mi testamento espiritual: Tres mensajes:
– mensaje de la edad avanzada
– mensaje de Bondad
– mensaje de Rebeldía
1. Mensaje de la edad avanzada
Haber cumplido los 80 se puede decir que es una edad avanzada, pero haber cumplido los 90 es haber entrado en una edad superavanzada. Por primera vez en mi vida he cumplido 90 años. Es la primera vez que acumulo 90 años de juventud. A esta edad se piensan muchas cosas, por ejemplo, si desde que se nace, la autenticidad y profundidad de la persona radica en el ser, más que en el hacer, a cierta edad de la vida, la esencia de la persona está ya plenamente en el ser. Pero el Ser está configurado por el hacer: somos lo que hacemos es una sentencia de Ortega y Gasset. Somos ahora, a la edad avanzada, lo que hemos ido haciendo a lo largo de nuestra existencia.
El hacer se va dejando para las nuevas generaciones, que lo necesitan y lo pueden hacer mejor. Saber dar acceso a la juventud desde esta conciencia y disposición interior, es importante Saber hacerse a un lado, y no pretender seguir con ciertas tareas que se las dejamos a los jóvenes, es un acierto de la edad de la sabiduría. Esta disposición me lleva a vivir en libertad y armonía con mi ser más profundo; a habitar el fondo insondable de mi tierra, mi yo más intimo. Y, es desde esta conciencia como vivo con gozo la propia edad, con todo lo que ella conlleva de riqueza, pobreza y limitaciones. A mi edad veo muy mal y oigo peor, son mis limitaciones. Yo cambio de ritmo, pero no de camino, continúo por la senda de la opción por los pobres que ha guiado mi vida entera.
En la avanzada edad las fuerzas físicas disminuyen, la energía y dinamismo no es el mismo de la juventud; todo se realiza a paso lento, con un ritmo más bien pausado, acompasado, armonioso, melodioso; se terminó el ritmo estridente, rápido y a veces discordante; para dar paso a otro, mucho más suave y armonioso. En la avanzada edad se da una belleza que ni la persona misma ha llegado a descubrir, y mucho menos los que la rodean. Aprender a vivir la belleza de las distintas etapas de la vida es señal de madurez, de un buen equilibrio mental, humano y espiritual.
Las notas de la avanzada edad son más armoniosas, porque la vida ha ido modelando el ser más profundo de la persona, redondeando las esquinas y picos que hacían que la vida reprodujese muchas notas discordantes, rompiendo la armonía, el equilibrio y la belleza de la “pieza”. Pues la vida es como una partitura de música que aprendemos a reproducir las notas a lo largo y ancho de nuestra existencia. La nota esencial de la vida será la muerte, asumida desde la libertad de la vida. El sentimiento de que soy una creatura limitada, finita, es el acto de mayor libertad, la nota más armoniosa y justa que podemos cantar…Aunque el “canto” sea de un hombre mayor que apenas puede ver y oye muy mal.
El tiempo no es oro, el tiempo es vida, el tiempo es historia. El Tiempo es algo más que el oro, algo que ni se compra ni se vende, se Vive. El tiempo no es dinero, el tiempo son vivencias, experiencia, sentimientos, ideas, lucha por la vida y movimiento. El movimiento que tanto asusta al poder. La vida que florece, la vida que se impone, la vida que estalla y grita y piensa y siente, asusta al poder que nos prefiere callados, quietos, como muertos. El poder nos quiere asustados. El poder nos asusta para dominarnos. Frente al miedo retorcido que retuerce las palabras y nos retuerce el cuello, hay que oponer la valiente sencillez y claridad de ideas y la sencilla pero difícil tarea como es la libertad de pensamiento. Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión y la democracia, no valen nada, Yo lo he recordado en múltiples ocasiones; el mandato latino de Horacio que Kant divulgó como lema de la Ilustración: “Sapere aude” Atrévete a pensar, ¡Piensa por ti mismo! Y si te atreves a pensar, te atreverás a vivir. Solo el que se atreve a vivir, puede llegar a vivir con libertad. La vida es el arte de vivir, somos “artesanos de la vida”, Se trata de salir de la minoría de edad para pasar a la edad madura.
La libertad es un don de la avanzada edad. Un fruto que va madurando en el transcurso de la existencia y que se recoge con gozo y alegría al atardecer de la vida, como quien se encuentra con un gran tesoro. La libertad es el tesoro más extraordinario que la persona puede adquirir. La naturaleza nos ha proporcionado la libertad, esa libertad interior que siempre lleva a obrar el bien y a amar en plenitud, sin miedos. Y también a actuar con justicia y equidad, a ser lo que realmente soy sin caretas, sin armadura que me desfigure. La libertad va unida a la autenticidad, a la verdad.
También es la edad de la fe profunda, la que deja a un lado las “seguridades” intelectuales, para dar paso a la confianza plena en Jesús, fiarse de él, a pesar de la oscuridad y las dudas. Estamos en las manos de Dios. Esta es la edad del creyente, es decir, de mi fe en Jesús y en el mensaje subversivo de Jesús, del que me fío y confío más que en mis propios razonamientos. Y en esta avanzada edad se posee un “patrimonio” unificador, el cual da seguridad, paz, confianza y gozo de la misión cumplida, del compromiso realizado. Con la edad madura todo se va unificando, para vivir en paz, la entrega, la libertad y el amor.
