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Ecología y Teología de la Liberación

       La Ecología integral y la Teología de la Liberación tienen algo en común: ambas parten de un grito. La Ecología del grito de la Tierra, de los seres vivos, de los ecosistemas agredidos por el tipo de crecimiento material ilimitado que no respeta los recursos limitados de la Tierra.

       La Teología de la Liberación nació al escuchar el grito de los pobres económicos, de las clases explotadas, de las culturas humilladas, de los negros discriminados, de las mujeres oprimidas por la cultura patriarcal, de los LGBT y portadores de necesidades especiales. Todos gritan por liberación. De esta escucha nacieron las distintas tendencias de la Teología de la Liberación: la feminista, la indígena, la negra, la histórica entre otras. En todas ellas el respectivo oprimido es siempre el sujeto y protagonista principal de su correspondiente liberación.

Es importante recordar que ya en los años 80 del siglo pasado quedó claro que la misma lógica que explota a los oprimidos y a las clases empobrecidas, explota también la naturaleza y la Tierra. La marca registrada de la Teología de la Liberación es la opción por los pobres, contra la pobreza y en favor de su liberación.

       Dentro de la categoría pobre debe ser incluido el Gran Pobre que es la Tierra, pues al decir del papa Francisco en su encíclica ecológica “nunca hemos maltratado y herido a la Madre Tierra como en los dos últimos siglos” (n.53). Por lo tanto, no fue por factores extrínsecos que la Teología de la Liberación incorporó el discurso ecológico, sino que la deriva de su propia lógica interna que da centralidad al pobre y al oprimido.

       También quedó muy claro que el modo de producción capitalista es el causante del grito de la Tierra y del grito del pobre. Si queremos la liberación de ambos, necesitamos superar históricamente este sistema. Aquí se trata de contraponer otro modo de habitar la Casa Común, que sea amigable con la Tierra y liberador.

       El paradigma del mundo moderno, el poder como dominación sobre todo y sobre todos, alcanzó su máxima expresión en la cultura del capital, generador de desigualdades: una injusticia social y otra ecológica. Es individualista, competitivo y excluyente.

       Debemos, entonces, contraponerle otro paradigma. Este será el cuidado. Más que una virtud, el cuidado comparece como un nuevo paradigma de relación con la naturaleza y con la Tierra: no agresivo, amigo de la vida y respetuoso con los demás seres. Si el paradigma dominante es de puño cerrado para someter, el del cuidado es de la mano extendida para entrelazarse con otras manos y proteger la naturaleza y la Tierra.

       Según el antiguo mito del cuidado que adquirió su mejor elaboración filosófica con Martin Heidegger en Ser y Tiempo (&41-43), el cuidado pertenece a la esencia del ser humano. Según el mito, el cuidado viene primero, pues significa el presupuesto que debe existir para que cualquier ser pueda irrumpir en la existencia. Sin cuidado ningún ser emerge ni se mantiene en la existencia. Languidece y muere.

       Hoy más que nunca necesitamos cultivar el paradigma del cuidado, puesto que todo en cierta forma está des-cuidado. El cuidado da origen a una cultura de la solidaridad contra la competición, del compartir contra el individualismo, de la autolimitación contra los excesos del poder, del consumo sobrio contra el consumismo.

       Solamente la incorporación del cuidado, como paradigma y como cultura, nos puede, según la encíclica papal “Sobre el cuidado de la Casa Común”, “alimentar una pasión por el cuidado del mundo… una mística que nos anima, nos alienta y da sentido a la acción personal y comunitaria” (n. 216).

       Para realizar esta diligencia la Eco-teología de la Liberación ha tenido que dialogar y aprender con los nuevos saberes de las ciencias de la Tierra y de la vida. Especialmente está llamada a contribuir con los valores del respeto, de la veneración y del cuidado, propios de la fe, valores fundamentales para una ecología integral. Finalmente, una Eco-teología de la Liberación testimonia, contra todas las amenazas, la esperanza de que “Dios, el soberano amante de la vida” (Sab 11,26) no permitirá que nuestra humanidad, un día asumida por el Verbo de la vida, vaya a desaparecer de la faz de la Tierra.

