Para Teilhard de Chardin las nuevas realidades históricas en la Iglesia se presentan bajo la apariencia de herejía, de ahí que o se rechazan directamente o se desrealizan desvirtuándolas. Los casos se amontonan en estos tiempos. Si tomamos la pederastia como realidad nueva (¿?), bien se rechaza abiertamente, porque son invenciones o exageraciones de quienes no estiman a la Iglesia o son enemigos acérrimos de ella; bien se desvirtúa porque se trata de una realidad que afecta a pocas víctimas y a pocos clérigos; es el argumentario de la Conferencia episcopal española que a día de hoy repiten algunos obispos, ignorando aquel dicho escolástico, bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu (el bien nace de la rectitud total, el mal, en cambio, nace de un solo defecto). Otro asunto que clama al cielo es lo ocurrido con el ex-obispo de Ciudad Rodrigo, quien, después de llevar más de seis meses apartado de su diócesis, se despide de sus feligreses en la catedral sin explicar lo ocurrido y por qué va a seguir recluido en un monasterio francés por un tiempo no determinado.
Las preguntas se agolpan. Tal vez la más llamativa es si la transparencia tiene que ver algo con la estructura dogmática o con el llamado derecho divino de la Iglesia. Que yo sepa no tiene que ver nada con ello, sino más bien con la estructura jerárquica de la Iglesia que pretende hacer de ella una secta, donde el clérigo es quien impone las normas y todo lo que huela a pecado o conductas reprobables hay que ocultarlo, más aún si el pecador es el propio clérigo. No en vano muchos clérigos se atribuyen que son “alter Christus”; más de una vez lo he oído en sermones y homilías.
La transparencia en la Iglesia no sólo es necesaria, como en cualquier estructura civil, sino que debe ser obligatoria. Hay que iluminar la realidad sea buena o mala. La buena, para resaltar su bondad y sea así ejemplarizante para los de dentro y para los de fuera. La mala, para pedir perdón por el mal causado y aceptar las responsabilidades externas que pudieran derivarse de una acción inaceptable. No se puede ocultar el daño a las víctimas ni siquiera en el sacramento de la confesión. ¡Bien sabía Trento lo que hacía al tratar el sacramento de la confesión, considerándolo como algo privado y en secreto entre el sacerdote y el pecador! Iluminar la realidad, la transparencia, no se puede dejar al antojo del clérigo; es un deber eclesial. Así lo recuerda Mc 4,21-22: “¿Acaso se trae la vela para ponerla bajo un celemín o bajo la cama? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Porque nada hay oculto sino para ser descubierto, y no hay nada escondido sino para que venga a la luz”.
¿Qué hace más daño, eclesialmente hablando, el que, tomando el asunto de la pederastia, se hubiese hecho público en su momento o dejar pasar el tiempo hasta que se descubra? Sin duda, el daño causado a la Iglesia es mucho mayor ahora, porque al hecho reprobable en sí se le añade la alevosía del ocultamiento de algo que perjudica a la comunidad eclesial y civil. Este ocultamiento añade un plus de desconfianza en la jerarquía eclesiástica, que, por otra parte, es inadmisible en la comunidad de unos bautizados responsables y corresponsables a su vez de la vida eclesial. El caso del obispo de Ciudad Rodrigo, ¿qué perjudican más a su diócesis, a la comunidad cristiana y a la sociedad entera, el silencio y ocultamiento de los posibles hechos por los que ha sido recluido en un monasterio o la aclaración de los mismos? Sin duda, sus diocesanos y la sociedad estarían más dispuestos a ejercer el perdón y la misericordia con el/los responsables de esa situación que el que sean tratados como niños y que se les considere como incapaces de entender lo acontecido o que no les incumbe una situación eclesial así.
La transparencia no se puede considerar como un invento moderno para la sociedad civil; es una realidad, que por suerte se ha puesto en el candelero, para que su luz ilumine conductas reprobables, y que la Iglesia debería ser pionera en aplicarla con todas sus consecuencias. Entre otras razones, además de las jurídicas y penales, porque daría paso a actitudes de perdón y de misericordia, que es uno de los basamentos de la comunidad cristiana, pues la misericordia es el centro de la relación divino-humana. Por eso el salmista, en su oración matutina de inicio rutinario de cada día, manifiesta su anhelo: “Por la mañana sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo” (Sal 90,14). La misericordia divina es correlativa e implica la misericordia humana, la misericordia de hombres y mujeres entre sí y ésta produce alegría y júbilo.