2.- Mensaje de Bondad
Lo importante es restaurar la BONDAD en el mundo. Hay mucha maldad en el mundo, hay mucha injusticia. Ser buenos, es ser buenas personas y esto comporta una exigencia ética. “El principal talante ético es la bondad” –escribía A.Machado-.La bondad es una actitud vital ante la vida, una actitud alegre, una vida sencilla que hace cosas sencillas, ordinarias, cada día. Pero haciéndolas de forma extraordinaria puede cambiar el mundo, decía Galeano. Significa no perder nunca el ánimo, no perder nunca la esperanza. Significa defender siempre los derechos humanos, preocuparse por humanizar la justicia, quitar el hambre en el mundo, defender siempre la libertad y los valores éticos fundamentales.
La bondad es incompatible con el capitalismo: porque es una opción de vida y el sistema es un sistema de muerte. Quero un mundo donde la bondad sea tan fuerte que sea capaz de acabar con las guerras y con el hambre en todo el planeta. Una bondad atravesada por la Justicia y empapada en el compromiso por los Derechos Humanos, es una conducta solidaria y liberadora, y es propio de una buena persona.
Una bondad que toma parte y partido por los más débiles y excluidos de la sociedad, es sin duda lo propio de una buena persona.
Una bondad llena de compasión por el sufrimiento humano, desobediente con las leyes injustas, es propio de una buena persona.
Una bondad que es incapaz de hacer daño a nadie es propio de una buena persona.
Una bondad que sabe perdonar siempre cualquier ofensa, es propio de una buena persona
Una bondad que se acepta como la mejor persona, amiga y compañera de sí misma en esta vida, es una persona muy madura
En definitiva, una bondad que supera la mediocridad de la mayoría.
La bondad es compasión en el sentido profundo del término, y está transida de indignación ética, ya que la conmoción interna experimentada (esa es la indignación ética) se traduce en una exigencia ineludible contra la injusticia y sus causas. La indignación ética percibe como intolerable el sufrimiento humano y reacciona frente a él, no se queda de brazos cruzados. Esta compasión, este padecer-con, siempre apuesta por el cambio transformador. Decimos esto porque el término “bueno” puede dar lugar a equívocos. Ser bueno de verdad tiene un carácter rebelde y desobediente frente al orden establecido.
La bondad no se predica, ni se enseña, ni se impone. La bondad se contagia. El que es bondadoso/a, crea un clima de bondad. Y eso cambia la vida. La de uno. Y la de los demás. Ser siempre bondadoso, reconocer los propios límites y las propias contradicciones. Sólo así podremos hacer que, pase o no pase la crisis, viviremos mejor. Y nos sentiremos mejor.
Ya sé que esto no es la panacea universal. Sería ingenuo pensar que sólo con el “buenismo” se arregla el mundo. No. Entre otras razones porque la bondad lleva consigo no quedarse callados y pasivos cuando uno ve sufrir, y sufrir tanto, a los más débiles. El que se calla, en tales condiciones, no se distingue por su bondad, sino por su cobardía, por su miedo, por intereses inconfesables. Eso no es bondad. Eso da vergüenza verlo, sufrirlo y hasta pensarlo. Porque, es un hecho, la bondad es lo que más nos asusta y hasta nos desconcierta.
No tiene nada que ver con ese dicho que “todo el mundo es bueno” (tó er mundo é güeno) o con ser un “bonachón”. Juan XXIII era el Papa “bueno” pero armó un escándalo con el concilio Vaticano II. No se trata sólo de ser mejores, de ser más buenos; lo que se pretende es organizar la convivencia para que todos y todas seamos capaces de ser felices. No es nada fácil tratar de ser buenas personas en una sociedad que se rige por códigos capitalistas.
A Jesús no lo mataron por ser “bueno”: lo mataron porque estorbaba, denunciaba a los que mantenían las injusticias y entró en un duro conflicto con los dirigentes políticos y religiosos. Sólo podremos hablar de bondad, si asumimos la tarea ética de luchar contra este (des)orden establecido por quienes se empeñan en mantener un mundo en el que sólo unos pocos viven muy bien, mientras una inmensa mayoría malvive o muere lentamente.
3.- Mensaje de rebeldía
Este es mi mensaje: Jesús dijo no podéis servir a Dios y al dinero. Yo he optado por servir al Dios de la vida y de la libertad y rechazar al dios del dinero, al dios del capital, que es el reino de la muerte y de la esclavitud.
Quiero mantener siempre vivo el espíritu de rebeldía frente a este sistema de muerte, que es lo mismo que luchar y gritar el derecho de los pobres para vivir con dignidad. Es decir, exigir el derecho de los empobrecidos a tener una propiedad privada de unos bienes necesarios que les permita tener lo indispensable para una vida humana, como pueden ser: el trabajo, la vivienda, la alimentación, sanidad (médicos y medicinas), cultura (que todo el mundo sepa leer y escribir, ocio, tiempo libre).
