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El mandamiento nuevo, válido también para la vida política

No se vive de la política, se vive para la politica

        Toda Eucaristía verdadera tiene que ser amor convertido en lucha por la liberación, dando por tanto dimensión política al mandamiento del amor fraterno. Sin duda recordamos aquella escena en la que Jesús lava los pies a los discípulos. Este trabajo era propio de esclavos. Esto hizo Jesús: hacerse esclavo entre los esclavos para liberar a los esclavos.

        Y les dice: “Vosotros decís que soy el Maestro y el Señor, y decís bien. Pues si yo, el Maestro y Señor, os he lavado los pies, ejemplo os he dado para que hagáis vosotros lo mismo”.

         ¿Cuándo aprenderán y practicarán esto los de arriba? ¿Cuándo serán los más humildes y sencillos de todos? ¿Cuándo empezarán a ponerse en el último puesto, empezando por los jerarcas eclesiásticos que deberían ser los primeros en aprender de Jesucristo?

         Hoy tenemos una excepción en Francisco, pero no aprendemos de él. Al contrario, nos molesta que sea así, porque nos pone en evidencia. Igualmente, los gobernantes políticos deberían tener claro que no se vive de la política, sino que se vive para la política, para el bien común de TODOS los ciudadanos, con opción preferencial hacia los más necesitados, como Jesucristo.

        Tengamos olfato fino para descubrir quiénes son unos y otros y votar en consecuencia. Jesús sienta a sus discípulos y discípulas en torno a una misma mesa para compartir todos juntos un mismo pan.

        En aquella memorable cena donde la comida del cordero pascual recordaba la liberación del pueblo de la opresión y esclavitud de Egipto, nos hace entender que toda Eucaristía tiene que ser amor convertido en lucha por la LIBERACIÓN, dando por tanto dimensión política al mandamiento del amor fraterno que Jesús promulgó en aquella cena, porque luchar por la liberación es luchar por la igualdad, por la justicia, por la fraternidad, por el amor mutuo, por el cuidado mutuo, por la dignidad de la persona humana, por el desarrollo integral de la creación.

        Toda Eucaristía que no tiene como escenario y marco de compromiso estos valores, no es Eucaristía, por más que la celebremos en catedrales, en basílicas, con cálices de piedras preciosas, con anillos de oro en los dedos, con ropas de grandes bordados, con órganos millonarios, con orquestas deslumbrantes. Todo esto no le aporta absolutamente nada a Dios. Jesús no celebró la última cena para alabar y bendecir a Dios que nada necesita de nosotros, sino para testimoniar el amor y la fraternidad mutuos que nos llegan de Dios Padre por Jesucristo, para compartir todos unidos una misma mesa, que es el mundo.

         La Eucaristía es para nosotros, para sentirnos cada vez más identificados con los oprimidos del mundo, y hacer nuestro el compromiso LIBERADOR de Jesucristo, de tal manera que toda la humanidad llegue lo antes posible a sentarse en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan. La mesa de los ricos y la mesa de los pobres están a años luz una de otra, porque ellos son cada vez más ricos y estos cada vez más pobres, dado que la desigualdad entre ricos y pobres es cada día mayor.

        Preguntas y compromisos para hoy:

        1.- ¿Qué es sentarse a una misma mesa y compartir el mismo pan?

        En el mundo actual, y entre los llamados cristianos, unos ricos y otros pobres, unos bien vestidos y otros desnudos, unos con comida de sobra y otros pasando hambre, unos en casas bien dotadas y otros en chabolas, unos durmiendo en camas confortables y otros en la calle, unos con calefacción y otros pasando frío, unos con mucha ropa de sobra y otros con harapos, unos trabajando como esclavos y otros viviendo como señores, ¿eso es sentarse en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan? Eso no es Eucaristía.

