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Cómo renovar una diócesis

Algunas diócesis están queriendo unirse a la renovación pedida por Francisco. Algunas han convocado un Sínodo dicesano, rápido, sin consulta popular (Valencia). Otras, como Bilbao, han preguntado a la base, aunque sea para renovar el Plan diocesano de Evangelización. He aquí una buena respuesta. AD.

APORTACIÓN DEL FORO DE CURAS DE BIZKAIA.

Atendiendo a la invitación diocesana, el Foro de Curas de Bizkaia ha respondido a la consulta que se ha hecho a toda la comunidad diocesana titulada “Preparando el 6º Plan Diocesano de Evangelización”. Antes de dialogar y consensuar nuestras respuestas a lo que se nos pregunta habíamos leído personalmente los textos propuestos y esbozado las respuestas. La consulta consta de dos partes: una mirada creyente a la realidad social de Bizkaia y una mirada creyente a nuestra propia Iglesia diocesana. Expondremos ahora el resultado de nuestro encuentro.

1º La enumeración de datos y tendencias que se plantean tanto en lo social como en lo eclesial es verdaderamente amplia, aunque, como es comprensible, no es completa. Por otra parte, hay ciertas afirmaciones que quizá habría que poner entre interrogantes como, por ejemplo, la afirmación de que la remodelación de la curia es una fortaleza o la de que la disminución numérica en la práctica sacramental es una debilidad. En cualquier caso, intentaremos añadir después algunos puntos que pareciéndonos importantes echamos en falta en los textos.

2º Más seria nos parece la ausencia de una propuesta de “hechos mayores”, frente a la multitud de “hechos menores” que se citan. Un “hecho mayor” es un aspecto de la realidad que nos toca vivir que se entiende como clave interpretativa y conexión de los demás aspectos analizados. Son realidades que poseen una capacidad explicativa de todo lo demás, evitando así la dispersión de datos. Buscar y contrastar la existencia de estos “hechos mayores” nos ayudaría a comprender en relación la situación y los retos tanto en lo social como en lo eclesial.

3º En nuestra opinión estos podrían ser algunos de esos “hechos mayores”, o, dicho de otro modo, las claves interpretativas de la realidad que deberían guiar nuestro análisis:

— la preocupación creciente, y culturalmente hegemónica, por la denominada “calidad de vida”, que conduce a una insensibilidad social y, a veces a la crispación por miedo a perder algo de lo mucho que disfrutamos. Esta es la cultura neoliberal que todo lo impregna;

— la “calidad de vida” es el auténtico ídolo que compite con el Dios de Jesucristo, y habitualmente vence. ¿No somos, mayoritariamente, ricos e increyentes?;

—hoy, la humanidad está configurada por la economía de mercado; esa economía que en palabras del papa Francisco “mata”. El “mercado” no es solo una noción económica, sino una forma de entender la vida y su sentido, y cuenta con nuestra complicidad, contaminando nuestras relaciones y motivaciones;

—la actual debilidad y vulnerabilidad de la Iglesia se convierte en un tópico que justifica un repliegue que nos conduce a la secta, al gueto, al residuo más que al resto. ¿Cuál es nuestro problema? ¿El número, o, más bien, los restos de mentalidad de cristiandad que nos hacen nostálgicos de tiempos que no volverán, y que intuimos que seguramente no fueron mejores? Ser una Iglesia o ser una secta no es tanto cuestión de números cuanto de mentalidad. ¿No es un hecho mayor la incapacidad de asumir nuestra situación y de aceptar que también para la Iglesia de Bizkaia estamos ya más en un “cambio de época” que en una “época de cambios”?

4º Nos atrevemos a sugerir la conveniencia de que como fruto de esta primera consulta se nos ofrezca algo así como un “documento 0” en el que quedasen recogidas las claves interpretativas de nuestra realidad social y eclesial de las que queremos que parta el nuevo PDE, como nos enseña la “ley de la encarnación”.

5º Aspectos que nos parece que no quedan recogidos, o suficientemente subrayados, en los actuales documentos. En lo social:

—progresiva desigualdad social, los ricos más ricos y los pobres más pobres;

—una democracia más formal que real (manipulación, corrupción, parcialidad de la justicia…);

— el compromiso ecológico es más nominal que real y cotidiano;

—consumismo rampante y sin conciencia autocrítica (vacaciones, compras y gastos, fines de semana…)

—más rechazo que integración de los migrantes y refugiados;

—insensibilidad y descarte, hasta familiar: se meten perros en casa y se envían los mayores a las residencias;

—preocupación por la igualdad de género;

—primacía de la experiencia sobre la razón, fin de los “grandes relatos”;

—se nota en algunas personas la coexistencia pacífica de discursos (declaraciones) progresistas (de izquierda) y vida acomodada;

—los cristianos-as no podemos mirar la realidad social como desde fuera, como si no fuésemos corresponsables de lo que sucede;

—menores que viven en una situación de pobreza que les afectará para toda su vida y mayores en soledad.

En lo eclesial:

—los consejos diocesanos son una fortaleza, pero su funcionamiento al ralentí les hace débiles;

—las debilidades se describen de un modo excesivamente clerical;

— algunas fortalezas son ilusorias, por ejemplo, la BAM;

— la debilidad fundamental no es el número sino la pérdida de credibilidad y significatividad;

— seguimos centrados en lo sacramental;

—preocupa la sostenibilidad económica de la diócesis;

—fortalezas consolidadas: equipos ministeriales, laicado formado, PDEs, Cáritas, Lagungo, Proyecto Hombre, Labayru…

—dificultades para algo que es clave para la Iglesia: iniciar en la experiencia de Dios;

— debilidad: centros educativos sin resultados en la dimensión religiosa;

—en nuestra diócesis funcionan diagnósticos no oficiales y “planes” reales ocultos. No son de toda la diócesis. No se consultan y se promueven “eficazmente” desde la cabeza diocesana. Ejemplo: el seminario diocesano, más del modelo del siglo XVI que del Vaticano II. Otro ejemplo: las actuales líneas de pastoral juvenil. Estos planes sí que son prioritarios e intocables.

