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De héroes y virus

Para muchos la canción Resistiré del Dúo Dinámico, con letra de Carlos Toro, sería como un himno vital frente al coronavirus, ya que ofrece una resistencia fuerte en tiempos débiles. Sería la visión propia de un héroe juvenil que se enfrenta al virus viriloidemente: erguido, en pie, jamás me rendiré. Se parece un tanto al otro himno de M.Benedetti –No te rindas– en el que se versiona una beligerancia taurina contra el toro del mal, aunque ahora ya se inmiscuye el amor de por medio. Sintomáticamente Resistiré se inspira en el lema de Camilo J.Cela “el que resiste, gana”, obviando que el que resiste gana si no tiene desgana, hasta que finalmente desiste y pierde inexorablemente como todos.

     Esta posición de resistencia activa es típicamente heroica y combativa, contrastando con la posición más implicativa de asumir o encajar el mal lo menos mal (lo mejor posible) para su positivación o mejoramiento. Si resistir es más juvenil, asumir es más senectil en su mejor sentido de madurez, pero tiene que tratarse de una asunción crítica y no de una mera aceptación acrítica. Y bien, ante el virus el grupo más significativo de riesgo es de los mayores con problemas (y qué mayor no acumula problemas desde su juventud). Por eso propongo para este grupo una revisión de la letra de Resistiré trocándola en Asumiré, más acorde con la débil condición de nosotros los mayores: Asumiré, sentado o ya acostado, me volveré de yedra para amortiguar la hiel: asumiré para poder dormirme en paz perpetua y su trasluz de miel.

     En este sentido me gusta más el poema de Miguel Hernández –Tres heridas-, en el que se rinde a las tres heridas fundamentales de nuestra existencia humana, precisamente para rendirles paradójico homenaje: la herida de la vida, la herida del amor y la herida de la muerte. Son heridas abiertas que nada ni nadie puede ni debe cerrar. Precisamente en estos días de amarre y encerrona en casa, he encontrado un escape entreviendo en nuestra televisión el programa First Dates. Se trata de una cena y diálogo entre personas a la búsqueda de una buena relación amorosa; el programa es popular pero no populachero, y está coordinado por Carlos Sobera, quien estudió y trabajó en mi Universidad deustoarra o deustense de Bilbao, en la que profesé como antropólogo cultural tratando de re-mediar entre los unos y los otros.

     Lo más curioso del programa es que los invitados no van a dárselas en general de algo, aunque hay de todo, sino a buscar o encontrar a alguien en una especie de simposio no meramente platónico. Los participantes no se resisten pues a la herida abierta de la vida y del amor, sino que la asumen dejándola abierta y supurante, conscientes de que la vida es miel y hiel, la cual encuentra su último contrasabor en la muerte. En vano podemos ni debemos revestir la hiel con miel, aunque tampoco viceversa, ya que ante la vida hay que resistir, de acuerdo, pero con una resistencia más bien pasiva o asuntiva, propia de un heroísmo antiheroico. Traducido a nuestra situación, ello significa que nuestros sanitarios no tienen por qué ser héroes, aunque lo sean; ni los mayores tampoco tenemos por qué ser héroes, aunque lo seamos. Los mayores ya hemos vivido fundamentalmente, y sabemos que la luz de la vida implica la sombra de la muerte. Por eso al amar la herida de la vida, deberíamos proyectar una lucecita de amor a la misma muerte, divisada como la paz perpetua tras tanta lucha por la propia vida. Por cierto, desde esta perspectiva, todo suicidio puede aplazarse indefinidamente, puesto que la propia vida acaba muriendo.

     Ha dicho el Rey que el coronavirus es un episodio temporal, y uno teme que tras el episodio maligno volvamos a las andadas del capitalismo global, con su competitividad, agresividad e insolidaridad. En fin, resistiremos y asumiremos ahora, juvenil o maduramente, esta cruda situación y esta etapa de confusión interpersonal. Pues como decía el filósofo, la persona es ella y su circunstancia, y para salvar aquella hay que salvar a esta so pena de fenecer. Una cuestión altamente pertinente en el contexto, aún carente de medios, que rodea al curso dracontiano del coronavirus.

 

4 comentarios

  • Pablo Osés

    Me asusté algo cuando ví que por el corona fallecen sobre todo los muy mayores. Y pensé que me iba a tocar y empecé a prepararme para bien morir. Pero luego he caído en la cuenta de que aunque preferentemente fallezcan los muy mayores eso no quiere decir que vayamos a morir casi todos los muy mayores, ni mucho menos.
    En China los fallecidos llegarán a unos 5 000 y hay unos 10 millones de ancianos por lo menos. Aquí fallecerán unos 3000 y somos unos 4 millones de ancianos.
     
    Luego tengo pocas probabilidades de morirme en estos tres meses por el corona. Me moriré de lo mismo que antes del corona. Aunque sea relativamente pronto. Mientras a esmerarme en el aislamiento y a animar y ayudar a quien pueda.

     

  • Carmen

    Pues siempre he pensado que la canción del dúo dinámico es una especie de versión de esa canción tan preciosa que canta , jolín,  no me acuerdo. I wiil survive. Me encanta. Gloria Gaynor, creo.

    Y si. Son canciones de juventud, sin duda. Pero también de actitud ante la vida tengas la edad que tengas. Es una suerte poder sentir esa fuerza que se siente cuando cantas a grito limpio la canción sobreviviré, me he liberado, he abierto la puerta y salgo por ella

    Pero claro, hay que tener una fe en la vida que algunas personas van  perdiendo poco a poco en el camino. Otras no. Depende seguramente de cómo la vida te ha tratado y también de tu capacidad de respuesta. Pero un poco siempre se pierde.

    De momento aún la puedo cantar, quizás un poco mas bajito.

    Así que, ya saben, We Will survive.