No es una amenaza nueva, porque ya en el siglo XIX la amenaza era la de sustituir a los trabajadores por máquinas si se atrevían a reclamar aumento de sueldo, disminución de horas trabajadas o cualquier tipo de derechos sociales. Y al cabo de los años aumentaron las máquinas y al mismo tiempo aumentó el número de trabajadores como nunca en la historia se había visto.
Ahora nos amenazan con la robotización de la producción de forma que a los trabajadores no les queda otra salida que reciclarse porque en un futuro próximo la mayoría de los trabajos estarán mecanizados y automatizados, o sea, dicen, que van a sobrar trabajadores a mogollón (y eso sin contar con los emigrantes). Aparentemente, a los currantes en general, hombres o mujeres, solo les queda el camino de convertirse en trabajadores del sector servicios para, entre otras muchas cosas (educación, sanidad, servici os sociales, arte, deportes, ciencias varias, etc.), aprender a sonreír mansamente a los jefes cuando vayan de congreso en congreso. Eso es todo lo que parece dar de sí el capitalismo, disponer de un número ingente de parados para contratar ingenieros o astrofísicos por menos del salario mínimo, con un contrato basura por plazo indefinido.
Solo que esta especie de utopia supercapitalista tiene los pies de barro. Porque el problema de los empresarios no es solo producir lo más barato posible, sino también el de vender todo lo producido para conseguir el beneficio y si no hay quien compre los cacharrillos o los servicios, las empresas terminarán en la quiebra.
En una economía globalizada es imprescindible pagar a los trabajadores para poder vender los productos. Los robots son tranquilos y obedientes, pero no se gastan dinero en perfumes, no necesitan escuelas, ni se ponen enfermos, ni comen en restaurantes japoneses, no viajan a Thailandia, ni van al Corte Inglés.
O sea, como en el caso de la revolución industrial, no habrá más remedio que pagar a alguien para que gaste. A no ser que para entonces el capitalismo ya no sea posible y lo que venga será otra historia.
Estamos en un cambio de Era, no de siglo. No es un cambio únicamente de corrientes de ideas. No. Es un cambio que quizás solamente sea comparable a la invención de la imprenta. Y todavía falta llegar a la imprenta de letras o piezas o como se llamasen, móviles. El mundo cambió.
He leído mucha ciencia ficción. Creo que he leído a casi todos los grandes. Pocos se me han escapado. Algunos de ellos son auténticos profetas . Asimov estaba preocupado con el tema de la robótica. Pero en los años sesenta y setenta , nadie podía imaginar esto. Él tampoco. Sus robots tenían que seguir las tres leyes de la robótica. Por internet están si a alguien le interesa, supongo que estarán. Tres leyes preciosas. De un mundo, el nuestro, que dentro de no muchos años nos sería irreconocible.
No sé si tiene algo que ver el capitalismo, o sencillamente es un camino que sigue la ciencia. Hay neurólogos que dicen que la evolución desde ya, seguirá un camino apoyándose en la inteligencia artificial. No sé.
Pero nuestros nietos tendrán que adaptarse . La evolución es implacable. O te adaptas o desapareces.
No sé si ustedes vieron en los setenta la película El planeta de los Simios. La de los años setenta, no el remake de hace pocos años.
Es una película que hace pensar. Cuál es la alternativa al desarrollo de la mente humana, al desarrollo de la ciencia? Una dictadura de no pienses, no hagas, no digas…? Pues prefiero un mundo díferente al que conozco, pero que te permita seguir investigando, pensando , creando…
Es un tema muy complejo. Personalmente, me desborda.
El desempleo en España y la falta de puestos de trabajos remunerados han estado en unos ´índices escandalosamente altos – el paro estructural – por encima de la media de los países de nuestro entorno tanto en los momentos de bonanza económica, como agravándose más en las crisis. En los últimos años de bonanza que superaba la crisis de los años 90 y movido por la economía financiera el índice de parados descendió hasta por debajo de los 2 millones, pero los inversiones iban destinadas al beneficio fácil de la especulación financiera y el fomento del turismo con poco valor añadido. La construcción supuso un 11 por ciento y las empresas auxiliares un 21 por ciento y el turismo que explican el incremento de puestos de trabajo.
