Koldo está al tanto de lo que se discute en otros países e Iglesias, sobre todo europeas, estos días de pandemia. Conoce el conflicto provocado entre la Conferencia Episcopal Italiana con el gobierno de G. Conte por la apertura de los templos, finalmente solucionado. Sabe de la pista abierta, al respecto, por la alemana e intuye que es la que parece haber inspirado a la española. Sigue con interés el debate provocado en la francesa por el retraso (desmedido) en la reapertura para las celebraciones litúrgicas. Se le revuelven las tripas cuando le hablo de la manera como está afrontando la pandemia el fundamentalismo evangelista estadounidense o brasileño.
Le indigna el silencio sobre lo que está pasando en África y en otros sitios. Le molesta el trato informativo que recibe la Iglesia en determinados medios, bien sea para dar caña a Francisco o para cargar contra el alma rancia que también pervive en ella. “Ya sé, comenta, que entre más de 1.300 millones de católicos hay de todo; como en botica. Y sé que muchas veces no queda más remedio que informar de comportamientos y declaraciones histriónicas o de las estupideces que algunos dicen sobre el actual Papa. Es lo que vende. Pero unos y otros, metidos en estas guerras, parecen ignorar lo que es habitual en la inmensa mayoría de nuestras iglesias”.
Quien así se expresa es el cura del pueblo en el que resido. Le conozco desde hace muchos años. Está más cerca de los sesenta que de los cincuenta y, ante su queja, le pregunto de qué se ocupa en este tiempo de templos cerrados. “Sí, matiza mi entradilla, de templos cerrados, pero de iglesias abiertas. Los templos, prosigue, son edificios; las iglesias, comunidades vivas, formadas por personas de carne y hueso”. De acuerdo, le digo, pero hay gente dentro de la Iglesia muy molesta por su silencio. “No es un tiempo, me responde, para ir de “influencer” por la vida, sino para estar cercano a quien realmente lo necesita. Nos hemos topado con una situación que está siendo muy dura para mucha gente, y no solo por el enorme número de los fallecidos. Lo está siendo también para las familias (no muchas, pero haberlas, haylas) con problemas para poder comer todos los días. A algunas las estamos ayudando en metálico; a otras, con alimentos. Contamos con un grupo de voluntariado que ha tenido que reorganizarse, respetando escrupulosamente las condiciones higiénicas, y que ha asumido prestar este servicio, nada fácil, en los tiempos que corren. Supongo, apunta, que a medida que vayamos saliendo del confinamiento, esta situación se irá agravando. Pintan bastos. Y de los muy gordos; sobre todo, para los más necesitados que, como siempre, suelen ser quienes lo tienen más difícil para salir adelante”.
En las ocasiones en las que hemos hablado, le comento, te he visto, a ti y a otros miembros de la parroquia, más preocupados por los desvalidos del pueblo que por la imposibilidad de celebrar misa. Me ha parecido que os interesabais, en particular, por las personas mayores. Me dicen que habéis ayudado a rellenar solicitudes a quienes tienen enormes dificultades para el acceso telemático. He sabido de tu interés por las familias de los fallecidos, acompañándolas en su último adiós, cuando lo han pedido. Son muchas las personas que agradecen el chat creado con la gente más vinculada a la iglesia, a algunas de las que también habéis ayudado en su “bautismo online” para mantener video-conferencias…. “Hay, me comenta, mucha gente que se ha sentido tirada. Y que todavía lo está. Más de lo que se ve. Me duele no haber sido lo suficientemente rápidos para poner en marcha el encuentro por video-conferencia con el grupo de alcohólicos anónimos que se venían reuniendo en los locales. Creo que, si lo hubiéramos hecho antes, habríamos evitado la recaída de alguno de ellos, tras años de haber estado afrontando exitosamente la enfermedad. El virus también se está cebando con esta gente”.
Le dejo. No quiero cargarle con mis preguntas y comentarios. No está interesado en saber por qué han multado a Mons. Munilla. Le deja frío que haya curas bendiciendo el pueblo desde sus tejados y sobrelleva el lío que se ha montado con las primeras (y “últimas”, apostilla con sorna) comuniones; aplazadas a septiembre y le molestan las quejas de algunos por no tener abierto el templo. “Nos tendría que preocupar mucho más la iglesia de carne que el edificio”, le oigo repetir antes de despedirnos. Tiene prisa porque va a visitar a una persona que vive sola en una chabola, a las afueras del pueblo y no quiere saber nada de nadie. El es uno de los pocos a quien no despacha con cajas destempladas. Supongo que, porque no se siente juzgado, además, de saberse acompañado un rato.