Aunque la misericordia, la compasión, no sea una palabra del agrado ni de F. Nietzsche, quien criticaba duramente a A. Schopenhauer por ser enemigo de la vida al considerar la compasión como una virtud, ni de Aristóteles, pues consideraba la compasión, la piedad, como una situación enfermiza, depresiva y, por ello, al compasivo había que administrarle algún purgante como terapia; sin embargo, el perdón y la misericordia han de ser herramientas de uso constante, tanto civil como eclesialmente. Sin perdón ni misericordia no hay fraternidad, no hay comunidad eclesial, porque, como indica Tomás de Aquino, “Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Los obispos españoles tienen cierto asco al perdón; algunos, con la boca chica, han pedido perdón por algunos casos de pederastia, siempre en el contexto de rebajas de una realidad repugnante. Históricamente los obispos españoles no se han caracterizado por solicitar el perdón de la sociedad ante hechos civilmente rechazables, como es el caso del apoyo incondicional a la dictadura franquista y su actitud favorable a que sea enterrado en la catedral de la Almudena. La actitud favorable a reconocer lo que se hace mal es el primer paso para la transparencia, para poner la vela en el candelero, que ilumine la realidad en toda su amplitud.
Pues diría que el asunto de la pederastia en la iglesia se le ha ido de las manos a la mismísima iglesia.
Le va a pasar una factura que jamás habían pensado, ni en sus peores pesadillas.
Está noche en cuatro, nada menos que en cuatro, la televisión de Berlusconi y de Basile, hay un programa dedicado a este asunto.
No lo voy a ver. Quizás si si hubiesen puesto hace aaaaaños… Pero que ahora vayan de nuevas…
Ahora que actúe la justicia ordinaria. Punto.
Pero es un tema tan, tan truculento que esa cadena no se puede resistir.
Es todo tan, tan pensado…
Qué anguuuuuuuuussssstia.
Pobres chavales. Ya adultos. Pobres personas.
Y las ruedas de molino, para cuando?
Es que de verdad, uf.
La pederastia en la Iglesia Católica es hoy un tema candente, aunque es posible que no sea un problema exclusivo de ésta, sino que también exista en otras Iglesias cristianas. La pederastia es muy grave por el hecho de afectar a niños/as y en general a menores de edad. Jesús tuvo palabras muy duras recogidas en los tres sinópticos para quien escandalizara a los niños. La pederastia no afecta solo a los homosexuales, sino que también es practicada por heterosexuales, aunque en un porcentaje mucho menor. Entre los miembros consagrados (?) de la Iglesia existen también heterosexuales que incumplen su promesa de castidad no con menores, que es mucho más sangrante, sino con pareja de sexo diferente y tal vez comprometida o casada. Desconozco la estadística de estas situaciones, pero existen. En este caso, además del incumplimiento de su promesa, considero más inaceptable el engaño a la sociedad y a los más próximos que no dudan de su honestidad. Unos y otros tendrían que ser apartados de sus funciones ministeriales en lugar de tapar sus conductas, lo cual supone un escándalo añadido porque el encubridor acepta la continuación del culpable en el ejercicio de su ministerio, apareciendo como un santo varón a la vista de los fieles o tal vez objeto de sospecha lo que supone un engaño en lugar de resplandecer la transparencia de la que habla Gil de Zúñiga.
Pienso que la existencia de una Iglesia institucional estructurada con su normativa actual que viene de lejos, favorece la existencia de pederastas en su seno. Creo que en ninguno de los cuatro evangelios se afirma que Jesús de Nazareth pensó en crear una Iglesia institucional. Él predicó un mensaje que sus discípulos interpretaron y pusieron en práctica de diversa manera. Luego no es cierta la afirmación de que Jesús fundó la Iglesia, ni Católica ni Ortodoxa ni Luterana ni Anglicana. Jesús quería la unión y fraternidad entre los humanos sometidos solo a la ley del amor, no impuesta sino voluntariamente adoptada.
No conozco la estadística de pederastas en la Iglesia española, pero lo que diga la CEE no es fiable. Se pretende ocultar y evitar la transparencia. El daño causado en la Institución eclesial, dentro y fuera de nuestras fronteras es grande. El sufrimiento de los menores afectados me entristeze y me pregunto ¿Qué pensarían ante la presión ejercida por sus educadores?
Hoy es su memoria en el martirologio Romano. Era presbítero en Abitinia, cerca de Cartago, en tiempo del emperador Diocleciano, siendo procónsul un tal Anulino. Saturnino tenía cuatro hijos, dos de los cuales Saturnino el joven y Felix eran lectores, María e Hilario, de cuatro años. Un día Durante la celebración dominical que presidía Saturnino, fueron detenidos por las tropas del procónsul, tanto el,propio presbítero como sus hijos y casi treinta participantes en la eucaristía. Condenados a carcel, murieron en ella.