España afronta la crisis del 2008, después del estallido de la burbuja financiera sin un modelo económico claro. Este modelo, el que sea, debe ir acompañado de un plan de estudios y de formación profesional y para el empleo que adecúen la formación académica con los retos del sistema productivo. yo apuesto por un modelo que ponga todos los medios necesarios para garantizar la educacion generalizada hasta los dieciocho años en lugar de los dieciseis actuales y un sistema de incentivos económicos que faciliten la cumplimentación de estudios y la entrada de los jóvenes en el mundo laboral.
Sería un error, al menos un grave inconveniente, establecer medidas económico-sociales dirigidas a reducir las desigualdades económicas sin que fuesen acompañadas de un nuevo modelo económico.
Tema vidrioso.
comenzó el siglo XX, en el año 1900 la agricultura ocupaba al 69,5% de la población activa, aquí en España. Cuando comenzó la dictadura ésta se situaba en el 51,8% y en 1950 todavía era del 49,5%.
Luego vino el despegue económico, al principio tímidamente, con un crecimiento acumulativo anual de 6,6 y luego el 7,4 por ciento del PIB hasta que en 1973 el sector primario abarcaba el 24,9de la población activa.
Razones bajo el punto de vista estrictamente económico: bajos precios de la energía, mano de obra barata, así como el precariado actual, y las divisas que proporcionaban el turismo, pero de manera substancial la masa emigrante, principalmente quienes se incorporaban al despegue económico de Europa de postguerra.
Hoy el sector primario, incluida la minería cuya actividad ha ido disminuyendo hasta casi desaparecer reducida a las canteras, apenas ocupa el 5 por ciento de la masa empleada.
La robotización es un escalón más de nuestros avances tecnológicos. La actual revolución tecnológica abarca un campo más amplio de la que la robotización es sólo una aplicación para unas actividades determinadas.
Con la primera industrialización moderna nacieron los sindicatos y los partidos políticos de clase.
¿Y ahora con el precariado?
(continuación y final)
Ya hablaremos algo de los distintos tipos de técnica, de sus vicisitudes, de sus ventajas y de sus limitaciones; mas ahora nos conviene no perder de vista la idea fundamental de lo que es la técnica, porque ella encierra los mayores secretos.
Actos técnicos —decíamos— no son aquellos en que hacemos esfuerzos para satisfacer directamente nuestras necesidades, sean éstas elementales o francamente superfluas, sino aquellos en que dedicamos el esfuerzo, primero, a inventar y luego a ejecutar un plan de actividad que nos permita:
1.° Asegurar la satisfacción de las necesidades, por lo pronto, elementales.
2.° Lograr esa satisfacción con el mínimo esfuerzo.
3.° Crearnos posibilidades completamente nuevas produciendo objetos que no hay en la naturaleza del hombre. Así, el navegar, el volar, el hablar con el antípoda mediante el telégrafo o la radiocomunicación.
Dejando por ahora el tercer punto, notemos los dos rasgos salientes de toda técnica: que disminuye, a veces casi elimina, el esfuerzo impuesto por la circunstancia y que lo consigue reformando ésta, reobrando contra ella y obligándola a adoptar formas nuevas que favorecen al hombre.
En el ahorro de esfuerzo que la técnica proporciona podemos incluir, como uno de sus componentes, la seguridad. La precaución, la angustia, el terror que la inseguridad provoca son formas del esfuerzo, de la imposición por parte de la naturaleza sobre el hombre.
Tenemos, pues, que la técnica es, por lo pronto, el esfuerzo para ahorrar el esfuerzo o, dicho en otra forma, es lo que hacemos para evitar por completo, o en parte, los quehaceres que la circunstancia primariamente nos impone. En esto se halla todo el mundo conforme; pero es curioso que sólo se entiende por una de sus caras, la menos interesante, el anverso, y no se advierte el enigma que su reverso representa.
