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El retorno cercano de Rafael Correa al Ecuador

        El viejo Casaldáliga, pecador y poeta según él mismo se definió, obispo de la teología de la liberación y tipo valiente y lúcido donde los haya, escribió hace muchos años unos versos que decían: es tarde / pero es nuestra hora, / (…) es tarde / pero es madrugada / si insistimos un poco. Pareciera que tales versos se ajustaran a la situación que está viviendo en la actualidad el Ecuador.

        En efecto: es tarde porque desde hace tan solo década y media, el país andino se propuso luchar de modo efectivo contra la pobreza y la desigualdad, con manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes. Es nuestra hora porque no hay otro tiempo que el que nos ha tocado (Serrat). Y es madrugada si insistimos un poco porque Lenín está cercano a caer, la derecha neoliberal ha tocado techo y la Revolución Ciudadana tiene, todavía de modo muy incipiente, un inmenso potencial electoral, aun con todos los elementos en contra. Basta pues un esfuerzo sostenido para que dicho movimiento político vuelva al poder para implementar las políticas sociales que fueron tan exitosas.

       En el Ecuador, entre el 2006 y hasta el 2017, año de la victoria y traición de Lenín Moreno, según la CEPAL la pobreza descendió aproximadamente del 38% al 22%; según el FMI, el  PIB fue durante varios años superior al de la media de América Latina; según el Índice de Gini de la Unesco, Ecuador fue uno de los países que más disminuyó la desigualdad. Además, las cifras de inseguridad ciudadana descendieron en todos los indicadores, se alcanzó la mejor calidad de carreteras de toda América Latina, se llevó a cabo una exitosa pero aun inconclusa revolución educativa, y se creó una red de hospitales públicos, gratuitos y de atención óptima. Por otra parte, la Constitución de 2008, elaborada mediante gran participación popular en torno a una Asamblea Constituyente, es una de las más avanzadas del mundo, anteponiendo las personas a los capitales, reconociendo la interculturalidad entre las nacionalidades indígenas, y haciendo de la Pachamama un sujeto de derechos,

        Valga como contraste, desde la victoria de Lenín Moreno, en solo un par de años la pobreza ha subido unos 4 puntos según datos de la CEPAL y del Inec; el PIB se ha estancado según datos del FMI, la sensación de inseguridad ha crecido, y se están revirtiendo las políticas sociales. Esto se debe a la traición de Moreno a un programa electoral que prometió intensificar las medidas sociales en el marco de la Revolución Ciudadana. Así, no está aplicando los programas prometidos, está condonando impuestos a las grandes fortunas, abriendo el país al FMI, aplicando recortes sociales, y dando a representantes de la oligarquía neoliberal los ministerios de finanzas, agricultura y comercio.

        Para ello, está acometiendo una campaña sucia e inmoral de descorreización consistente en linchar mediática y judicialmente (con centenares de procesos abiertos, sin que a día de hoy haya una sola prueba contra alto cargo alguno) a todo lo que tenga que ver con el gobierno de Correa. El mejor ejemplo es el de Jorge Glas: fue condenado a 6 años de cárcel sin pruebas, aplicándole un código legal derogado y considerando la acusación no verificada (¿) del corruptor confeso, a quien ni se le ha abierto proceso alguno. Además, se le robó la estructura organizativa y jurídica del partido, Alianza País (hoy en manos de Lenín Moreno), y se le pusieron todo tipo de trabas administrativas, a cual más ridícula, para no permitirle inscribir una nueva organización, inutilizando casi medio millón de firmas.

        Durante todo este tiempo, la militancia y la ciudadanía han estado desmovilizadas y dormidas, las escasas convocatorias de Revolución Ciudadana a tomar la calle apenas tuvieron hueco, cundió el desánimo entre los líderes de dicho movimiento y, además, Rafael Correa parecía, desde su residencia europea, una suerte de voz clamando en el desierto tratando de llamar a la resistencia. Muchos dieron la causa por perdida…

       Sin embargo, a lo largo de las últimas semanas, se han desatado dos elementos claves que van a provocar, si se actúa con inteligencia y decisión, el retorno al poder del movimiento Revolución Ciudadana de Rafael Correa: las elecciones seccionales, inesperado espaldarazo a nuestro movimiento que ha trastocado todo el mapa político; y el escándalo de corrupción de los INA Papers, que le ha estallado a Moreno en las manos, y que le va a costar la dimisión en pocas semanas.

