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La ética del hombre ‘lobo’

        Las relaciones sociales se pueden llevar a cabo, al menos, desde aquel dicho del homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre) o desde aquel otro de Aristóteles para quien el ser humano es un animal político, que se responsabiliza de la comunidad a la que pertenece. Para el hombre “lobo” todo vale sin con ello él sale favorecido y destroza al otro. El hombre “lobo” realiza a la perfección el análisis humano del estagirita en su Ética a Nicómaco: “La bajeza de los seres humanos es una cosa insaciable (…) porque en su naturaleza el apetito es ilimitado, y la gran mayoría de la humanidad vive para satisfacer su apetito”. En cambio para el hombre “político” la búsqueda del bien común es prioritaria, porque sabe que esa acción a él también le reporta un bien, como bien señala el discípulo de Platón en la mencionada Ética a Nicómaco: “pues aunque sea el mismo el bien del individuo y el de la ciudad, es evidente que es mucho más grande y más perfecto alcanzar y salvaguardar el de la ciudad; porque procurar el bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo”.

Hay muchos políticos, demasiados, que se dejan llevar, tanto en campaña electoral como fuera de ella, por ese comportamiento de mala educación, dicho con palabra suave; para ellos es su verdadera ética es la del hombre “lobo”. El núcleo de actuación es el odio y no la del encuentro con el otro, el cual, aunque sea diferente, tiene los mismos derechos. Este odio se puede focalizar en diferentes campos sociales: la xenofobia, el antifeminismo, la aporofobia, la antiecología y, sobre todo, el desprecio a los valores democráticos.

Sin duda, el humus más abonado de la actuación de estos políticos que asumen la ética del hombre “lobo” es la dictadura y no la democracia. Aquí, a mi modo de ver, está el meollo de la cuestión; para ellos la democracia y sus valores es un invento de la progresía y de los que no aman a su país, en este caso España. Por ello su arma más potente es la xenofobia; el sitio del extranjero es su casa, su país, y Dios en la de todos. España, pues, no puede ser casa de acogida de emigrantes y aquí la retahíla de mentiras y posverdades es bastante larga, que, sin embargo, calan en ciertos sectores de la sociedad, que, atenazados por el miedo, ven peligrar su bienestar social, referido al trabajo, a la seguridad ciudadana, a las pensiones, etc.

De la xenofobia a la aporofobia, el odio al pobre, hay un paso. El emigrante pobre no tiene cabida en nuestra sociedad, pero sí lo tiene el emigrante rico. Pero para estos políticos la aporofobia no se queda sólo en los extranjeros pobres; va más allá, también hay que rechazar a los pobres del país, por cuanto se encuentran en esa situación por propia voluntad, no trabajan, son vagos y se aprovechan de las ayudas estatales.

La dictadura proclama una sociedad patriarcal, de ahí que el rol de la mujer sea invisible y para estos políticos la mujer es un figurín que les acompaña en sus actos públicos, porque es algo que se lleva. Para los políticos de ética del hombre “lobo” no hay violencia de género, sino violencia doméstica. Otro tanto habría que decir sobre la ley de género: el varón es varón y la mujer es mujer, así los creó Dios según el relato mítico del Génesis. No hay cabida para homosexuales y lesbianas, ni todo lo que tenga que ver con los colectivos LGTBI.

Si la diversidad sexual es perjudicial para una sociedad que ha de ser ordenada y de moral intachable, no lo es menos la defensa de la ecología, de la casa común del papa Francisco en su encíclica Laudato si´, por su preocupación cada vez más real del cambio climático. Esto del cambio climático, según ellos, es un invento de aquellos que pretenden cargarse el desarrollo económico y el bienestar social. Ahí está el “primo” de Rajoy que atestiguaba que el cambio climático no existe, pero los informes científicos son demoledores respecto a diferentes parámetros: disminución del hielo marino en los dos polos de la tierra, aumento del nivel del mar, temperaturas más elevadas en toda la tierra y su consecuente desertización, ciclones devastadores cada vez más frecuentes, concentración de gases efecto invernadero… Más de 11.000 científicos de todo el mundo en la revista BioScience han llamado la atención sobre la emergencia climática. Thomas Newsome, de la Universidad de Sydney, en Australia, ha indicado en el artículo que “los científicos tienen una obligación moral de advertir a la humanidad acerca de cualquier gran amenaza”, y que, a tenor de los datos que manejan, “es claro que encaramos una emergencia climática”, porque “nos queda un tiempo horriblemente corto”.