        La Eucaristía un poco más digna es aquella que celebramos compartiendo por lo menos algo de lo que tenemos con los más pobres de los más pobres del Tercer Mundo, como las mujeres y niñas de Africa (violadas ya a los 4 ó 5 años como en la R.D. del Congo), que son lo más pobre y desgraciado que hay en el mundo actual, viviendo nosotros aquí austeramente por su bien y el bien de la Madre Tierra.

        La fe cristiana no es una teoría, sino una práctica histórica y concreta de liberación. Es fe en la medida en que se va realizando, y entra en conflicto con todo aquello que impide, limita o daña el desarrollo integral del ser humano. Lejos de ser un consuelo resignado ante el sufrimiento del hombre y del mundo es lucha incesante por construir un futuro mejor, sobre todo para los pobres del mundo y la Madre Tierra, que ya es un pobre más entre ellos.

        Por tanto, toda fe, para ser verdadera tiene que ser necesariamente fe política, es decir, comprometida con el hombre y el mundo. Todo amor para ser verdadero tiene que ser amor político, comprometido con el hombre y el mundo. Toda Eucaristía para ser verdadera, tiene que ser Eucaristía política, comprometida con el hombre y el mundo.

        Examinemos un poco qué clase de fe tenemos, porque tal vez pensando que tenemos fe, resulta que no es fe lo que tenemos.

        Así pues, el mundo no es una sala de espera para el encuentro final con Dios, sino el quirófano donde se realiza la acción salvadora de Dios manifestada en el Jesús de la historia, que sus discípul@s debemos seguir desarrollando históricamente.

 

   2.- Jesús nunca discriminó a las mujeres

         Seguro que Jesús invitó a aquella cena de despedida a sus discípulos y discípulas: Que seamos solo hombres, y nunca mujeres, los que consagramos el pan y el vino de la Eucaristía, ¿eso es sentarse en torno a una misma mesa y compartir un mismo pan? De ninguna manera.¿Pudo Jesús discriminar así a la mujer? Imposible.

        A nadie con sentido común le puede caber en la cabeza que Jesús hiciera semejante cosa y marginara de aquella cena a aquellas mujeres que, rompiendo todo prejuicio social, lo acompañaron por los duros caminos de Galilea, que lo acogieron en sus casas, que lo sirvieron con sus bienes y que no huyeron como los discípulos ante el peligro, sino que lo iban a acompañar hasta la misma ejecución de su pena de muerte en cruz.

        Esta marginación de la mujer fue y sigue siendo en la Iglesia una gran discriminación y muy injusta, que no tiene base ni fundamento doctrinal ni en la Biblia ni en la tradición, como nos dicen los que saben de esto. Solo es consecuencia del machismo ancestral y misógino de la Iglesia oficial, heredado del judaísmo y la cultura grecorromana.

        Nos duele que el Papa Francisco no se decida a avanzar más en la equiparación de derechos y deberes de hombres y mujeres al interior de la Iglesia. Esto ayudaría sin duda a neutralizar el trauma enorme de la pederastia masculina, que tanto daño ha causado a la credibilidad de la Iglesia, e impide a sus representantes varones ser fiables en la transmisión del mensaje evangélico al mundo actual.

 

        3.- Sin amor a los más necesitados, la Eucaristía no es Eucaristía

         En aquella cena compartida y eucarística, Jesús por cuatro veces les dice a ellos y a ellas: “Un mandamiento nuevo os doy, que os améis     uno@s a otr@s”. Este mandamiento es el primer compromiso de toda Eucaristía. Toda Eucaristía es para amar más a los más,especialmente a los que más lo necesitan, si no, no es Eucaristía.

         Ese  amor tiene que traducirse en actos concretos de amor a la esposa, al esposo,   a los hijos, a los padres, a los hermanos, a los abuelos, a los nietos, a los vecinos, a los compañeros de vida y trabajo, a los amigos y amigas, y sobre todo a los empobrecidos, maltratados y abatidos de este mundo (hambrientos, sedientos, enfermos, desnudos, emigrantes, encarcelados), y     en especial a las mujeres y niñas pobres que son el 70 % de los empobrecidos del mundo.

