A todas las mujeres y hombres del mundo, mis hermanos: Paz y bien.
Era un luminoso atardecer de otoño, el 3 de octubre de 1226, en la Porciúncula, al pie de mi querido Asís. Me dolían terriblemente los ojos, hasta el punto de no poder soportar la luz ni consolarme con los colores del cielo y del valle de Umbría, mi cielo y mi valle. Me dolían el bazo, el hígado y el estómago. Pero aún más me dolían todos los menores del campo y de los burgos, los campesinos pobres y mis hermanos leprosos, con los que quise convivir fuera de los muros de Asís. Y me dolía la Iglesia, estancada en el pasado, instalada en palacios, amiga de los señores, atada al poder, impulsora de cruzadas. Nunca la quise juzgar ni criticar, ni a ella ni a nadie, pero con toda mi alma deseaba otra Iglesia, al estilo del movimiento itinerante de Jesús.
Me dolían sobre todo mis propios hermanos, que se habían alejado de nuestro primer sueño, cuando queríamos ser simplemente los hermanos menores con los menores de la sociedad cambiante de aquel siglo XIII. Yo había soñado una fraternidad de hombres y de mujeres, yendo de aldea en aldea, sin casas de piedra ni morada fija ni propiedad ni privilegio, mensajera de la paz. Pero los hermanos aumentaron muy pronto y se convirtieron en Orden clerical, se volvieron mayores en la sociedad y en la Iglesia. Fue para mí un golpe mortal, pero no me enfrenté –no sé si hice bien, pero fue mi opción–, los quise aún más, y me retiré al monte Alverna con el hermano León y otros soñadores de la primera hora para vivir como ermitaño. Y acabé de despojarme del todo por dentro y por fuera, hasta ser pobre del todo, y libre de todo. Descubrí la verdadera alegría, la plenitud en el total vacío. Recuperé la paz que nada me podría quitar.
Los hermanos no me entendían, pero me querían y reverenciaban hasta el exceso como su “padre Francisco”, y sobre un asnillo me bajaron de mi eremitorio en la montaña para hacerme cuidar. El médico me dijo: “Vas a morir”. Tenía 45 años. El saberlo me llenó de pena, porque amaba la vida. Y lloré. Pero había aprendido que cada forma de vida nace de la muerte, y que cada muerte es paso a la Vida en formas nuevas, y que todos los vivientes son uno en la Vida. De modo que le dije a la muerte: “Bienvenida, hermana. Despójame de todo y hermáname con todo”. Y pedí que me pusieran desnudo sobre la tierra desnuda. Y, apagada mi conciencia individual, pasé al Todo Otro y no-Otro, me fundí en la Conciencia Universal o en el Alma de toda vida, llamadlo como queráis. Yo lo llamaba “Dios omnipotente”, pero lo contemplaba y adoraba con inmensa ternura en el hombre Jesús pobre y humilde, amigo de los últimos.
Perdonad que me haya extendido con el relato de mi tránsito de esta vida a la Vida, del tiempo al Presente, del fragmento al Todo. No quería hablaros tanto de mí, sino solamente dirigiros una palabra de aviso y de ánimo en este momento crítico de esta especie humana que llamáis Homo Sapiens, la época más crítica de toda su historia, larga o brevísima según se mire. Nunca el clamor de la Tierra y de los pobres –el mismo clamor– fue tan desgarrador debido a la codicia humana. Tened compasión.
También el tiempo que me tocó vivir a mí fue de enormes cambios, de transición del mundo antiguo al mundo moderno. Pero hoy os halláis inmersos en una verdadera mutación, que nadie pudo imaginar hasta hace bien poco: eso que llamáis inteligencia artificial y tecnología genética pueden mejorar a la humanidad de manera decisiva o convertirla en más esclava que nunca. En vuestras manos está. Despertad, hermanos.
Yo no podía soportar que se pisara a un gusano ni que se arrancara una flor, aunque bien sé ahora que también entonces matábamos sin cesar para vivir. Y pensábamos ingenuamente que el ser humano es el centro y el fin de toda la creación. Me felicito de que ya no penséis así, pero me duele en el alma ver cómo el ser humano se ha convertido en el peor enemigo de la hermana Madre Tierra. Solo la fraterno-sororidad os salvará.