La ética del hombre “lobo” no sólo anida en los políticos, sino también en hombres y mujeres corrientes y, me atrevo a decir, que también en el mundo clerical. ¿Desde dónde actuó el clérigo Tejero en su sermón del nuevo entierro del dictador Franco en Mingorrubio al comparar la vida del dictador con las bienaventuranzas? Parece obsceno que el dictador sea modelo de cristiano por cumplir a rajatabla el programa ético de las bienaventuranzas. El cura Tejero actúa desde el pietismo más desencarnado y desde una ética ajena a esas mismas bienaventuranzas; desde una ética del “todo vale” con tal de justificar su ideología antidemocrática y de nulo respeto a las víctimas del franquismo. Otro tanto habría que decir de la actitud del cardenal Rouco, que, según las informaciones periodísticas, está moviendo Roma con Santiago, nunca mejor dicho, para que los obispos españoles hagan pública una nota para “orientar” a los fieles en su voto en las elecciones del próximo domingo día 10. Aún el cardenal Rouco no se ha desprendido del nacionalcatolicismo ni del ropaje dictatorial del clérigo. Tal vez el problema de fondo es que ahora los obispos no tienen claro si “orientar” el voto hacia el PP o a Vox, de ahí su mudez.

Para quienes están anclados en la ética del hombre “lobo” lo que les interesa es su propio bien, su propia felicidad. Aristóteles no contaba con este espécimen, cuando se planteaba esta cuestión: “Falta por decir, si debe afirmarse que la felicidad de cada uno de los hombres es la misma que la de la ciudad o que no es la misma. También esto es claro: todos estarán de acuerdo en que es la misma”. Esperemos que Aristóteles al final tenga razón.

 

 

 

 

 

8 comentarios

  • M. Luisa

    Es muy importante para entender un poco lo que está pasando a nivel político estas dos visiones de las que parte  el autor D. Antonio Gil, pues bien podría decirse que entre la una   “el hombre es un lobo para el hombre” y la otra,    hay una diferencia esencial  que  la marca el hecho de  ver al hombre no como un animal racional sino como un animal de realidades. Porque si bien la añadidura  de lo racional al animal  no ofrece  garantía alguna  para superar  lo insaciable de la naturaleza, la cual parte de ella la compartimos con los animales, en cambio   la visión del hombre como animal de realidades (animal político, entre otras) ofrece la alternativa   de una exigencia tal  que posibilitará entonces sí  la viabilidad de la nueva especie humana.

    Las dos visiones son aristotélicas lo que pasa es que para el asentamiento de la  última, la del animal político,   ha tenido que mediar la ciencia a través del tiempo.

    Las leyes y las  normas aunque ayuden a convivir, a conllevarse socialmente   son a la vez obstáculos   para el logro de nuestro ser consciente y pleno que lo es  cuando son las cosas en  que en su realidad misma   vamos sintiéndonos en razón  realizados. La convivencia no deja de ser un estadio inferior  al de la  colaboración y al de  la solidaridad que nos hermanan.  Es entonces tras esta experiencia cuando el ser humano se encuentra por encima de las  leyes y de toda norma. Esta experiencia es la que deberían proporcionar los buenos políticos.

  • Antonio Rejas

    El hombre lobo , esa legendaria criatura, es un mito universal, pero podría decirse que también es una realidad existente aquí y ahora. La descripción de este tipo de personas que se hace en el artículo coincide a la perfección con determinados grupos políticos. Se caracterizan porque quieren todo para ellos, nada de reparto equitativo con extranjeros radicados en España ni con españoles sumidos en la pobreza extrema.

    Desean y amparan exclusivamente el capitalismo salvaje (que lo hay, aunque no todo) cuya defensa puede proporcionales sustanciosos beneficios económicos. Tienen su pensamiento fijo en el concepto de ingresos, olvidando el de gastos, si estos son para atender necesidades humanas. Solo se admiten españoles capitalistas que dejen beneficios en sus cuentas porque su grupo está constituído por los únicos españoles auténticos.

    No es fácil realizar su ideario en un país regido de forma democrática, por muy imperfecta que sea, por lo cual desean con fuerza alcanzar un sistema político no democrático en el cual su voluntad sea la ley imperante. Son dictatoriales no solo en cuestiones económicas, por ello no aceptan el menor atisvo ideológico contrario a su pensamiento. Esto es llegar al absurdo.

    No puedo entender cómo en el mundo clerical abundan las ideas dictatoriales, absolutamente contrarias al evangelio, que debiera ser su manual de comportamiento cristiano en el caso de que acepten la ética practicada por Jesús.

  • Javier Peláez

    Siendo cierto lo de la ética del “hombre lobo”(que tiene que ver con la compasión y empatía) a veces pienso que algunos son más bien el “hombre bobo”(que tiene ver con la necedad y la falta de egoísmo racional).Que sacan algunos de ser el “hombre lobo”:vivir en una ciudad que te envenenan o en un pueblo que se te inundan las casas por negar algunas evidencias climáticas;que se genere un problema de salud pública que te puede afectar por ser un xenófobo; que le pase algo a una hija tuya por ser condescendiente con ciertas formas de machismo; que….etc,etc….El “hombre lobo”  responde a determinados intereses económicos , pero  en democracia tb requiere el concurso de mucho “hombre bobo”…..