*Leonardo Boff es ecoteólogo y filósofo, y ha escrito El Tao de la liberación con el cosmólogo Mark Hathaway, Vozes 2010.

Traducción de Mª José Gavito Milano

6 comentarios

  • Carmen

    Anda que estamos buenos. Aquí me tienen hablando del pecado original por aquello de la Inmaculada. A todo esto por un tema de loa al papa por su interés ecológico, como si eso fuera algo malo, de verdad que…

    Pero es que Óscar me ha descolocado por completo.

    Pues sí, estamos todos buenos.

  • oscar varela

     
    I- VIVIR ES UN VERBO MUY EXTRAÑO
     
    a) Por una parte, significa el peculiar modo de existencia que lleva el organismo individual.
    * Vida es siempre realidad propia y exclusiva de alguien,
    – es vida mía, o tuya, o suya.
    – Es lo que pasa dentro de mí,
    – en los límites de mi cuerpo y mi conciencia.
    b) Pero si observamos
    – qué es lo que pasa dentro de nos­otros,
    – qué es nuestro vivir,
    – advertiremos que consiste siempre en un ocuparnos
    – con las cosas en torno,
    – con el mundo en derredor:
    – vivir es
    – ver, oír,
    – pensar en esto o en lo otro,
    – amar y odiar a los demás,
    – desear uno u otro objeto.
    – De donde resulta que vivir es, a la vez,
    – estar dentro de sí y
    – salir fuera, de sí;
    – es precisamente un movimiento constante
    – desde un dentro —la intimidad reclusa del organismo—
    – hacia un fuera, el Mundo.
     
    c) Pero al llegar a ese «fuera»,
    (por ejemplo, a un paisaje cuando lo vemos),
    – lo que hemos hecho es meterlo dentro de nosotros,
    – nos lo hemos tragado.
    * Por tanto, desde fuera hemos vuelto a dentro,
    – trayéndonos en las garras botín cósmico.
     
    d) En conse­cuencia, vivir es un movimiento circular
    – que va de dentro a fuera y
    – desde fuera otra vez a dentro.
     
     * Vivir es un verbo, a la par, transitivo y reflexivo:
    – vivirse a sí mismo en tanto en cuanto vivimos las cosas.
     
    * Para que la vitalidad sea completa y sana es menester que
    – ese movimiento se cumpla enérgicamente en su doble dimensión.
    – No sólo salir de sí a las cosas,
    – sino traerse luego éstas,
    – apoderarse de ellas,
    – internarlas,
    entrañárselas.
    ………………………………..
     
    II- EL “CUIDADO” DEL “CURIOSO”
     
    a) El que sólo es curioso no hace más que lo primero:
    – todo le llama la atención.
    – Ya es algo. Comienza a vivir. Sale de sí.
    – Pero si todo le llama la atención, no podrá fijarse en nada.
    – Apenas llega a una cosa, ya otra estará reclamándole.
    – Lo curioso de la cosa curiosa es simplemente su novedad,
    (y como ésta se pierde en el primer contacto con el objeto),
    – la curiosidad no hace más que resbalar por las cosas
    – sin adueñarse de ellas,
    – sin volver a la persona con la nueva riqueza.
    – Ese curioso no vuelve a sí,
    – no tiene fuerza para resistir a la llamada
    – que le hacen las circunstancias,
    – se pierde en ellas,
    – se enajena y anula.
     
    b) Para apoderarse de las cosas es menester entrañárselas,
    – y para esto es menester fijarse bien en ellas,
    – y para fijarse en algo es menester extrañarse.
     
