En estos días celebramos la fiesta de Pentecostés, la experiencia religiosa más intensa vivida por la protocomunidad cristiana, experiencia inmediata a la de la resurrección de Jesús de Nazaret. Cada época vive su propia realidad histórica y puede que la vivencia de la comunidad de Jerusalén no sea la misma que estamos viviendo ahora en el mundo occidental y, más concretamente, en España; pero la celebración de esta fiesta, la venida del Espíritu Santo aquí y ahora, se puede contemplar y vivir desde los mismos patrones de entonces. No sé si, como venía a decir Galileo en su pugna por la defensa del copernicanismo frente a las posiciones anticientíficas de la jerarquía católica, el Espíritu Santo no ha venido para mostrarnos cómo funcionan los cielos, sino cómo ir al cielo; es decir, vivir coherentemente con la fe en el Resucitado y su programa ético-religioso.
Quizá una de las actitudes más llamativa de la comunidad cristiana después de su experiencia pentecostal en el cenáculo sea la libertad profética, vivida desde la coherencia, como he dicho, con la fe en el Resucitado y con su programa ético-religioso. Ellos son testigos del acontecimiento de la Resurrección y de que las enseñanzas del Nazareno no han caído en saco roto, que fundamentalmente se pueden reducir a dos: formar una comunidad de creyentes, donde el amor fraternal sea la savia que corre por sus venas y donde no hay cabida al “ojo por ojo y diente por diente”; y, por otro lado, vivir esa creencia desde la praxis, de tal manera que entre ellos no había indigentes, como relatan los Hechos de los Apóstoles, porque ponían sus bienes en común (Hch 4,34). Libertad, pero desde la coherencia.
No es fácil manejar la libertad. Ya G. Bernanos advertía con su penetración característica que “el escándalo del universo no es el sufrimiento, es la libertad. Dios hizo libre a su creación, éste es el escándalo de los escándalos, pues todos los demás proceden de él”. La libertad es el don más terrible del hombre y el que más le esclaviza. Hoy constituye un deseo íntimo de los hombres y mujeres por verse libres de la opresión de la autoridad convertida en poder o dictadura y, por el contrario, el anhelo es profundo por participar en las responsabilidades tanto civiles como eclesiales. Sin libertad la razón no puede desarrollar su rol específico de iluminar el entramado social de una comunidad. Para Blas de Otero libertad es también luz, alba y, sobre todo, palabra que hace trizas el silencio impuesto por la dictadura política o el fundamentalismo religioso. La libertad, como elemento óntico del ser humano, es una de esas certezas irrenunciables y tan placentera que, para H. Bergson, es “entre todos los hechos que observamos, no hay ninguno que sea más claro”. Para el poeta bilbaíno la libertad, ese hecho incuestionable, se relaciona con la ruptura de cadenas y, sobre todo, con el no-silencio; o lo que es lo mismo, poder hablar, hacer uso de la palabra.
Como he referido antes, no es fácil manejar la libertad. En estos días vivimos en nuestro país tensiones por la libertad; parece que el confinamiento merma nuestros derechos a la libertad. Así lo han expresado, incluso con manifestaciones callejeras, partidos políticos como VOX y PP; también algunos obispos y clérigos han sacado pecho en defensa de la libertad de culto. Ahora bien, esta defensa de la libertad, legítima, hay que analizarla desde los parámetros de la coherencia. Tanto VOX, en cuanto defensor del fascismo y de la dictadura política, como el PP, autor de la ley “Mordaza” y de que la Guardia Civil se insubordine al Gobierno por el cese del coronel Pérez de los Cobos, no parece que den el perfil necesario para la defensa de la libertad por más que sea legítimo su derecho a libertad de expresión. No obstante, si nos fijamos en el parámetro de la coherencia de crear comunidad, en este caso, democracia, y de ayudar al otro en su sufrimiento por la pandemia, se ve claramente sus intenciones hipócritas y obscenas. No pretenden ejercer el derecho de la libertad de expresión, sino de oponerse a unas normas que favorecen, aquí y ahora, a los más débiles y necesitados y de que la pandemia no se extienda. Algunos testimonios descubren las malintencionadas posiciones de estos defensores de la libertad de expresión. El virólogo y eminente científico F. Krammer dice al respecto que “si miras la curva de España ves que bajó muy rápidamente porque el país actuó rápido, no como Reino Unido o Suecia”; o la presidenta de la Comisión Europea, que la “transparencia” de Italia y España “ayudó a otros a prepararse para el impacto”; o la Organización Mundial de la Salud vuelve a felicitar a España por su gestión de la crisis.
