua todavía“), para que vea que no se trata de una manía de unos pocos chiflados. Cuidado pues, con caer en esos fundamentalismos “a lo gringo” que eliminan de la formación del niño elementos constitutivos de nuestra existencia humana. Porque así no formaremos personas. Y luego resulta que cuando algunos de esos mal formados, descubren por su cuenta la vigencia humana de la pregunta religiosa, suelen caer reactivamente, en otro de esos fundamentalismos de signo contrario y en esas típicas exageraciones de neoconverso que deforman otra vez el hecho religioso.
3.- Es hora de terminar y quisiera hacerlo con unas palabras para nuestro presidente del gobierno: señor Sánchez, si de veras quiere usted un gobierno de progreso auténtico, y no de ese pseudoprogreso que W. Benjamin (gran referente de la izquierda) calificó ya como “un camino de regreso a la barbarie”, entonces, por favor: mire de reformar cuanto antes nuestra ley de extranjería y la de reforma laboral. De lo contrario sus palabras carecerán de credibilidad por mucho que las repita.
Comparto muchos aspectos que señalas, José Ignacio. Creo que la religión puede ser opcional en primaria, pero sin evaluación o nota. Porque me parece que asociar un suspenso o un sobresaliente a religión, en última instancia a Dios, puede llevar consigo una deformación. No se debe asociar la religión -Dios- a un castigo como puede parecer un suspenso, ni a un sobresaliente, con el riesgo de creer que por saber muy bien el catecismo etc. ya se es un buen cristiano. En la enseñanza de la religión hay que afinar más de un modo muy expreso.
En la ESO o bachillerato, pienso que sería bueno estudiar el hecho religioso en sus distintas dimensiones… El HECHO RELIGIOSO es mucho más que un mero fenómeno social… Tiene raíces más profundas, y sería bueno -y necesario- estudiarlo con detenimiento. El hecho religioso no debería marginarse ni frivolizarse. Es uno de los factores que pueden dar sentido a la vida… No se puede reducir el curriculum a pura tecnoligía, como quieren muchos…, que, a mi juicio, superficializan la vida.
Estoy de acuerdo con Mª. Pilar. La asignatura de religión en un colegio solo sería aceptable si hubiera un profesor para cada una de las religiones que profesen los alumnos o si se impartiera Historia de las Religiones. No tiene ningún sentido que la única que figure en el plan de estudios sea la religión Católica (ni siquiera la Cristiana).
Esto significa una discriminación a aquellos alumnos que en sus hogares viven una religión distinta: islamismo, protestantismo en sus distintas acepciones, budismo o cualquier otra, incluso en caso de que sus padres fueran ateos, debería haber un profesor de Ética.
La religión católica, si unos padres quieren que su hijo las reciba, deben transmitírsela ellos y llevarlos a su parroquia que es donde podrán recibirla, pero de ninguna forma debería impartirse en un colegio.
Un saludo.
Mi querido JIGF, estoy contigo en que esa ley no tiene el consenso que se necesita, pero algunos supuestos que desarrolla tu texto, y das por probados, no lo son. Intelectualmente son trampas en el solitario. De Zubiri a la religión en la escuela, y aquí los casos son muy distintos, hay mucho que concretar. Yo no lo podría firmar. Los que apoyan esa ley están muy ideologizados. Lo denuncio contigo. Pero hay mucha gente, a este lado, que te va a aplaudir porque en líneas generales los justificas en otra ideología y, en lo concreto, ni están ni se les espera para cambiar el sesgo cultural, social y económico de su oferta escolar. Hay muchas diferencias en la iniciativa social y no se resuelve diciendo, “pues que no haya”. Hay que darle una vuelta más a todo esto también entre nosotros. Pienso.
Leo “2.- Por lo que toca a la religión, una vez establecido que no se trata de catequesis, ni de proselitismo, sino de un estudio del hecho religioso, creo que hacer que esa asignatura no entre en la evaluación es reducirla a aquello que en tiempos de Franco llamábamos “las tres marías” (formación del espíritu nacional y ya ni recuerdo cuáles eran las otras dos). Déjeme decirle, señora ministra, que eso me parece una decisión sectaria y no laica”.
En esta afirmación voy a mostrar mi desacuerdo. Para mi la asignatura de religión creo que es un problema, pues es una asignatura que presenta un Curriculum distinto al resto del claustro de profesores, ya que el docente de esta asignatura es elegido a dedo desde el obispado de la religión Católica de cada diócesis, por tanto no es la religión en sentido general, religión de religiones, si no de una en concreto, por mucho que luego se quiera adornar con el hecho histórico y demás. Que yo hable esto no implica que reniegue de mi religión católica apostólica y Romana, aunque tengo muchas preguntas que hacerle a mi creencia. El católico no puede esconder un hecho importante…que su fundador no predico en las academias, ni fundo una escuela, que no colegio (a veces y muchas veces se confunden), si no un modo de vida y eso no se enseña en el aula si no en las acciones, en el ejemplo de sus seguidores. Por lo tanto esa obsesión por el aula solo puede llevar implícito otro algo que se nos oculta aunque lo intuimos. Yo, solo analizo el hecho educativo. Una asignatura de un hecho particular implantada en un hecho publico, con unas dinámicas comunes que tiene una asignatura con sus propias dinámicas dependientes no de un ministerio social sino de una jerarquía eclesial, es algo importante y que hay que tener en cuenta a la hora de analizar este hecho.
