(Testimonio ofrecido en la Vigilia del Congreso de Laicos. Madrid, 14 de febrero de 2020).
No es fácil ofrecer un testimonio sobre mi compromiso en la vida pública. ¿Qué ha significado para mí la llamada que hoy hemos escuchado en el Evangelio a ser sal y luz? Sí lo es contar los primeros pasos: el compromiso de monitor entre personas con discapacidad, la objeción de conciencia, ser delegado de estudiantes cuando me iniciaba en la JEC o la denuncia de la precariedad acompañando a jóvenes de la JOC.
Sin embargo, no es tan fácil, referirme aquí, en este Congreso, a mi compromiso específicamente político. Seguramente, aspectos que pueda señalar, por ejemplo, fui impulsor y miembro de la Comisión de Expertos del Valle de los Caídos, pueden no ser compartidos por bastantes o muchos de los aquí presentes. Sin embargo, si no quiero hacer teoría, sino testimonio concreto, necesito referirme a opciones que nacen de mi discernimiento cristiano en política, pero que pueden ser distintas en otras personas igualmente cristianas.
Quiero en este sentido subrayar que no cabe política sin toma de partido, no es, ni más ni menos, que misterio de la Encarnación: el Todo en el fragmento. Por eso como dice Octogessima Adveniens, “una misma fe puede conducir a compromisos políticos diferentes” (n. 50). Esto hemos de interiorizarlo porque los textos de la Iglesia, Católicos en la Vida Pública –que leí con fruición-, hablan bellamente de la vocación política como “una de las más altas posibilidades morales y profesionales” de la persona y, sin embargo, cuando das el paso del partido, se produce un distanciamiento helador, con la comunidad cristiana y con el ministerio pastoral, que no se da en relación a otros compromisos. Necesitamos un eco-sistema eclesial más favorable a las vocaciones laicales a la política. La comunidad cristiana tenemos una rica presencia en la sociedad civil, que, entre otras razones, por falta de vocaciones políticas, está infrarrepresentada en la esfera pública.
De mi experiencia quiero destacar tres aspectos
Primero. Cristianismo público, con anuncio explícito. En mi acercamiento al partido socialista fue central el político Ramón Jáuregui, recién jubilado ahora como eurodiputado, entonces secretario general en el País Vasco, nos convocó a un grupo de cristianos. En aquella reunión le mencioné la consideración del PSOE de la religión como un asunto estrictamente privado. Le pregunté si el partido estaba dispuesto a aceptar el cristianismo como hecho público para el socialismo. “Nosotros -le dije- si somos socialistas lo somos a fuer de cristianos”. Ramón me dijo: “Sí, recorramos ese camino”. Esto ocurrió en Bilbao en 1993.
Creamos lo que hoy es Cristianos Socialistas. 25 años de una presencia modesta pero explícita en una cultura partidaria de tradición anticlerical y laicista, pero que hace de la igualdad la estrella polar de su acción política, lo cual tiene mucho que ver con esa maldita costumbre de la Biblia de ponerse del lado de los pobres. Se trataba además, de tender puentes entre las políticas del partido y las demandas políticas del mundo cristiano; lo que hemos realizado de múltiples maneras en exclusión social, en educación, en las cárceles, en cooperación al desarrollo. La luz no se esconde bajo el celemín.
Segundo. En la experiencia de estos años no puedo olvidar la decisión de entrada en la política municipal, como concejal en Sestao. El que un día fuera epicentro de la gran industria y que todavía hoy es el pueblo de Bizkaia con mayor índice de paro. Eran los años en que ETA aplicó la política de socialización del sufrimiento asesinando a concejales del PP y del PSE-EE. No sobraban los candidatos a concejal, cuando, el primer día de campaña te ponían un escolta y pasabas a formar parte del colectivo bajo la amenaza de una diana telescópica o de un dedo en la calle. Acabaron siendo ocho años con ángel de la guarda. Un impacto personal, pero más aún familiar, en mi mujer y en mis dos hijos de 6 y 4 años. Mi hija, cuando íbamos a la escuela, se interrogaba por aquella presencia extraña.
Tercero. Con fe en la política. Sin mesianismos, ni demonizaciones. Con la confianza de que la política hace mucho, lo afirmo, por el Bien Común, por el Reino Dios y su justicia. Este se juega menos en la afirmación íntegra y prístina de los valores que en su puesta en práctica, a través del Boletín Oficial, aún con leyes hechas de transacciones y discusiones; o a través de unos Presupuestos, aunque su justicia es siempre imperfecta; pues los recursos son limitados.