¿No se cae en la cuenta de lo sorprendente que es que el hombre se esfuerce precisamente en ahorrarse esfuerzo? Se dirá que la técnica es un esfuerzo menor con que evitamos un esfuerzo mucho mayor y, por lo tanto, una cosa perfectamente clara y razonable. Muy bien; pero eso no es lo enigmático, sino esto otro: ¿Adónde va a parar ese esfuerzo ahorrado y que queda vacante? La cosa resalta más si empleamos los otros vocablos y decimos: si con el hacer técnico el hombre queda exento de los quehaceres impuestos por la naturaleza, ¿qué es lo que va a hacer, qué quehaceres van a ocupar su vida? Porque no hacer nada es vaciar la vida, es no vivir; es incompatible con el hombre.
La cuestión, lejos de ser fantástica, tiene hoy ya un comienzo de realidad. Hasta una persona aguda, ciertamente, pero que es sólo economista —Keynes— se planteaba esta cuestión: dentro de poco —si no hay retroceso, se entiende— la técnica permitirá que el hombre no tenga que trabajar más que una o dos horas al día. Pues bien: ¿qué va a hacer el resto de las veinticuatro? De hecho, en no escasa medida, esa situación es ya la de hoy: el obrero trabaja hoy ocho horas en algunos países y sólo cinco días —y según parece éste será el porvenir inmediato general: trabajar sólo cuatro días semanales—; ¿qué hace ese obrero del resto enorme de su tiempo, del ámbito hueco que queda en su vida?
Pero el que la técnica actual presente tan a las claras esta cuestión no quiere decir que no preexista desde siempre en toda técnica, puesto que toda ella lleva a un ahorro de quehacer y no accidentalmente o como resultado que sobreviene al acto técnico, sino que ese afán de ahorrar esfuerzo es lo que inspira a la técnica. La cuestión, pues, no es adyacente, sino que pertenece a la esencia misma de la técnica, y ésta no se entiende si nos contentamos con confirmar que ahorra esfuerzo y no nos preguntamos en qué se emplea el esfuerzo vacante.
Y he aquí cómo la meditación sobre la técnica nos hace tropezar dentro de ella, como con el hueso en un fruto, con el raro misterio del ser del hombre. Porque es éste un ente forzado, si quiere existir, a existir en la naturaleza, sumergido en ella; es un animal. Zoológicamente, vida significa todo lo que hay que hacer para sostenerse en la naturaleza. Pero el hombre se las arregla para reducir al mínimum esa vida, para no tener que hacer lo que tiene que hacer el animal. En el hueco que la superación de su vida animal deja, vaca el hombre a una serie de quehaceres no biológicos, que no le son impuestos por la naturaleza, que él inventa a sí mismo. Y precisamente a esa vida inventada, inventada como se inventa una novela o una obra de teatro, es a lo que el hombre llama vida humana, bienestar. La vida humana, pues, trasciende de la realidad natural, no le es dada como le es dado a la piedra caer y al animal el repertorio rígido de sus actos orgánicos —comer, huir, nidificar, etc.—, sino que se la hace él, y este hacérsela comienza por ser la invención de ella. ¿Cómo? La vida humana ¿sería entonces en su dimensión específica… una obra de imaginación? ¿Sería el hombre una especie de novelista de sí mismo que forja la figura fantástica de un personaje con su tipo irreal de ocupaciones y que para conseguir realizarlo hace todo lo que hace, es decir, es técnico?