Cuanto mayor voy siendo, me siento más rebelde, porque sin duda veo la injusticia con mayor claridad. Soy un antisistema, (y no lo digo gritando y con el puño levantado, sino sencillamente pero con voz firme e inalterable). Soy un inconformista, un insubordinado de este mundo insostenible. Insisto en la necesidad de disentir, de desobedecer, de oponernos con justicia y con valentía a este capitalismo depredador, este modelo injusto. No nos podemos rendir. Creo que tenemos el deber de vivir. Tenemos el deber de pensar libremente.
Tenemos también el derecho, el derecho que nos niegan quienes deberían garantizar ese derecho. Pero no se puede negar la vida, La vida vence. La vida empuja. La vida crea. Otro mundo no solo es posible, es seguro.
Cuesta aprender a vivir, es decir, amar la vida sobre todas las cosas, la vida digna, la vida humana, humanizadora y humanizada, una vida que reúna la humanidad, el bienestar y la justicia suficientes para ser merecedora de tal nombre. Se trata de la apasionante tarea que es vivir, aprender a vivir, que la vida puede sobre el silencio, la palabra sobre el ruido, el pensamiento sobre la sinrazón, la humanidad sobre el capital.
Esta es la edad de la fortaleza, de la serena rebeldía, de la audaz sensatez, de saber decir que NO a este sistema depredador y decir que SÍ a la solidaridad con los excluidos de este mundo.
Madrid 9 de agosto de 2019
Enhorabuena, José María G. ,por la vitalidad y fidelidad que nos llega de modo tan directo.
Muchos quisiéramos sentirnos así ahora mismo. Sin esperar a los primeros noventa años.
Un abrazo.
Si no recuerdo mal no hemos estado físicamente al pairo desde los tiempos de MariCarmen Victori en el Leon XIII en Madrid. He seguido andadura y textos leídos. No está bien visto pero nosotros todavía podemos recitar el salmo 32 “nosotros aguardamos al Señor, él es nuestro auxilio y escudo”. Feliz sordera, José María. Que dure.
Un saludo por esos 90 años ya que no todos los días se cumple esa gran edad, y sin embargo no todos logran esa larga vida. Es maravilloso la vida, es lo mejor que se le pudo haber ocurrido al Creador: HAGAMOS al hombre. Por supuesto que a Dios no le hace ser “más” feliz por haber creado al hombre. Pero lo hizo, SOLO por AMOR, pero AMOR que sale de él. El ser humano no puede VER ese AMOR, porque se muere. Porque el hombre no está en condiciones de ver ese AMOR. ¿Que nos queda ahora? Esperar la llamada del otro “lado”. ¿Qué más? ¿Eso es todo? ¿Y después que viene? ¿Nunca más viviré? ¿Jamás existiré? ¿Dónde están todos los que nos han precedido?
No creo que la nada sea eso TODO eso, es decir, así como muere un mosquito, así debo terminar.
No sé si llegaré a los noventa, pero mi fe en Jesucristo me hace vivir alegremente el HOY. Mañana SOLO lo sabe Dios.
Saludos y esperemos llegar no sólo 90 años sino, un “poquito” más.
Como dice el Evangelio: “Pasó haciendo el bien”.
¡Cómo agradezco esta entrega de su vivir y Ser a José María!
Porque veo reflejada en ella… no con tanta brillantez… mi propio sentir.
Me ha costado un “poquillo” no sentirme mal… por retirarme de la primera fila de acción… pero lo he ido superando.
Me he visto reflejada en todo cuanto nos comparte… salvando la distancias… no le llego a su categoría y vida.
Y aún así, comparto plenamente cuanto dice… solo evito decir que estamos en manos de Dios… eso lo aparco; y no por eso siento debilidad, ni temor, ni angustia, y si:
Agradecimiento de tanto recibido.
Me reconforta plenamente cuanto nos dice, y me siento de verdad muy unida a su manera de afrontar la vida en especial, en los tres apartados que enumera.
¡¡¡Gracias José María, por esta serena actitud ante la edad avanzada y serena; gracias de corazón!!!
mª pilar
Magnífico. A mi aún me
Magnífico. A mí, aun me quedan cosas por afinar.
Coincido con Gonzalo, lo bueno de este escrito es que va en coherencia con la vida de la persona que las escribe. Y, a pesar de que su salud le pone bastantes límites, ahí sigue con su entereza, su rebeldía, su bondad y su buen estado de ánimo.
Aunque fue ayer tu cumpleaños, te felicito de nuevo, y me felicito por tener un amigo como tú.
Destaco estas palabras que creo caracterizan a José María: libertad, armonía, bondad, rebeldía, todas ellas avaladas por un Jesús laico, en el que tiene una profunda fe-confianza.
Un recuerdo de mi paso en España donde tuve la suerte de encontrar el autor de estas consideraciones que dicen todo en pocas palabras
Muchas gracias y el mejor de mi recuerdo
Oscar fortin