Celibato, violencia sexual de los clérigos sobre religiosas, pederastia clerical y Saturnino con sus cuatro hijos presidiendo la vida de su comunidad. La historia no vuelve hacia atrás según parece. Pero rectificar es de sabios. La muerte de los mártires es semilla de nuevos cristianos. Obtemperandum est consuetudini rationabili tamquam legi. (La costumbre razonable ha de observarse como una ley).
Mis monjas nunca me han querido en demasía. Salvo un par de excepciones que , a ver, como que simpatizaban conmigo. Me refiero a mí época de colegio que duró hasta los dieciocho años.
Pero mi estancia de alumna, fue fantástica. De hecho me casé en la capilla de mi colegio. Y me costó lo que no está escrito. Pero..
Luego , trabajando en otro centro de mi hermosa Murcia, conoci a otras, claro. Y de algunas de ellas guardo un recuerdo estupendo. Años ochenta y noventa. Luego ya, pues , a ver, la cosa como que se torció.
Estoy tan, tan orgullosa de ser laica, que no lo puedo ni expresar. Y si el castigo es ser laico porque nos consideran inferiores. Dios, gracias , Dios, pero Dios con mayúsculas. Gracias Dios. No quiero estar a la altura de personas consagradas. Tengo vértigo. Me dan miedo las alturas, a lo mejor porque tengo muy presente la ley de la gravedad, que aunque formulada hace siglos y las causas se cuestionen, es que no falla. Vaya usted a saber por qué. Misterios de la naturaleza.
Gracias, Dios. Sé que me proteges.
El principio del problema de determinadas conductas execrables de demasiados clérigos durante tanto tiempo, en tantos lugares y con tanta ocultación, es que se les educa como personas especiales, con poderes sagrados únicos, con autoridad moral incuestionable, ellos se lo creen y por tanto actúan haciendo uso de su sagrada autoridad sobre los débiles.
Paralelamente no se les educa, no reciben lecciones de otros valores humanos como es la sacralidad de la infancia y el daño irreparable que le hacen. Haciendo uso de su autoridad moral sobre las monjas, encerradas y sometidas por no sé qué votos y tan ignorantes como los clérigos en cuestiones tan humanas como el sexo, como la diferencia entre pecado y delito, etc. Todo lo arreglan en el confesonario.
Lo que, quizá, no se les insista (yo nunca he estado en un seminario) de que son humanos y como tales llevan en su cuerpo una capacidad sexual que deben saber administrarla, y si no pueden como clérigos, que salgan y lo resuelvan fuera desde su libertad y la de su pareja adulta.
En España hay muchas víctimas que no se atreve a denunciar por las complicaciones que les va a acarrear y, al final, se las va a mirar como las culpables. Es muy difícil demostrar con pruebas algo que se hace en la más absoluta intimidad y secretismo, y, casi seguro, que con amenazas. Aquí se apoyan muchos obispos y clérigos para asegurar de que en España este problema ha sido mínimo. Por eso la transparencia también va a ser mínima.
Mañana va ser condenado a la máxima pena eclesiástica, acusado de violencia sexual y sodomia, el cardenal MacCarrIk, ex arzobispo de Washington. ¿Y cual es la máxima pena eclesiástica impuesta al cardenal?. Reducirlo al estado laical. O sea ser laico, como usted y como un servidor y mil y pico millones de catolicos romanos del mundo más, es un castigo eclesiástico. Estamos reducidos. Los que no están reducidos son los que han ocultado todos esos crímenes por años y lustros. No están reducidos. Son sepulcros blanqueados, moralmente pertenicentes a la miseria humana extrema. Que Dios los coja confesados y que el juez de instrucción de guardia más cercano esté durmiendo.
Uf, qué fuerte, considerar un castigo reducir al estado laical a un clérigo. Parece una tomadura de pelo. ¿Quiere decir que ser laico es lo peor que nos puede pasar a quienes ya lo somos? ¿Y la justicia, dónde está? Estoy desconcertada.
Tremendo, ese es el problema de sentirse… Y creerse especiales.
Pero el Maestro, dió gracias a su Padre amoroso, por sentirse ¡Comprendido … Por los pequeños! Por los que no cuentan, para los que se creen importantes…
¡Que cosa es la verdad! ¿No les parece?
m* pilar
Pues lo ha dicho usted todo.
El problema quizás radique en que los sacerdotes tienen por definición una vida santa, administran sacramentos y demás. Como aceptar como sacar a la luz del celemín determinados comportamientos? Quizás entonces los cristianos de buena fe de plantearían cosas.
Y a eso no estaban dispuestos.
Ni lo están
Ni lo estarán.
Y si ahora da la sensación de que lo están, es porque otros han sacado el celemín. Y la luz siempre trae problemas.
Un saludo cordial