Otro tanto habría que decir de los obispos y clérigos que han defendido la libertad de culto en estos tiempos de dolor y sufrimiento. Se proclaman defensores de la libertad, pero desde posiciones de autoritarismo fundamentalista y patriarcal. No hay que remontarse al Medioevo, cuando ya Bernardo de Claraval advertía a su amigo el papa Eugenio III: “Te dejas agobiar por toda clase de juicios sobre toda suerte de cosas exteriores y seculares; sólo te oigo hablar de juicios y leyes; todo ello, y las pretensiones de riquezas y de prestigio, proviene de Constantino, y no de Pedro“; o a la Inquisición con la condena de Galileo, de Giordano Bruno, etc; el autoritarismo clerical continúa en nuestros días con el silencio de las mujeres en la Iglesia, la condena de teólogos y teólogas por sus posiciones contrarias a la teología oficial, el rechazo feroz a la homosexualidad, etc. Que estos obispos y clérigos demanden libertad están en su derecho, pero no cumplen los parámetros de la coherencia de crear comunidad y de respetar la libertad del otro, que defiende su vida frente al contagio del covid 19. Esas posiciones, pues, no parecen trigo limpio, sino que brotan del clericalismo más atroz, como ya exponía la Vehementer Nos de Pío X: “…que sólo en la categoría pastoral (los clérigos) residen la autoridad y el derecho de mover y dirigir a los miembros hacia el fin propio de la sociedad; la obligación, en cambio, de la multitud no es otra que dejarse gobernar y obedecer dócilmente las directrices de sus pastores”. El papa Francisco corrige estas posiciones autoritarias en Carta al cardenal Oullet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina: “El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como “mandaderos”, coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías necesarias para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político. El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos”. Es llamativo que ciertos obispos defiendan la libertad de culto, cuando en el concilio Vaticano II el obispo de Tenerife, haciéndose eco de las posiciones de los obispos españoles, proclamó, por supuesto en la latín, en el Aula conciliar al discutirse el documento sobre la libertad religiosa: “Ójala se nos caiga encima la bóveda de la Capilla Sixtina, si este documento se aprueba”.
Libertad, sí; pero sabiendo que mi libertad limita con la libertad del otro y que hay que demandar el ejercicio de la libertad dentro de la coherencia de Pentecostés.
El gran escándalo-contradicción del Espíritu Santo, es el pluralismo intelectual humano que es algo evidente e innegable. (Decía Jorge Wagensberg, que toda idea ausente se preanuncia con una paradoja o contradicción presente).
Claro que muchos prefieren tirar de catecismo y negar la evidencia apabullante, que el mismo Wagensberg calificaba de uno de los trucos más sucios pero eficaces de la historia de la infamia.
No sabemos realmente qué o quién es el llamado “Espíritu Santo”, pero una forma de acercarse a suponer su naturaleza, es observando sus efectos. Las cosas más ocultas, mil veces las descubren las resultas.
¿Qué será el E.S. que siendo universal, y actuando en todo el mundo, luego cada uno ve las cosas a su manera?. (Y no necesariamente porque sea tonto, mentiroso o endemoniado, como cree todo paranoico).
El “Espíritu”, sería algo así como el oxígeno, que todos respiran y luego vive cada uno su propia vida. Como el impulso vital, la libido que impulsa a todo ser vivo y hasta a los entes inanimados.
Y consecuentemente, ¿qué será el famoso y desconocido pecado contra el Espíritu, que no tiene remisión de un padre amantísimo?. Según esta idea, quizás sería el suicidio plenamente consciente, que sería la renuncia a vivir, desarrollarse personalmente e intentar ser feliz.