        Cada Eucaristía tiene que llevarnos a Africa, a la India, a Sudamérica, a Bangladés, al Yemen, a Siria… Si no llega a los más pobres, tampoco llega a Dios.

 

        4.- Personas que celebran día la Eucaristía en el altar de la vida

        Hoy hay muchas personas verdaderamente buenas en el mundo hasta el punto de exponer su vida por los demás, que se sienten felices de vivir austeramente para poder compartir algo con los más pobres (dinero, tiempo, trabajo), que les duele en carne propia el sufrimiento ajeno y luchan por curarlo, incluso yendo al Tercer Mundo, donde están los más pobres de los pobres. Estas personas están celebrando la Eucaristía día a día en el altar de la vida y desde ahí son dignas del altar del cuerpo (la persona) y la sangre (la vida) de Jesús. Las dos Eucaristías unidas es        cuando son verdaderas y completas Eucaristías.

        Estamos de elecciones: Jesús dice que no vino para ser servido, sino para servir. Ir a la política para vivir de la política no es coherente con el Evangelio porque es ir para servirse de ella; vivir para la política como compromiso con la sociedad para contribuir al bien común, eso sí es coherente con el Evangelio porque es ir a la política para servir a los demás.

        La crispación y la pasión, incluso a veces claramente ofensiva contra el adversario, que manifiestan algunos líderes actuales, no cuadra con vivir para la política, sino que cuadra mucho más con buscar vivir de la política, que parece que es lo que buscan. Así no la dignifican, sino que la denigran y no se hacen acreedores a nuestro voto.

 

2 comentarios

  • ana rodrigo

     
    El amor es la asignatura de nuestra vida, siempre buscando nuevas oportunidades de superación.
     
    El autor de este artículo habla del amor en relación a la Eucaristía y a la política, y tiene razón. Lo que ocurre que, como el amor y el desamor dependen de actos personales, hace que este tema tenga tantos matices como personas y circunstancias hay en la vida y en el mundo. Y no digamos, cuando creemos que es amor lo que, en realidad, no lo es.
     
    Como creo que ya he dicho en otras ocasiones, el amor no es exclusivo del cristianismo, es un potencial que tenemos todos los seres humanos. Quienes tenemos como referente vital a Jesús y nos reunimos en la Eucaristía para recordarlo, tenemos la oportunidad de “cargar la batería” de nuestros deseos y propósitos. Tampoco es un mandamiento que nos venga desde fuera, sino, en el caso de Jesús (aunque los evangelistas hablen de mandamiento), yo pienso que Jesús nos invita y nos sugiere a hacer lo que él hizo en su vida, y conseguir SER desde el amor, como una constante vital adherida a nuestro ADN personal.
     
    Como he dicho más arriba, amar es un acto individual, no una teoría (aunque la teórica siempre ilumina y ayuda en el camino, pero no hay que confundir), y cuando, con nuestras teorías queremos resolver la cantidad de problemas que hay en el mundo, lo que produce es impotencia que nos lleva a la inoperancia.
     
    Según mi criterio, el amor tiene que ponerse en práctica con quienes tenemos cerca en nuestra vida cotidiana, después está el sentimiento de solidaridad con aquellas personas a las que no podemos acceder de forma directa, y finalmente está la participación en todas aquellas causas que, aunque lejanas, podemos ayudar sumándonos a organizaciones, ongs o instituciones oficiales, como la política, que pueden  dar soluciones colectivas. Porque las injusticias de alto volumen son deficiencias de la mala gestión política, ya sea local o universal. La caridad llega al corazón, pero hacer justicia prolonga ese amor en la vida de las personas beneficiadas.
     

  • Antonio Duato

    Ayer no programé nada para hoy. Va pasando la mañana y me he encontrado con la dificultad de elegir. Al final, he elegido este de una persona que habla con realismo de lo que son los domingos y las elecciones. No conozco personalmente a Faustino. Pero su perfil y sus últimas publicaciones me hacen sentirlo muy cercano.