Hoy se cumplen treinta años del asesinato de Ignacio Ellacuría y otros cinco jesuitas, junto con dos colaboradoras, por militares mandados por el gobierno derechista de El Salvador. Hoy es más necesario que nunca mantener viva la memoria de esos mártires. Publicamos aquí el artículo de jesús Bastante en diario.es recomendamos vívamente otro más extenso de nuestro colaborador Juan José Tamayo en Religión Digital. AD.
“Aquella tarde que estuvo en mi casa me dijo: ‘Las cosas están muy mal en El Salvador. Quieren matarme. Pero no creo que lleguen a tanto. Lo que te aseguro es que no callaré’. Yo me limité a darle un abrazo y sentir vergüenza”, recuerda tres décadas después Pedro Miguel Lamet. Esa conversación entre el escritor jesuita (que entonces dirigía la revista Vida Nueva) con Ignacio Ellacuría tuvo lugar en Madrid tres días antes de que un grupo de paramilitares lo acribillara a balazos.
Ellacuría le había propuesto a Lamet crear una facultad de Comunicación en El Salvador. Pero el madrileño no se atrevió. “¡Regresó a El Salvador al día siguiente sabiendo que seguramente lo iban a matar! Al fin y al cabo mis riesgos eran sólo de papel y tinta, de que acabaran borrándome, como sucedió después, durante algún tiempo de los medios. Pero él fue asesinado. Yo aquí sigo, vivo y coleando”, lamenta el escritor.
El 16 de noviembre de 1989, poco después de regresar a El Salvador, un grupo de paramilitares entraba, de madrugada, en la sede de la Universidad Católica Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), de la cual Ellacuría era rector. “Vamos a matar a curas, no tienen armas”, se cuenta que dijo uno de los soldados antes de llenar de plomo los cuerpos de Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López. La mala suerte –o la violencia irracional– hizo que los asesinos se toparan también con Elba Ramos, la cocinera, y su hija Celina. También fueron acribilladas. Las crónicas de la época reproducen el relato de testigos que cuentan que algunas de las víctimas fueron sacadas a rastras de la residencia del rector y asesinadas a palos. Otras, a balazos.
Treinta años después, y aunque algunos de los responsables de la matanza fueron condenados –otros amnistiados en 1993 por una ley que se anuló en 2016–, los auténticos culpables de estos asesinatos nunca pisaron la cárcel. Igual que los que, nueve años antes, mataron a monseñor Romero.
Un juicio pendiente en España
“A Ellacuría y a sus compañeros los mató el Estado Mayor de mi país”, asegura el novelista Jorge Galán, autor de Noviembre (Tusquets), una crónica novelada que relata la investigación posterior de los asesinatos. “Emilio Ponce, Cepeda, Bustillo, Inocente Orlando Montano, entre algunos. Pero participó mucha gente más. Y de todos es sabido que Richard Chedester, de la CIA, estaba en esas oficinas del Estado Mayor”.
El rector de la Universidad de El Salvador, Ignacio Ellacuría, en la Universidad Autónoma de Barcelona en 1988. EFE
Uno de ellos está en prisión preventiva en nuestro país. La Audiencia Nacional debe decidir, en breve, si lo mantiene en prisión para enjuiciarlo o, por el contrario, lo deja en libertad. La Fiscalía pide para Inocente Orlando Montano 150 años de prisión por su responsabilidad en la matanza. Él era entonces viceministro de Seguridad Pública de El Salvador y un hombre clave en el ejército salvadoreño, que tenía una clara animadversión hacia los jesuitas, a los que acusaban de tener conexiones terroristas.
Ellacuría era uno de los representantes más importantes de la teología de la liberación en un momento convulso en Centroamérica. Mantenía una férrea defensa pública de los derechos de los pobres y una posición a favor del diálogo entre los gobiernos de la región y las diferentes guerrillas.