Y que tendría dos variedades la versión dura, del suicidio biológico: (“Porque es tan grande la insidia, la perfidia y la falsidia de este mundo, que casi envidio, al que apelando al suicidio, toma un arma y se suicidia” – La Venganza de Don Mendo – Muñoz Seca).
Y tendría una variedad blanda o “light”, como la Cocacola, y que sería, el abandonar toda ambición de la autentica felicidad en la vida,
Pero este suicidio “blando”, tiene a su vez dos variedades, la blanda-blanda, u la blanda-dura, según se produzca por defecto o por exceso de “valores” en nuestra vida.
El suicidio “blando-blando”, es la anomía, la falta de objetivos en la vida, más allá del consumo y el hedonismo inane y miope.
Pero puede haber un suicidio blando-duro, que peca por el otro extremo: sería la renuncia a una vida equilibrada de un mínimo de felicidad humana, y realización personal, por exceso de ambición moral.
Señala el psiquiatra Francisco Traver como “los teólogos inventaron la “mentira piadosa” ante la evidencia de que la verdad puede ser más destructiva que la mentira, y que la moral radical es muy parecida a la maldad absoluta, y por eso los psiquiatras anglosajones y protestantes inventaron el concepto de “moral overdrive”, un sujeto parasitado por un exceso de moral es un malvado o un loco”.
Yo no diría tanto, pero lo que si para mí es claro es que creo que constituye una desgracia personal.
Pues para mí que soy una cristiana de a pie, el espíritu santo era como una especie de paloma virtual que si se te posa encima es estupendo y no sabía exactamente por qué.
Pero luego descubrí que hay teologos de estos sabios que decían que el espíritu santo de paloma nada, que es el mismo espíritu de Dios que vuela como quiere, cuando quiere y su vuelo es como, como el de una paloma y va y viene y abre las cabezas. Claro, por qué paloma? Supongo que porque la biblia tiende a entender a la paloma como un símbolo de paz. Creo que es por eso. Creo.
Es una imagen bonita. Me gustó. Aunque a muchas personas las palomas no le gustan nada, pero nada.
No sabía que el suicidio era un acto contra el espíritu santo. Qué cosas. No sé si hay clases de suicidios. Sé que hay muchísimos más de los que sabemos o creemos que hay. Para mí el suicidio es una decisión que se toma cuando la vida se te hace insoportable por , pues por lo que sea. Decides morir. Se necesita mucho valor y mucha determinación o estar en un estado de depresión profunda. Creo. Respeto mucho a los que han decidido en pleno o en casi pleno dominio de sus capacidades, deciden acabar. Ellos sabrán.
Una vez, en un entierro de un muchacho joven, de estos que aparentemente le iba bien todo, coincidimos muchos compañeros. Le dije a uno de ellos, quico para más señas, le dije. Pues yo lo entiendo perfectamente. Entiendo que hay veces que la mejor salida que ves es acabar. Vamos, te aseguro que lo he pensado alguna vez. Y contra todo pronóstico me responde. Y yo. Pero ni tú ni yo lo hicimos. Algo nos lo impidió. Como lo conozco dije, dios? No sé, me contestó. A lo mejor.
Eso me hizo pensar. Y digo yo, al hilo de lo que estamos hablando, que a lo mejor , a veces, el espíritu de Dios lo tienes más cerca de lo que crees. A veces. Únicamente a veces.
No sé.
Y no me preguntes por qué unos sí y otros no. Mira. No sé. Es una idea que tengo. Y es bonita.
Cuídate mucho
Coincido con mi amigo Román que no debemos confundir la libertad que concede el Espíritu Santo a sus fieles con la libertad “cívico-política” de la sociedad laica.
El Paráclito fue prometido y enviado a los Once “para que esté con vosotros perpetuamente: el Espíritu de la Verdad, que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni conoce” (Juan 14:16)
Jesús envía especificamente el Espíritu divino que “os enseñará todas las cosas y os recordará todas las cosas que os dije Yo”(Juan 14:25).PENTECOSTÉS es, pues, la santificación en la Verdad que es Jesús mismo y que “nos hace libres”
Libres para priclamar la FE de Cristo, que es Universal y Salvífica y que no se puede coaccionar porque obedece a esta Voluntad de Dios sagrada y que consiste en darnos la salvación eterna puesto que nuestro tránsito por el mundo NO es para quedarnos “aquí” abajo sino para trascender,santificândonos en ese mismo Espíritu Santo.
