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A Javier Pagola (1946-2020)

      Celebro tu vida, Javier, ahora que te has ido, que te has quedado para nunca irte, que has vuelto a ser enteramente uno con la Fuente del Ser, ahora que VIVES.

La pena nos abate, sí, porque en nuestros pobres ojos ya no se encenderá la luz de los tuyos tan llenos de claridad y de ternura. Que se lo pregunten a tu querida, inseparable Maribel, a quien no hace mucho, mientras aún podías balbucir palabras, le decías: “¡Cómo eres, Maribel! ¡Cómo me cuidas!”, fundidos ambos en la misma emoción, la misma profunda gratitud de la vida, la de quien recibiendo da y la de quien dando recibe, doble y única dicha a la que solo se accede a través de la muerte del ego.

Que se lo pregunten a tus hijos y nueras, que cuanto te querían te admiraban y viceversa, y ahora se resisten a creer que te hayan perdido, pero han de buscarte a oscuras en el duelo, como nosotros. Que se lo pregunten a vuestros cuatro adorables nietos que durante todo el confinamiento y después esperaban ansiosamente el cuento que tú les escribías cada día y que les trasportaba a lo más profundo de la realidad verdadera, y ahora les falta el abuelo y el sabio. Que se lo pregunten a tantas y tantos compañeros de comunidades cristianas, de causas, proyectos, palestras sin fin por otra sociedad más justa, que se sienten huérfanas, huérfanos, en estos tiempos difíciles en los que más te necesitan. Todos hemos quedado un poco huérfanos.

Sin embargo, celebro tu vida, tan generosa y fecunda, tan lúcidamente comprometida, tan descomplicadamente entregada. Tu vida tan humana y compañera. Tu colaboración desinteresada con Alaiz, con Medicus Mundi, con tu Foro GOGOA, con tantas comunidades de Guatemala y del Altiplano del Perú. Celebro tus grandes dotes personales y profesionales: tu sencilla lucidez, tu sensata sencillez, tu afabilidad y cercanía. Tu palabra clara y luminosa, precisa y honda. Tu paz rebelde, tu rebeldía apacible. Tu capacidad de trabajo, tu ánimo siempre a punto. Tu inteligencia y tu bondad, tu amor de la vida. Y tu compromiso insobornable con la verdad y la justicia, con la realidad y la esperanza activa.

Celebro tu entereza y ecuanimidad, tu profunda paz durante estos largos meses finales. En el mejor momento de tu vida, en la plenitud humana y familiar que te coronaban, te llegó implacable el ELA. Y tú lo acogiste sin más, sin negar ni huir ni derrumbarte, sin acritud ni angustia, con esa naturalidad tan tuya. Nadie te oyó una queja. “¡Qué cruel es esta enfermedad, Javier!”, te comentó una vez Maribel, y tú simplemente respondiste: “Así es”. No era una queja, sino esa sabiduría esencial de la vida que nos lleva a acoger lo que es. Y es la única manera de transformar lo que viene. Tú les consolabas a Maribel y a tus hijos.

Celebro también tu largo y profundo itinerario de renovación teológica, la que nos ha tocado en suerte como señal de los tiempos. Tu camino del Cristo dogmático al Jesús itinerante y humano. Del Catecismo católico al seguimiento de Jesús. De una Iglesia a otra que aún no cuaja ni tiene visos de cuajar, pero no importa, pues el Espíritu de la Vida no necesita de iglesias ni religiones. De aquel Dios al Dios de Jesús (más allá de toda imagen de Dios, me atrevería a decir). Es cierto que te rebelabas mansa y decididamente contra ciertas ideas sobre la No-Dualidad entre Dios y mundo, o sobre el fin cultural del teísmo que algunos declaramos cercano y sin retorno, pero tu vida no se jugaba, ninguna vida se juega, en adoptar unas creencias o ideas en lugar de otras. Tú lo sabías.