Cuando mataron a Ellacuría y sus compañeros de universidad, uno de ellos, el vasco Jon Sobrino, se libró de milagro por estar fuera de El Salvador. Desde entonces, todos los años, escribe una ‘Carta a Ellacu’, como un modo de hacerse perdonar el “no haber sido un mártir”. “Los mataron porque analizaron la realidad y sus causas con objetividad. Dijeron la verdad del país con sus publicaciones y declaraciones públicas. Desenmascararon la mentira y practicaron la denuncia profética. Por ser conciencia crítica de una sociedad de pecado y conciencia creativa de una sociedad distinta, la utopía del reino de Dios entre los pobres. ¡Y eso no se perdona!”, clama Sobrino.
Posible beatificación
El jesuita los llama mártires, y también Francisco, el primer Papa jesuita de la historia. La pasada semana, durante un encuentro con la Compañía de Jesús, Francisco habló explícitamente de “martirio”. “Celebramos este año el 30 aniversario del martirio de los jesuitas de la Universidad Centroamericana de El Salvador, que tanto dolor causó a Peter Kolvenbach –XXIX General de la Compañía de Jesús– y que lo movió a pedir la ayuda de jesuitas en toda la Compañía. Muchos respondieron generosamente. La vida y la muerte de los mártires son un aliento en nuestro servicio a los últimos”.
Si el Papa los declara mártires, el paso siguiente es su beatificación. ¿Serán beatos Ellacuría y los suyos? ¿También las dos mujeres? Por el momento, ni siquiera existe una causa de beatificación abierta por parte de la Compañía de Jesús. Su postulador, el profesor español Pascual Cebollada, sí está trabajando arduamente para lograr, en los próximos meses, la beatificación de Rutilio Grande, otro jesuita asesinado en El Salvador en 1977, tres años antes del martirio de monseñor Romero.
Con los jesuitas de la UCA, el problema durante años –durante los años de plomo de Juan Pablo II-– está en su cercanía a las ideas de la izquierda latinoamericana y la Teología de la Liberación. “Era un hombre de compasión y misericordia, y por eso lo mataron”, sostiene el teólogo Juan José Tamayo, uno de los mayores conocedores de la teología y la praxis de Ellacuría.
Antes de visitar a Lamet, tres días antes de su muerte, Ellacuría dio una clase en la Universidad Pontificia Comillas, el templo universitario de los jesuitas en Madrid. “Se sabían amenazados, pero no imaginaban que unos días después serían asesinados. 30 años después estamos muchos sumándonos a este momento de conmemoración. Hoy queremos dejarnos interpelar por su testimonio y legado”, relata su rector, Julio L. Martínez. “Ellos son símbolo martirial del pueblo salvadoreño, con miles de muertos en esa guerra civil, en la que fue también asesinado en 1977 Rutilio Grande y Monseñor Romero en 1980”. Treinta años después, y después de que Francisco desbloqueara sus procesos, Romero está canonizado, y Rutilio está a punto de ser beato.
Aunque en Madrid Ellacuría tiene una calle en una vicaría,mi padre qepd una vez que fuimos a una misa homenaje a Ellacuría et alter(creo recordar),me decía que no entendía como los obispos españoles no se personaban en estos actos de homenaje siendo como son unos españoles asesinados por su fe…Y lo cuento esto porque mi padre salía en un libro de los mercedarios sobre curas asesinados en la guerra civil hablando de un cura de su pueblo que tiene una calle en Madrid y sale con nombres y apellidos y hasta el teléfono de su casa que es donde yo vivo….Un hombre de derechas con una evolución religiosa que le llevó a la Comunidad Universitaria Sto Tomás y política de Gil Robles al contubernio de Munich…Pero un hombre bueno y justo y sabía que lo que hicieron con estos jesuitas y de las que les servían fue una vileza…
Servían no es muy correcto, perdón
Elba Ramos y Celina…
Perdón por lo que voy a decir, es todo pura intuición. Pero cuando descubrí lo que había sucedido en realidad con monseñor Romero, leí algo sobre él. Me quedé fascinada cuando oí lo que dijo en una homilía, poco antes de que lo mataran.