La fuerza del Espíritu es el sentimiento de libertad que recibieron los Apóstoles el dia de Pentecostés transformándose en valientes predicadores de la Palabra profética hasta llegar al martirio por esa misma Fe en el Resucitado.
Por eso Pedro-Cephas “lleno del Espíritu Santo” ante el Sanhedrín les dijo: “que en el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis, a quien Dios resucitó de entre los muertos, en este nombre, está ése aquí,…sano. El (JC) es la piedra despreciada por vosotros los constructores, la que ha venido a ser piedra angular (Sal 117:22) (Hechos 4:8-11)
Y en esa libertad de Espíritu que da el Paraclito a Su Iglesia es por donde permanece Ella anclada, para predicar la Verdad que nos vino a traer Jesús. No es una libertad para definir la politica, ni para normas sanitarias apropiadas, sino dada para “sentirnos” libres de expresar nuestra FE y no renunciar a ella.
Saludos cordiales
Santiago Hernández
Perdonad, en el último párrafo hay sustituir “obvio” por “opio”.
En los 50 días de Pentecostés no he oído a nadie hablar con la claridad que tú, Antonio, lo has hecho; supongo que eso es lo que dirían los oyentes de los apóstoles que al salir de su cuarentena y hablar lo entendían en sus propias lenguas. Yo digo que sería como el sentir de sus corazones, como el recuerdo que tenían de la predicación del Nazareno.
Decía Carmen en su comentario que le había encantado el proyecto ético-religiosos del Resucitado. No recuerdo muy bien si fue José Mª Valverde, profesor de estética, ante la expulsión de la Universidad de Aranguren, profesor de ética, cuando dimitió por considerar que no hay estética sin ética, y yo tímidamente,parafraseando en mi poca cultura, digo no hay religión sin ética; sin una ética con discriminación positiva como la de Jesús de Nazaret, que en su programa del Monte enaltece a pobres, mansos, llorosos, perseguidos…; lo otro no puede llamarse religión, pues como dice Martín Velasco, la religión es religación con el Otro que te religa con el otro.
Otra cosa que llaman religión será obvio para los bien pensantes, conformistas y bien comidos.
Perdona
Me gustaba Aranguren. Y , la verdad, no sé por qué. El caso es que conectaba con todo lo que decía. Lo recuerdo ya de mayor. Era una persona interesante. Creo recordar que se autodefinía como agnóstico. Es así o estoy equivocada?
Pentecostés, hoy, no es un recuerdo, ni tan siquiera una conmemoración. Desde aquel día del año 31 fuimos insertados en el Pentecostés, o llamados a insertarnos. “No os vayáis de Jerusalén, sino guardad la Promesa del Padre, que oísteis de mí.” La misión terrestre de Jesús culminaba y el otro consolador vendría a ocupar su lugar en la Comunidad Mesiánica. Sin Pentecostés no hay Espíritu Santo y no hay Iglesia., si acaso una reunión de personas de buena voluntad, los seguidores de una doctrina predicada por un maestro que con el devenir de los años quedaba más anclado en el pasado. Entonces, Pentecostés nó es un recuerdo sino un ahora permanente hasta que “él vuelva”.
El ruego o mandato del “no os vayáis” implica una obediencia, la cual es un acto voluntario, un movimiento del corazón.
Las otras libertades pueden ser, y de hecho lo son, “libertades cívicas”, ésas que se construyen o se eliminan con el quehacer de la política, las que no son patrimonio exclusivo de una clase, o grupo, libertades que están patrimonializadas para toda la humanidad, la raza humana sin excepciones, tanto en su ejercicio efectivo como en sus aspiraciones como derechos inalienables.
