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3 comentarios

  • ana rodrigo

    Las reflexiones diarias y sabias de Iñaki, forman parte diario de mi despertar. Es un hombre impresionante.

  • Carmen

    Pues sí. Es cierto.

    La discrepancia en temas con un mínimo de interés se interpreta como desafío personal. Nunca lo he entendido del todo, pero es una verdad como un templo.

    Y si se te ocurre pensar por tu cuenta eso ya se toma como un acto de soberbia. Es curioso.

    A lo mejor es porque hemos estado cuarenta años sin atrevernos a pensar. No traía cuenta. A ver quién era el guapo que decía algo contrario a lo establecido. Y claro, eso ha debido de convertirse en una cosa de esas epigenética que llaman.

    Pero es que  la democracia va de hablar y nosotros llevamos muchos años de retraso. Y esa concepción de que el político tiene que estar al servicio de los intereses comunes, bueno, siglos nos faltan. Por lo menos uno.

    Y si. Van todos de sobraos, que dicen en mi pueblo. Eso de que reparten una especie de ideario o no sé cómo lo llaman, argumentario o no sé qué para que todas las personas del partido digan lo mismo me parece de psiquiatra. Y es que eso de los partidos políticos se las trae también. Menuda lucha de poder hay por ahí dentro. Lo de Pedro Sánchez fue bestial. Pero lo de Errejón y Pablo Iglesias tampoco ha estado mal.

    Pero claro, supongo que tendrán que existir. No sé.

    Espero que salga un gobierno tirando todo a la izquierda que pueda ser.

    Veremos

    Aquí ya hace un calor de muerte.

     

  • juan antonio vinagre oviedo

    Esta reflexión de Iñaqui Gabilondo merece un comentario de aprobación y una nueva reflexión que alargue la suya. Salvo excepciones, como Miguel A. Revilla, Angel Gabilondo etc (porque hay más), uno tiene la impresión-convicción de que la mayoría de nuestros políticos, al menos los que más “figuran”, son demasiado mediocres, demasiado inmaduros y -políticamente- de pocos alcances.

    Ahora bien, ¿por qué no se presentan personas capaces y honestas -que las hay-, como dirigentes con verdadero sentido de Estado, más justo y solidario, abiertas a ampliar integraciones, no a reducirlas; más amigas de ampliar la patria grande que de encerrarse en una patria chica? ¿Será porque no soportan las mezquinas luchas intestinas de los mediocres? Y una pregunta más: ¿Por qué en este caso el pueblo “premia” ese tipo de mediocridad con su voto?

    En demasiadas ocasiones, los que nos lamentamos nos vemos obligados a elegir “lo menos malo”, con tal de que combine un poco de ética, honestidad y de realismo. Digo honestidad y realismo, porque desde la simpleza moral o la pura abstracción teórica o la deshonestidad se puede ofrecer el cielo, sabiendo que ese cielo no es posible, mientras haya tantos poderosos egos dominantes, a los que es preciso ir descubriendo sus estrategias y maniobras en la sombra, y denunciarlas, y publicitarlas, a fin de poder debilitar esa fuerza oculta…

    Los nuevos partidos, de uno y otro lado, podrían contribuir a esta “limpieza”, pero desgraciadamente no ofrecen casi nada nuevo; más bien ofrecen “más de lo mismo”, ya conocido y en abundancia…, a través de la historia. Unos piden renovar la historia, la sociedad, sin medir bien sus fuerzas, otorgando un poder mágico a su pensamiento, quizá fanatizado. Y otros hacen cortejo a su tradición de centro liberal, que no es tal, a juzgar por los hechos.  ¿Cómo explicar el hecho de que se apoye y encumbre a un partido político, sumido en la corrupción, y no a un hombre honesto y capaz, como A. Gabilondo, que obtuvo una mayoría relativa de votos? Tengo la impresión de que se sobreponen las ambiciones personales y los resentimientos históricos en muchos casos…, cuando la vida política debería ser un servicio social más que una toma de poder… ¿Es esto madurez humana y política?

    No quisiera parecer exagerado, pero a veces me pregunto si estas cosas se deben a que nos hallamos aún en un estadio de hominización, más que de humanización, que es el que nos correspondería ya.

    Estas reflexiones -que necesitarían más matices, por la complejidad del tema- me llevan a la escuela, a la necesidad de una escuela más humanizadora, que enseñe a crecer y madurar como personas en valores humanizadores. Mientras, nos mantendremos como casi analfabetos sociales, con poco sentido crítico y solidario… Por eso se ve lo que se ve…

    Termino con un “apéndice”: ¿Qué decir de los políticos que mienten reiteradamente? La mentira en un político, que teóricamente está al servicio del pueblo, debería penalizarse severamente con inhabilitación. Sencillamente porque es engañar al pueblo, que merece y al que se le debe respeto.