Bueno, pues allá va.
Aquí, en España, nos vendieron la teología de la liberación como algo de rojos comunistas. Pero vi un vídeo que dió la vuelta al mundo, en el que se veía a un señor arrodillado y al papa de entonces, Juan Pablo II, echándole la del pulpo. Y ya me interesó el tema. No entendí nada.
Creo, creo, me parece que estas personas que mataron y muchas más que ni sé que existen , por alguna razón fueron destinados a centro América o a América Latina. O a lo mejor lo pidieron ellos. No lo sé. Pero me da la impresión de que cuando vieron la realidad social de allí, o sea, no lo pudieron aceptar. No en nombre de su Jesús. Como resultado , a ver cómo lo digo, se acuñó el término teología de la liberación. Pero no sé si era teología o liberación pura y dura. Es decir , una lucha por la libertad en esos países.
Y claro. Al poder establecido no le hizo maldita la gracia, porque es que había muchos cristianos y habían dado en el clavo . Y corrían el peligro de que todos los cristianos empezasen a pensar de otra manera y …
Pero cuidado. A la iglesia oficial, diría que tampoco le gustó un pelo. El poder en realidad es un único poder con muchos tentáculos. No entendía como había llegado a ser monseñor este señor. Me rompía la cabeza. Luego leí que monseñor Romero era conservador, por decirlo de alguna manera , hasta que miró a su alrededor con otros ojos. Y claro, un obispo diciendo esas cosas era un peligro grande.
Y todos los demás también. Y los mataron. Pero, perdón otra vez, aquí en España se nos vendió a las personas normales como cosa de curas rojos que se metían donde no debían.
Pero, el tiempo, ay el tiempo. Todo lo pone en su lugar. Sobre todo gracias a los medios de comunicación que hay desde hace años.
Y como resultado de la presión que hacían los católico de ese tipo, repito, de los católicos que defendían la teología de la liberación, que no eran todos ni muchisimo menos, pues gracias a ellos que declararon santo a monseñor Romero, creo que le llaman San Romero de américa, muchos años después, lograron que lo subieran a los altares oficiales. Creo recordar que casi en el mismo Año en el que canonizaron a Juan Pablo II.
Irónico.
Estos señores tienen todo mi agradecimiento y mi respeto y mi admiración. Son unos héroes. Da igual que sean o no cristianos. Son héroes. O que las circunstancias los convirtieron en héroes. Pero no tiene por qué lamentarse el señor Lamet.En absoluto. No todo el mundo está hecho de la materia de la que están hechos los sueños, que diría Shakespeare.
Me alegro mucho de este reconocimiento. Se lo ganaron a pulso. Y contra viento y marea. Hasta contra el viento del espíritu de su misma iglesia.
Seguramente no tengo razón. Pero así pienso.
Buen día.
Perdón otra vez.
Y es que , claro, ahora hay un papa jesuita. y creo recordar que fue superior de ellos en Argentina cuando la dictadura de Videla. Él sabrá lo que vio, lo que hizo o dejó de hacer. Supongo que lo que pudo. Porque es que no todas las personas nos comportamos como héroes o heroínas. Desde luego mi persona no.
Pero todo esto me lleva al punto de partida, que diría Rocío Jurado. Dependiendo del Papa que haya veremos bien una cosa u otra?
Pues sucede que aunque no seamos todos héroes o heroínas, todos y todas podemos pensar, porque somos seres humanos. Y claro…vuelvo al punto de partida. El problema no es la persona del Papa. No puede serlo, porque cada uno puede y tiene el derecho a pensar según sus convicciones. El problema está en el papado. Es decir, es un problema del sistema. No de personas, de sistema.
dios santo. A ver si a estas alturas me voy a volver una antisistema. La vida está llenita de sorpresas.