Koldo es un cura, en este caso, urbanita que, porque ama la Vida (el otro nombre de Dios), la quiere para los miembros de su comunidad y para sus convecinos. Probablemente, por eso, le interesa poco el lado histriónico de la Iglesia que, formando parte de la vida, espera que cada día que pasa, lo sea un poco menos… También en los medios.
He leído despacio y con interés este articulo de J. Mtnez. Gordo. El cura Koldo es el modelo de cristiano coherente, que conoce y sigue a Jesús de Nazaret. Y hay bastantes más así. Lo que es un ejemplo estimulante y de agradecer. El ejemplo de solidaridad convence y arrastra mucho más que las palabras. Cada persona humana es algo sagrado, más sagrado que un templo, por muy consagrado que esté. Y esto debe hacer pensar a los que se quejan por el cierre de iglesias. El mejor templo, el más sagrado, está al alcance de cada uno, no cierra nunca.
Por eso, “nos tiene que preocupar mucho más la iglesia de carne” que un templo de piedra… El culto que Dios Padre más quiere es el culto a esa persona necesitada de una ayuda material o afectiva (una visita, una conversación amistosa…), que a veces dan más vida y satisfacción que un pan…
Ojalá que este cierre temporal sirva para salir de nosotros mismos, para ser más conscientes de las necesidades ajenas y echar una mano afectuosa… y generosa. Necesidades que se ponen más en evidencia en situaciones como la que estamos viviendo y sufriendo…
Este es el culto que el Dios de Jesús más agradece. (Más, mucho más que una misa) Ésta es la esencia del Mensaje del Reino, que Koldo tan bien ha comprendido y practica. Más que dos iglesias, lo que hay son distintos tipos de creyentes y seguidores de Jesús de Nazaret: Unos con testimonio de vida y otros, demasiado apegados al poder o a la tradición, con testimonio ácimo, que no convence ni atrae… y hace perder la fe en “ese tipo” de iglesia de poca fe, pero no en la Iglesia de Jesús, que muchos deseamos ver reconvertida.
Un abrazo muy afectuoso para Koldo (y para Jesús M. G. por recordarlo)
¡¡¡Bien por Koldo, él, ha comprendido el Mensaje de Jesús!!!
Y claro, allá donde se hace ¡VIda! las personas que lo reciben crecen, se levantan, vuelven a su ser.
Mi abrazo entrañable y profundo para que se sienta apoyado, querido, y lleno de amor; para darlo a manos llenas, a tantas personas olvidadas en esta tierra.
Sin olvidar: Cómo trabajar para encontrar soluciones a todos los problemas que los asfixian.
Perdón.
No entiendo.
Hay entonces dos iglesias? Una la de las personas y otra la oficial?
Se lo pregunto con toda mi alma. Es que no entiendo nada.
Qué jaleo es éste?
Porque leo a muchos de ustedes y choca frontalmente con el concepto de iglesia, así en general, que tenemos las personas de a pie.
Y si hay dos. A cual pertenezco si no me gusta el papado, sea quien sea el Papa? No por nada personal. Es que creo que es una figura anacrónica. Y a la vez con mucho poder. O no lo tiene?
Mire, menudo jaleeeeeeo.
Entiendo perfectamente la indignación de su amigo, que pase de todo y que trabaje a tope en su parroquia. Pero la parroquia qué es exactamente? Quien nombra a los párrocos? Creo que los obispos. Luego los párracos dependen o no de los obispos? Y quien nombra a los obispos? Creo que el Papa, pero a lo mejor no.
Puede entonces un parroco ir a su aire? Entonces, para qué eso de los obispos y el obispo de obispos?
No entiendo nada. Lo prometo.
A lo mejor si se simplificase todo eso de los cargos, obispos y demás, a lo mejor entenderíamos las cosas mejor.
No me atrevo a contar lo que pasó con la partida de bautismo de mi hijo pequeño, porque luego dicen que desbarro. Pero le aseguro que no todos los párrocos son como su amigo. Tienen mucha suerte sus, no sé cómo se dice, las personas que pertenecen a su parroquia.
Es todo un poco , bastante desconcertante.
Buena tarde.
Cuídese.