    * Aquel curioso no puede extrañarse de nada,
    – porque le atrae la novedad de la cosa y nada más.
    – No le atrae la cosa misma.
    – La curiosidad es la vitalidad míni­ma,
    – es su forma frívola.
    – Alma sin densidad, la del curioso
    – gravita a merced del panorama que le rodea.
     
    * En cambio, el espíritu ple­namente vital no es curioso.
    – No sale de sí mismo sin más ni más:
    – no vive, por decirlo así, en la calle.
     
    * Es menester que haya algún serio motivo para abandonar su íntima reclusión,
    – que la cosa ofrezca interés por sí misma,
    – que obligue a fijarse en ella.
    – Pero sólo pode­mos fijarnos en lo que nos extraña.
     
    * Y ver algo extraño significa senci­llamente que descubrimos un PROBLEMA.
     
    c) La diferencia esencial entre
    – la «COSA CURIOSA» y la «COSA EXTRAÑA»
    – es que aquélla tiene NOVEDAD y
    – ésta contiene un PROBLEMA.
     
    * El problema propone a la mente una tarea, un trabajo,
    – y en este esfuerzo sobre el objeto
    – nos afirmamos frente a él,
    – nos hacemos dueños de él,
    NOS LO ENTRAÑAMOS.
     
    * La plena vitalidad del espíritu consiste, pues, en
    SER CURIOSO DE PROBLEMAS.

    • mª pilar

      Me encanta eso de..:

      ¡Entrañarnos-entrañarse!

      Me encanta es para mí… importante, gracias Oscar.
      Abrazo entrañable.

  • Carmen

    Porque , además, si ella no tenía el célebre pecado original, pues no es por nada, pero así cualquiera. Porque todos somos malísimo por el marchamo del pecadico dichoso. Pues ella , pues buenísima. Pues enhorabuena. Me gustaría a mí haberla visto con el pecado original a cuestas. Y encima tiene un hijo sin notar el parto. Pues fíjate.

  • Carmen

    Porque, con todos mis respetos, si el el papa actual se dedicase hoy a pensar sobre la Inmaculada Concepción y las repercusiones que sobre las mujeres ha tenido. Si tratase de echarnos una mano, de verdad que tendría el aplauso colectivo. En estos temas solamente puede hablar la iglesia. Sobre cosas del planeta, pues fíjense, hasta esta niña lo tiene clarísimo. Se nota que en su colegio le dedicaron tiempo a este tema. La educación puede hacer milagros.

    Y ya, me callo.

  • Carmen

    Por qué habla tantísimo este señor del Papa?

    No sé yo si esto de la toma de conciencia de lo que estamos haciendo con el planeta tiene mucho que ver con la teología de la liberación. Tampoco sé si  cuando todo el jaleo de Videla estaba muy comprometido con esta teología. No sé, se dijeron muchas cosas pero supongo que todas no serían ciertas.

    Creo que China tiene un régimen comunista. Creo. Pues no están dispuestos a reducir su emisión de gases contaminantes. Desde luego, en el protocolo de Kyoto dijeron que ni hablar, que ahora les tocaba a ellos. Eso fue en el último año del siglo pasado.

    Es que no es un problema esto de buenos y malos. Es un problema para todos. Me alegro que el Papa actual haya escrito esa encíclica o como se llame, seguramente ha tenido buenos colaboradores. No sé quién me dijo que uno de ellos había sido el señor Boff. Pero se dicen muchas cosas que no son ciertas.

    Bienvenido a todo aquel y aquella que esté dispuesto y dispuesta a colaborar en la solución de este problemøn que tenemos con nuestra casa y que hace ya muchos años los expertos nos habían avisado. Pero ni caso.

    A ver si los católicos con esto del Papa se animan.

    Buen día . Y acuérdense: la regla de las tres Erres. Reducir el uso de plástico, Reutilizar todos los envases y por supuesto Reciclar. Cada cosa en su contenedor.

    Creo que es lo que podemos hacer las personas normales. No es mucho. O si?