Porque, ¿Cómo evalúas la solidaridad, el amor, el cariño, el respeto, el bien común, la amistad, frente al odio, el rencor, la tristeza el miedo y otros tantos sentimientos y emociones que Jesús nos transmitió en el evangelio? …con un 4 insuficiente, un 5 aprobado, quizás un 6 bien, un 7 u 8 notable o sobresaliente de 9 o 10. Creo que el mensaje de Jesús merece mayor respeto que esa obsesión de calificar a las personas con sus notas…¿se es mejor cristiano con un 10 que sacando un 8, como lo calificas eso, como lo sopesas?¿Quién es el profesor que se atreve a calificar ese hecho?.
(Lc 6:20-23)
Cuando Jesús vio a toda esa gente, subió a la ladera de una montaña, se sentó y allí llegaron sus seguidores. Entonces comenzó a enseñarles lo siguiente:
3 «Afortunados los que reconocen su necesidad espiritual,
porque el reino de Dios les pertenece.
4 Afortunados los que están tristes,
porque Dios los consolará.
5 Afortunados los que son humildes,
porque la tierra que Dios prometió será de ellos.
6 Afortunados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque quedarán completamente satisfechos por Dios.
7 Afortunados los que tienen compasión de otros,
porque Dios también tendrá compasión de ellos.
8 Afortunados los que tienen corazón puro,
porque ellos verán a Dios.
9 Afortunados los que se esfuerzan por conseguir la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Afortunados los que son maltratados por practicar la justicia,
porque el reino de Dios les pertenece.
Leo “Entonces comenzó a enseñarles…” No les paso un examen, ni tuvo intención de educarles, ni adoctrinarles, y hacerles futuros que se yo…veterinarios, médicos, sacerdotes, fontaneros, electricistas o que se yo…no, no, simplemente les enseño, les dio una forma de sentir y hacer para con los demás…todo esto que enseño, no está en los libros, esta en el corazón, y se expresa mejor fuera de la academia, y del aula, que dentro, en los campos abiertos, con la gente humilde, y pobre, dejando fuera ideologías, teologías, filologías, filosofías, antropologías, arqueologías, otorrinolaringologías, y todas las logias del mundo, (logia=saber, ciencia).
Lo que es un hecho para Zubiri es la religación al poder de lo real. Zubiri no se pregunta por el hecho religioso sino que, lo que analiza es el hecho de la religación y precisamente por ser este hecho lo primero que él analiza es por lo que en segundo término puede producirse en la cultura esa dimensión de lo religioso.
La idea zubiriana de religación matiza la idea de religión estableciendo una distinción entre ambos conceptos de manera que si lo que está en crisis es la religión la vuelta a la secularidad que el poder de lo real brinda a la persona será suficiente en ella para la libre creatividad en la orientación a la vida.
Dice Faus, –“ Por lo que toca a la religión, una vez establecido que no se trata de catequesis, ni de proselitismo, sino de un estudio del hecho religioso,…” Es que yo creo que esta la clave del debate, el que la signatura sea de religión o de una religión concreta, sino del hecho de las religiones y su importancia en la configuración de una sociedad y de una cultura.
Lo que ocurre es que hoy, no se da clase de las religiones como elemento cultural sino que es catequesis pura y dura, salvo excepciones que orientan la religión más a la ética. De hecho, el profesorado de religión católica estás designado, controlado y sancionado por el obispo correspondiente, en el caso en que se dude de su ortodoxia.
Yo sí creo en la asignatura del hecho religioso, obligatoria y evaluable, porque, de lo contrario ni entenderemos la convivencia social, la tolerancia, ni entenderemos ningún museo y las construcciones religiosas artístico.
Y, si los padres quieren catequesis, no creo que el sistema educativo tenga que incluirla en el curriculum escolar. para eso están las parroquias. Un día hablando con una adolescente, me decía que había elegido religión, porque no había que trabajar nada y ponían muy buena nota al final. Ese era el interés religioso que tenía la adolescente.
En parte… tiene razón… en alguno de sus apartados.
Quitar la religión de las escuelas-colegios, como se estaba impartiendo, no solo es bueno, sino:
¡Necesario!
Porque no enseñan de verdad lo que Jesús proclamó, sino lo que la mayoría de las iglesias tienen por norma:
“El cumplimiento de leyes y dogmas”
Todas/os, hechos por hombres, y de una manera muy oscura e interesada.
Enseñar a ser honestos, justos, buenas personas…no es lo que se enseña en la religión, ni ahora y mucho menos hace ya mucho tiempo…
Sería mucho mas honesto, enseñar:
“La historia de las religiones”
Porque en nuestros centros educativos, hoy en día, hay distintas religiones.
La católica, debería enseñarse, primero en casa, y después fortalecida por clases en las parroquias; claro está, que muchas personas no quieran esa responsabilidad ni el compromiso que ello supone.
Así lo viví en mi niñez, primero en casa, no solo nos enseñaban, sino que se respiraba en nuestra manera de vivir, y de adulta, he hablado con mis hijos/as, del compromiso que seguir a Jesús supone; y muchas veces, he tenido que “corregir” lo enseñado en el colegio…por partidista y discriminatorio y aberrante.
Seguir el hermoso Proyecto de Jesús, es mucho más, que una nociones encasilladas y con profesores que dejan mucho que desear; y lo puedo decir por la experiencia personal que he vivido con nuestros 6 hijas/os.
Lo quiero de verdad, lo he tenido como profesor en mi C. Pignatelli, pero en esto, no puedo estar plenamente con Vd.
¡Lo siento! Un abrazo entrañable.