No se puede confundir un modelo dado de Iglesia con un modelo de Sociedad política, porque tal confesionalismo, o “des-confesionalismo”, según la perspectiva aplicada, hace de los grupos seguidores de Jesús los ideólogos de una doctrina y no la comunidad pentecostal.
El Espíritu Santo abrió las puertas del cenáculo donde estaba encerrada aquella primitiva comunidad carente de la osadía necesaria para actuar como lo hicieron una vez recibido el impulso del Espíritu que, además, vino para quedarse de manera permanente con el fin de ayudar a “vivir coherentemente con la fe en el Resucitado y su programa ético-religioso”, como dice el autor del artículo. Religión podría significar algo así como “acción y efecto de ligar fuertemente con Dios” (cada uno con el suyo, aunque todos convergen y constituyen uno solo que es aquel “soy el que soy). Desde este punto de vista considero que no es necesario eliminar el concepto religioso del programa de Jesús reduciéndolo exclusivamente a un programa ético, pero entendiendo que lo religioso no se refiere a la práctica de una determinada Religión, sino al significado expresado anteriormente.
Resulta admirable la constatación de que la libertad profética brilló en la primitiva comunidad cristiana y, además, vivida desde la coherencia porque esta característica es esencial en el seguimiento de Jesús. Es cierto que sin libertad no hay vida. Siempre el ser humano deseó ansiosamente el don de la libertad, pero fue y sigue siendo privado de ella por múltiples causas, siempre humanas, por el poder incontrolado del ser humano sobre sus semejantes.
Todas las tensiones por la libertad vividas actualmente tienen causas exclusivamente políticas procedentes de la derecha que no ha querido aceptar democráticamente la derrota electoral. En ocasiones anteriores la derecha veterana soportaba estoicamente la pérdida de elecciones, que no fue siempre, pero sus cachorros no han querido a la primera de cambio ser fieles a los resultados electorales, ejerciendo una oposición brutal y sin sentido en momentos tan complicados, en los que no deberían haber perdido los modos y maneras que constituyen la característica esencial de un sistema democrático. El PP ha perdido la cortesía democrática que venía manteniendo, tal vez empujado por sus hermanos situados en el extremo de la misma cuerda.
Por lo que yo conozco, pienso que el comportamiento general en las diócesis ha estado dentro de la normativa establecida, aunque algunos obispos y clérigos no soportan que limiten su autoridad y privilegios en las diócesis que dirigen. A pesar de esto, si el gobierno hubiera tenido su color preferido el comportamiento de esta minoría hubiese sido diferente.
Pregunta.
Si no me aclaro con eso de Dios. O no comparto la idea de Dios de Jesús de Nazaret, porque no lo considero como un padre, al menos no con la idea que tengo de padre, pero sí me gusta lo que en este artículo se ha definido como el programa ético de Jesús, me puedo considerar cristiana o es condición sine qua non creer en su dios? Rectifico. Hay que tener la misma idea de Dios que tenía Jesús y someterse a sus leyes según dice la iglesia para considerarte cristiano o cristiana?
Pregunto.
Hola, Carmen, no me resisto a contestar a tu comentario a Antonio, de si puedes considerarte cristiana, sin compartir la idea que Jesús tenía de su Padre y sin someterte a las leyes según dice la Iglesia.
Mira, lo que dice la Iglesia de un Dios justiciero, castigador, etc. no se parece ni de lejos a lo que dijo Jesús de su Padre y menos a lo que hizo Jesús por darle gusto.
La idea de padre de nuestra generación es la de un hombre autoritario, poco cariñoso, al que se le escapaba algún que otro guantazo; supongo que corregido y aumentado serían los padres en el tiempo de Jesús. Pero Jesús supo decir otras cosas de su Padre que “cuidaba de los gorriones hasta de nuestros cabellos, que nos quería como a la niña de sus ojos”. Llegó a decirle Abbá, papaíto, como dicen los hispanoamericanos. A un Padre así sí se le puede creer, contarle lo que te pasa y preguntarle lo que debes hacer con tu vida.