        Con respecto a las elecciones seccionales del pasado mes de marzo, la Revolución Ciudadana, sin tener tiempo (se logró inscribir unos 5 días antes de culminar el plazo), sin cuadros (en la mayoría de las candidaturas no logro inscribir candidato alguno), sin dinero, con una organización prestada (Fuerza Compromiso Social, la Lista 5) y con un doble linchamiento, el mediático y el judicial, consiguió un resultado mayor que el que las mentes más optimistas pudieron prever, sobre todo en las grandes ciudades, especialmente Quito, y logró introducir 2 miembros de entre los 7 del Consejo de Participación Ciudadana pese a todo tipo de trabas, a cual más sucios, como hacer valer por tres cada voto nulo (¿).

        Además, en estas elecciones, la derecha neoliberal, que ha contado a favor con todo su tiempo, su dinero, su prensa comercial, y la aquiescencia del presidente Moreno, no ha salido de Guayaquil, su feudo electoral, y parece haber tocado techo. El partido del gobierno, Alianza País, desaparece del mapa político (lo que convierte a Lenín en un cadáver político), y si bien Pachakutik ha aumentado su número de votos, probablemente no superaría a Fuerza Compromiso Social, de la gente de Correa, si ésta hubiese contado con un mínimo de medios.

        ¿Qué lectura aporta la interpretación del resultado de las elecciones? Tal vez la siguiente:

  1. La Revolución Ciudadana está muy viva, y de hecho ya tiene militancia, votantes y organización, administrativamente hablando. Una inteligente campaña organizativa, programática, financiera, y mediática, le pueden devolver al gobierno en no más de dos años.
  2. El partido de Lenín Moreno, Revolución Ciudadana, es un cadáver político.
  3. El neoliberalismo, con su prensa y su dinero, y con toda la coyuntura a favor, no crece ni sale de su feudo. No soportará una pugna electoral menos asimétrica, una vez que el movimiento de Correa se organice.
  4. Las izquierdas extracorreistas no logran ocupar el terreno arrebatado a Revolución Ciudadana. Sólo Pachakutik ha crecido, pero no lo suficiente como para ocupar una hegemonía política, a lo que renunciará si vuelve a aliarse con el neoliberalismo, como en el pasado.

        El segundo elemento clave es el escándalo de las INA Papers. Según denuncias de Rafael Correa, la empresa offshort INA Investment fue creada en Panamá, paraíso fiscal, por Moreno y su hermano para presuntamente ingresar dinero proveniente de coimas cobradas por el actual presidente y su hermano. Además, Correa denuncia la trama de muebles antiguos, pagados por dinero de oscura procedencia, así como el departamento de lujo en España.

        Esta denuncia de Rafael Correa contra Lenín Moreno, culmina con el reto reiterado de que se abra la cuenta de Panamá, con lo que todo se esclarecerá. Ante esto, primero el presidente lo negó, y luego se desdijo afirmando que la cuenta existe, pero que él es ajeno, pues la creó su hermano para cobrar una deuda y luego la dejó. Es decir, que al negarlo en primera instancia, incurrió en mentira. Debiera saber Moreno que, al menos en EEUU, la mentira de un presidente es perjurio, causa de destitución.

        Dicha denuncia está siendo investigada por la fiscalía española y por la Asamblea ecuatoriana. Nosotros, a la espera del resultado de las investigaciones, pensamos que si Moreno lo negó en primera instancia (mintiendo a la ciudadanía), si la Asamblea en principio trató de bloquear la investigación, y que si aún no se ha abierto su cuenta (en sentido contrario, las de Jorge Glas y Rafael Correa están abiertas hace tiempo de modo voluntario), es porque, presuntamente, es culpable. Ello lo llevará, probablemente, a la cárcel y al basurero de la historia.