La institución eclesial me sigue doliendo incluso más que en mi tiempo, pues soy más consciente de cuán lejos se halla de lo que soñó Jesús y de lo que el mundo reclama de ella: ser profecía de otra humanidad necesaria y posible. Solo si desmonta su estructura clerical y sus alianzas con el poder lo logrará.
A nadie puedo juzgar, pero a todos os ruego: sed hermanos, vivid en paz.
Vuestro pequeñuelo hermano, el poverello.
(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 29 de septiembre de 2019)
Gracias por el recuerdo, hermano José >Arregi. Necesitamos el espíritu de Francisco (el de Asís y el de Roma), para el pueblo de mi Argentina, donde se multiplica el número de los empobrecidos, tironeados entre políticos incapaces y corruptos, con demasiado silencio cómplice de clérigos, obispos y laicos/as, en una iglesia que no termina de salir de la sacristía; que se contenta con declaraciones, lejos de las periferias.
Un viejo franciscano viejo. ¡ Paz y Bien!
Compromiso con el evangelio, expresado con espíritu franciscano. Gracias
Señor Arregi.800 años no es nada para los que quedan. Se podrá formar otra iglesia, pero ésta es la que es. Porque no van a tocar un ápice de la teología en la que se fundamenta. Y las cosas se solucionan de dentro hacia afuera. De fuera hacia dentro , para mí es un maquillaje. O una operación de estética, que no vea lo de moda que está. Como si una operación de estética pudiera modificar algo de un organismo, salvo su apariencia.
Pero vivimos en un mundo de imagen. A día de hoy. Veremos el día de mañana. Si cambian las cosas, si se va al fondo de la cuestión, quizás entonceslas cosas cambien.
Pero costará generaciones.
Pone Arregui en boca de Francisco estas palabras: “La institución eclesial me sigue doliendo incluso más que en mi tiempo, pues soy más consciente de cuán lejos se halla de lo que soñó Jesús y de lo que el mundo reclama de ella: ser profecía de otra humanidad necesaria y posible. Solo si desmonta su estructura clerical y sus alianzas con el poder lo logrará.”
Del 10 al 13 se ha celebrado en Lima La Semana de Estudios franciscanos, recordando el 800 aniversario en que Francisco tuvo un encuentro con el sultán de Egipto al-Kamil, en la que han intervenido varias personas entre ellas la teóloga musulmana Carmen del Río y JJ. Tamayo.
Dice Tamayo en su intervención: “En respuesta a una Iglesia aliada con el poder feudal, Francisco de Asís fundó una orden menor, una comunidad, una fraternidad “ajena a los modelos clericales y al espíritu jurídico, basada en el seguimiento incondicional del Cristo ‘menor’, humillado, siervo y, por tanto, presidida por el gran principio evangélico de la inversión de la jerarquía en el sentido de Mateo 20,25-27)”. “los laicos dejaban de ser subalternos y se tornaron sujetos;” “El poverello de Asís no tenía hilo directo con Dios; su camino de acceso a él fueron las personas. Frente a un cristianismo ascético-sacrificial, optó por la espiritualidad del seguimiento de Jesús.”
Pues han pasado 800 años y la Iglesia no escarmienta de sus errores. A ver si entre los dos Franciscos, el de Asís y el de Argentina, aprovechan este evento para que la Institución vuelva al Evangelio, tal cual, como vivió el poverello de Asís.
Acabo de leer en RD que Rouco y Martínez Camino se suman a la oposición contra el Papa Francisco.
Paralelamente, aquí en Granada, el Defensor de la Ciudadanía y el párroco de un barrio donde viven sin electricidad un día sí y otro también, además de otras muchas carencias, se han encerrado en la iglesia de los franciscanos, apoyados por muchísima gente, espero que esta tarde estemos más todavía, reivindicando justicia para tantas familias que, por desidia de los responsables políticos, dejan a su suerte ante tal carencia a todo un barrio bastante abandonado por quienes tendrían que resolver sus problemas, como es el de la electricidad o la creación de empleo.
Perdonad por la crónica local que os estoy plantando. Ayer fue la fiesta de la patrona de Granada, la Virgen de las Angustias, pues bien: autoridades políticas, guardia civil, policía, ejército, cofradías, obispo, bandas de música, y miles y miles de fieles aplaudiendo a una Virgen que no podía con el peso de tanto oro, plata y piedras preciosas que llevaba encima…..
Muchas gracias por este pensamiento, tan pertinente, presentado con la escritura del poeta afán de vida y de humanidad.