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Resurrección de un torturado y crucificado: Jesús de Nazaret

        La Pascua de Resurrección de este año se celebra en el contexto de un país donde casi toda la población está siendo sofocada por un gobierno de extrema derecha que tiene un proyecto político-social radicalmente ultraneoliberal. Se muestra sin piedad y sin corazón pues desmonta los avances y los derechos de millones de trabajadores y de personas de otras categorías sociales. Pone a la venta bienes naturales pertenecientes a la soberanía del país. Acepta la recolonización de Brasil e intenta traspasar nuestra riqueza a manos de pequeños y poderosos grupos nacionales e internacionales. No tiene ningún sentido de solidaridad ni de empatía hacia los más pobres ni hacia los que viven amenazados de violencia e incluso de muerte por el hecho de vivir en favelas, ser negros y negras, indígenas, quilombolas o de otra condición sexual.

        Andando por este país y un poco por el mundo, oigo en muchas partes gemidos de sufrimiento y de indignación. Entonces me parece escuchar las palabras sagradas: “He visto la opresión de mi pueblo, he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para liberarlos y hacerlos salir de este país hacia una tierra buena y espaciosa” (Ex 3,7-8).

        Dios deja su trascendencia (“¿Dios por encima de todos?”), baja y se pone en medio de los oprimidos para ayudarlos a dar el paso (pessach = pascua) desde la opresión a la liberación.

        Es de resaltar el hecho de que hay algo de amenazador y perverso en curso: un jefe de estado exalta a torturadores, elogia a dictadores sanguinarios y considera un mero accidente que un negro, padre de familia, sea acribillado de 80 balazos a manos de militares. Y todavía propone el perdón para los que promovieron el holocausto de seis millones de judíos. ¿Cómo hablar de resurrección en el contexto de alguien que predica un perenne “viernes santo” de violencia? Él tiene continuamente el nombre de Dios y de Jesús en sus labios y olvida que somos herederos de un prisionero político, calumniado, perseguido, torturado y crucificado: Jesús de Nazaret. Lo que hace y dice es un escarnio, agravado por el apoyo de pastores de iglesias neopentecostales, cuyo mensaje tiene poco o nada que ver con el evangelio de Jesús.

        A pesar de esta infamia, queremos celebrar la Pascua de Resurrección que es la fiesta de la vida y de la floración, como la del semiárido nordestino: después de algunas lluvias, todo resucita y reverdece.

        Los judíos, esclavizados en Egipto vivieron la experiencia de una travesía, de un éxodo desde la servidumbre a la libertad en dirección a “una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (símbolos de justicia y de paz: Ex 3,8). La “Pessach” judaica (la Pascua) celebra la liberación de todo un pueblo, no solamente de individuos.

        La Pascua cristiana se agrega a la Pessach judaica, prolongándola. Celebra la liberación de toda la humanidad por la entrega de Jesús, que aceptó la injusta condenación a muerte de cruz. Esta le fue impuesta, no por el Padre de bondad, sino como consecuencia de su práctica liberadora ante los desvalidos de su tiempo, y por presentar otra visión de Dios-Padre, bueno y misericordioso, y no un Dios castigador con normas y leyes severas, hecho inaceptable para la ortodoxia de la época. Jesús murió en solidaridad con todos los humanos, abriéndonos el acceso al Dios de amor y de misericordia.

        La Pascua cristiana celebra la resurrección de un torturado y crucificado. Él realizó el paso y el éxodo de la muerte a la vida. No volvió a la vida que tenía antes, limitada y mortal como la nuestra. En él irrumpió otro tipo de vida no sometida ya a la muerte, que representa la realización de todas las potencialidades presentes en ella (y en nosotros). Aquel ser que venía naciendo lentamente dentro del proceso de la cosmogénesis y de la antropogénesis, alcanzó por su resurrección tal plenitud que, finalmente, acabó de nacer. Como dijo Pierre Teilhard de Chardin, Jesús, plenamente realizado, explosionó e implosionó hacia dentro de Dios. San Pablo entre perplejo y encantado le llama “novissimus Adam” (1Cor 15,45), el nuevo Adán, la nueva humanidad. Si el Mesías resucitó, su comunidad, que somos todos nosotros, hasta el cosmos del cual somos parte, participamos de ese evento bienaventurado. Él es el “primero entre muchos hermanos y hermanas” (Rom 8, 29). Nosotros le seguiremos.

        A pesar del “viernes santo” de odio y de exaltación de la violencia, la resurrección nos infunde la esperanza de que daremos el paso (pascua) desde esta situación siniestra a la recuperación de nuestro país, donde ya no habrá nadie que se atreva a favorecer la cultura de la violencia, ni que exalte la tortura, ni que se muestre insensible al holocausto de millones de personas. Aleluya. Feliz Pascua para todos.

*Leonardo Boff, teólogo y filósofo, ha escrito Pasión de Cristo-pasión del mundo”, Sal Terrae 2005.

Traducción de Mª José Gavito Milano

6 comentarios

  • Carmen

    Perdón que salga por peteneras.

    Es la primera vez que veo, fuera de mi familia, que se hable el sábado de resurrección.

