Artículo especialmente interesante para la nueva estación de ATRIO, que empezará mañana. Ha sido rescatado del humilde sitio de un comentario donde lo había situado humildemente el autor. Tiene especial valor porque refleja la manera personal y creativa con que el autor lleva decenios leyendo desde su vida a un fecundo autor como Don José. AD.
1- «LEER» significa el proyecto de entender plenamente un texto.
– buena parte de lo que el autor está efectivamente diciendo se nos escapa, nos revela:
– que leer no puede consistir solo en recibir lo que buenamente las frases escritas quieren volcar sobre nosotros,
– que leer no es, sin más, deslizarse sobre el texto,
– sino que es forzoso salir del texto, abandonar nuestra pasividad y
– construirnos laboriosamente toda la realidad mental no dicha en él,
– pero que es imprescindible para entenderlo más satisfactoriamente.
– Entonces agradecemos todas aquellas averiguaciones supererrogativas.
– Entendemos que todo texto nos aparezca como mero fragmento de un todo X que es preciso reconstruir.
2- Leer en serio, auténtico leer, es referir las palabras patentes a ese todo latente
– dentro del cual quedan precisadas y con ello entendidas.
– Esta labor es penosa; supone diversas técnicas y muy complicadas teorías,
– El conjunto de esos esfuerzos:
– técnicos unos,
– de espontánea perspicacia otros,
– se llama «INTERPRETAR»,
– y el arte de ello, «HERMENÉUTICA».
– Leer no es, pues, cualquier cosa.
– Leer es interpretar y no otra cosa.
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3- “DECIR” es una de las cosas que el Hombre hace,
– y brota como comportamiento reactivo ante una situación.
– Si el Hombre tuviese una «naturaleza», un ser fijo
(como lo tienen el mineral, el vegetal y el animal),
– podríamos saber de una vez para siempre lo que significaban sus comportamientos;
– pero como no hay tal, el Hombre en cada época pone su vida a finalidades diferentes
– más o menos nuevas,
– finalidades que él mismo ha inventado y que son la «convención»
– o supuesto tácito de sus actuaciones y ocupaciones.
– Éstas solo tienen sentido referidas a aquella libérrima convención.
4- El Hombre necesita «decir», y para servir a ese menester posee algunos medios.
– El principal órgano o medio para decir es el lenguaje. No es el único ni mucho menos.
– El momento articulatorio de la lengua es secundario respecto al momento gesticulatorio,
– la lengua es primero gesto,
– un determinado estilo de gestos.
– Todo idioma originariamente es una determinada melodía.
– Gesto, melodía, por tanto, lirismo: eso es ante todo la lengua,
– cosa nada sorprendente, ya que el lirismo es lo primario en el hombre,
– que es un tremendo animal lírico.
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5- La dificultad de “INTERPRETAR” crece si
– del instrumento con que decimos —la lengua— pasamos
– a inspeccionar el decir concreto y, sobre todo, el texto, el libro.
– El libro es un decir fijado, «petrificado»; es, en rigor, algo que fue dicho;
– mientras que el auténtico decir es el que brota de una situación como reacción a ella.
– Arrancado de su situación originaria, es el decir solo la mitad de sí mismo.
– El decir fundamental es el diálogo o el multiloquio
– en que los interlocutores están presentes unos a otros,
– y todos sumergidos en una determinada situación física, moral, mental, en suma, vital.
– Esta situación es a todos patente y lo que dicen la da por supuesta,
– no la dice,
– «por sabida la calla».
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6- La unidad o «célula» del decir es la frase.
– La frase se compone de palabras, esto es, que
– las palabras son piezas de que está armada la máquina de la frase.
– Ellas por sí, aisladas, no funcionan, no son máquinas.
– Esto sugiere que el vocablo aislado no tiene propiamente significación,
– suele ser equívoca —es base de posibles sentidos diversos—, por tanto,
– tampoco tiene de verdad un sentido,
– reclama que la refiramos al resto del texto, a la página, al capítulo, en fin, al libro.
7- La frase tampoco funciona., tampoco es lo que es, sino con un contorno en derredor de sí.
– Este contorno inmediato de una palabra, de una frase, de un texto, es el contexto.
– El contexto es un todo dinámico en que cada parte ejerce influjo, modifica las demás y, viceversa,
– recibe de las demás presiones.
– Lo cual quiere decir que
– el contorno forma parte de la palabra esencialmente y que
– la palabra es actividad,
– puro dinamismo, presión de un contorno sobre ella y de ella sobre un contorno.
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8- La ausencia del dicente deja ante nosotros
– la palabra escrita descoyuntada del complejo expresivo que era el cuerpo de aquel.
– Cuanto mejor sepamos leer más sentiremos la tristeza espectral de la palabra escrita,
– sin voz que la llene,
– sin mímica carne que la incorpore y concrete.
– La manera usual de considerar el lenguaje no toma a éste en su íntegra realidad,
– sino que descuartiza esta y se queda con uno solo de sus miembros.
– Ahora es para nosotros el libro ausencia del autor,
– y el decir escrito, fuga previa del que lo dice.
– Tenemos un decir sin actual dicente…
9- Por eso tendremos que “construirnos” imaginariamente el cuerpo de Jesús:
– su apariencia carnal,
– y si faltan datos que nos permitan decidir qué figura tenía,
– nos será forzoso imaginar varias distintas y comparar los diferentes resultados
– que dan puestas al dorso de sus escritos.
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¡Genial amigo, gracias!
Abrazos.
“A mí, a humilde no me gana nadie”
El “chiste paradojal” se lo dije una vez a un Cumpa atriero.
Creo que no lo entendió, porque se me enojó.
Pero después se re-compuso.
¿lo habrá entendido?
por las dudas no intenté preguntárselo!