—lo que hacemos no nos satisface, para lo que hay que hacer no estamos preparados;

—la sinodalidad, una fortaleza histórica en la diócesis, está bajando de calidad: los viajes de ida y vuelta en las consultas, lo dicho de los consejos diocesanos y de los planes ocultos;

—moral sexual desfasada;

—no hay evaluación pública de si la mayor presencia diocesana del camino neocatecumenal y de otras organizaciones a las que D. Ricardo abrió más las puertas y potenció pastoralmente, ha supuesto una mayor vitalidad, participación de todos y capacidad evangelizadora de la Iglesia en Bizkaia;

— no se entiende la debilidad eclesial como oportunidad;

—hay una generación en la diócesis que ha sido (hemos sido) brillante pero poco fecunda vocacionalmente;

—la oración y los sacramentos no están inculturados, siguen en esquemas difícilmente asumibles por los sujetos contemporáneos;

—es necesario abrir caminos para el acceso de la mujer a los ministerios, y también al ministerio ordenado;

—hay indicios de integrismo e intolerancia en algunos ambientes juveniles, como buscando el pasado y subrayando un talante normativista, sin discernimiento pastoral.

Terminamos agradeciendo la consulta recibida. Como sano ejercicio de una sinodalidad no solo vertical sino también horizontal publicaremos este texto en nuestra página web, además de enviarla, claro está, por los canales habilitados.

5 comentarios

  • Honorio Cadarso

    “Preocupa la sostenibilidad economica dee la diócesis” dicen los curas de la diócesis de Bilbao.

    Yo creo más bien que los privilegios fiscales y la riqueza de la diócesis hacen al cristianismo, mejor dicho a la Iglesia, muchísimo daño, y le separan leguas del espíritu del evangelio. Deberían leer los cristianos en Internet un tema titulado “Iglesia, S. A.”

    Sigamos el ejemplo de Zaqueo: “la mitaad de mis bienes doy a los pobres, y si a alguien he defraudado le devuelvo el cuádruplo”.

    ¿Quién paga los impuestos que no paga la iglesia? Las estadísticas dicen que aquí solo pagan impuestos las rentas salariales, los capitales evaden impuestos o se van a paraísos fiscales…Y la Iglesia?

    • ana rodrigo

      Qué buen comentario, Honorio. Y si leyeran aquello de: ¿vende tus imensísimas riquezas…, y ayuda a quienes lo necesitan, y deja de pedir dinero?. Yo he visto tesoros de Vírgenes y de catedrales, basílicas y templos forrados en oro, lo último que he visto ha sido el camerín de la virgen del rosario en Granada, y era para desmayarse del susto al ver lo que allí hay, todo en función de que los cristianos ganaron la batalla de Lepanto a los infieles. La Iglesia católica no puede ser la institución más rica del mundo. Ay, si Jesús levantase la cabeza….

      ¡Cuánta gente pierde su vivienda, después de haber vendido todo lo que tiene para dar de comer a sus hij@s! Pues eso. Y cuánta gente nos privamos de todo para ayudar a nuestr@s hij@s, o bien desempleadas o con trabajos precarios para que puedan llegar a final de mes… En fin, que la Iglesia salga a la puerta de los templos donde está la muestra de la realidad tal cual es, los mendigos, y que se dejen de lloriquear porque no tienen para pagar la luz, que hay muchísimas familias que se mueren de frío por no poder pagarla.

  • ana rodrigo

     

     

     

    Con estas dos frases que ellos mismo escriben dejan claro cuál es el problema raíz de casi todos los males:

     

    —“…para lo que hay que hacer no estamos preparados, (la negrita es mía)

     

    —hay una generación en la diócesis que ha sido (hemos sido) brillante pero poco fecunda vocacionalmente”;

     

    Una cosa es consecuencia de la anterior. Lo demás son parches, porque la sociedad de hoy nada quiere ni tiene que ver con los ritos, dogmas, estructura anacrónica de la Iglesia y toda su parafernalia, porque a la feligresía se la trata como menores de edad y sin “uso de razón”. Por eso la religiosidad popular, fruto de creencias y resultado de emociones, tiene tanto éxito. Pero una teología que esté a la altura de nuestro tiempo no la veo. Aunque es muy difícil predicar algo serio al respecto desde templos empapelados de oro y piedras preciosas y otro tipo de riquezas materiales.

     

    Otra cuestión, muy importante para l@s seguidores de Jesús, es el compromiso social, pero eso lo hacen infinidad de no creyentes en todo el mundo, para eso no hace falta ser cristiano, aunque para un cristian@ sí es necesario este compromiso.

    Volvemos a lo de siempre: la Iglesia va con siglos de retraso, mientras la sociedad no para de moverse, van en paralelo. Sin menospreciar la conducta individual de tantísimas personas que se encarnan en los problemas de los demás con una generosidad envidiable.

     

  • Gonzalo Haya Prats

    Tanto la consulta como esta atinada respuesta me parecen una práctica que debería extenderse a todas las diócesis.

    • ana rodrigo

      Tienes razón, Gonzalo, por algo hay que empezar, pero implicando más al laicado. Un abrazo