    Nosotros vivíamos en frente de la iglesia de San Bartolomé,  de dónde sale la procesión de viernes, la de la noche, no la de los Salzillos, esa es por la mañana. Se llama la procesión del entierro, para que se hagan una idea del ambiente. Porque no sé si saben que en Murcia, los nazarenos dan caramelos, habas, monas con huevo pequeñicas…en fin. Ambiente festivo a tope. Cuando aparece un Paso, ya es la locura, porque los que lo llevan , esos ya no veas, porque como van con la cara destapada, esos ya no se libran. Y se mira hacia arriba y se observa cómo va arreglado el paso, las flores, los faroles y tal. Solamente la procesión del jueves por la noche, que se llama la procesión del silencio, hay silencio y se apagan todas las luces. Un único paso, un Cristo crucificado precioso. Y tambores, pero esos tambores de entierro, secos. Ni una sola trompeta de esas de burla, ni tambores con redobles que levantan aplausos en las otras procesiones, ni bandas de música detrás de los pasos tocando pasodobles, ni niños pidiendo caramelos, ni voces , ni gritos… Nada. Silencio total. En los últimos años se han agregado distintos coros en varios puntos del recorrido que cantan canciones de esas tristes de iglesia. Mi preferida es cerca de ti, señor. Anda que no he tenido pesadillas de pequeña con esa procesión. Me daba muchisima lástima ese señor con barba. No entendía. Decían que estaba muerto. No sabía muy bien qué significaba, pero tampoco me lo aclaraban. Lo mataron, me decían. Uf.

    Nada que ver nuestras procesiones con las de Cartagena, esas son como dios manda. Serías. Hace unos años hubo un Obispo que quiso prohibir los caramelos y Murcia entera se carcajeó. Qué va a entender un obispo , si vive en Cartagena…

    Vale . Pues la procesión del entierro, alegre como que no es. Porque la alegría nos llega en realidad hasta el miércoles, el jueves ya empezamos con el silencio, pero la procesión del viernes por la mañana, en un día soleado de esos murcianos de primavera, con los Salzillos recorriendo las calles de la Murcia antigua, las bandas de música repitiendo sin parar el pasodoble nuestro padre Jesús, es imposible sentirte triste. Imposible

    Bueno , pues mi madre preparaba una cena fría, la casa a tope de gente, ya saben cómo se ponen los balcones en las procesiones y había cuatro balcones a la plaza de la iglesia. Y a las doce de la noche, decia: a cenaaaaaarrr. Se acabó el ayuno y la abstinencia. Y la gente empezaba la fiesta de resurrección. Cuando estaba mi abuela, madre de mi padre, su suegra, no consentía tomar nada. Para ella mi madre era una sacrílega: está muerto el Señor, Carmita, decía. Mi madre contestaba: pero ya sabemos que va a resucitar. Todo esto en medio de un jaleo impresionante en la casa.

    Siempre he pensado que mi madre era especial por tener esa idea. Y ahora les leo a ustedes , felicitando la resurrección el sábado y me vuelvo a preguntar, dónde estaban ustedes metidos?

     

    Feliz Resurrección a todos.

  • La resurrección confirma lo correcto del camino seguido por Jesús, haciéndose cerca de los pobres, humildes, olvidados, denunciando la hipocresía de los grandes y poderosos. Su llamado a la justicia y a la verdad encuentra toda su fuerza en su resurrección. No se equivocan los que siguen el camino de Jesús aun cuando conduce a la tortura, al encarcelamiento, a la muerte. Por terrible que sea, queda el camino que conduce a la resurrección. Feliz Pascua a todos y todas que andan por ese camino que conduce a la verdadera vida. Gracias a L.B. por poner de relieve esa resurrección de Jesus. 

    • oscar varela

      Hola!
      ¿No estará “muy metido” ese:
      “cuanto peor, mejor”?

      • El camino de Jesus no es un camino de masochiste sino un camino de esperanza y de amor en lo justo y en lo verdadero. Que haya sufrimientos y resistencias en este camino no le quita a uno el sentirse bien con lo justo y lo verdadero que abren las puertas a un mundo en que el ser humano puede reconocerse.Jesus, Gandhi, Oscar Romero, Che Guevara, Chavez y todos los otros y otras que viven dando su vida para que la verdadera vida llegue a todos y a todas, pertenecen a ese camino.Hay sufrimientos que son fuentes de vida. Hay también sufrimientos que son fuentes de muerte. El caso del sufrimiento de Alan Garcia que se quita la vida da mucho para pensar. Hay el dolor de la muerte al lado del dolor de la esperanza y de la vida. Feliz Pascua de resurrección.

      • oscar varela

        Hola Tocayo!
        (de nuevo, pa’ver si nos entendemos)
        ¡Gracias por el !sermoncito! sobre el Sacrificio REDENTOR.
        Pero, yo no voy por ahí
        Y además …
        porque no creo que estemos pa’eso!
        (ni yo ni la Gente)
        …………………………….
        Pa’mí que no se le llega a comprender al Galileo;
        Tarde o temprano el clericalismo-teo-religioso lo des-comprende.
        A eso llamo “gatopardismo”
        (todo lo inocente que se quiera)
        (no enjuicio, propongo)
        Abrazo!

  • Antonio Rejas

    Gracias, Leonardo, por tus palabras. Percibo en ellas una fuerte esperanza (aunque no seguridad) tras el paso definitivo a una nueva vida (?) en la que “nadie se atreva a favorecer la cultura de la violencia, ni que exalte la tortura”, etc.