Por otro lado decías que si te tenías que someter (que palabra tan horrorosa) a las leyes que dice la Iglesia, ¿qué Iglesia?, supongo que te refieres a la jerarquía, que no es sino la parte más triste de la Iglesia; porque Iglesia, igual a Asamblea, somos todos los que creemos y tratamos de seguir el mensaje ético-religioso de Jesús.
Así que, hermana, yo sí creo que puedes decirte cristiana.
Un abrazo
Qué respuesta tan bonita
Otro abrazo fuerte
Los relatos de lo que fueron las primeras comunidades cristianas después de la experiencia pentecostal o lo que fue el despertar colectivo de lo que significaba en la vida real el mensaje de Jesús, sigue siendo un ejemplo para quienes hemos conocido este mensaje cargado de valores humanos y, por tanto, universales en el tiempo y en el espacio. De aquí a que la sociedad en general lo adopte como programa de vida, hay un abismo, y a pesar de haber pasado dos mil años desde entonces, el sistema político-social-eclesial ha ido por otros caminos. En el momento actual por la sociedad capitalista.
La libertad es una capacidad que tenemos los seres humanos de elegir y optar por un camino u otro, pero, para eso debemos de tener convicciones claras de lo que realmente son los valores y los derechos humanos, de lo contrario, la libertad puede servir para lo bueno y lo contrario. El policía norteamericano que mantuvo su rodilla oprimiendo el cuello de ese pobre americano que, por ser de color negro, a ese policía no le importada la vida de un ser humano, todo partía de que esa opción desde su libertad partí de ausencia de valores en ese policía.
En el ámbito cristiano, nuestra libertad tiene que ir en coherencia con lo que decimos conocer y creer como válido en función de unos valores arraigados en nuestro ser desde la convicción, si no es así, nuestra libertad será una contradicción con lo que decimos ser, seguidores del mensaje evangélico. No es menos cierto que las minorías fieles a este mensaje quedan diluidas en un masa social que viaja por otros derroteros del “sálvese” quien pueda” y para mí lo más y mejor. Pero sí hay muchísima gente, llámese cristiana o no, que viven el valor de la solidaridad como el gran objetivo de su vida.
Me ha gustado mucho.
Se imagina que un montonazo de personas con un reconocimiento dentro de la iglesia como el suyo se dedicasen a escribir artículos en esta línea, que se publicasen en periódicos , y que corrieran por las redes como el agua del Jordán?
Entonces sí sería posible un cambio en la iglesia. Un replanteamiento de un montonazo de cosas. Quizás entonces las personas que hemos salido corriendo de las iglesias pensaríamos qué hacer con esta organización bimilenaria, con esta infraestructura tan enooooorme que tiene, y aprovecharla para llevar a cabo ese proyecto ético- religioso de Jesús de Nazaret.
Me ha encantado lo del proyecto ético religioso. Para mí es ético, pero para muchos es religioso, se podría llegar a un acuerdo y que cada cual se sumase bien por la parte ética o por la religiosa, pero que el tema religioso no fuese condición sine qua non para participar de ese proyecto.
Lo de la capilla sixtina tiene mucha gracia. A ese señor no le hubiera gustado nada eso del proyecto ético religioso.
Siga cuidándose.
Tu comentario, Carmen, es alentador. Coincido contigo cuando dices: “Me ha encantado lo del proyecto ético religioso. Para mí es ético, pero para muchos es religioso, se podría llegar a un acuerdo y que cada cual se sumase bien por la parte ética o por la religiosa, pero que el tema religioso no fuese condición sine qua non para participar de ese proyecto”. Sin duda, Jesús de Nazaret y el acontecimiento pentecostal nos señalan las formas de relacionarse con Dios, pero desde nuestra libertad, sin normas coercitivas, que es lo que hace la “religión”.
Me ha encantado leer esto. Es la primera vez que oigo que una idea de esas que digo mil veces, y vuelvo a decir no obtiene el silencio como respuesta. A veces pienso que soy de otro planeta.
Gracias.
A ver si a usted lo leen despacio y no en diagonal como a mí. Y con razón.
Que mi Dios lo bendiga. Es estupendo. Tan estupendo que le da exactamente igual que piensen que existe, o no existe. Deja plena libertad.
Cuídese. No estamos para bromicas.
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