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(Fin del Capítulo III)
MEDITACIÓN DE LA TÉCNICA
José Ortega y Gasset – 1933 – OCT5,319/375
III – EL ESFUERZO PARA AHORRAR ESFUERZO ES ESFUERZO—EL PROBLEMA DEL ESFUERZO AHORRADO—LA VIDA INVENTADA
Mi libro La rebelión de las masas va inspirado, entre otras cosas, por la espantosa sospecha que sinceramente sentía entonces —allá por 1927 y 1928—, nótenlo ustedes, las fechas de la prosperity— de que la magnífica, la fabulosa técnica actual corría peligro y muy bien podía ocurrir que se nos escurriese de entre los dedos y desapareciese en mucho menos tiempo de cuanto se puede imaginar. Hoy, cinco años después, mi sospecha no ha hecho sino acrecentarse pavorosamente. Vean, pues, los ingenieros cómo para ser ingeniero no basta con ser ingeniero. Mientras se están ocupando en su faena particular, la historia les quita el suelo de debajo de los pies.
Es preciso estar alerta y salir del propio oficio: otear bien el paisaje de la vida, que es siempre total. La facultad suprema para vivir no la da ningún oficio ni ninguna ciencia: es la sinopsis de todos los oficios y todas las ciencias y muchas otras cosas además. Es la integral cautela. La vida humana y todo en ella es un constante y absoluto riesgo. La media toda se va por el punto menos previsible: una cultura se vacía entera por el más imperceptible agujero. Pero dejando a un lado éstas, que son, aunque inminentes, meras posibilidades, recapacite el técnico no más que comparando su situación de ayer con la que hace presumir el mañana.
Una cosa es, por lo menos, clarísima: que las condiciones de todo orden, sociales, económicas, políticas, en que va a trabajar mañana son sumamente distintas de aquellas en que trabajó hasta hoy.
No se hable, pues, de la técnica como de la única cosa positiva, la única realidad inconmovible del hombre. Eso es una estupidez, y cuanto más cegados estén por ella los técnicos, más probable es que la técnica actual se venga al suelo y periclite.
Basta con que cambie un poco sustancialmente el perfil de bienestar que se cierne ante el hombre, que sufra una mutación de algún calibre la idea de la vida, de la cual, desde la cual y para la cual hace el hombre todo lo que hace, para que la técnica tradicional cruja, se descoyunte y tome otros rumbos.
Hay quien cree que la técnica actual está más firme en la historia que otras porque ella misma, como tal técnica, posee ingredientes que la diferencian de todas las demás, por ejemplo, su basamento en las ciencias. Esta presunta seguridad es ilusoria. La indiscutible superioridad de la técnica presente, como tal técnica, es, por otro lado, su factor de mayor debilidad. Si se basa en la exactitud de la ciencia, quiere decirse que se apoya en más supuestos y condiciones que las otras, al fin y al cabo más independientes y espontáneas.
Todas estas seguridades son las que precisamente están haciendo peligrar la cultura europea. El progresismo, al creer que ya se había llegado a un nivel histórico en que no cabía sustantivo retroceso, sino que mecánicamente se avanzaría hasta el infinito, ha aflojado las clavijas de la cautela humana y ha dado lugar a que irrumpa de nuevo la barbarie en el mundo.
Pero dejemos esto, ya que no es materia en que podamos entrar ahora seriamente. Resumamos, en cambio, cuanto he dicho últimamente:
1.° No hay hombre sin técnica.
2.° Esa técnica varía en sumo grado y es sobremanera inestable, dependiendo cuál y cuánta sea en cada momento de la idea de bienestar que el hombre tenga a la sazón.
En tiempo de Platón, la técnica de los chinos, en no pocos órdenes, era incomparablemente superior a la de los griegos. Hay ciertas obras de la técnica egipcia que son superiores a cuanto hoy hace el europeo; por ejemplo, el lago Meris, de que habla Herodoto, que un tiempo se creyó fabuloso y cuyo residuo ha sido luego descubierto. En esta gigantesca obra hidráulica se recogían 3.430.000.000 de metros cúbicos, y gracias a ello la región del Delta, que hoy es un desierto, era superlativamente fértil; Lo propio acontece con los foggara del desierto sahárico.