Uno de los momentos más críticos de mi experiencia política se produjo cuando la aprobación de la ley de plazos del aborto. Sólo la podía concebir como mal menor. Me jugué el puesto, estaba en gabinete político en la Moncloa. Conseguimos que fuera reconocida la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios. Cuando te instalas en unos valores escatológicos, cuando la realidad se espesa, es tentador romper la baraja, en último término, dimitir de la acción política y volver al calor de la parroquia. Jesús no se fue, se mantuvo en pie, incluso viendo que tenía todas las de perder. Por otro lado, el mejor momento. Cuando Ramón Jáuregui, a propuesta de PPC, en el libro 50 Cartas a Dios, escribió a Dios, y le dijo: “Hoy no creo en Ti, pero te tengo por aliado”.
Por último, siempre es necesario arraigar la caridad política en la interpersonal. Una revisión de vida en mi grupo de Acción Católica me llevó hace años al encuentro de un joven nigeriano que se acercaba a la parroquia. Mi vida, la de mi familia quedó unida a la suya. Todo es según el dolor con que se vive. Si, como dice el papa Francisco, necesitamos políticos y políticas a quienes duelan los desfavorecidos. ¡Señor, gracias por esta misión! ¡Señor, gracias por tu compañía en esos momentos de soledad! ¡Señor, danos vocaciones laicales a la política! Ahí también nos llamas, esta misma noche, a ser sal y luz.
Sí, Pablo: Esta confesión de Carlos merece admiración y agradecimiento, porque es un ejemplo a seguir comprometidos. La catequesis cristiana tradicional recibida fue algo más bien teórico, más dirigida a observancias y cumplimientos que a cambio de mente y de valores, que a adquirir compromisos de solidaridad real… (hablo en general, sin matizar ni entrar en detalles muy positivos y significativos que se han dado en muchas catequesis.)
Así, pues, mi respuesta a la pregunta: Por qué los cristianos en buena parte no apoyan movimientos y políticas de izquierda, sería:(sintetizando mucho): Porque hemos sido mal catequizados, mal o poco formados en el espíritu cristiano, porque no conocemos bien el mensaje del Reino de Jesús de Nazaret…, porque aún estamos a medio convertir, o también porque hemos caído en la tentación de arrimarnos al poder que manda y protege y moldea mentes… (La tentación del vasallo, poco consciente) En el fondo, porque no nos hemos convertido nunca bien, porque no hemos cambiado el modo de pensar tradicional terreno, porque aún no hemos “nacido de arriba”…
En este caso, ésta es la conversión pendiente de los cristianos, de la Iglesia, comenzando por la servidora, que se hace evidente también en cada una de las elecciones de muchos países que se dicen cristianos, y que sin embargo dictan leyes o normas claramente insolidarias… Necesitamos liberarnos de modelados tradicionales y volver a los principios, que no son teóricos sino muy prácticos y muy comprometidos, siempre dispuestos a hacer el bien y a apoyar a quien puede hacerlo.
Aprovecho para enviar a Pablo Osés un cordial saludo.
Tanto Carlos como Pablo Osés, orientan la reflexión de este artículo de forma muy explícita, ¿se puede ser de derechas y cristian@? Voy a dar mi humilde opinión.
Aclaraciones previas.
Se puede constatar que la política y la religión, además del futbol, son generadores de división y distanciamiento entre personas y/o grupos.
Ser buena persona es una expresión con muchas traducciones: no meterse en ningún lío, no hacer daño a nadie, ser amable con todo el mundo y un sin fin de cualidades, no siendo necesario compromiso social alguno. Para esto no hace falta ser cristiana.
El tema de ser de izquierda o de derecha, no es solamente cuestión de ideología, sino de una actitud ante la vida y, en el caso de la condición de ser cristiano o cristiana, implica compromisos, implica activismo, implica ser sal y levadura, es decir cambiar la realidad en la línea en que propone el mensaje evangélico. Y este activismo lo podemos llevar a cabo de varias formas, votando en las urnas a aquellos partidos que se comprometen a buscar la justicia social, que suelen ser de izquierdas, hasta comprometerse en infinidad de grupos, ONGs y otro tipo de asociaciones, que están trabajando sobre el terreno, sobre la misma realidad, en hechos concretos, atendiendo o buscando la justicia para desfavorecid@s concreto, (inmigrantes, refugiados, mujeres maltratadas, infancia maltratada, etc.), no cuestiones teóricas.
Yo creo que es ahí donde se lleva el evangelio a la propia vida. Y, si entras en política activa, lo que estamos viendo es que es la izquierda la que más se aproxima o coincide con el Evangelio, aunque quienes la practiquen no se consideren cristianos.
Me aombra que este testimonio , para mi muy interesante, solo ha suscitado un comentario, por cierto muy sugerente de Juan Antonio. Nadie se anima a contestar a su pregunta : ¿cómo es posible un cristiano de derechas, y más si es buena persona?
De verdad usted cree que los católicos son de izquierda por definición? Porque le aseguro que por historia son pura y dura derecha. Lo sabía , pero he descubierto esta tarde el tratado de Letrån y otro que Pío XI firmó con Alemania. Además de la historia de mi país, que por supuesto la conozco. Y los periódicos que leo a diario.