Pero claro. Mientras que el Papa sea el vicario de Cristo en la tierra. El sucesor directo de Pedro y por tanto con un poder ,sobre el papel , absoluto , pues el tema no tiene solución.
Porque es un problema teológico. Este sí que es teológico. No digo evangélico, digo teológico. Ese constructo abstracto de los estudiosos de dios y sus cosas. De lo que es, de lo que quiere o deja de querer.
Sorry. Soy una pesada.
Tamayo en su comentario del enlace que nos pone Antonio, ofrece frases textuales de Ellacuría, que siguen siendo tan actuales, desgraciadamente, porque las cosas a nivel mundial han cambiado poco o nada: “sanar la civilización enferma”, “superar la civilización del capital”; “evitar un desenlace fatídico y fatal”, “bajar a los crucificados de la cruz”, “solo una Iglesia que se deja invadir por el Espíritu renovador y que está atenta a los signos de los tiempos puede convertirse en el cielo nuevo que necesitan el ser humano y la tierra nuevos”; denunció “la maldad intrínseca del sistema capitalista y la mentira ideológica de las apariencias democráticas que lo acompañan”.
Como Pili, el haberlo conocido personalmente, ha sido una experiencia personal imposible de borrar, no sólo de la mente, sino del corazón. Su firmeza en lo que decía, acompañado de la bondad que emitían sus palabras y su cariño por el pueblo salvadoreño, es indescriptible. A nivel muy personal, el beso de saludo que recibí, aún sigue vivo en mi mejilla (perdón por compartir esta anécdota ), porque transmitía algo muy suyo, como era su ternura con todo el mundo.
La noticia de su muerte la revivo en el momento en que la recibí, camino de la Eucaristía de nuestra comunidad, la emoción y el dolor con el que celebramos la Eucaristía fue tremendo.
Pero como dice Tamayo, él sigue vivo en su mensaje y en su ejemplo. Para mí, lo de menos es que lo beatifiquen o lo canonicen, Ahí está su mensaje y su ejemplo de vida y de muerte.
Impresionante la humanidad y su lucha, ante el dolor del pueblo salvadoreño.
Nuestro C. Pignatelli, en aquellos durísimos días, tuvimos el gozo de escucharle, y era impresionante la capacidad de su lucha, la fuerza de su denuncia hacia hacía tanto dolor.
En aquellos años, nos visitaron varios jusuitas de allá, vivimos su lucha con tal intensidad, que éramos como un lugar de escucha, apoyo, y acogida a su dura andadura.
¡Fue, un tiempo hermoso de fraternidad en nuestras vidas; muchos/as jóvenes, partieron por diversos países de esta tierra muy querida, movidos por esa lucha a favor de las personas sin voz, sin derechos…nuestra hija mayor, fue una de ellas…diecisiete años vivió por aquellos lares que tanto ama y nos contagió a toda la familia.
No sé cierra con el paso de los años, aquella terrible herida, porque nunca han reconocido la durísima lucha contra el pueblo, y la defensa que estos hombres y quienes les apoyaban, hubo en favor de las personas…sin derecho alguno, que fueron masacradas por su deseo de poder y lo manifestaron con una dureza infinita…
Hasta hoy:
Jon Sobrino, sigue sintiendo el dolor de aquella masacre cruel y sin sentido alguno; y el recuerdo del pueblo.
¡Sigue vivo!
Y muchas personas, los llevamos en el corazón recordando aquella hermosa lucha; el pueblo, como siempre… ¡Ya los subió a las alturas! incluyendo a las dos mujeres, que sabían cómo estaban la encarnizada lucha…y siguieron fieles y nos los abandonaron.
Siempre estarán en nuestro corazón agradecido.
Unas palabras que Ignacio Ellacuría; “No puedo comprender que mil millones de chinos se van a condenar”. Días antes de salir para El Salvador hacia su muerte.
Genial