        Estos dos elementos (las elecciones y las INA Papers) van a acelerar el retorno de Revolución Ciudadana al poder. Previo a estos elementos no había organización, se ignoraba el potencial electoral propio y se exageraba el ajeno. Por ello se creía que si bien Moreno tal vez no acabase su legislatura en el 2021, el movimiento de Correa aun no estaría preparado, y la derecha neoliberal de Nebot ganaría las elecciones. Y que determinados recursos (la muerte cruzada, el revocatorio y la convocatoria a constituyente) no se ganarían aun, sirviendo todo lo más para echar a Moreno y allanar el camino a Nebot. Éste, ya en la presidencia, intensificaría las medidas neoliberales, empobreciendo a la gente que, contrastando el novedoso malestar con la bienestar de la gestión de Correa (2006-2017), se sumaría electoralmente a Revolución Ciudadana, que para entonces ya se habría organizado, pudiendo volver al gobierno en un plazo no inferior a 4 ó 5 años.

        Pero con la nueva situación ya no es necesaria esa dolorosa travesía del desierto. Ahora se cuenta con una organización, con un techo electoral probablemente muy alto, y con unos adversarios que no pueden crecer más. Si se organiza bien la nueva estructura, si se identifican buenos cuadros, fuentes de financiación y una óptima estrategia comunicacional (las redes sociales y los medios de prensa amigos), y se diseña una táctica inteligente para la vía institucional al poder, en solo un año el movimiento de la Revolución Ciudadana va a volver al gobierno, pues antes del final de la legislatura tendrían musculo social para activar la constituyente, o músculo asambleísta para activar la muerte cruzada, las cuales se podrían ganar. Y si aún esto fuese precipitado, se podría esperar dos años a las elecciones del 2021 (la derecha no va a derribar a Moreno al no tener claro que luego vayan a ganar), que se ganarían tras una mayor etapa de acumulación de fuerzas.

        Por tanto, es cierto lo que afirma Correa de que la vuelta a la presidencia es cuestión de tiempo. Cuando esto ocurra, se revertirán las medidas neoliberales, se relanzarán las políticas de Estado tendentes a construir el socialismo del siglo XXI (que de facto nunca pasó de anti-neoliberal, y que debería ser verdaderamente anti-capitalista), para disminuir las desigualdades, erradicar la pobreza, construir el Buen Vivir (que durante el gobierno de Correa no fue más que una consigna vacía pese a su inmenso potencial), y cambiar la matriz productiva: el extractivismo por la sociedad del conocimiento, o la manufactura por la mentefactura, como de manera magistral sintetizó René Ramírez.

        Si así sucede, y así va a ser, Ecuador se transformará en un ejemplo para el mundo, mucho más que durante la gestión de Correa, en el que fue calificado como el jaguar latinoamericano o el milagro ecuatoriano. Y lo más importantes, posibilitaremos que los habitantes de nuestro país, especialmente los niños, sean más alegres, sanos, sabios y felices.

        Y todo esto se debe contextualizar en el marco del contexto latinoamericano. Así, probablemente este años ganen las izquierdas las elecciones en Bolivia (gracias a la inmensa fortaleza de un gobierno que posibilita que la pobreza caiga y caiga) y en Argentina (gracias a la inmensa debilidad de un gobierno que posibilita que la pobreza suba y suba); a la vez que Venezuela, Nicaragua y Cuba se mantengan, junto con México y Uruguay, frente al descrédito cada vez mayor del neoliberalismo brasileño de Bolsonaro (cuya popularidad se hunde según las encuestas). Todo esto indica que el ciclo anti-neoliberal inaugurado por Hugo Chávez no ha desaparecido, sino que simplemente está pasando por un reflujo, como sostiene Álvaro García Linera. Pero el reflujo pasará y se volverá a recuperar la iniciativa. Así, América Latina va a seguir siendo, como afirmo la década pasada Noam Chomsky, el área de mayor efervescencia revolucionaria del planeta.

         En este contexto se puede comprender al viejo obispo Casaldáliga y los versos que citábamos al principio: es tarde / pero es nuestra hora, / (…) es tarde / pero es madrugada / si insistimos un poco. A su vez, el gran cantor del sandinismo histórico, Luis Enrique Mejía Godoy nos invita en una canción memorable que a saber con todos que el fruto madura, / que apenas empieza /la revolución.

        Gracias, cantor Mejía Godoy; gracias obispo Casaldáliga; y gracias, Mashi, por mantener viva la llama de la esperanza. Ya casi amanece…es madrugada…si insistimos un poco.

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