La historia es la que es. Y la que se desea que fuese es otra historia.
No se asombre de nada.
Un saludo cordial.
Lo del buen católico es oir declaraciones generales sobre el amor, la paz mundial, etc
Y como mucho, actuar desde bambalinas. O al menos difundir esa idea.
Y eso es lo que hay
Pero claro, habrá teólogos que mantengan todo lo mantenible o inmantenible, pero con una argumentación muy sólida y una expresión oral o escrita esquisita.
Porque, querido desconocido, la iglesia será eterna.
Exquisito. Sorry.
Las expresiones mantenibles e inmantenibles , me gustan, no se si son correctas, pero me gustan. No sé cómo se puede mantener esta idea, no entiendo cómo se puede mantener un avión en el aire…me gustan. Sorry
Quién quiera que las cambie por sostenibles o insostenibles. O por las que quiera.
Y luego están las personas. Católicas o no. Buenas personas, personas con miedos que no son capaces de vencer, personas que sí son capaces de vencer algún tipo de miedo y a los que llamamos valientes, personas tímidas, personas decididas, personas crédulas, personas incrédulas, personas soberbias, personas con conciencia de sus limitaciones… Personas
Sean católicos, budistas, agnósticos, ateos, musulmanes… Personas.
Y , a mi juicio , es lo que realmente importa. Ser la mejor persona que seas capaz de lograr ser.
Pero , si puede haber católicos de derechas? Pues mire a su alrededor.
No cometa el error de contestar. Por favor.
Un breve comentario a tu artículo, Carlos. Artículo que da para más de una reflexión. Tu conversación con Ramón Jáuregui…: “Nosotros si somos socialistas, lo somos a fuer de cristianos”, y la respuesta -“Sí, recorramos juntos el camino”-, manifiesta una apertura mental, que en otro tiempo no siempre fue fácil encontrar en gente de izquierda. Hoy sí. Y esa dificultad no se debía sólo a prejuicios históricos. Tenía fundamentos reales… : La Iglesia-jerarquía no siempre -algunos dirían que casi nunca- ha sido sal ni levadura… y frecuentemente se alineó con el poder, con ese poder del que Jesús dijo: “No sea así entre vosotros…” (Estoy resumiendo mucho un tema que requiere mucho matiz) El caso es que me recordó al gran Mounier cuando decía: “Soy de izquierdas porque soy cristiano”. Postura para mí muy convincente, aunque también requiera matices. Hay gente buena en la derecha, sin duda… Ahora bien, si derecha e izquierda son ideológica y políticamente incompatibles, y si, como parece evidente, el Evangelio se halla cerca de la sensibilidad social de la izquierda, y si Jesús declara que Dios y el dinero -que representa la derecha neoliberal- son incompatibles, ¿cómo es posible un cristiano de derechas, y más si es buena persona?
Porque en la Iglesia de Jesús de Nazaret, demasiado identificada con el poder, se ha transmitido un mensaje cristiano sin sal ni levadura, ácimo. Y muchos así lo han asimilado. Por eso hay tantos cristianos de derechas… que no entienden bien el fondo del mensaje evangélico. Por eso justifican y apoyan tantas decisiones-leyes insolidarias, y pese a ello, se confiesan cristianos… Es difícil entender hoy esta realidad, pero ahí está… Aunque si se piensa bien, se puede entender: Los mismos discípulos del Señor tampoco lo entendían…, Jesús lo veía… y, pese a ello, no los rechazaba como seguidores… En el Reino -el Reino que empieza aquí, de la tierra- hay mucha, demasiada mezcla, que lleva a desfigurarlo…
Entre esas deformaciones -por concretar más- se encuentra el hecho de que ETA surgiera a la sombra de seminarios o centros religiosos -o al menos hallara acogida benévola, cómplice, en algunos casos-, sin discriminar bien las motivaciones de fondo: ETA, que como movimiento liberador social se permitía matar por ideas, era la expresión de una jerarquía de valores anticristiana…, como en su día lo fue la Inquisición. (Hoy se apoyan movimientos similares, aunque no sangrientos, con un trasfondo político, que no respetan la diversidad -que tanto exigen para sí- ni las ideas ni en derechos ajenos… Y aquí de nuevo se encuentra el factor clero, apoyando valores que no siempre son cristianos… Y algunos líderes que alardean de cristianos…
En este caso, ¿algunos llamados “pastores” sirven o apacientan bien? Su mensaje cristiano representa bien la esencia del Mensaje de Jesús? ¿Su “pastoreo” no está sesgado?
La utilización de la religión para fines encubiertos -extraños al Reino- es una tentación permanente…, que merece ponerse sobre el celemín… para que se vea… Cordialmente