3.° Otra cuestión es si no hay en todas las técnicas pasadas un torso común en que ha ido acumulando sus descubrimientos, aun a través de no pocas desapariciones, retrocesos y pérdidas. En tal caso, podría hablarse de un absoluto progreso de la técnica. Pero siempre se correrá el riesgo de definir este absoluto progreso desde el punto de vista técnico peculiar al que habla, y ese punto de vista no es el absoluto, a lo mejor. Mientras él lo está afirmando con fe loca, la humanidad empieza a abandonarlo.
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(sigue y final)
Hay otro camino a seguir:
Nos vienen avisando de este cambio; y pienso, que en lugar de temblar ante ese futuro… quizá, lo más apropiado sería:
Ponerse a trabajar, y prepararse para ese futuro.
¡El saber… nunca ocupa lugar!
Quizá, las mismas empresas, les convenga, empezar ya a preparar a sus trabajadores.
Y a los jóvenes, que tengan interés en su futuro, que se pongan a ello con entusiasmo: ¡Ya!
Sin esperar a que llegue; y así, estaremos a la altura de lo que todas las personas conocedoras de como van las “cosas” nos van avisando.
Dormirse en los laureles… nunca nos sacará del pozo del paro.
Es solo lo que pienso… quizá, no esté en lo cierto.
mª pilar
Ya me gustaría a mí saber por donde andará la historia. Lo lógico (lo dialéctico) es que la dualidad-contradicción amo-esclavo (contradicción que es fuente de poder) no desaparecerá, todavía la humanidad no está para estos trotes.
Aquello de los burócratas o los tecnócratas como relevos de la burguesía no se ve que tenga ningún futuro.
Miro a China con atención, porque allí la burguesía (por lo menos aparentemente) parece estar sometida al control del estado, o sea, del partido y su aristocracia, pero sus semejanzas con el modelo económico hitleriano son muchas, así que me produce una curiosa mezcla de esperanza y recelo. Es verdad que también tiene mucho del modelo tributario (el de los faraones).
En la lucha de chinos y americanos se juega mucho de nuestro futuro, aunque los dos movimientos con mayor eficacia transformadora no nacen de ahí, sino de las entrañas mismas de la debilidad, y son el feminismo y la emigración. Jesús siempre acertaba: Felices los pobres, porque de ellos es el Reino, o sea, porque ellos construyen el Reino. Un abrazo y que el calor nos pille confesados.
Si. Que el calor nos pille confesados. Por aquí, por Murcia, no veas.
Este mundo robotizado sencillamente me supera. Pero no creo que llegue a ser lo que algunos deseasen que fuera.
Veremos. Mejor dicho. Verán.
Me acuerdo, hace un buen tiempo, que el problema del uso de las nuevas tecnologías ya empezaba a quitar el trabajo a muchos empleados. En aquel tiempo, yo había escrito un articulo sugeriendo de colocar un impuesto a esa nueva tecnología a la altura del impuesto que pagaba el empleado que hacia el mismo trabajo. Así, los gobiernos podrían desarrollar alternativas para que la gente pudiera disfrutar de la vida con el ingreso del impuesto pagado por esas nuevas tecnologías. Parece que no me tomaron en serio….Los robots no pagan aun los impuestos que pagaban las personas que hacían el mismo trabajo en sus tiempos. Es bueno por el empleador y malo por los trabajadores sin trabajo.
No sé dónde he leído estos últimos días, pues no anoté la cita en contra de las recomendaciones de ilustres atrieros, que la dinámica histórica de amo/esclavo, es tan antigua como las primeras hordas de recolectores y cazadores que anduvieron por estos andurriales. La cuestión es intuir cuáles son las veredas por donde en el futuro que oteas en tu columna va a reproducir el dueto y como ha narrado 0lvera, Rodrigo claro, respecto a su actividad clandestina en un comentario sobre el borriquillo que Salvador ha pincelado, cuáles son las actividades de resistencia para los que podamos resistir, mientras andemos por éste elan. Buen día Juan
Lo siento. Iba a ser una contestación para tí, pero se ha ido al principio