Celebro tu amor a la humanidad, esta humanidad que clama en una creación en dolores de parto. Tu amor a la humanidad comparable con tu amor a la música. Una mañana, recientemente, cuando ya no podías hablar pero todo te hablaba y todo en ti hablaba, llevabas hora y media escuchando arias de óperas escogidas por tu hijo, melómano como tú, con el volumen bajo para no molestar a los vecinos. Y tú con la mano indicaste lleno de energía y entusiasmo: “¡Más alto, más alto!”. Te faltaba aliento y buscabas un poco de aire, un poco de agua, y, en ese instante fuera del tiempo, el aria te llevó de la mano a las fuentes del Ser. Celebro tu Pascua, Javier.

Nosotros caminamos todavía entre luces y sombras, de pandemia en pandemia, entre el desaliento y la esperanza, en busca del cielo nuevo y la tierra nueva que nunca dejaste de soñar. Despierto ya, nos acompañas como profeta y testigo, desde el corazón de la Presencia que todo lo funda, sin aquí ni allá, ni antes ni después.

 

7 comentarios

  • Antonio Duato

    Mientras respondía con un comentario a Honorio (ved abajo) veo que otras se han dado ya cuenta de la confusión de los dos Pagola

  • mª pilar

    Cierto es:

    ¡Un gran Profeta del Proyecto de Jesús… que lo vivió como hermano!

    Nos dio Vida, esperanza, ilusión; a pesar de ser perseguido, calumniado, vejado; pero nunca acalló su voz, ni la levanto contra nada ni nadie; solo fue fidelísimo a la verdad que nos libera de tanto humo y paja que nos esclaviza.

    Ahora… ¡Está Vivo! … entre nosotros como nos dice su amigo y compañero de camino.

    Y nos mantendrá en forma, y nos llenará de fuerza, para seguir creando…en la medida de nuestra posibilidades..:

    ¡Vida!

    Porque es lo que importa, ayudar a levantarse a las personas que la “ley” de las religiones, tiene agachadas y que no ven un futuro mejor y lleno de esperanza.

    ¡Gracias Jose Arregui, compañero y hermano de Javier Pagola… y…lo deseo, para toda persona que intenta vivir como él decidió hacerlo!

    Un abrazo entrañable.

     

    • mª pilar

      Creo que he confundido a Javier Pagola…con otro Pagola…

      Pido disculpas, pero al leer su trayectoria; creo que ha sido un gran hombre, luchador, incansable.

      Gracias por traerlo a este recinto de Atrio.

      • carmen

        Con José Luis o José Antonio Pagola, creo que se llama. A mí me ha pasado igual al ver el apellido, pero como tú, me he dado cuenta después de que las cosas no encajaban.
        Un abrazo

  • KARMELE

    Hola Honorio; leo habitualmente los artículos de Atrio. Suelo acudir habitualmente a la parroquia de Sta. Maria de Amorebieta; no sabía que hay ningún grupo de Jesús.

    Saludos.

     

  • Honorio Cadarso

    Me uno a los sentimientos de Joxé por la pérdida de Pagola, genuino representante de una iglesia vasca que quiere ser, condicionada y frenada por unos obispos que le han sido impuestos desde las altas esferas sanedrinescas…Le conozco apenas (a Pagola) por sus guiones para los grupos de Jesús que comentamos en reuniones semanales de mi parroquia de Amorebieta. El nos seguirá ayudando desde el otro lado de la vida…

    • Antonio Duato

      Honorio:
      ¿No te confundes de Pagola? El que ha muerto es Javier Pagola, de Pamplona, seglar, uno de los promotores del Foro Gogoa
      Tú lo has confundido con José Antonio Pagola, el biblista y ex vicario general de Setién en Donosti, que ahora promueve los Grupos de Jesús.
      No serás el único que los habrá confundido. Por eso me ha parecido oportuno aclararlo…