  • mª pilar

    Gracias por este art. tan real que:

    ¡¡¡Duele el alma!!!

    Estoy con Ana; ya vemos cómo son “nuestros políticos” pero:

    ¿Y las personas que votamos?

    Mi hija mayor, estos días estamos comentando mucho lo que…posiblemente pasará… y sentimos miedo-terror…yo más que ella.

    ¿Sabéis quienes no se van a quedar en casita… haga el día que haga … irán a votar?

    Y subirán, como nos relata Antonio Gil,  los que están encantados con los hombres lobo; todas esas personas que están como están, por eso mismo, por seguir la dictadura de esos hombres lobo.

    Corre por la red, un pequeño vídeo,  claramente denunciando nuestra pasividad y conformidad con ello; un hombre joven, insulta de mala manera a una mujer, diciéndole que se marche a su país, le obliga a dejar el asiento y la hace bajar del autobús, cuando esta le da la espalda para bajar, el “valiente” hombre le da un golpe en la espalda..:

    ¿Alguna persona del autobús, incluido el conductor, sale en su defensa? ¡No!

    ¡Callan, y permiten tal ignominia!

    ¿Es que no corre sangre por nuestras venas, ni empatía con quien está siendo vejada?

    Damos una gran pena, y una clara muestra de nuestra bajeza moral.

    ¡Que despierten las izquierdas y salgan en masa a votar! 

    O  tendremos que llorar, por nuestra capacidad de bajar la cabeza.

    Y en este caso,  hablo del … psoe…en cuanto salga con algún voto más… pactará con la derecha, eso está más claro que el agua más cristalina…si está existe en algún lugar.

    ¡Nunca pactará con la izquierda!

     

     

  • ana rodrigo

     

    Yo personalmente estoy viviendo unos días de bastante desasosiego y con bastante miedo a los resultados de las elecciones. Además, con mucho enfado, por decirlo suavemente, de la oportunidad que Sánchez e Iglesias perdieron de tener un gobierno progresista, sometiendo a la sociedad a un estrés y a un riesgo innecesario.

     

    Yo siempre digo que el problema no son tanto los votados sino los votantes. Nos falta cultura democrática, cierto, pero sobre todo nos falta cultura básica de capacidad de discernir cuestiones muy elementales. Pongamos dos ejemplos: uno de la inmigración. Circula por las redes una foto de un inmigrante pobre al que otro le dice, no te discriminan por inmigrante sino por pobre. Y quienes son xenófonos y veneran a Cristiano o a Mesi, entre otros, ¿no comprenden su propio absurdo? O el que un chico pobre y despreciado, sin ser inmigrante, si llega a figura de futbol pase a ser admirado y adorado por millones de personas. Si la xenofobia es terrible, unida a la aporobobia, es el doble de inhumana.

     

    En cuanto al antifeminismo, es terrible el negarlo cuando llevamos más de 50 mujeres asesinadas este año, más miles de mujeres escondidas o amenazadas, más millones de mujeres que sufren silenciosamente en sus casas diferentes tipos de vejaciones, (la mayor parte de las asesinadas, no habían puesto denuncia), más la brecha salarial, la brecha de empleo, etc. etc. Pues algun@s polític@s siguen negando este hecho, y millones que los votan se lo creen.

     

    Creo que en la época de la mayor información de la historia de la humanidad, se da la paradoja de que, como dice Antonio Gil, es cuando menos capacidad de ética hay en los seres humanos, a juzgar por la efervescencia fascista que se está dando en muchos países. Los datos, parece que no sirven, vale el instinto irracional, sin reparar en el daño de el otro.

     

    • Antonio Gil de Zúñiga

      ¡Ánimo, Ana, que no va a ganar la ultraderecha (para mí apenas hay diferencia entre los tres partidos de derecha)! No creo que el cardenal Osoro celebre la Misa de la Almudena exclusivamente para los de Vox, que ya han anunciado que irán en tropel, ni que se les permita cantar el cara al sol ante la tumba de los otros Franco. Hay que esperar que la ciudadanía de izquierda sea responsable, pues, como bien decía A. Machado por medio de su Juan de Mairena a aquel joven: si no votas, no te quejes luego.

      • ana rodrigo

        Gracias, Antonio, por el ánimo que me envías. Mi temor es que sumen las tres derechas y ello lleve incluida la ideología de VOX, como se está viendo en Andalucía y en Madrid.
        De cualquier forma, la esperanza es lo último que se pierde.
        Un abrazo.

  • Carmen

    Me ha encantado el artículo.